La Cruz de Piedra

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Cuando el Sargento Contreras recibió el aviso de que se había producido un incendio en la casa de un amigo, estaba lejos de suponer que aquel suceso ocasional le obligaría a una investigación compleja en la que se mezclaban hechos ocurridos en 1307 con intrigas y conspiraciones arrastradas durante siglos hasta nuestros días.

Tampoco Ignacio tuvo consciencia de las alarmas que disparó al descubrir casualmente la carta manuscrita de Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, en la Abadia de Cluny.

La novela le permitirá acompañar a Lorenzo y a Ignacio en sus investigaciones, y le desvelará claves que solo el lector puede conocer.

La trama incluye una ficción sobre la Orden Templaria, pero no es un libro de “templarios”. Se citan, sí, algunos hechos históricos, pero arranca desde una fabulación que nunca sucedió. O eso creo.

Lorenzo Contreras sí que existe. Es cualquiera de los responsables anónimos de la Guardia Civil que trabajan por nuestra seguridad.

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Enlace a la editorial: Amazon – Versión kindle y tapa blanda

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Una aclaración:

En la novela “la cruz de piedra” figura como ilustrador de la portada Ramón Vicent Pascual cuando su nombre es Vicent Ramón Pascual. Quiero aclarar que es un error mío y no de la editorial, porque esa fue la información que les proporcioné. Espero que se corrija en futuras ediciones.

El Madrid que es, resultado del Madrid que siempre ha sido.

Largo, largo, largo y quizás pesado, pesado, pesado. Pero quizás pueda interesar a algunos, especialmente si son madrileños. Y si no es así, siempre queda el recurso de no leerlo.

De como una escapada en Madrid dispara la fantasía de un fantasioso impenitente.

Le decía a una amiga, ampliando un comentario que acababa con un “amo Madrid”, que, efectivamente soy un enamorado de esta ciudad. Y lo soy porque Madrid es una de las grandes ciudades del mundo capaces de sorprender a propios y visitantes por su gran oferta cultural, espectáculos incluidos, y ser sede de los mejores museos de España. Algunos de ellos, como la pinacoteca del Prado, referente mundial.

Pero lo afirmo muy especialmente porque he vivido en Madrid y, para más abundamiento, residiendo en una pensión, que es lo más de lo más de la convivencia.

Madrid, como ocurre en todos los sitios “viejos”, tiene infinidad de dichos y leyendas, unas basadas en hechos reales que la imaginación popular ha elevado a los altares de la fantasía transformando “lo que fue” en lo que “dicen que ha sido”, y, otras, pura invención repetida portal a portal, mentidero a mentidero de lo que ellos llaman “el foro”.

Y así dispone de palacios con fantasmas, casas con misterios, otras en las que han sucedido hechos escalofriantes y hasta un buen surtido de atentados reales, dos contra Alfonso XII, de los que siempre salió ileso y otro contra Alfonso XIII cuando, el día de su boda, un anarquista lanzó una bomba dentro de un ramo de flores desde el balcón de una pensión de la calle Mayor, sin que ni él, ni Victoria Eugenia sufrieran ningún daño.

Así que, repito, Madrid ha sido un perfecto caldo de cultivo para la enorme cantidad de curiosidades y chascarrillos alimentados por su contrastada familiaridad social de los dos últimos siglos. Y digo madrileños por decir algo, porque Madrid fue ciudad de aluvión que recibió inmigrante de todas las regiones, por lo que gatos, lo que se dice gatos, pocos y acogedores.

Familiaridad contratada en las conversaciones de calle, las tertulias de bares y la de esas mini sociedades tan especiales de las corralas o lo más recóndito de sus barrios tradicionales. Lugares en los que se comentaba, se corregía y se aumentaba lo sucedido y publicado en periódicos y gacetillas, o divulgado de boca a boca en tiendas de barrio.

Insisto en que eso mismo sucede en otras ciudades antiguas de nuestra España, como Granada o Toledo, por ejemplo, pero en Madrid mucho más por sus circunstancias especiales. Y porque todos amamos a nuestras ciudades o pueblos natales, pero pude apreciar que los madrileños sienten un cariño filial muy especial por la suya. Francamente especial.

Así que ayer, recordando mis dotes de gran callejeador, cogí caminito y recorrí con calma algunos de mis lugares conocidos completando una ruta que no está nada mal para mi edad:

No sin constatar que cuando salí del hotel el termómetro señalaba dos grados bajo cero, pero el frio de Madrid, mucho más seco que el valenciano, especialmente en un día sin viento, se soporta mejor que el nuestro con un buen abrigo corporal. Así que cogí el metro y bajé en la Plaza Mayor, la antigua plaza moderna de la ciudad, desde donde me desplacé hasta el Palacio Real, o Palacio de Oriente, subiendo esa cuesta llevadera que transcurre paralela a los hermosos jardines de Sabatini.

Llevaba intención de acceder a su interior, pero me fue imposible porque había no sé qué acontecimiento.

Mi primera sorpresa fue encontrarme con los miles de personas, no exagero, que estaban esperando el relevo de la guardia, parada artístico-militar que ha alcanzado un gran nivel de popularidad por su calidad plástica, muy parecida a la del famoso relevo de Buckingham, en Londres. Puede parecer una tontería, pero a mi me gusta que se fomente este tipo de actividades inofensivas, agradables a la vista y que da nombre a las ciudades.

No me quedé porque faltaba algún tiempo y porque la conozco por haberla visto en YouTube. Como también he visto “in person” la de Londres, la de Atenas, la de Praga y la del Kremlin, aunque sí que entré en La Almudena abriéndome paso entre los que esperaban en las escalinatas de la catedral y cruzando la enorme cola que pretendían entrar en la plaza de armas del palacio.

De allí me dirigí a la calle de Vergara para acceder a la del Arenal, pasando por ese curioso cruce de calles de nombres singulares, no sin antes acercarme al viaducto para recordar a los muchos madrileños que decidieron suicidarse en este lugar. ¿Qué pasaría por sus cabezas? ¿Qué tristeza provocaría semejante decisión?

Pensamiento que me afectó muy especialmente teniendo como tenemos una verdadera lacra de suicidios, especialmente entre gente joven. Por lo que no pude por menos que pensar en ellos, aunque no los haya conocido.

Lugar, el viaducto de Madrid, que ha merecido escritos entre tétricos y poéticos, como el que se publicó el “La Libertad” hace muchos años, con el título “El Madrid que desaparece. Elegía por el Viaducto”, y que decía: “El viaducto se desvencija. (…) Los suicidas ya no le dan importancia. Lo han substituido por los túneles del “Metro“, donde hallan un final obscuro de topos. Ha dejado de ser el gran balcón sobre la Eternidad

Sigamos. Una vez en Vergara me fijé, como siempre hago cuando callejeo, en lo especial de los rótulos de varias de sus calles adyacentes. Porque una de las peculiaridades que distingue a Madrid de otras ciudades es que no ha sido muy de cambiar los nombres de las calles, manteniendo los “de siempre” con pocas concesiones a las modas y los modos, especialmente en sus calles principales.

Y así mantiene los nombres tradicionales, los que decidió el pueblo llano, como la calle Mayor, la Gran Vía, Carretas, llamada así porque en tiempo de los Comuneros de Castilla los madrileños levantaron barricadas con carretas para impedir la entrada de los soldados del Rey, el paseo de la Castellana, Delicias y tantas otras, como la Del Arenal, la calle en la que me encuentro, que tiene este título porque en una de sus prolongaciones históricas desde su arranque en la Puerta del Sol, se encontró con un suburbio arenoso.

Como Madrid es grande, también hay calles rotuladas a conveniencia con nombres de políticos y de hombres y mujeres ilustres, pero ninguna de las principales.

Y es por eso por lo que en Madrid es divertido y curioso, repito, prestar atención a los nombres de sus calles, por su significado y por los chascarrillos que se contaban a propósito de su nomenclatura o las proximidades de unas con otras.

Ya he dicho, y sí no lo digo ahora, que yo vivía en una pensión en la Corredera Baja, muy próxima a una calle larga a la que una curva permite darle dos nombres. Pues bien, a estos tramos les llamaban “los del matrimonio”, porque empieza en Luna y termina en Desengaño, que son los nombres de las dos calles, también próximas a otra muy popular, la del Pez, nombre basado en un hecho real relacionado con una niña a la que en el Siglo XVIII se le murió un pececillo y su padre, hombre de “posibles”, al verla tan afligida, mandó labrar en la fachada de su casa la figura de un pez.

Casa que posteriormente dio nombre a la calle, la del pez, hasta entonces llamada “de la Fuente del Cura”. No hay duda de que fueron los madrileños de aquellos tiempos, el vulgo, los que dieron los dos nombres a la calle.

Así, en este cruce, confluyen las calles de Carlos III, el gran “Rey alcalde” que, sin embargo, tiene una de cortísimo recorrido en este final del Madrid de los Austrias, desde donde arrancan otras con nombres singulares cómo la de la Unión, que se cruza con la de la Amnistía, ilustrada la primera con la imagen de un yugo. No he sido capaz de desentrañar la verdadera razón de esta nomenclatura, porque una unión tan sumamente “unida” no parece muy propia ni para un sindicato ni para un partido político. No suelo rendirme y trataré de averígualo.

