«Sanchez, ese hombre»

El otro día vi en una emisora de televisión imágenes de nuestro presidente subiendo al AVE y, como no es habitual, me sorprendió muchísimo porque tenía entendido que suele ir en Falcon por fuerza mayor, ya que los transportes públicos le marean. Luego aclararon que eran imágenes de archivo, pero que sí, que Pedro Sánchez había ido a Sevilla a dar un mitin de su partido y que por eso no había podido acudir a los actos del día de las Fuerzas Armadas.

Y que ¡se había desplazado en el AVE!

No me meto en porqué no asistió al día de nuestros ejércitos, que no se pudo celebrar en su formato habitual en los últimos años y en el que se recuerda a los muertos en actos de servicio y se canta el tan emotivo “la suerte no es el final”, pero como soy malpensado por definición pensé que quizás no había ido a Huesca por temor a los abucheos.

¡Pues tampoco!

Resulta que había bloqueado nada menos que dos vagones del AVE porque le estaban grabando para ese tan esperado documental, o película, o serie, o lo que sea, dedicado a hacernos ver que Pedro Sánchez, pensemos lo que pensemos de él, es un hombre de familia, amable, tierno, gran jugador de baloncesto, amigo de sus amigos y de la naturaleza, romántico, y de todo, menos buen presidente del gobierno.

Pero claro y eso lo distingo sin malicia, una cosa es el hombre y otra cosa el presidente. ¿O lo distingo con malicia?

Porque resulta que, desde la dictadura, no recuerdo a ningún presidente que se haya atrevido a hacer cosa semejante. En la dictadura sí, porque José Luis Sáenz de Heredia nos deleitó con aquel “Franco ese hombre” en el que nos demostraba que detrás de la fachada color kaky de Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios, el que tomó decisiones durísimas por lo que el entendía como el “bien de España”, había un hombre sencillo y romántico, también amante de su familia y de la naturaleza, incapaz de viajar sin la compañía del brazo incorrupto de Santa Teresa.

De vez en cuando veíamos a Felipe González con sus bonsáis o a otros presidentes practicando alguna afición o en su entorno familiar, pero siempre eran “cositas” cortas sin mayor trascendencia. Esto no. Esto, a juzgar por lo que se filtra, va a ser algo sonado.

Confieso sinceramente que estoy intrigado por lo que vamos a ver, aunque me asaltan algunos temores.

Por ejemplo:

Hace unos meses, el presidente realizó algunos viajes al extranjero no se sabe muy bien para que y, al parecer, con muy escasos resultados. Pero ahora dicen, desconozco si será verdad, que en esas ocasiones le acompañaba un equipo que rodaba imágenes para ese “lo que sea”.

Y, sigo fabulando. Si es como lo cuentan, lo único que se podría pretender es presentar la imagen de un presidente de prestigio que busca atraer negocios para España con “sus” contactos internacionales y hablando un excelente inglés, cosa que es cierta.

Pero no puede ser verdad porque no lo creo tan insensato, ya que, de ser así, sería fácilmente acusado de prevaricación por utilizar fondos del Estado para un fin particular, sin contar con que, mientras estaba “por ahí” rodando escenas espectaculares, no desarrollaba correctamente sus obligaciones como presidente del gobierno.

Es muy probable que, efectivamente, sean informaciones falsas, pero lo que es evidente y muy difícil de entender, es que Pedro Sánchez se haya prestado o haya promovido, algo tan burdo y triste como un “lo que sea” a su honra y gloria.

Un “Sánchez, ese hombre”

Pero estamos en un país disparatado donde se ha emitido con cierto éxito una serie sobre “la Veneno”, con todos mis respetos para esa mujer que tomó las decisiones que quiso tomar y que le supusieron ventajas e inconvenientes, y en el que se dijo que iban a rodar una serie sobre un famoso artista de porno, seguramente por los muchos valores que aportaba sobre el anti machismo, el respeto a la mujer y la defensa a la dignidad que se merece.

En fin. Como peor no podemos estar, solo podemos mejorar en sensatez y buenas costumbres.

¡O no!

Valencia, 31 de mayo de 2022

País de miserias, o las miserias de este país. Juan Carlos I

Como no entiendo nada, voy a escribir lo que pienso y luego intentaré comprender lo que escribo.

Tenemos a un ciudadano, Juan Carlos de Borbón, el que fue Juanito para los íntimos, que cometió errores importantes, mucho más importantes teniendo en cuenta su relevancia nacional y por los que tuvo que abdicar, dar cuentas a Hacienda, tener que salir del país para no perjudicar la imagen de la monarquía y sufrir penas de telediario y persecuciones sin cuento por parte de gente interesada en amplificar lo que había hecho para favorecer objetivos políticos o, simplemente, para tratar de conseguir tiradas de prensa, carnaza para las tertulias radiotelevisivas u horas de emisión en las cadenas de televisión. Es decir: intereses espurios y/o negocio.

Y no me refiero a lo que fue noticia, que debía difundirse, sino a las especulaciones y juicios de valor de personas interesadas o, simplemente, deseosas de obtener notoriedad ante según que audiencias.

Pero también existe, sigue existiendo, la figura de Juan Carlos I, anterior Jefe del Estado, que ha prestado servicios impagables a España en la gestión de la transición y en otras muchas ocasiones en las que ha actuado como moderador de tensiones, freno de intentos de golpe de Estado o impulsor de iniciativas positivas para la nación. Y que supo actuar por todo el mundo como la imagen de la España nueva, moderna y dinámica, que fue modelo por la forma de pasar de una dictadura a una democracia.

La primera y más poderosa “marca España” que abrió muchas puertas que teníamos cerradas y nos facilitó muchas posibilidades impensables muy poco antes.

