Era una mañana sorprendentemente atractiva para pasear por el paseo marítimo, sobre la playa de la Concha, disfrutando de un sol inesperado y de las extraordinarias vistas de la bahía, no solo en ese día y con esa temperatura, sino siempre y en todas las circunstancias.
Francina Armengol, presidenta del gobierno balear, tenía unos días libres y había decidido aprovecharlos haciendo una escapada a Euskadi con su hijo para enseñarles las maravillas de esa comunidad.
Habían pasado un día feliz en un ambiente cordial, típico del pueblo vasco, siempre acogedor y colaborador con el visitante. Francina conocía San Sebastían, pero había necesitado hacer algunas preguntas, siempre en castellano porque no conocía el euskera, que le habían contestado con los buenos modos característico de la gente vasca. Incluso un señor los había acompañado a un museo próximo cuando le preguntaron por su dirección
Pero, de repente, el niño empezó a sentirse mal y parecía tener dificultades para respirar. Francina esperó unos minutos, pero viendo que el problema no se resolvía, más bien empeoraba, paró un taxi y pidió que los llevara al hospital más próximo. El taxista se percató que el asunto podía ser grave y después de un trayecto no muy largo realizado a buena velocidad, les dejó en la puerta de un hospital en la que había un cartel en el que se podía leer la palabra “Larrialdiak”.
Francina se dirigió a un mostrador de información en el que una joven sonriente y con tono tranquilizador, le preguntó:
— Egun on. Zer gertatzen zaio mutikoari?
La madre se quedó desconcertada y le contestó:
— No le entiendo nada. ¿Puede hablarme en castellano?
A lo que la enfermera que les atendía le contestó:
— Sentitzen dut baina Eusko Jaurlaritzak gure lanean euskara erabiltzera behartzen gaitu.
Francina Armengol, nerviosa y angustiada porque no entendía lo que le decían, se sentó en una silla junto a su hijo y rompió a llorar desconsoladamente.
Naturalmente todo esto es una ficción. Desconozco si Francina Armengol tiene hijos o si ha estado en San Sebastián, espero que sí, por su bien, ni tampoco estoy seguro, creo que no, que las normas lingüísticas para funcionarios sean tan estrictas en el País vasco. Pero la escena no es tan de ciencia ficción como parece. Puede darse.
Porque la señora Armengol, la presidenta, está dando instrucciones muy tajantes de que los funcionarios, incluidos médicos y personal sanitario, solo atiendan a los pacientes en catalán. Sin excepciones.
Tengo la absoluta seguridad de que en ningún lugar de España se reproducirá esta escena porque, por mucho que les digan, ningún médico mantendrá esa instrucción tan fuera de lugar, incluso con el riesgo de sufrir una sanción, pero eso, el obligar a que un idioma sea un arma política en lugar de un vehículo para la comunicación, es lo que está intentando Francina Armengol y otros dirigentes políticos de este país llamado España