También están las calles Del Espejo, nombre que, según la leyenda, hace referencia a las atalayas de vigilancia árabes que se erigían en la zona hace muchos siglos, y que transmitían los mensajes usando precisamente espejos. Y, algo más adelante, la de La Escalinata, actualmente sin escalones, sustituidos por una rampa que permite la circulación de vehículos.

Y, como cada portal tiene su leyenda y cada bocacalle una historia, solo me detendré en la Parroquia de San Ginés, en la que se bautizaron o se casaron hombres ilustres, como reza en  la leyenda de su fachada, junto a la cual hay una librería, también llamada San Ginés, cerrada cuando pasé, que tiene o tenía por costumbre exponer libros de lance en una mesa de madera pintada de verde, situada en el callejoncito de la puerta del local, y en la que en su momento pasé mucho tiempo rebuscando entre lo expuesto, porque realmente valía la pena.

Y, para los de Bocairent: según me contó, también era muy frecuentada por Pepe Llorca cuando viajaba a Madrid.

No tenía demasiado tiempo porque el paseo era largo y tenía como objeto llegar al Museo de Prado, por lo que apenas me entretuve en la Puerta del Sol, rota en obras, aunque sí que hice una escapadita para volver a contemplar la fachada de Casa Labra, sin detenerme a tomar alguna de sus exquisiteces de bacalao.

Diré que este establecimiento, situado en la calle Tetuán número 12, cerca de la Puerta del Sol y en una calle lateral del Corte Inglés de Preciados, es uno de los de culto de Madrid para mí, entre otras cosas porque fue allí donde se fundó el Partido Socialista Obrero Español.

Bajado de internet “El Partido Socialista Obrero Español se fundó clandestinamente en la madrileña taberna Casa Labra de Madrid, el 2 de mayo de 1879 en torno a 25 personas: 16 tipógrafos, cuatro médicos, un doctor en ciencias, dos joyeros, un marmolista y un zapatero

Así pues, continué mi paseo por la carrera de San Jerónimo para saludar de nuevo a los leones de las Cortes, de los que quiero aclarar dos de sus leyendas:

No es cierto que, como nos decían cuando éramos niños, que estuvieran forjados con los cañones del parque de artillería en los que estaban destinados Daoiz y Velarde el dos de mayo de 1808. La verdad verdadera es la que reza en el frontis de su base, donde se puede leer “Fundido con cañones tomados al enemigo en la guerra de África de 1880”.

Y la otra curiosidad es que uno de sus leones, el que está a la derecha mirando al frente de Congreso, no tiene testículos. ¿La razón? Puede haber muchas, pero desde luego no fue por ahorrarse el bronce necesario para sus atributos masculinos porque realmente sería muy poco comparado con el empleado en toda la figura. Francamente, no creo que se acabara el bronce de los cañones precisamente cuando llegaron a ese punto.

Para obtener constancia fotográfica, que la tengo, tuve que hacer juegos malabares desde la acera, porque el trasero de buen león sin atributos está muy por encima del nivel de la calle, muy inclinada hacia la plaza de Neptuno.

Yo para mí que fue una broma del escultor, porque no creo que fuera un adelantado a lo que está ocurriendo ahora con los cambios de sexo, las ambigüedades y cosas similares.

Y desde allí, enfocando el móvil por debajo del cuerpo del león castrado después de pedir permiso para subir unos escalones al policía de guardia en la puerta del Congreso, saqué una foto al hotel Palace, protagonista importante el 23F porque allí es donde se situaron los miembros del Ejecutivo que no estaban secuestrados. Recordemos en aquellas horas hubo una reacción ejemplar y se formó un gobierno provisional con subsecretarios.

También estaba la cúpula de los mandos militares y hasta algún periodista avispado.

Repito, como he hecho otras veces, que el 23F fue la verdadera prueba del algodón de la democracia, porque fue el día en el que fue vencida y desarbolada la última extrema derecha española. La de verdad, por mucho que Podemos y el gobierno se empeñen en darle ese título a VOX para resucitar lo que está muerto y bien muerto.

VOX es el más a la derecha de los legales en la actualidad, sí, pero de extrema derecha modelo franquista, si los comparamos con los Girón de Velasco y compañía, son unos auténticos entreguistas.

Y por fin, rodeando la Plaza de Neptuno, en la que no vi a Simeone poniendo flores al dios del mar por los buenos resultados de los últimos tiempos, accedí, una vez más, a la pinacoteca más importante de las que conozco, aunque no tenga nada del Siglo XX. Y conozco El Louvre, la National Gallery o el Hermitage, que, seguramente serán los siguientes en tamaño en colecciones pictóricas.

Claro que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, tengo que decir que ningún me ha impresionado más, pese a lo pequeño de su obra, que el Orsay de París. Porque tiene mucho impresionismo, pintura fácil de entender y muy de mi gusto.

Así que subí la escalinata dedicando un saludo afectuoso a mi querida RAE, en lo alto, enfrascada estos días en una discusión a propósito de si se debe tildar el “sólo” de las ambigüedades y de las soledades.

Y, una vez en el Prado, el protocolo. Sentarme en el primer banco del pasillo central del primer piso para saludar a Carlos V, esta vez completamente desnudo, sin su armadura, teniendo a sus pies, encadenado, al Furor, símbolo abstracto de lo malo, del enemigo a vencer, inspirado en la Eneida de Virgilio.

Es algo que leí hace años, cuando intenté descifrar la simbología del conjunto, y que he recuperado ayer mismo buscando comentarios de la Eneida.

Entonces se harán más llevaderos los ásperos siglos, dejadas las guerras;
la cana Fidelidad y Vesta y Quirino con su hermano Remo
darán las leyes; con hierro y con ensambladuras compactas
las funestas puertas de la Guerra se cerrarán; el Furor impío dentro,
sentándose sobre las crueles armas y atado a la espalda con cien
nudos de bronce, gemirá espantoso con su boca ensangrentada.»


Yo soy muy disciplinado y solo recorro unas pocas salas cada vez que visito un museo, única forma de “ver” y disfrutar los cuadros, aunque, como es natural y tratándose del Prado, las salas de Velázquez son visita obligatoria. Muy de pasada la de “las Meninas”, mayor sosiego frente a su famoso Cristo, esa figura extraña y hermosa de un crucificado que no refleja dolor, solo paz y serenidad. Dice el cartel que, con esta obra, Velázquez intentó entrar en las discrepancias entre la pintura y la escultura, y de hecho consiguió una obra con muchos visos de escultura pintada. Porque imágenes dolientes del crucificado se pueden ver en la misma sala, justo enfrente, en menor tamaño.

Por cierto, en la sala de Las Meninas no estaba la figura en bronce del hermafrodito. No sé si lo han cambiado de lugar provisionalmente o de forma permanente, pero no dejaba de ser algo “diferente”, un contrapunto al arte clásico del pintor de la corte, y su desaparición me provocó de inmediato un “aquí falta algo”.

Por cierto: la primera vez que lo vi, me sorprendió encontrarlo en esta sala, porque era como un verso suelto, hasta que me enteré de que esta escultura, “copia de la original del escultor italiano Matteo Bonarelli de Lucca (1599- 1654), restaurador y marchante de arte italiano, fue mandada fundir en Roma por encargo directo de Diego Velázquez durante su segundo viaje a Italia por expreso mandato del rey Felipe IV, que quería adquirir las más bellas obras de arte para su reciente Palacio del Buen Retiro

El original, procedente de una colección particular italiana, se conserva en el Louvre, que, en eso, en artes decorativas, gana al Prado, como también lo hace el Hermitage, porque apenas tiene algunas piezas importantes.

Y de esta copia se dice que “su calidad técnica la convierte en una obra maestra que supera al original«.

Así que opté pasar a las salas contiguas, las de Murillo, y realmente me emocioné con sus famosísimas Inmaculadas y con los cuadros de un Jesucristo con San Juan, ambos niños, que ilustraban algunos libros de texto de religión en mi bachillerato.

Ya conocía de otras visitas la magnífica y nada sofisticada Sagrada Familia “del Pajarito”, antes ubicada en el pasillo central del primer piso, pero, pese a las veces que he visitado este museo, siempre “a cachitos”,  nunca había dedicado tiempo a las salas de este pintor sevillano aunque, naturalmente, conocía parte de su obra porque es uno de los referentes de la pintura religiosa española.

Ni tampoco las de Tiziano, pintor que siempre me ha impresionado por su enorme variedad de temas, aunque mi preferido sea el de Danae en el momento de ser fecundada por Júpiter con una lluvia de oro, que repitió varias veces. En esta ocasión me sorprendió con sus cuadros sobre la fundación de la iglesia de Santa María la Mayor, primitiva iglesia de la Virgen de las Nieves, pinturas que, cronológicamente, con un magnífico juego de luces y sombras y en un formato inusual, de abanico, describen el sueño en el que la Virgen le pide a un noble romano que se levante esa iglesia en un punto en el que verá la silueta de la planta de la iglesia dibujada con nieve en un lugar de Roma.