No digo que fuera el único motor de la transición, ni tampoco el que consiguió cambiar la imagen de España en el exterior, pero afirmo y no me equivoco, que sin él nunca hubiéramos conseguido la democracia de una forma tan natural como la conseguimos. Sin ninguna duda.

Porque Juan Carlos estuvo desde el principio en el grupo que preparó la transición durante años y, siendo ya Jefe del Estado, el que destituyó a Arias Navarro, incapaz de avanzar en la reforma necesaria, y nombró en su lugar a Adolfo Suarez, otra pieza importante de la transición, aunque se incorporó al grupo muchos años después.

Pues bien. Llegados a este punto resulta que grupos y partidos supuestamente poseedores de la verdad y la rectitud, entre ellos muchos miembros del gobierno, que nunca, nunca, hicieron nada por su país y que fueron votados, si, pero gracias a que lo permitió una Constitución redactada y aprobada por sus padres o sus abuelos, se consideran moralmente capacitados para decir, entre otras cosas, que el Rey Juan Carlos I no puede alojarse en la Zarzuela.

Personajes como un tal Baldoví al que no se le conocen hazañas, ni grandes ni pequeñas, pero que ha sabido culebrear hábilmente para vivir a costa del erario público, sin más méritos que soltar de vez en cuando una frase supuestamente ingeniosa para destacar que él no es como los demás, siendo “los demás” los votantes de partidos de centro o de derecha, incluso el mismo Rey Emérito. Y seguramente es cierto que no es como los demás, porque, a diferencia de la mayoría de los españoles, siempre ha vivido de la sopa boba y con privilegios que yo nunca he tenido.

Y me centro en él porque se ha permitido decir de alguien que llenará muchísimas más páginas de la historia de España por lo que ha hecho bien que las que él llenará, si es que hay alguien fuera de su familia que le recuerde dentro de treinta años, que el Rey Emérito “tiene más cara que espalda”.

Pues bien, es por esto por lo que pongo al señor Baldoví como representación de todos estos ilustrados que pontifican, teniendo como tienen becas cobradas y no trabajadas, asalariados sin dar de alta en la Seguridad Social, cobros por trabajos confusos o no realizados, másteres no acreditados, o sentencias por sedición y malversación de fondos, entre otras anomalías ética y/o legales.

Pero ha sido tal la degradación ética y política de este país, que la palabra de cualquiera de estos impresentables parece tener más peso que los deseos del Rey, al que odian, y que son los que deben decidir si un padre puede o no pernoctar en la vivienda de su hijo, por muy Patrimonio Nacional que sea.

Una noticia de prensa del 24 de marzo de 2012, concretamente de Las Provincias, decía:

El Ayuntamiento de Sueca es, de largo, el más opaco de la Comunitat Valenciana. El municipio que durante la legislatura pasada gobernó el actual diputado nacional de Compromís, Joan Baldoví, no ha entregado en tiempo y forma sus cuentas a la Sindicatura de Comptes desde 2006. Una etapa que coincide fundamentalmente con el mandato de Baldoví en el Consistorio, que fue alcalde gracias al pacto que alcanzó con PSPV e Iniciativa (antes Esquerra Unida).

Estoy seguro de que al final volverá la cordura y todo esto, como tantas campañas de “paja en el ojo ajeno” que han promovido desde que no tienen otros argumentos, les saldrá mal, como ocurrió en las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid. Pero mientras siguen envenenando la convivencia de los españoles y tratando de lesionar la institución monárquica, que es la cabeza actual del Estado Español.

Ellos alegan que la Zarzuela es Patrimonio Nacional, como si no lo fueran las residencias donde pasa sus vacaciones nuestro presidente y en las que invita a sus amigos personales cuando le parece, La diferencia es que eso, a quién invita o deja de invitar, que en mi opinión es un tema menor,  es “secreto de Estado”.

En la Zarzuela residen funcionarios y empleados y, sobre todo, por mucho Patrimonio Nacional que sea, es la residencia oficial, “la casa”, de los Reyes de España. Y los Reyes, como hijos que son, tienen derecho a invitar a sus padres, aunque uno de ellos fuera el mismísimo Al Capone si hubiera redimido sus penas. Tanto más cuando el suyo no tiene ninguna causa pendiente y ha regularizado sus cuentas con Hacienda.

Y mientras la portavoz del gobierno dice con esa sonrisa suya tan impostada que el que se quede allí o no es cosa de la Casa Real, el periódico oficial del gobierno, El País, publica hoy que es el gobierno el que impide que Juan Carlos I duerma en casa de sus hijos, aunque a ellos les parezca bien.

Sabiendo como saben que la Casa Real no puede rebatir ninguna información, porque su papel institucional se lo prohíbe, y que no debe provocar conflictos con el gobierno de turno porque las dos instituciones deberían estar muy por encima de los cotilleos, las zancadillas y los personalismos autocráticos. Y una de ellas sí que lo está. ¿Adivinan cuál?

Seguro que a estas horas alguien estará fletando autobuses y preparando pancartas para protestar por la visita del Rey Emérito a Sanxenxo (¿Cómo tiene el cuajo de ir a una regata, con todo lo que ha hecho?), pero me temo que van a hacer el más espantoso de los ridículos porque en España, afortunadamente, hay mucha gente sensata y agradecida que sabe separar las preñadas de las paridas, o dicho con más finura, distinguir entre churras y merinas.

Desde mi condena por todo lo que ha hecho mal en lo personal, mi agradecimiento al que fue Jefe del Estado por todo lo que hizo por mí y por la nación en la que vivo. Y en la que también vivía cuando en España la forma de Estado era una dictadura y ya había gente trabajando para que dejara de serlo.