Y en el siguiente se ve al mencionado noble exponiéndole la petición al Papa, que monta una procesión para comprobar que, efectivamente, la nieve que traza la silueta de la iglesia, está donde se dice que estaría.

Y después de esta pequeña excursión por el museo, más corta en espacio que en tiempo, y de realizar una breve visita a la sala en la que están las estatuas de las ninfas, que no conocía, di por finalizada la visita y me dirigí al restaurante para recuperar fuerzas y seguir con mis elucubraciones, en este caso centradas en recorrer con la vista las mesas cercanas para tratar de adivinar los perfiles humanos de los que las ocupaban y, sobre todo, a localizar a las familias que estaban acompañadas por sus hijos, todas extranjeras porque los niños españoles tenían clase.

Y estuve tentado, solo tentado, de dirigirme a un grupito de abuelos, padres e hijos, para decirles el acierto que habían tenido en venir al Prado, a los mayores, y, a los niños, la suerte que tenían por tener a unos padres que les habían traído aquí siendo todavía niños, porque era algo que, espero, recordarán toda su vida.

¡Claro que amo a Madrid! Una ciudad que también enamoró en su tiempo a nuestro Joaquín Sorolla, hasta el punto de que decidió que le construyeran una casa típica de la Valencia de extramuros de su época, con sus techos altos, su jardín, su fuente, su mini estanque y sus bancos y jardineras de azulejos de Manises. Situada fuera de la ciudad, muy cerca de lo que entonces era “el quinto pino” que marcaba el final de la zona urbana de Recoletos, y ahora fagocitada por la urbe y convertida en el tan especial Museo Sorolla, que recomiendo visitar.

Una aclaración: estos enamoramientos míos son casi patológicos, porque también he amado y amo a nuestras viejas ciudades españolas y, como no y muy especialmente, a mi querida Valencia, la de los rincones mágicos y las calles estrechas, también repletas de historias y leyendas, y a esa Valencia señorial de las calles nobles y edificios elegantes.

Ciudades que gusto de pasear mirando suelos, fachadas, rótulos y partes altas de los edificios, porque es así como se disfrutan plenamente y se descubre lo que hay detrás de lo que tantas veces se ha visto sin reparar en ello.

En los cursos y talleres de relaciones interpersonales o cuando se habla de empatía bien aplicada, se abunda en la necesidad de la llamada “escucha activa”, herramienta que garantiza que entiendes el mensaje que te quieren transmitir, para que “lo que te dicen” no enmascare “lo que te quieren decir”.

Pues bien, en los paseos por las ciudades o por los pueblos de España, tan rica en cultura y tradiciones, hay que practicar “la vista activa” para no perdernos nada, ni siquiera los olores.

Y estas son, para vuestro mal, las elucubraciones de un soñador romántico que trata de disfrutar de lo que se nos ha dado y que está a nuestra disposición, quizás minusvalorado porque nos resulta gratis.

Lo que me faltó, como suele ocurrir, es alguien con quien compartir en vivo y en directo estas vivencias, aunque ¡quizás no me hubiera soportado!

Terminado en Valencia, el 8 de marzo de 2023

José Luis Martínez Ángel

El feminismo y los feministas de salón

He puesto este recorte, no para poner en valor la actuación de los populares de la época, sino como ejemplo de los bandazos que se han dado desde que los políticos decidieron abanderar el movimiento para sacar rédito electoral.

Claro que los políticos deben de intervenir en el desarrollo del feminismo, porque son ellos los que dictan leyes, pero no capitalizarlo utilizando argumentos para conseguir votos, porque es un tema de la sociedad en general y no propiedad de nadie.

Mi opinión es que, desde todos los puntos de vista, la mujer no es igual al hombre de la misma forma que un niño no es igual que un adulto. Y aclaro que es una simple comparación para reforzar el argumento, sin juicios de valor sobre la capacidad cognitiva de hombres y mujeres o cualquier otra circunstancia que suponga supremacía masculina. En absoluto.

Y si no se reconoce esa diferencia, como ocurrió en el momento que se reseña en el artículo, se perjudica a la parte más débil y con más condicionantes en lo físico, que no en el intelectual que es igual o superior, yo lo creo así, que el de los hombres.

Por supuesto que a la mujer hay que reconocerle los mismos derechos que al hombre, derechos que en España están plenamente reconocidos por la ley, pero también lo es que no goza de la necesaria igualdad de oportunidades. Y ese es el que debería ser el verdadero argumento del feminismo.

Y cuando hablo de derechos y oportunidades excluyo sandeces como el famoso eslogan que proclamaba que la mujer debe poder ir de noche, sola y borracha por la calle sin que nadie la agreda, derecho que también tiene los hombres, por supuesto, pero mejor no intentarlo.

Me refiero a que, reconociendo sus condicionantes, se la facilite el de ser madres si quieren serlo, con guarderías subvencionadas hasta que los niños puedan entrar en preescolar, incluso más tiempo en determinadas circunstancias, jornadas con horarios flexibles para conciliar la vida familiar con la laboral, protección real a madres solteras, como también a las que tienen embarazos indeseados y no quieren abortar, y otras de este tipo.

¿Quieren reducir el número de abortos, por ejemplo? En lugar de hacerlas escuchar latidos de corazón, tranquilícenlas, proporciónenlas ayudas económicas y sociales como si ya fueran madres solteras durante todo el embarazo y, a partir del parto, como cualquier otra madre. Seguro que así se evitarían muchos.

Es decir, sustituir los eslóganes y los titulares de prensa por ayudas efectivas para las mujeres que lo necesiten por cualquier circunstancia relacionada con su sexo y su situación. Lo demás son milongas.

Y no se asusten porque, aunque parezca que estas medidas comportarían mucho gasto público, pueden estar seguros de que todo lo que he comentado hasta ahora supondría una mínima partida en los Presupuestos Generales del Estado, mucho más baja que las que se están aplicando para gastos suntuarios o movidas políticas de muy poco valor para la ciudadanía, incluidas muchas de las que ahora maneja el ministerio de igualdad.

Con la ventaja de que fomentar la natalidad y favorecer a las mujeres, supone obtener beneficios sociales de mucho calado.

Y olvidar tonterías innecesarias como los ridículos eslóganes de bajas laborales por menstruaciones, como ejemplo de la insensatez y de la demagogia, porque una mujer que tiene menstruaciones dolorosas puede pedir la baja médica sin ningún problema y porque en las empresas, y yo he tenido muchas mujeres en la mía, “se sabe” cuando las empleadas más afectadas están en esa situación y se les tiene una consideración especial.

El contenido de este artículo viene a cuento porque en aquellos tiempos, primer error, se defendió desde un determinado feminismo que la mujer es “igual al hombre” y por eso el socialismo de entonces retiró todos los agravantes cuando la víctima de una agresión era una mujer, uno de los cuales era el “desprecio de sexo”. Agravantes que en este momento se están llevando a la exageración por el llamado feminismo extremo, que no ha dejado de dar volantazos desde que se descubrió el filón propagandista que suponía para determinados partidos el afirmar que solo ellos defendían a la mujer y que “estaba todo por hacer”.

Que la mujer ha sido en el pasado una auténtica mula de carga, en el sentido metafórico de la palabra, responsable del hogar y de los hijos es una realidad indiscutible. Como también lo es que durante la dictadura, la Sección Femenina educaba las jóvenes a ser buenas esposas, buenas madres y excelentes amas de casa.  Pero desde entonces hasta ahora ha corrido mucha agua por los ríos y es hora de avanzar desde la realidad actual y no inventando otra inexistente, ya superada.

Insisto en que la lucha ha de centrarse en facilitarles que puedan participar en la sociedad en la medida que quieran hacerlo y con las ayudas necesarias para conseguirlo.

Sin trampas ni demagogias.

Se dice, por ejemplo, que los salarios promedio de las mujeres es inferior al de los hombres, pero, siendo verdad, es una visión distorsionada de los hechos. Según la ley y los convenios sindicales, los salarios se fijan en función de la categoría laboral del empleado, sin distinción de sexo, pero es un hecho que muchas mujeres están obligadas por sus responsabilidades familiares a tener jornadas reducidas, por lo que sus ingresos reales son inferiores. Pero la causa raíz, lo que hay que denunciar, no es que esté asumido ni aceptado que la mujer cobre menos que el varón, sino la falta de apoyos del Estado para poder trabajar más horas si quieren hacerlo.

También se puede dar el caso de que, trabajando las mismas horas, algunas empresas tengan registradas a las mujeres en una categoría laboral inferior a la de un hombre que hace exactamente su mismo trabajo. Pero ese es un problema de inmoralidad del contratante y de falta de inspección de trabajo, porque hay pocos inspectores y porque, habiendo tanta información en la redes, no se están desarrollando mecanismos que crucen datos de contratación en las empresas con los puestos de trabajo, el sexo de los contratados y cuantos datos sean necesarios para disparar alarmas de fraude.

Aunque esta misma situación también se da en el mundo de le empresa, especialmente en el de la pequeña empresa y en el de los autónomos con empleados, en el que hombres y mujeres están contratados por un determinado número de horas y “obligados” a trabajar más de las contratadas por el mismo salario o cobrando una parte “en negro”.

En resumen: No hay ninguna duda de que la sociedad actual tiene muchos problemas y que las mujeres están especialmente perjudicadas en temas como las agresiones sexuales, un desamparo evidente en muchas facetas de sus vidas, o la dificultad para poder desempeñar algunos de los roles que les corresponde por su sexo, pero también lo es que todos ellos y muy especialmente los de la mujer, solo son objeto de titulares interesados sin que nadie entre a fondo en sus causa-raíz ni en proporcionarlas las ayudas necesarias.

En parte porque la maldita política interesada y populista está desviando el foco del problema hacia una dirección equivocada.

José Luis Martínez Ángel

Valencia 15 de febrero de 2023

En recuerdo de Nicolás Redondo de alguien que siempre le respetó.

Acabo de enterarme del fallecimiento de Nicolás Redondo Urbieta y cada vez que recibo noticias como esta me resulta más reprobable el comportamiento de los políticos actuales españoles, especialmente los de la extrema izquierda y últimamente del mismísimo Pedro Sánchez, que, habiéndose encontrado una España de democracia y bienestar en la que todo está hecho aunque hayan cosas que mejorar, se pasan el día proclamando que han sido ellos, solo ellos, los que hay traído la verdadera libertad y los que liberarán a los españoles de las cargas del pasado y de las amenazas de los políticos de su oposición.

¡Váyanse a paseo, por favor! ¡Repasen biografías como la de este hombre y aprendan lo que es luchar de verdad, corriendo muchos riesgos y sufriendo muchos quebrantos, por la democracia, la libertad, y los derechos de los españoles!

Porque Nicolás Redondo Urbieta, hijo de trabajador sindicalista condenado a muerte, conmutada a última hora, es todo un ejemplo de honestidad y coherencia entre su vida y sus convicciones.

Nicolás Redondo, obrero especialista en La Sestao, encarcelado hasta seis veces por la dictadura por liderar movimientos sindicales o promover huelgas, fue siempre un hombre sencillo que jamás presumió de su biografía ni de sus muchos encontronazos con la policía de Franco.

Y fue su vocación sindicalista la que, pese a su gran historial, le impidió optar a la secretaría del PSOE en Suresnes, cuando salió elegido Felipe González, un abogado laboralista con muchos menos méritos que Nicolás Redondo.

Y cuando llegó la transición, la que ahora pretenden reeditar los que jamás hicieron nada que les costara más allá de algunas horas de sueño por ir a una manifestación, y que siempre han vivido de la política, se puso a la tarea de recuperar la tradición democrática-sindicalista que era una enorme tarea viniendo del sindicato vertical.

Nicolás fue un gran socialista y, esencialmente, un gran sindicalista.  Hasta el punto de que, siendo como era UGT correa de transmisión del partido, tuvo muchos enfrentamientos con el gobierno de Felipe González por algunas de sus medidas sociales y laborales.

Nicolás Redondo optó por mantener una línea sindicalista dura sin hacer concesiones al Gobierno y sin dejarse coaccionar por la disciplina del Partido Socialista. Así lo manifestó claramente en la carta enviada a Felipe González”, dice este texto sacado de una de sus biografías.

Y es rigurosamente cierto.

Es más, a diferencia del dúo Pili y Mili formado por los siameses secretarios de UGT y CCOO de cuyo nombre no quiero acordarme, también tuvo serios enfrentamientos con Antonio Gutiérrez, el entonces secretario de Comisiones Obreras, por entender que era demasiado sumiso al gobierno

«La unidad de acción con Comisiones Obreras no está rota, pero si resquebrajada» y en diciembre decía: «nunca más me fiaré de Antonio Gutiérrez«

Este es un brevísimo resumen de mi opinión sobre un hombre que casi me motivó a afiliarme a UGT.

Lástima que, en sus últimos tiempos en el cargo, algunos listos del sindicato quisieron montar un programa de viviendas sociales que acabó como el rosario de la aurora, con muchos líos y un agujero económico muy importante. Nicolás no tuvo nada que ver en lo personal, pero era el secretario y, de alguna forma, este hecho salpicó lo que hasta entonces había sido una trayectoria ejemplar.

Al estilo de otros hombres honrados de izquierda que dedicaron sus vidas al servicio y que nunca se aprovecharon de su currículum, como fue el caso del comunista Marcelino Camacho, otro de mis hombres respetables de la época.

Nicolás Redondo Urbieta dejó tras de sí un trabajo ímprobo en el mundo sindical y puso muy alto el pabellón de la UGT, empañado en los últimos tiempos por unos líderes inmorales que han vivido en diversos lugares de España mamando de las ubres del poder en un rosario de escándalos y hechos delictivos.

No digo que todos los dirigentes del sindicato sean unos impresentables, pero es cierto que los militantes, pocos y casi todos porque mantienen ese espíritu romántico de lo que “debe ser”, como le ocurre a una de mis amigas muy queridas, no se merecen lo ocurrido en la UGT de los últimos tiempos.

Y una prueba de su ejemplo lo tenemos en su hijo, Nicolás Redondo Terreros, socialista convencido y hombre honesto y moderado, que seguro que es así por el ejemplo de su padre. Al que solo le echo en cara que no optara a la secretaría general del PSOE cuando lo hizo Pedro Sánchez, petición que le hice en una nota que le mandé, como harían miles de españoles, y a la que no hizo caso.

Que, de haberlo hecho, otro gallo nos cantaría.

Descanse en Paz un hombre que se esforzó por mejorar el bienestar de los obreros españoles. Esfuerzos que en algunos momentos le resultaron especialmente duros y complicados.

Valencia, 4 de enero de 2023

José Luis Martínez Ángel

La decisión del Constitucional y la noche de la tristeza. El relato, las falacias, la posverdad y el lenguaje perverso de la política.

¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?

La pasada noche fue muy mala para mí, porque después de la decisión del Tribunal Constitucional de aceptar el recurso de amparo del PP y dictar normas cautelares paralizando la votación del senado, tuve el disgusto de presenciar la salida en tromba del gobierno y de los presidentes de algunas instituciones, utilizando la plataforma de TVE, para anunciar que acataban la sentencia, lo contrario hubiera sido delito, y desautorizar de forma feroz e injusta al tribunal.

Con la potencia habitual de los canales de propaganda de la izquierda, maestros en estas lides.

Hay que aclarar que el Constitucional no ha entrado en el fondo de las leyes propuestas, lo hará en su día, sino por el procedimiento empleado para aprobarlas, ya que el gobierno ha propuesto un batiburrillo de leyes mezclando en el mismo paquete reformas de leyes ordinarias con algunas orgánicas que, por si alguien lo desconoce, son las fundamentales que soportan y regulan los mecanismos del Estado Español.

Que es exactamente lo mismo que manifestaron en su día los letrados de las Cortes, sin que la muy indignada Meritxell Batet les hiciera ni puñetero caso.

Algunos comentarios sobre lo visto y oído:

Todos, la presidenta de las cortes, el del senado y el ministro, coincidieron en que esta decisión era un ataque a la democracia porque impedía que las Cortes, representantes de la voz del pueblo, siguieran el proceso de aprobar leyes. Y para ello apelaban al artículo 66 de la Constitución e incluso tuvieron la osadía de afirmar que Peces Barbas, único miembro socialista del grupo de “padres de la Constitución”, esa que según Pedro Sánchez había “alumbrado” el partido Socialista, incluso teniendo un solo representante, fue quien añadió la norma que defendía este derecho de los congresistas.

Y esta es la primera posverdad, es decir, la primera mentira, porque si bien el artículo 66 dice que: “Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución”.

También indica, que las Cortes Españolas, como todos los Estamentos, no pueden ir por libre ya que sus competencias son las “que le atribuye la Constitución”. Y que, como veremos adelante, también están sujetas a controles.

Pero el artículo 1, “la madre del cordero” constitucional, dice literalmente que:

“1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.”

Todos los poderes, no solo el Legislativo, como afirman torticeramente los que deberían haberse mantenido al margen de esta guerra del Gobierno contra el Constitucional.

Y que basa las libertades, como orden superior, en el “ordenamiento jurídico” al que define como, “garante de la libertad, la justicia y el pluralismo político”.

En resumen, siendo cierto que la soberanía nacional reside en las Cortes, también lo es que esta soberanía popular está condicionada por los límites que impone la Constitución y las leyes en vigor. Y uno de los límites es evitar que un gobierno presidido por un presidente autoritario, en los límites de la autarquía, sobrepase las competencias previstas en nuestro ordenamiento jurídico.

Y, llegado el caso, es el Poder Judicial el único autorizado para “parar” estas iniciativas. Un Poder Judicial que tiene como misión constitucional controlarse a si mismo y al gobierno de la nación, por muy democrática que haya sido su elección.