Valencia, 18 de mayo de 2022

¿Por qué dicen que el PP no debería haber apoyado el proyecto de ley de Seguridad Ciudadana?

Ayer se votó la propuesta del gobierno sobre esta ley, que resultó aprobada con el apoyo del PP y el rechazo de todos los fragmentadores de la nación.

Y esta mañana he escuchado comentarios sobre esta decisión del PP que me han asombrado, incluso en boca de algunos comunicadores habitualmente bien informados y con una sensatez superior a la media.

El rechazo de los apoyadores habituales de Sánchez es perfectamente entendible porque esta propuesta refuerza la autoridad del gobierno, y del Estado por elevación, al que facultaría para tomar decisiones de mucho calado en casos excepcionales gusten o no a otras entidades o a las autonomías.

Y los temores del resto de partidos y de algunos comentaristas, muy fundados, vienen dados porque alegan que, en manos de Pedro Sánchez, gobernante con claro perfil autócrata, podría ser un arma de destrucción masiva de la democracia, estoy exagerando naturalmente, porque le permitiría intervenir sobre cualquier entidad del Estado, incluso sobre la propiedad privada.

O aprovecharla, como tiene por costumbre, para hacer nombramientos o lanzar decretos ley que nada tengan que ver con el asunto que active la futura ley.

Algo parecido a lo que ha hecho y sigue haciendo Maduro en Venezuela con las mismas herramientas políticas y amparado por una legalidad conseguida de forma torticera y poco democrática.

Pero, valga la redundancia, hay varios “peros”.

El primero es que visto lo visto y conociendo los errores cometidos durante la pandemia y con la forma de gestionarla, y estando de acuerdo en que esos errores no pueden repetirse en el futuro si aparecen posibles situaciones  de emergencia nacional, por catástrofe natural, ataques terroristas o hechos similares, es evidente la necesidad de que el gobierno de la nación recupere la autoridad necesaria para resolverlas saltándose la enorme cantidad de trabas administrativas o legales que le están poniendo algunas entidades, algunas autonomías, por ejemplo, que han pasado a ser casi organismos ajenos a la nación, en lugar de actuar como representantes del Estado en cada una de sus zonas de competencia, que es el papel que les asigna la Constitución.

La segunda es que el PP no ha aprobado esa ley. Ha permitido que supere un primer obstáculo, pero pasará a debatirse en el parlamento con la posibilidad de introducir enmiendas que definan claramente cuando, con que competencias y de qué forma debe aplicarse.

Y es muy probable que el PP pueda negociar con el PSOE parte de esas enmiendas y si no es así, votará en contra y se volverá a la casilla de salida.

Por lo que, en mi opinión, ha actuado como debe. Con sentido de Estado. Porque la ley es necesaria, pero no se puede permitir que sea Pedro Sánchez el que la redacte a su modo y manera. Son leyes que deben durar muchas legislaturas sea cual fuere el color del partido en el gobierno, como debería ocurrir con la de educación y alguna que otra

Y es aquí, en estos casos, en los que tanto el PP ahora, como el PSOE si pierde la mayoría suficiente para gobernar, cuando ambos partidos deben actuar como alternativa de gobierno y no como oposición.

Pero, claro, eso es lo que debería ser y no tengo demasiado convencimiento de que sea lo que ocurra. No es mal momento porque se junta la debilidad de Pedro Sánchez en según que asuntos de interés nacional, con la experiencia y la capacidad de negociación de Feijóo, pero, a estas alturas, ya no me creo casi nada.

Valencia 15 de mayo de 2021

Las cosas de Sánchez con los independentistas y la angustia de que cada día traiga su afán.

Decía la ministra portavoz, y decía bien, que cada día trae su afán, que en voz de nuestros antepasados significaba que “no hay que agobiarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya es bastante con afrontar las dificultades de cada día”.

Las muchas dificultades del cada día político y social, muchas de ellas muy importantes y la mayoría provocadas por los propios políticos. Y en estos mundos paralelos de la verdad, la posverdad, los relatos y los aconteceres de cada día, es tal la confusión que nos pueden llevar a la esquizofrenia.

Pere Aragonès decía ayer, con su cara avinagrada habitual (¿alguien ha visto sonreír a Pere Aragonès?) y el gesto impostado de tener siempre razón, que no se puede espiar a los adversarios políticos. Y Pedro Sánchez, dirigiéndose a su “querido President”, descubría lo maravillosa que es Cataluña y el pueblo catalán.

El batiburrillo habitual de verdades y falsedades que no hacen más que distraernos de lo que ocurre de verdad. Y lo que ocurre de verdad es que el presidente y el gobierno en general está debilitándose cada vez más, muy a punto de perder los papeles de forma casi irremediable, mientras todos estos chantajistas profesionales están cada vez más fuertes, más consolidados en sus posiciones, más empoderados afirmando como verdades su mentiras y más beneficiados en lo económico y en lo político.

Razón por la que Pere Aragonès puede decir con su cara de martirizado que no se puede espiar a un adversario político, lo que es absolutamente cierto, poniéndose él mismo en ese papel cuando fue investigado por el CNI, afirmación absolutamente falsa porque la única razón de su seguimiento fue que en aquellos tiempos era un conspirador peligroso para la integridad y la seguridad del Estado Español, colaborador de delincuentes ya condenados y de otros huidos de la justicia.

Una de las tareas encomendadas al CNI, como la investigación de amenazas antiterroristas o la persecución del narcotráfico, que justifican su propia existencia.

Así que, querido President, usted sabe mejor que nadie que era adversario político, pero también que no le controlaron por eso. Porque adversarios como usted se contaban por cientos, quizás por miles.