Entre otras cosas porque la democracia tiene muchas grietas y pocas defensas, y puede ocurrir, cómo en este caso, que el partido en el poder, gracias a sus alianzas parlamentarias, ha ganado unas elecciones en base a un programa electoral y a un discurso de su líder totalmente contrario a lo que luego ha hecho. Y que, una vez con el BOE en sus manos, se dedique a cometer tropelías antidemocráticas.

Lo que no deja de ser, en la práctica, un fraude de ley.

No olvidemos que gobiernos elegidos democráticamente, como en Venezuela y otros países, han abusado del poder, pasando a ser dictaduras de hecho, sin olvidar el caso extremo de Hitler, que también fue elegido en las urnas.

Sin llegar a esos extremos y si la Constitución española no hubiera definido estos “vigilantes de la legalidad”, nuestro gobierno, teniendo como tiene mayoría en las dos cámaras, podría decretar mañana el cierre de los medios audiovisuales que le son adversos, o que los inmigrantes sin papeles llevaran una estrella amarilla sobre la ropa, como los judíos alemanes.

Leyes que, según el gobierno y sus defensores, tendrían la misma legalidad que para si reclaman en el caso que nos ocupa.

Los que se cebaron con los miembros del Constitucional declarando que algunos de ellos estaban “caducados”, cuando no es así. Porque desde el momento en que termina su periodo de mandato, entran en otro de prórroga hasta que se les nombre sustitutos, manteniendo todas sus funciones. Como ha ocurrido en muchas otras ocasiones en la historia de nuestra democracia. Sustitutos que solo puede nombrar el parlamento por boca de los dos partidos mayoritarios. Los dos.

Y el colmo del cinismo es que el PSOE presentó un recurso para que se declarara incompetentes a dos de los cuatro magistrados con el mandato caducado, manteniendo su capacidad legal a los otros dos, nombrados por ellos. ¿Puede haber mayor cinismo e intento de manipulación de la justicia?

Otra de las razones de mi tristeza, que no tanto de mi indignación porque ya me lo espero todo, fue ver a los presidentes de las dos Cámaras defendiendo a ultranza la iniciativa del gobierno, siendo como es el Congreso uno de los responsables de controlar al gobierno. De hecho, todo esto se hubiera evitado si Meritxell Batet hubiera atendido la resolución de sus letrados, por lo que se la puede considerar responsable directa de semejante desaguisado.

Pero hay mucho más: Los dos presidentes no son líderes políticos ni pueden dar opiniones, porque si por algo deben destacar es por su neutralidad. Y su función principal, casi la única, es garantizar que se cumplan los reglamentos de las cortes y, en caso contrario, imponer sanciones.

Pues bien, ayer y ambos salieron al mundo exponiendo su opinión como si fuera la oficial de las Cortes y del Senado, cuando no es así. Es sabido que las declaraciones institucionales de las Cortes necesitan el consenso de cada una de las mesas, en las que están representados todos los grupos parlamentarios. Y se ha dado casos en los que estas declaraciones han tardado horas en consensuarse por una palabra “que si se pone, que si se quita”.

Y se autoproclamaron la voz de las cámaras, repito, ignorando la opinión de casi la mitad de los congresistas, los que votaron en contra de las leyes porque las consideraron abuso de poder y de atentar contra las libertades.

Es seguro que las leyes propuestas por el gobierno o por el partido, porque unas fueron decreto ley y otras propuestas de ley, saldrán adelante porque tienen mayoría, pero tendrán que ceñirse a la normalidad democrática.

Las presentarán como decreto ley porque les urge ultimar las concesiones a los independentistas y de controlar al Consejo Superior del Control Judicial y al Constitucional para evitar que declaren en un futuro no muy lejano que algunas de sus leyes son inconstitucionales, como lo fue cerrar el Congreso por la pandemia.

Pero tendrán que votarse tras un debate normal y conociendo los dictámenes reglamentarios del Consejo de Estado y del Poder Judicial, entre otros, que no son vinculantes, pero “pesan”.

Aunque, seguramente, afirmarán que ambos organismos y todos los que les lleven la contraria son antidemocráticos y derecha rancia, si no extrema derecha, y que lo único que hacen es poner palos en las ruedas de la progresía y de la verdadera democracia.

También escuché las opiniones de los aprendices de brujo de la vulneración de libertades, como son los “podemitas” y el resto de “apoyadores” del gobierno, alguno de los cuales invitó a que la ciudadanía saliera a la calle, en su viejo proyecto de alternar la democracia representativa, la nuestra, con una maravillosa democracia asamblearia, la suya, la que nos traerá progreso y libertad, además de miel y rosas.

Luego tenemos al gran manipulador. Una persona que cada vez se muestra más como es, el gran embaucador, un ególatra endiosado que se cree muy superior a los demás y al que hay que rendir pleitesía.

Creo que el lema de la Casa de Quirós, cántabra, era “después de Dios, la casa de Quirós”, aunque las leyendas populares, conociendo la prepotencia de las dos grandes familias dominantes, les asignaban esta leyenda “antes que Dios fuera Dios y los peñascos, peñascos, los Quirós eran Quirós y los Velasco, Velasco”.

Pues bien, el lema de nuestro presidente le situaría incluso por encima de estas dos casas de Cantabria.

Lo que dio lugar a la bochornosa falta de respeto a las instituciones, al protocolo del Estado y a la más elemental educación, saliendo del AVE apresuradamente para ponerse delante del Rey y estrechar primero la mano de los que les estaban esperando.

Las malas lenguas dicen que durante el trayecto estuvo dando la vara al Rey para que le apoyara, a lo que el monarca, y como no podía ser menos, le contestaría que el Jefe del Estado debe mantener la más absoluta neutralidad entre contiendas políticas.

“Mes que la que mes” decía la leyenda de una dama valenciana en uno de los escudos nobiliarios del Monasterio de Puig, en Valencia. Más que el que más, mucho más que el que más, se considera este prohombre iluminado que ha venido a la tierra para salvarnos, aunque para ello tenga que mendigar favores y vender todo lo vendible a gente tan poco de fiar.

Poniendo en un brete a la Justicia en general, al Constitucional en particular y al propio Rey, que tiene un verdadero problema para componer su mensaje de Navidad, en una nación tan vacía de paz y amor.

Lo malo es que dada la potencia del discurso y los gestos de indignación que lo acompañaban, muchos españoles creerán que tienen razón y que los que no estamos de acuerdo con estos desafueros somo la extrema derecha franquista de siempre.

Valencia, 20 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

El 23F y el Constitucional. El relato, las falacias, la posverdad y el lenguaje perverso de la política.

El otro día sufrimos el bochorno de ver hasta que punto de inquina y de falsedad ha llegado el grupo socialista para conseguir sacar adelante el batiburrillo de propuestas de ley y decretos ley que llevó al parlamento. Y me refiero únicamente al grupo socialista porque de los demás no espero absolutamente nada: son lo que son y quieren lo que quieren

La primera gran mentira disfrazada de verdad fue que varios parlamentarios compararan el recurso de amparo presentado por el PP como un nuevo asalto al Congreso, un nuevo 23 F dijeron, solo que en lugar de portar armas entraron con las togas de los jueces de la ultraderecha del Constitucional.

Vayamos por partes:

La primera falsedad en el planteamiento es que las fuerzas que asaltaron el Congreso el 23F no fueron allí para impedir que se votaran determinadas leyes. Fueron para derrocar al gobierno legítimo salido de las urnas y hacerse con el control de la nación.

Fue un golpe de estado real, sin paliativos, cuando, curiosamente y en contra de lo que los intervinientes en el debate parlamentario querían aparentar, no fue un ataque de la extrema derecha contra el Congreso o “contra ellos”, sino contra un gobierno que, en contra de lo que parecían querer aparentar desde la tribuna, era de centro derecha y estaba democratizando a la nación. Y sus promotores, entre otras razones, aducían la debilidad del gobierno con los asesinos de ETA.

El otro tema de suma importancia es la posverdad repetida constantemente, ayer mismo lo repitió el presidente, afirmando que parte de los jueces del Constitucional no están calificados porque tienen caducados sus mandatos.

La primera consideración es que si sus mandatos han rebasado los plazos previstos en su nombramiento es responsabilidad exclusiva de los dos grandes partidos que han sido incapaces de ponerse de acuerdo en los nombres propuestos para la renovación, por lo que, por mucho que hablen de bloqueo del PP, lo cierto y verdad es que el PSOE tiene, sin ninguna duda, el cincuenta por ciento de la responsabilidad, ya que para que exista un acuerdo son los dos los que tienen que ponerse de acuerdo y ceder si es necesario. Y no vale que uno de ellos imponga unas condiciones y pretenda que el otro las secunde sin discutir.

Y como se trata de nombres y no de cualificaciones profesionales, tengo que añadir, eso es de mi cosecha, que los propuestos por el PSOE, tanto para el Poder Judicial como para el Constitucional, tienen mochilas muy pesadas y difícilmente entendibles para mortales como yo, porque pone en cuestión su futura imparcialidad.