Y, como es habitual en él, Pedro Sánchez escucha esa acusación sin rechistar y se rebaja aceptando una reunión, no de presidente de gobierno a presidente de una comunidad, con las consiguientes diferencias protocolarias, ni siquiera de igual a igual, que tampoco lo son. Recibirá al Conseller con dignidad de alto estadista o irá a Barcelona a humillarse en una reunión en la que, posiblemente, ni siquiera le permitan que lleve el teléfono como le ocurrió al ministro de la presidencia, Bolaños, en la patética reunión con Laura Vilagrà, consellera de la presidencia, bastante inferior de nivel según el protocolo del Estado, sonrisa forzada él, cara de vinagre ella, con una escenografía muy cuidad, mesa al estilo Putin, aunque más corta, incluida.

Y allí estuvo el buen hombre aguantando que le pusieran a caldo y le leyeran la cartilla como corresponde a una supuesta autoridad mayor ofendida.

Repito, como siempre lo hago, que Pedro Sánchez acabará la legislatura y que todos estos vividores falsarios jugarán al poli malo, pero asegurándose que alguno de ellos le apoye aportando cada vez ese último voto ganador que necesita.

Pero nosotros, los ciudadanos y la nación española vamos de mal en peor. Los ciudadanos cada vez más empobrecidos, la nación cada vez más desmembrada.

Una duda razonable: en caso de que solo uno de los dos pudiera sobrevivir ¿Qué es más importante, la presidencia de Pedro Sánchez o el Estado Español? Porque estamos llegando a unos niveles de degeneración política y de egoísmos personales que, realmente, dan mucho que pensar.

Y mientras, nosotros a lo nuestros: esperando a que el Real Madrid gane otra copa de Europa, angustiados por si la Rociito tienen o no razón, alegres por lo bueno que es que la Pantoja no haya entrado en la cárcel, o, los menos, expectantes por conocer sí Yolanda Díaz, esa nueva lideresa “todo fachada”, saca por fin ese anunciado y siempre fracasado proyecto que sustituirá a Podemos, o por si el presidente, que tanto ha presumido de la transparencia de la Casa Real, que ya estaba funcionando desde hacía tiempo y antes de que se decretara la última ley, tiene un rato para organizar su propia transparencia y la de su gobierno.

Que esa, a diferencia de lo ocurrido con la Casa Real, ya estaban reguladas por ley, pero continúa en paradero desconocido.

Lo establecido es calificar a este gobierno como Frankenstein, pero yo creo que, cada vez más, se merece el calificativo de Falconetti.

Y mientras, un día más, esperaremos al afán del día de mañana.

Valencia, 7 de mayo de 2022

El culebreo insostenible de Pedro Sánchez

Que Pedro Sánchez agotará la legislatura es algo incuestionable porque lo quiere él y porque le interesa, y mucho, a los partidos que le apoyan porque con cada votación le sacan algo, en dinero y/o transferencias el PNV y los independentistas catalanes, y en facilidades para los presos de ETA, Bildu.

Mientras, el presidente culebreará como pueda por el mundo de la gobernación evitando en lo posible el Parlamento, como ha hecho hasta ahora, y los partidos apoyadores, Podemos incluido, esta extraña formación que hace tiempo se ha convertido en oposición al gobierno desde el interior del gobierno, se repartirán los papeles de “malo bueno”, “malo malo”, como ha ocurrido en otro día con el voto de Bildu, seguro que pactado con los demás, para debilitar al gobierno lo más posible, pero sin llegar a forzarle a convocar elecciones.

Porque les va la vida en ello.

Disparates como el que el portavoz de Podemos, de cuyo nombre no quiero acordarme, pida constantemente que “rueden cabezas”, expresión fuera de contexto porque no estamos en el París de la guillotina ni en la España de los Comuneros de Castilla,  y pida directamente la dimisión, siendo su partido parte del gobierno, de una ministra preparada y sólida. Quizás la mejor preparada y la más sólida y con más sentido de Estado de todos ellos.

Y mientras, si yo fuera Feijóo y si la política de altura sigue siendo como era, prepararía al partido para las próximas elecciones autonómicas y municipales, y empezaría a buscar contactos discretos con el gobierno de los Estados Unidos y de otras naciones importantes de Europa, empezando por la administración de Joe Biden, porque las cosas son como son y, de momento, el poder y la influencia la siguen teniendo quienes la tenían.

Uno de los Consejos de Don Quijote a Sancho cuando se disponía a ser gobernador de la Ínsula de Barataria, era “Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Pues bien, yo sigo pensando que el cuerpo de las buenas relaciones con Marruecos o con quien quiera que sea, pasan por el “gran estómago de occidente”, las oficinas de la Casa Blanca.

Porque hablar con el Rey de Marruecos es importante y necesario, pero no servirá de nada y lo pongo a modo de ejemplo, si los Estados Unidos no le han hecho una “escuchita” previamente. Y España lo tiene especialmente crudo en este momento porque las tonterías de nuestro gobierno han provocado que nuestro vecino alauita haya pasado a ser su socio preferente. Como ha ocurrido con Argelia, que nos ha cambiado por Italia.

Y para que los Estadios Unidos lo haga, se necesita recuperar en un futuro la muy desaparecida confianza en el gobierno de nuestra nación, tan deteriorada en este momento que Joe Biden no permite que Pedro Sánchez participe en las reuniones sobre estrategias de la OTAN, por ejemplo.

Y seguro que mucho más desde las tan famosas escuchas al independentismo catalán, los que llevan tiempo preparando “la gran denuncia”, con grandes aspavientos mediáticos en la Comunidad Europea y en España, proclamas de victimismo, registros de dominios en internet sobre el “catalangate”, y toda una estrategia muy elaborada. Y mientras, los chantajeados de nuestro gobierno, pidiéndoles disculpas, ordenando a la presidenta del Congreso que cambie las reglas para elegir a los autorizados a conocer los entresijos y las operaciones del CNI, mandando ministros a que los humillen en Barcelona y siempre a remolque de sus iniciativas, excelentemente planificadas, por cierto, como siempre lo han sido.