Y, como consecuencia de lo anterior, el hecho de que algunos jueces del Constitucional sigan en el cargo pese haber sobrepasado el tiempo de su relevo no quiere decir, de ninguna manera, que estén caducados o deslegitimados. Cada uno de ellos mantienen intactas sus funciones y potestades, entre otras cosas porque lo contrario sería un caos.

Poniendo un ejemplo de andar por casa, es como si a un médico rural le cambiaran el destino a una ciudad, pero cae una gran nevada y su sustituto no puede llegar a tiempo. ¿Dejaría de ser médico o estaría incapacitado para ejercer la medicina porque ya se ha publicado su relevo y la plaza no es oficialmente suya?

¿Quién tomaría decisiones si los jueces no renovados no intervinieran con sus votos? ¿Solo los no “caducados”? ¿Aunque fueran dos?

Sería una situación indeseable porque, entre otras razones, el Constitucional no representaría a mayorías, sino a “pequeños grupos”.

Y, por supuesto, cualquier parlamentario o grupo político puede pedir amparo al Constitucional si lo estima conveniente. Este es un texto tomado del propio Tribunal Constitucional:

El recurso de amparo es una de las principales competencias atribuidas por la Constitución al Tribunal Constitucional, siendo el objeto de este proceso la protección frente a las vulneraciones de los derechos y libertades reconocidos en los artículos 14 a 29 y 30.2 de la Constitución originadas por disposiciones, actos jurídicos, omisiones o simples vías de hecho de los poderes públicos del Estado, las Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial, corporativo o institucional, así como de sus funcionarios o agentes. La única pretensión que puede hacerse valer a través del recurso de amparo es la del restablecimiento o preservación de los derechos o libertades por razón de los cuales se promueve el recurso”

No sé lo que hará el TC y, en cualquier caso y como siempre, me parecerá bien su decisión, tome la que tome, pero el escándalo denunciado por los socialistas afirmando que el tribunal quería impedir el legítimo funcionamiento del Legislativo, ni tienen razón de ser, ni tampoco ha sido la primera vez.

La primera vez, no en el parlamento español, pero sí en el catalán, fue cuando les advirtieron de la inconstitucionalidad de votar la independencia, y el que sea “la primera vez” en nuestro parlamento tiene una explicación: también es la primera vez que se presentan apresuradamente y sin los filtros previos previstos, unos proyectos de ley muy dudosos en cuanto a su constitucionalidad.

No olvidemos que una de las misiones del TC es la “protección de los derechos fundamentales en todo el territorio nacional”, lo que supone, y para eso está el derecho de amparo, evitar que las mayorías parlamentarias abusen del poder que se les ha sido conferido, para fines no previstos en la Constitución.

Otra afirmación absurda y falsa de Pedro Sánchez en su eterno afán de robar banderas de otros, fue afirmar ayer que “fue el PSOE el que trajo la Constitución, cuando el PP estaba en otra cosa”. Ni mucho menos. Lo primero es recordar que el PP no existía como partido, y lo segundo es que los llamados “padres de la Constitución” fueron: “Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo por parte del partido Unión de Centro Democrática (UCD); Gregorio Peces-Barba por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE); Jordi Solé Tura por el Partido Comunista de España (PCE); Manuel Fraga Iribarne por Alianza Popular; y Miquel Roca i Junyent por Minoría Catalana.”

Es decir, que, aunque la constitución se hizo para todos y como tal se aceptó, entre otras cosas porque UCD fue muy dialogante con todo el mundo, la redacción del texto fue más bien de miembros de centro derecha, porque Minoría Catalana lo era en aquellos tiempos, con la participación de Fraga Iribarne, por AP, y de Jordi Solé Tura, del Partido Comunista.

Por lo que el partido socialista, por boca de Pedro Sánchez, no puede atribuirse la autoría de la Constitución, ni real ni moral. Ni tampoco podría decir, sí algún día es capaz de hacerlo, que no está de acuerdo con el texto porque ellos fueron “minoría”. Porque fue aceptada de forma universal por todos los partidos una vez que se vencieron las reticencias de algunos de ellos y nos tragamos los sapos que nos obligó a tragar el PNV con su cupo y su excepcionalidad.

Todo lo dicho, excepto mi comentario de la falta de idoneidad de algunos candidatos para el CGPJ y para el TC propuestos por el gobierno, no son opiniones. Son hechos que he tratado de exponer en mi castellano de todos los días, sin falacias ni eufemismos.

Es lo que pasó, lo que viví y lo que se puede comprobar en cualquier relato fiable de nuestra historia reciente.

Valencia, 18 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

La ley del “solo el sí es sí”. El relato, las falacias, la posverdad y el lenguaje perverso de la política.

Todos estamos viendo que la ley del “solo el sí es sí” ha sido tan chapucera que está consiguiendo el efecto no deseado del rebaje de penas de los acusados por algunos delitos de agresión sexual.

Pero, en vez de rectificarla, cómo haría cualquier empresario si se percatara de que su campaña de ventas no da buenos resultados, la ministra de igualdad se mantiene en sus trece e insiste en que estas rebajas de pena obedecen a que los jueces son fachas, machistas y no están preparados, porque si quisieran, en vez de “andar por ahí”, según el muy docto portavoz parlamentario del PSOE, no rebajarían ninguna.

El problema, en nuestro castellano de la calle, es que las leyes españolas obligan a que se aplique las penas más favorables para los condenados por algún delito si se produce alguna modificación que las rebaje, que es lo que ha ocurrido con la citada ley.

Por lo que los jueces, prácticamente de oficio y aunque no hubiera peticiones de los abogados defensores de los condenados, tienen la obligación de aplicarla y reducir condenas.

Y pongo un ejemplo, también en castellano de la calle. Supongamos que en España tuviéramos pena de muerte, ¡Dios no lo permita! y hubiera cinco condenados en espera de su ejecución.

Si un día se eliminara de nuestras leyes esa condena, los cinco condenados y cualquier otro al que estuvieran juzgando, no podría ser ejecutados por muy salvajes que hubieran sido sus delitos. Y los jueces, como en este caso, acomodarían las sentencias a lo máximo que les permitieran las nuevas leyes.

El problema que tiene la ministra es que cambiar o modificar la ley supondría aceptar que se ha equivocado al proponerla, como se han equivocado, no lo olviden, el resto de ministros que la aprobaron en el consejo y todos los que la han votado en el Parlamento.

Y de eso nada. “Antes muerta que sencilla”.

La política: lo que es, lo que no es y lo que resulta muy difícil de explicar.

Ayer, Ayer, a propósito de un comentario que publiqué sobre algo que dijo el congresista Baldoví, tuvimos un intercambio de opiniones sobre “la voz” de la comunidad valenciana en Madrid.

Vaya por delante que mis comentarios nunca se refieren a las personas que nos representan, sino a lo que dicen o hacen en su función de representantes. No me cabe la menor duda de que Baldoví será una excelente persona y un gran abuelo, si es que tiene nietos, cosa que ignoro porque jamás me he metido a indagar las circunstancias personales de los políticos, tampoco del resto de ciudadanos, a los que considero muy libres de casarse, descasarse, tener o no tener hijos o hacer de su vida lo que crean conveniente, siempre que no sea delictivo o suponga un escándalo impropio de sus cargos.

Pero las cosas son como son y, en contra de algunas opiniones, ni en el Congreso ni en el Senado hay “una voz valenciana”. Ninguna.

Baldoví habla en nombre de Compromís, que ya es algo, pero no representa a los valencianos, y el resto de nuestros paisanos congresistas, paridos en listas cerradas y lobotomizados por sus jefes de filas cuando llegan al congreso, pueden estar viendo que alguna propuesta de ley perjudica a nuestra comunidad y ni se les ocurre decir nada. Solo les queda capacidad para interpretar que botón deben apretar en cada votación atendiendo a las señas de sus coordinadores

Y en el caso que nos ocupa, Baldoví, cómo todos los del grupo mixto, podrá decir alguna cosa más o menos atractiva en los debates, pero siendo de izquierdas, como es, y de un partido con un pacto de gobierno en Valencia con el PSOE, siempre acaba apoyando al gobierno en sus decisiones de calado. Y si alguien piensa que la “voz valenciana” es descalificar al líder de la oposición, pongo por caso, ya no entiendo nada.

Es la voz, eso sí, de un hombre de izquierdas que no quiere que el centro o la derecha ocupen el poder, pero nada más y muy lejos de cualquier romanticismo. Puro pragmatismo y no poca conveniencia política.

La voz de alguna comunidad en el Congreso la tiene algún grupo nacionalista, generalmente más bien de derechas, porque también iniciativas singulares, como la de “Teruel Existe”, han acabado acomodándose a iniciativas que no eran especialmente favorables a la España vaciada.

Valencia tuvo alguna voz en tiempos de UPV, partido con el que no me sentí identificado en su momento por alguno de sus planteamientos excesivamente nacionalistas, pero que adquirió mucha fuerza gracias al empuje y la personalidad de González Lizondo, y tampoco era la de “todos los valencianos”.

Aunque, eso sí, todas, absolutamente todas las intervenciones de sus representantes en el Congreso se referían exclusivamente a los derechos de Valencia como Comunidad, ellos preferían hablar de “reino”, y a denunciar discriminaciones y desigualdades con las otras comunidades españolas.