Y, como consecuencia, la seguridad de que todos los servicios de seguridad de las naciones occidentales habrán cortado las líneas de comunicación con el CNI, para evitar que los secretos necesarios para defender a las naciones se discutan al día siguiente en las tertulias de La Sexta o de cualquier otra cadena “amiga” de la muy peligrosa izquierda y extrema izquierda, comunistas confesos para ser más exactos,  que nos gobiernan.

Todo ello con una cumbre de la OTAN en España en fechas próximas.

Así que, señor Feijóo, a recuperar prestigio y relaciones exteriores y a ofrecer garantías de que toda esta locura sin sentido de Sánchez, “el elegido”, se desmontará en cuando se cambie de gobierno. Discreción y buenos contactos, que seguro que seguimos teniéndolos en todas las naciones si utilizamos como conseguidores a la mucha gente de nivel que ahora no está en el gobierno ni bajo su influencia.

Y si tenemos la desgracia de que Pedro Sánchez vuelve a ganar, Dios y la sensatez no lo permitan, porque a diferencia de lo que ha ocurrido con el PP, el PSOE de toda la vida está en paradero desconocido y/o fagotizado por el sanchismo, y no se vislumbra un líder capaz de aglutinar voluntades y recuperar ilusiones, siempre nos quedará París, como en Casa Blanca, porque aquí lo tendremos crudo. Muy crudo.

Alguien ha sugerido que Pedro Sánchez se está preparando una salida honrosa en la Comunidad Europea en la que espera ocupar un alto cargo, y que para reforzar su nombre aprovechará la cumbre de la OTAN y la presidencia de la Comunidad. Yo no lo creo porque me temo que, si lo buscan guapo, sí, pero si buscan a un buen gestor y hombre de palabra, me temo que no. Lo tienen muy “calado”.

Valencia, seis de mayo de 2022

Epi y Blas – Democracia, partidocracia.

Epi y Blas – Democracia, partidocracia.

Viendo lo que veo temía haber perdido mis referencias, pero he entrado en la RAE para recordar la definición de democracia y he comprobado que siguen siendo las mismas. Dos de sus acepciones son:

1.f. Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes.

2.f. País cuya forma de gobierno es una democracia.

Pues bien, como suponía, la democracia se basa en que la soberanía es propiedad del pueblo, de cada uno de nosotros, y que en España la ejercemos eligiendo a otros ciudadanos que nos representan en las Cortes Españolas.

“Otros ciudadanos” que no han venido de Marte ni han salido de un huevo, y que tienen los mismos órganos internos y externos que tenemos todos los demás. Los que ya tenían antes de ser nuestros representantes

Siendo así ¿Qué es lo que ha ocurrido?

Que nuestros representantes legales, los que no deberían tener más forma de actuación ni más intervenciones políticas que las que decían tener cuando nos declararon sus programas y que fueron la razón de que los eligiéramos, una vez elegidos se pasan el tiempo riñendo a sus representados, diciéndonos lo que debemos hacer y criticando a los electores de otros partidos por no haber elegido su opción política. Electores que les son ajenos porque eligieron libre y soberanamente otras opciones.

Y pongo un ejemplo paradigmático.

Acaba de constituirse el gobierno de Castilla-León y desde que se supo que el PP pactaría con VOX, el resto de los partidos se lanzaron desaforadamente a una campaña de descalificaciones y de peticiones de “cordones sanitarios” que aislara a la llamada por ellos “ultraderecha” del panorama político.

Recomendando al PP que “aprendiera de Francia”, donde se había establecido un cordón a Le Pen para evitar que pudiera gobernar.

Una previa, y vayamos por partes:

La previa es que es sobradamente conocida mi opinión sobre VOX. Sigo diciendo que me parece un partido democrático porque ha cumplido con las condiciones para registrarse como tal, al que yo no votaría por algunas de sus ideas sobre la Comunidad Europea, el régimen autonómico español, el tratamiento de la emigración y algunas otras. Y, como dice el clásico, yo odio parte de lo que dice, pero defiendo que pueda decirlo.

La primera consideración es que, en las últimas elecciones generales 3.656.979 de electores confiaron su voto a VOX. Cantidad que supuso el 15,21 % de los votantes, muchos más que los que depositaron su confianza en buena parte de los partidos “tronantes” que, siendo minoría, pasan los días diciendo lo que deben hacer los demás y determinando “quien” y “quien no” puede participar en la gestión política en España.

Es decir: parte del PSOE, que tendría que hacérselo mirar por sus tics totalitaristas, Podemos, ERC, Ciudadanos y el resto de los partidos y partiditos, hinchan el pecho y deciden que el voto y la opinión de más de tres millones y medio de españoles no es válido. No desde el punto de vista legal, sino desde el político, en una simplificación absurda: “como no piensan como yo, su voto está deslegitimado”

Porque el cordón sanitario propuesto no se ejerce sobre el partido VOX, sino sobre sus votantes, los insensatos que no han elegido “cualquiera de nuestras opciones”. Posición y propuestas claramente antidemocráticas, se maquillen como se maquillen.

La segunda es que hace años que el consenso ha desaparecido del vocabulario político español y que, muy especialmente el gobierno, cualquier gobierno, porque es el que tiene la obligación de gestionar nuestros recursos, de practicar una política de información transparente y didáctica y de aglutinar las voluntades buscando un bien mayor, manteniendo sus ideologías, dedica una gran parte de su tiempo en criticar a los otros partidos, sin aportar nada positivo ni a la nación ni a la ciudadanía.

¡Incluso desde las ruedas de prensa del propio gobierno después de los consejos de ministros! Ni Miguel Angel Rodríguez se atrevió a tanto.

Y hemos llegado a un punto en el gobierno, todos, pero este mucho más, se ha convertido en oposición de la oposición, sin atender sus obligaciones más elementales, y solo actúa al impulso de los resultados de las encuestas y de las intenciones de voto. Gobierno que no ha dejado de parir ratones en lugar de leyes, algunas de ellas especialmente importantes para la ciudadanía, destinadas especialmente a contentar a sus simpatizantes y condenadas a desaparecer en cuanto llegue al poder otra formación política.

Y la tercera es que la ministra portavoz, en rueda de prensa del gobierno, repito, recomendó al PP que “aprenda de Francia”, omitiendo impúdicamente que en Francia son elecciones presidenciales, en las que es la ciudadanía la que elige directamente al presidente y no las componendas de partidos que, para nuestra vergüenza, sufrimos en las elecciones de Pedro Sanchez.

Y que, para aportar un margen de serenidad en la elección, en caso de que no se consiga una mayoría importante, como ha sido el caso, tienen prevista una segunda vuelta en la que solo pueden participar los dos partidos más votados y que permite a los franceses que votaron otras opciones reconsiderar su posición y apoyar al que consideran mejor o menos malo.

Es decir, y resumo: En Francia no son los arreglos y componendas entre partidos sino los ciudadanos los que eligen directamente a su presidente.

He manifestado muchas veces que mi sistema parlamentario preferido es el británico, que es muy diferente al francés, pero ambos están a años luz en calidad democrática de nuestra muy obsoleta ley electoral, que ningún partido propone cambiar porque a todos ellos les interesa mantener las actuales listas cerradas de sumisos y aborregados que prácticamente nunca rompen la disciplina de voto, aunque lo votado perjudique a las comunidades en las que fueron elegidos.

Y porque para la inmensa cantidad de los que se sientan en las bancadas del Congreso y del Senado, la política no es un servicio, sino una profesión.

Si yo tuviera el poder absoluto un solo día, tomaría una decisión: obligar a que las cupulas dirigentes de todos los partidos españoles participaran en talleres sobre qué es y que no es democracia, sino partidocracia, y cuál es el verdadero espíritu de nuestra Constitución.

Cursos impartidos por dos personajes cuya capacidad pedagógica está claramente contrastada, Epi y Blas.

Quizás ellos serían capaces de conseguir lo que nosotros no podemos. Entre otras cosas porque “nuestros representantes” nos han robado el poder para hacerlo.

Valencia, 14 de abril de 2022

Democracia, partidocracia y la ley electoral

Ayer comentaba en un artículo sobre la democracia en España el hecho de que en Francia son los ciudadanos y no los partidos políticos los que eligen directamente a su presidente. Hecho evidente que quiero recalcar por si había pasado desapercibido entre un texto más generalista.

Y lo hago saliendo al paso, de nuevo, a las falacias y medias verdades con las que suelen insultarnos intelectualmente los partidos de izquierda, incluido el propio gobierno y sus voceros.

Efectivamente, la ley electoral francesa tiene dos objetivos fundamentales: que los ciudadanos elijan al presidente y garantizar que sean las mayorías cualificadas las que lo hagan. Y es por eso por lo que, si en los resultados electorales ninguno de los candidatos consigue una mayoría cualificada, se celebra una segunda vuelta en la que solo pueden intervenir los dos más votados, en este caso Macron y Le Pen.

Y como el resto de los candidatos quedan fuera del juego electoral, no hay ninguna posibilidad de bloquear nada porque no tienen poder ejecutivo para hacerlo. Pueden recomendar a sus simpatizantes que voten a uno de los finalistas o que se abstengan y eso es lo que hacen, pero eso, por mucho que se empeñen en afirmarlo los contadores de milongas habituales, no es un cordón sanitario. Son puras recomendaciones sin más valor que manifestar opiniones, porque siguen siendo los ciudadanos y no ellos los que tienen la última palabra, el verdadero poder.

Y, a diferencia de los tan repetidos y utilizados cordones sanitarios en nuestra historia reciente desde el nefasto pacto del Tinell de Cataluña, el del “tripartito”, lo que decide un ciudadano con su voto nunca es ni puede ser negativo, porque es su opinión libremente expresada para favorecer a uno de los candidatos, no para perjudicar a los otros.

Y también decía que aquí seguimos manteniendo una ley electoral absurde y obsoleta, causa raíz de todos nuestros problemas, que da todo el poder a los partidos elegidos y a sus líderes para hacer todas las componendas que les venga en gana, porque la Constitución así se lo permite en la letra, aunque no en el espíritu.

Porque la Constitución no podía prever en aquellos momentos de ilusión y causas comunes que los partidos elegidos en listas cerradas se atreverían a mantenerse en el poder con pactos antinatura y componendas como la que ha hecho y sigue haciendo el gobierno legítimo que preside la nación.

Y es por eso por lo que decía que, en España, más que democracia, disfrutamos de una robusta y muy consolidada “partidocracia”

Aclarado

Valencia, 15 de abril de 2022

Las marrullerías y las tendencias autocráticas de nuestro presidente del gobierno.

En los últimos días he comenzado a escribir algunos comentarios sobre la actualidad política y social, pero los acontecimientos se producen con tanta rapidez que siempre aparece un tema nuevo antes de que pueda terminar mi comentario sobre el anterior.