Pero el fondo de mi malestar con la política de los últimos años, no solo los de Zapatero o los de Pedro Sánchez, es porque los partidos políticos, todos, han conseguido desvirtuar la esencia de nuestra estructura como Estado para acaparar más poderes de los que les confiere la constitución. Y a las pruebas me remito:

Cuando se desplegaron las transferencias a las comunidades supuse que era desde allí desde donde se defenderían los intereses de sus representados, pero no. Las Comunidades han acabado siendo la voz de su amo y, salvo algún éxito de menor calado, siempre han demostrado obediencia a los gobiernos de la nación de su mismo signo político.

El PSOE valenciano, por ejemplo, se hartó de protestar por la evidente desigualdad presupuestaria de la comunidad valenciana, pero cuando llegaron a gobernarla y teniendo al PSOE en el gobierno de la nación, apenas alguna declaración para cubrirse las espaldas y pare usted de contar. Actitud totalmente diferente a las gobernadas por nacionalistas-independentistas que, esas sí, han sabido presionar a los gobiernos y conseguir, no solo que se les haga caso, sino ventajas evidentes y absolutamente discriminatorias.

Lo que supone un fracaso del resto de comunidades, las “normales”, siempre supeditadas a la “autoridad” nacional, si eran de su cuerda, o en continua disputa si eran de signo contrario. Algo completamente diferente a lo previsto cuando se crearon las autonomías.

Y luego tenemos otra de las patas del Estado, también con carcoma: El Senado, el gran timo perpetrado por los dos grandes partidos políticos.

Poque el Senado, a diferencia del Congreso que es el encargado de controlar al gobierno y de promulgar leyes, “es la Cámara de representación territorial”, según el artículo 69 de la Constitución.

Y para que así sea y sus miembros tengan una mayor libertad de acción, se permite que parte de su composición sea de personas concretas propuestas por los partidos y no por listas cerradas.

Porque se suponía que la Cámara Alta sería donde se matizarían y se ajustarían las leyes a las particularidades de los territorios, pero eso nunca ha sido así. El Senado se ha convertido en un auténtico cementerio de elefantes en el que viven o vivieron sus últimos días de vida política personas como Ciscar o Rita Barberá, por citar dos nombres ilustres en la política valenciana.

En el que no se vota lo que más conviene para cada comunidad dentro de un equilibrio necesarios, sino con arreglo a una lista cerrada virtual de cada partido, ya que allí también existe una insalvable disciplina de voto a su propio partido. Se vote lo que se vote y beneficie o perjudique a cualquier autonomía.

Y esta es la razón de mi desengaño, no por la política, que según la RAE es la “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”, sino con los que la han manipulado y desvirtuado durante los últimos veinte años en su propio beneficio.

Manipulación que llega a límites insospechados y muy amenazadores para la calidad democrática de España desde que gobierna un hombre sin más ideología política que sus propios intereses y que está poniendo en riesgo lo construido en la transición.

Decía Otto von Bismarck, el gran estadista alemán, no especialmente democrático, más bien muy autoritario visto con los ojos de hoy, el que fue unificador de Alemania y una figura clave en las relaciones internacionales, que la política es “el arte de lo posible”. No de lo deseado o lo soñado. Y es “de lo posible” porque las circunstancias condicionan los deseos y nunca se puede conseguir lo que uno sueña.

Lo que resulta inconcebible es que los responsables de mantener su esencia de servicio a la ciudadanía la hayan convertido en una plataforma para conseguir sus objetivos personales y, en el mejor de los casos, los de sus partidos.

En muchos casos con el aliento incondicional de sus simpatizantes y seguidores, a los que han arrastrado a participar en contiendas inventadas que solo les favorecen a ellos, a los políticos. Políticos que, o son honrados y lo hacen bien, o son indeseables. Por supuesto que hay ideologías y objetivos diversos en sus programas electorales, pero todos ellos deben tener ese mínimo común denominador.

Que empieza a ser un valor en peligro de extinción.

Entiendo que estas reflexiones son como hablar en chino en una sociedad que, en buena parte, le cuesta llegar a fin de mes, que ve como le suben las hipotecas con mucha frecuencia y con multitud de problemas en el día a día. Y que, además, no siente interés por la política, más allá del sensacionalismo de las tertulias, porque nadie se ha preocupado de hacerles ver la necesidad de mantener un control de las instituciones y de que nadie saque los pies del tiesto, porque es indispensable para una convivencia en paz y libertad.

Pero habrá gente como yo, de todos los colores políticos, que saben lo que costó llegar a donde estamos y lo trágico que sería perderlo, aunque solo sea en parte.

Valencia, 16 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

La justicia deseable y la preferida por Pedro Sánchez

Yo, que he vivido la dictadura, y disfruté de los momentos ilusionantes de una transición que permitió pasar de forma pacífica a una democracia, transición amenazada por las cavernas más oscuras de la derecha, por los asesinatos de Atocha, por el 23 F y tristemente convulsionada por los muy frecuentes asesinatos de ETA, contemplo con asombro y tristeza que estamos en un clarísimo proceso constituyente solapado, en el que se pretende el proceso inverso: pasar de una democracia consolidada a una autocracia aunque sea muy sui géneris, porque el aprendiz de autócrata nunca podrá conseguir el poder oficial al estilo de Putin, Maduro y tantos otros en algunos lugares del mundo.

Y no podrá porque realmente está de prestado, ya que los que de verdad manejan todos los hilos del poder son los partidos que le apoyan. De esta forma, si manda y no puede tomar decisiones como destituir ministros por el pacto de gobierno con Podemos, ni negarse a apoyar leyes o conceder los privilegios exigidos por ERC, PNV o Bildu, todo es pura apariencia.

Así que, si se avanza en la ruta actual, a Pedro Sánchez solo le quedará el Falcon, el colchón que mandó comprar a Patrimonio Nacional cuando entró en la Moncloa y figurar. Eso sí, mucho figurar. Hasta podrá terminar ese vídeo tan de “gran líder” que le están preparado.

Y tampoco podría llegar a los extremos de sus amigos de algunas naciones porque, a diferencia de ellos, no tiene el apoyo de “los militares”. No hay ninguna duda de que una de las cosas que no han cambiado en España desde la transición, es la democratización y la imparcialidad de los Cuerpos de Seguridad y también de las fuerzas Armadas, que siempre obedecerán las órdenes del gobierno, pero nunca acatarían una orden si va contra la Constitución. Todo lo contrario, porque en su Artículo 8 dice:

Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.”

No digo ni de lejos, ni de muy lejos, que hoy haga falta aplicar este artículo, incluso estoy completamente convencido de que nunca hará falta. Solo lo cito para marcar diferencias entre las posibilidades de los dictadorzuelos del mundo y los gobiernos, centrales o autonómicos, del Estado español

Adelanto que lo que está haciendo Pedro Sánchez no es ilegal, ni tampoco antidemocrático, aunque, eso sí, está bordeando constantemente los límites de la legalidad y de la democracia hasta tal punto que muchas veces lo parece. Y que algunas de sus decisiones tienen tal tufillo de ser anticonstitucionales, que están recurridas al Constitucional.

Son decisiones sin ética ni estética, eso sí, tomadas con el fin exclusivo de perpetuarse en el poder, cueste lo que cueste, por mucho que se disfracen de avances sociales o de necesarias para pacificar a los partidos antiespañoles, los que le apoyan, a cambio de lo que haga falta.

Y de ahí ese afán desmedido de invadir y controlar al Poder Judicial, y también al Tribunal Constitucional, colocando a adictos a la causa en puestos clave de estos estamentos

Hasta tal punto que tengo la absoluta seguridad de que, si España no formara parte de la Comunidad Europea, a estas alturas ya se habría reformado la constitución de forma “democrática”, como se ha hecho en Venezuela, en Rusia, en Nicaragua y en tantos otros países, para que Pedro Sánchez continue sine die en la Moncloa.

La representación clásica de la justicia en todos los países es la de la diosa romana Iustitia, una mujer con los ojos tapados con una venda que la impide ver algo fuera de las leyes que influya en sus decisiones, una balanza para sospesar pruebas y circunstancias y una espada para castigar a los infractores. Porque las leyes, como la Constitución, no son amigables, ni dialogantes. Son puramente represoras con los infractores, aunque, obligadas por el propio concepto de la justicia, en la balanza se sopesen atenuantes.

Y esos mismos conceptos, sopesar, no dejarse influenciar y sancionar, son las obligaciones de los jueces y lo que hacen cada día. Aunque las leyes no les gusten, sin atender ni entender nada más allá de las pruebas, ni “manchar sus togas con el polvo del camino”.

Todo lo contrario de lo que pretende enconadamente nuestro presidente, que ayer mismo lo repitió en Barcelona: “Hay que sacar el debate político de los juzgados”, pero, otra vez, es puro relato. Puro sofisma, porque los juzgados nunca han hecho política desde la democracia, son los políticos los que deben sacar sus garras de los juzgados porque así lo manda la Constitución.