Pero hay uno, el último, que no puedo dejar pasar sin una reflexión sobre los modos de gobernar de Pedro Sánchez, un político con graves tendencias autocráticas, que está consiguiendo, como efecto secundario a sus intereses personales, un gravísimo desmantelamiento de los conceptos democráticos y de las formas y estructuras previstas en nuestra Constitución.

Todo ello desde la legalidad, pero buscando atajos y vericuetos impensables en personas que realmente tienen como objetivo el bien común y, en su caso como presidente del gobierno, dejar la organización del país y el bienestar de los ciudadanos mejor que cuando tomó posesión del cargo.

Y, a modo de ejemplo,  me refiero a la última decisión de la presidenta de las Cortes Españolas, de cambiar el reglamento para rebajar los votos necesarios para acceder a la comisión de secretos. Potestad que le confiere el cargo,  como ocurre con casi todo lo anormal referido a esta legislatura, por muy escandalosa que parezca a la opinión pública.

Me explico:

Digo que el presidente gobierna con tendencias autocráticas porque no ha cesado de intentar controlar y tener el poder real sobre todos los estamentos y las instituciones del Estado. Y lo ha hecho colocando a gente “de su cuerda”, muy de su cuerda, en el CIS, en Correos, en la Presidencia de las Cortes y en todas aquellas en las que ha tenido oportunidad.

Y que no ha cesado de minusvalorar de hecho las funciones y la persona del Rey, intentado aparentar que él, “el elegido”, es el “más importante” de España.

Una de las garantías fundamentales de nuestra democracia, casi la más importante porque de que se cumpla dependen muchas otras garantías y libertades, es la separación de poderes para facilitar los controles y evitar los desmanes de los gobiernos de turno. Y sabemos, aunque casi no lo recordemos, que son tres:

El Legislativo, que entre otras obligaciones tiene la de controlar al gobierno, y aprobar, si procede, las leyes que proponga el propio gobierno o que lleguen a las Cortes por los otros canales previstos en la Constitución.

Recuerdo el artículo 66 de la Constitución que describe las funciones de las Cortes Españolas, el Poder Legislativo:

  1. Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
  2. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución.
  3. Las Cortes Generales son inviolables.

En cuanto al Ejecutivo, el gobierno, el artículo 98 dice

  1. El Gobierno se compone del Presidente, de los Vicepresidentes, en su caso, de los Ministros y de los demás miembros que establezca la ley.
    1. El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de éstos en su gestión.
    1. Los miembros del Gobierno no podrán ejercer otras funciones representativas que las propias del mandato parlamentario, ni cualquier otra función pública que no derive de su cargo, ni actividad profesional o mercantil alguna.
    1. La ley regulará el estatuto e incompatibilidades de los miembros del Gobierno.

Y el 102 aclara   que:

  1. La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
  2. Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo.
  3. La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo.

Es decir, que el Poder Judicial tiene la obligación de controlar que las actuaciones del presidente del gobierno o cualquiera de sus ministros se ajustan a la legalidad. Y es por eso por lo que debe ser libre e independiente, sin ningún tipo de subordinación a los gobiernos que debe controlar.

Pero como la España de la era Sánchez esta especialmente controlada por una partidocracia real y evidente, siendo cierto que el presidente del gobierno no puede intervenir legalmente en las funciones y las decisiones del Legislativo, no es menos cierto que lo está haciendo un día sí y otro también utilizando vías indirectas, legales, pero nada éticas. Diría que inmorales.

Como se ha visto ayer mismo cuando Pedro Sánchez necesitó los votos suficientes para sacar adelantes su última propuesta y, ante las amenazas de los partidos denunciantes del supuesto espionaje del CNI, “ordenó” a Meritxell Batet, presidenta de las Cortes, que cambiara la norma que regula los votos necesarios para elegir a los miembros de la comisión de secretos, porque lo necesitaba como moneda de cambio para conseguir apoyos, y la Presidenta de las Cortes lo hizo.

He entrecomillado el “ordenó” porque no lo hizo desde el BOE o utilizando ningún tipo de documento o formato oficial porque no puede hacerlo. Simplemente lo hizo, seguro, descolgando su teléfono de secretario general del PSOE para llamar a la “militante Batet”, u ordenando a Bolaños que se pusiera en contacto con ella.

Con el resultado de que la Presidenta de las Cortes, del Legislativo, cumplió los deseos del actual presidente del gobierno, el del Ejecutivo. ¿Por qué sino iba a cambiar la norma ese día y con que otro propósito?

Y me resulta impensable que ninguno de los anteriores presidentes de las Cortes, ni los del PSOE ni los del PP, habría actuado de esa manera y con semejante descaro, ignorando la imparcialidad que le exige la Constitución, para favorecer al partido al que pertenecían. Ninguno

¿Cuál es la raíz del problema? Que España ha pasado de ser una monarquía parlamentaria con separación de poderes a una partidocracia, en la que se pueden alterar leyes y normas manteniendo la legalidad.

Repito que todo legal, todo democrático, pero una auténtica catástrofe.

Un presidente tramposo que tiene por costumbre presentar en las Cortes, de forma conjunta, propuestas que no tienen ninguna relación entre sí y que deberían votarse por separado, chantajeando a los otros partidos y manifestando su indignación al pueblo español porque la oposición no vote a favor de aplicar medidas urgentes contra la pandemia, por ejemplo, cuando en el mismo paquete se votaba el ingreso de Pablo Iglesias en la Comisión de secretos, la que controla el C.N.I.

De nuevo legal, pero indignante y propio de un trilero de la política.

Situación, la de la partidocracia, que no tiene visos de solución si no es con un cambio en la ley electoral, cambio que no gusta a ninguno de los dirigentes actuales porque, como es el caso, prefieren tener a miembros de sus partidos en puestos claves de los estamentos de la nación, en la seguridad de que atenderán otros intereses que no son los propios de su cargo.