Como decían mis mayores, cada uno en su casa y Dios en la de todos.

Recuerdo que uno de los puntos que quería poner Pablo Iglesias en el pacto de investidura y que el PSOE no aceptó por la indignación de la judicatura, era que los jueces se comprometieran con el Gobierno en la elección de cargos. Pues casi que vamos por este camino.

Algo especialmente diferente de lo que dice el artículo 102 de la Constitución, en el punto 1.

La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo

Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo.

La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo

En resumen: me he tomado la libertad de hacer un montaje con dos posibles figuras de la Justicia:

Una, poderosa y sólida, implacable con los criminales y protectora de los que no tenemos ninguna intención de delinquir porque sabemos que castigará a los que nos amenazan.

La otra desnuda, indefensa, temerosa y tapándose “las vergüenzas” con las manos, empleando una expresión clásica y no demasiado afortunada, en este magistral cuadro del Nacimiento de Venus, de Botticelli.

¿Adivinan cual prefiere Pedro Sánchez?

Valencia, 13 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

Nuestra “memoria histórica”, la de la calle.

¿Alguien recuerda la letra de “Pichi”?

En una parte dice:

“Pichi, es el chulo que castiga

del Portillo a la Arganzuela,

y es que no hay una chicuela

que no quiera ser amiga

de un seguro servidor.

¡Pichi!

Pero yo que me administro,

cuando alguna se me cuela,

como no suelte la tela,

dos morrás la suministro;

que atizándoles candela

yo soy un flagelador.”

Es decir, el Pichi que muchos hemos cantado y aplaudido tantas veces no era más que un chulo, un proxeneta, por muy castizo que lo pintemos.

Por lo que, según la nueva moral, este chotis debe arrojarse a la hoguera, como la inmensa mayoría de los cuplés, de los tangos, de los boleros, de las zarzuelas, de las óperas y de otras manifestaciones de arte, como la pintura, que deberían ser destruidas por machistas, sexistas y todos los “as” negativos, incluido, aunque no tenga “as”, fomentar la violencia contra la mujer.

Con algunas excepcionas. como el Turandot, de Puccini, en el que cada noche se ajusticiaba a un pretendiente de la princesa porque no conseguía descifrar el acertijo que le planteaban para conseguir su mano. Y así fue hasta que llegaron nuestros grandes líricos, especialmente Alfredo Kraus, mi preferido, con su “nessum dorma”.

Puede que este argumento no disguste del todo a ciertas feministas extremas.

El gitano húngaro de “la Linda Tapada” se lamentaba de una sentencia claramente injusta:

En la cárcel de Villa

hoy me van a encerrar

pues los jueces castigan

el delito de amar.

Porque los jueces, feministas, poco preparados y bastante xenófobos consideraban delito de amar el haberle partido el corazón sin tener como atenuante que ella se lo había partido antes. Solo que lo de ella era metafórico y lo de él con una faca.

Hay un tango, incluso una película de 1993, un año después de la olimpiada de Barcelona, cuando España ya era democrática y moderna, titulada “la maté porque era mía” y se refiere, como su nombre indica, a un hombre despechado que, abandonado por su mujer, la mata porque no podía soportar semejante agravio. ¿Cómo soportarlo?

Carlos Cano cantaba, ¡y como lo cantaba! aquellos ojos verdes, piel morena que esperaba migajas de amor o las ofrecía a cambio de dádivas “apoyá en el quicio de la mancebía”.

Mas controlado estaba el impulsivo Cipriano, cajista de imprenta, que, bailando el chotis tenía una cierta propensión a bajar la mano más de lo necesario,

“Pero a veces se propasa el muy ladrón

y he tenido que llamarle la atención”.

Siempre controlado por La Colasa de la calle del Bastero, representada por Nati Mistral, Marujita Díaz, o por la cupletista de turno, cuando le decían:

“Ay, Cipriano, Cipriano, Cipriano…

no bajes más la mano, no seas exagerao.

Si no bailas con más comedimiento,

al primer movimiento… te las ganao.”

Y es que “la Colasa”, de armas tomar, tenía mano derecha, mano izquierda y sabía cómo parar a los que buscaban lo que buscaban.

Los golfillos lleva siempre al retortero

Porque son de los que buscan la fusión.

Unos auténticos salidos que solo veían a la mujer como objeto sexual.

Y no digamos de las letras importadas que cantábamos en cuanto había ocasión, como la del gran acosador de Adelita a la que amenazaba con perseguir, ¡madre mía! hasta con buques y trenes militares

Si Adelita se fuera con otro

la seguiría por tierra y por mar.

Si por mar en un buque de guerra,

si por tierra en un tren militar.

Pues bien. Todo lo anterior viene a cuento de que ya está bien de tanto feminismo militante, tanto sexismo absurdo y tantos tópicos rancios que utilizan cosas del pasado con fines políticos, juzgándolos con “los ojos de hoy”

Actitudes que entorpecen, eso sí a los ojos de hoy, los avances que faltan por conseguir. Y los entorpecen porque desvirtúan objetivos y estrategias.

No me veo comprando las coplas de Carlos Cano en tiendas que las vendan “bajo mano”, como compraba libros prohibidos por la dictadura en la librería Isadora, regentada por dos jóvenes que me los vendían “de tapadillo” y con gran riesgo por su parte.

Así que, dejémonos de “mariconadas” y trabajemos por lo que es esencial y mirando a futuro. Porque todo lo que he comentado, verdaderos dislates si se compusieran o pintaran en tiempos actuales, forman parte de nuestra cultura popular.

Esa cultura propiedad del pueblo y que nadie tiene derecho a ignorar ni a destruir.

Incluida parte de esa “memoria democrática” que no tiene más objeto que juzgar hechos que ya juzgó la justicia española, porque estábamos en democracia. Y los tribunales españoles hacían lo que tenían que hacer, como hacen hoy, regulados por las leyes y la Constitución

No lo que algunos interesados de ahora, legos en asuntos de justicia y expertos en rencores y facturas pendientes, dicen que es lo que “debieron hacer” nuestros padres, los que se dejaron la piel y aportaron enormes cargas de generosidad para conseguir la transición democrática.

Y me refiero tanto a mis coplas y mis zarzuelas, como a tantas sentencias emitidas con todas las garantías de un estado democrático y ese pasar página consensuado por los que eran verdaderos puntales de la izquierda comprometida y perseguida, como los miembros del Partido Comunista, a los que los “chiquilicuaques” seudo comunistas-progresistas actuales, que no han tenido más que ventajas y protecciones gracias a todos nosotros, tendrían que citar con muchísimo respeto, y por los de la derecha, entonces en el poder.

Pasar página que no tuvo nada de chantaje ni de imposición. Fue un mirar al futuro con ilusión y con ganas de recuperar derechos y libertades.

Cantaban los jóvenes de la derecha franquista de la transición que:

“Quien quiera una corona

que se la haga de cartón,

que en España no hay coronas

y menos para un Borbón”

Que rimaba, por casualidad, con lo de:

“Tarancón al paredón”

Lo mismo digo de los progresistas que cito anteriormente, que solo pretenden conseguir titulares a base de exhibir como grandes errores lo que hicieron nuestros padres e hicimos nosotros mismos, y enmendar, sin venir a cuento, muchas de aquellas cosas que a nosotros nos parecieron puro folklore o cosas “del natural”.

Y es que vivir del cuento juzgando y tratando de rectificar pasados ya amortizados, cuesta menos intelectualmente y es menos fatigoso que arrimar el hombro, frase repetida en supuestos inapropiado por nuestro presidente, que trabajar seriamente para el futuro. Y hay muchos de los que se auto consideran “importantes” que no dan para tanto.

Porque el aforismo de que hay que recordar el pasado para no cometer los mismos errores no tiene ningún sentido en este caso. Se trata de recordar errores del pasado para obtener réditos políticos, aunque sea a costa de volver a dividir a los españoles.

Ya se que me dirán que esto no tiene nada que ver con aquellos que hicieron daño real a personas reales, pero no es eso lo que está ocurriendo exactamente, porque   una cosa es retirar honores a los que causaron muertes deliberadamente, que fueron de todos los bandos y colores, por cierto, y otra cosa muy diferente es tratar de eliminar la obra de otros, escritores, intelectuales o artistas, que en algún momento manifestaron algún tipo de simpatía por la dictadura o, simplemente, no mostraron ningún rechazo al régimen de Franco.

Y pongo un ejemplo de lo más elemental: Fraga Iribarne, ministro de Franco, o Santiago Carrillo, con episodios evidentemente oscuros en su vida como dirigente del Partido Comunista, pudieron rehacer su vida y llegar a ser cargos importantes en la democracia, mientras que se ha buscado denodadamente si alguno de los titulares de calles en los pueblos y las ciudades de España tuvieron la más mínima relación con la dictadura para retirar las placas por muchos méritos personales o sociales que aportaran a la sociedad en su tiempo.

Pero, seguramente, estoy confundido y todo esto que he escrito son paridas y “cosas de viejos”

José Luis Martínez Ángel

Valencia, 11 de diciembre de 2023