Y esa es la razón, me temo, de que Sánchez no permita que sean los jueces los que elijan a los miembros del Consejo Superior del Poder Judicial, que es, a su vez, el que nombra a los titulares de los tribunales. Porque, siendo antinatura, es muy posible que existan jueces que doblen la vara de la justicia en favor de una ideología o un partido político. Y el PSOE actual puede tener mucha basura bajo las alfombras, o estar tomando decisiones que, en pura lógica, la judicatura puede considerar ilegales.

Hay que recordar que Meritxell Batet declaró en su día un cierre del parlamento que fue declarado anticonstitucional, que se resistió a cumplir una condena judicial que inhabilitaba a un parlamentario. Y que el gobierno tiene varias causas pendientes en tribunales de justicia y sentencias y reclamaciones del Constitucional, del Tribunal de Cuentas y del de Transparencia que, por cierto, ha ignorado.

Y unos indultos que concedió en contra de la opinión del Supremo, y unas propuestas de rebajar las condenas por sedición y por rebelión que realmente dejan sin contenido el espíritu de la Constitución

Aberraciones democráticas, como que se permita que un juez sea ministro y luego vuelva a la Judicatura como si no hubiera pasado nada. Esto no lo ha inventado Pedro Sánchez, aunque lo esté utilizando, como ha ocurrido recientemente con Dolores Delgado y otros muchos de otros partidos.

Insisto: todo legal, pero con un tufo a autocracia y antidemocracia que asusta. Si Sánchez continua en el poder y sin los controles previstos por el Congreso y por la oposición, mirar mal a una mujer por la calle, cosa que no se debe hacer, por supuesto,  puede acabar siendo un delito condenado con cadena perpetua revisable y declararse en rebeldía, sancionado con sesenta días de tareas comunitarias.

Se que es una exageración, pero, cada vez más, “algo huele a podrido en Dinamarca”. Y en España

Valencia, 30 de abril de 2022

Sindicalismo “made in Spain”. El de las catacumbas

La verdad es que cada vez que veo a los dos secretarios de los sindicatos mayoritarios no puedo evitar que me parezcan dos artistas supervivientes del cine mudo, insistiendo en qué, como aquel cine, nada de nada.

Con la diferencia de que mis dos amigos viven de “la cosa” y lo hacen muy bien, con lo que les suministra puntualmente “papá gobierno” y algún que otro extra, como ha ocurrido recientemente con algunos millones de los fondos europeos, que no se a cuenta de qué han recibido.

Por lo que su supervivencia está garantizada, incluso les permite algún extra gastronómico de buena calidad o algún crucero de vez en cuando.

Por supuesto que soy partidario del sindicalismo, especialmente el de empresa, porque si no existiera se multiplicarían los abusos empresariales, pero no de este modelo sindical, cada vez más parecido al “vertical” que conocí en la dictadura, de dirigentes acomodados y nada conflictivos con el gobierno. Digamos que un sindicalismo “coartada”.  

Siempre que sean gobiernos de la izquierda, naturalmente, porque cuando gobierna la “extrema derecha” sí que se pone en pie de guerra el mundo de los liberados y subvencionados del sindicalismo español y desempolvan las pancartas del “no pasarán” y similares, con mucho acompañamiento de batucadas y coreo de consignas anti-recortes y anti-pérdida de libertades y derechos fundamentales.

Sindicalistas que ceden el protagonismo de la jornada a ¡una vicepresidenta del gobierno! para que anuncie la reforma de la reforma que acaban de reformar, esta vez la definitiva, incluso cambiando el estatuto de los trabajadores, que ya sería la bomba.

Vicepresidenta que, dicho sea de paso, ha fracasado en su proyecto de “las cuatro mujeres”, dos de ellas con serios problemas con la justicia y que, cada vez más, aparece como la lideresa de los sindicatos. Una especie de “libertad dirigiendo al pueblo” a la cabeza de los sindicatos, a la que solo le falta el gorro frigio francés y mostrar los pechos al aire, o, como una versión moderna de la “Mariana”, también con gorro frigio, pero con los pechos cubiertos castamente, que adoptaron como símbolo las repúblicas españolas a modo y semejanza de la francesa pintada por Delacroix.

Sindicatos que, para mayor virtud, ignoran sin el menor decoro a los desempleados, como si los parados no fueran merecedores de defensa. Probablemente porque están muy ocupados defendiendo a los independentistas catalanes y vascos, tema muy sindical sin ninguna duda, y no tienen tiempo para preocuparse de los parados, colectivo que ni son proletarios ni son nada de nada. Son invisibles, como los marginados sociales y los inmigrantes sin papeles.

Lo que es evidente es que cada vez más estamos en tiempos de farsas y crueldades. Una especie de “sálvese el que pueda”, especialmente en el mundo de la política y el sindicalismo. Porque a nosotros, los ciudadanos de a pie, no hay quién nos salve.

Solo nos falta el antiguo espectáculo folclórico-deportivo de la fiesta del trabajo en el Bernabéu, pero casi, casi, porque hemos tenido el partido de la victoria del Real Madrid en la liga.

Sindicatos que, seguro, están haciendo estiramientos y ejercicios varios para estar en forma si gana la “extrema derecha”. O para manifestarse contra la malvada Ayuso, la tabernaria, o contra la amenaza de la pérdida de libertades que va a suponer la aparición de Feijóo en la escena nacional.

Entonces sí, sacarán todo su ardor patrio y su mejor saber para movilizar a los que ahora adormecen, porque la ocasión lo merecerá y hay que ganarse el sueldo.

Valencia, 2 de mayo de 2022