La supuesta alianza de «les Generalitats» de Cataluña y Comunidad Valenciana

El titular de un periódico, concretamente Las Provincias el pasado 19 de mayo, proclamaba que “Puig ofrece a la Generalitat Catalana una alianza para plantar cara al gobierno”. Lo dijo después de una visita del presidente valenciano a Barcelona y me figuro que el periodista no habrá captado bien la noticia porque, si no es así, estamos dando otro paso más en dirección a ninguna parte o, lo que es peor, hacia el absurdo.

Ambos dos personajes son antiguos alcaldes de ciudades de relieve, Gerona y Morella, pero lo más probable es que al ocupar los cargos de “President de Generalitat” hayan alcanzado su nivel de competencia (¿mejor de incompetencia?), como le ha ocurrido a algún otro político (¿mejor política?) de la élite actual. Es la única explicación para semejante salida de pata de banco.

En primer lugar, los dos presidentes lo son para representar al gobierno de la nación en sus respectivas comunidades. Tienen una autoridad delegada y unas competencias limitadas y transferidas de mutuo acuerdo. Sin embrago, cada vez se está difundiendo más la falsedad de que los presidentes autonómicos son entes autónomos, plenipotenciarios en sus territorios, señores de horca y cuchillo en el sentido figurado de la expresión, sin más objetivo que conseguir logros políticos y personales, incluido el beneficio de los habitantes de su territorio, a cualquier precio. Y que el malo, por supuesto, es el gobierno de la nación. El enemigo externo. El verdadero obstáculo para el progreso.

Pues que quieren que les diga. Tal y como van las cosas y visto lo visto en una buena parte del territorio nacional, muchos de ellos aparentan haber salido de ambientes de poco fuste, como los personajes de la película “amanece que no es poco” que crecían en el campo de coles y a los que había que regar para que crecieran. ¿Dónde nacen los gestores?. ¿Dónde están los políticos de raza?.

Ellos saben, y yo también, que hay organismos para regular las relaciones del estado central y las autonomías. Todas las autonomías. Como el “consejo nacional de autonomías”. Y también hay mecanismos para solucionar problemas específicos de cada una de ellas, cauces para tratar los asuntos y llegar a acuerdos o razonar los desacuerdos.

Pretender una “alianza para plantar cara al gobierno” es una pura falacia porque, insisto, cada una de las autonomías son interlocutores únicos y no pueden representar a un tercero en discordia y, sobre todo, un manejo cínico del lenguaje al que nos tienen acostumbrados muchos de los profesionales de la política de los últimos tiempos.

Porque la supuesta alianza no sería contra el gobierno, sino contra el resto de autonomías, Si consiguieran más fondos no saldrían de los presupuestos del estado, cerrados y aprobados en las Cortes Generales, sino a costa de Andalucía, Galicia, y todas las demás. El dinero es el que es y si le das más a uno no tienes más remedio que quitárselo a otro. Exactamente igual que si uno de los hermanos de una familia pretende una asignación superior al resto. El extra no saldría del bolsillo del padre, sino del presupuesto familiar.

Otra cosa sería que ambas autonomías se hubieran puesto de acuerdo para trasvasar fondos de la una a la otra si una de las dos está en dificultades financieras, pero me temo que ni es eso lo que han acordado, ni están por la labor de hacerlo.

También aseguran que no hay trasfondo político ni intenciones de reestructuraciones autonómicas, ni de confederaciones, ni de “paisos”, ni de nada. ¡A que santo!

Voy a creerles, especialmente al Sr. Puig.

Entonces, ¿de qué va esto?. De lo de siempre: ruido, ruido, mucho ruido y ninguna propuesta, ninguna solución. Victimismo y justificaciones a la ineficacia o, lo que es peor, a la inoperancia.

Me figuro que si la administración central ve aparecer a los dos honorables haciendo fuerza conjunta para sus requerimientos particulares, el Montoro de turno reaccionará de la misma forma que lo hacía mi padre cuando me había prohibido ir a una excursión como consecuencia de algún castigo, y yo aparecía en casa con un amigo para que intercediera en mi favor. Seguro que sonreía para sus adentros, y con el tono más pausado de su repertorio zanjaba el asunto con un “sabes que te lo he prohibido. Ya irás a la próxima si te lo mereces”.

Porque no me imagino la cara que pondría el Sr. Puig si se presentan en su despacho el presidente del Colegio de Farmaceúticos junto al de Administradores de Fincas y el de Agentes de Comerciales, pongo por caso, para hablarle de “lo suyo”.

Le parecería un sinsentido y les diría que hay que ajustarse a los presupuestos y a los fondos disponibles y que, en todo caso, deberían acudir por separado.

Y si yo pudiera preguntarle en persona cual es la diferencia, seguro que me contestaría con un ofendido “¡no es lo mismo!”.

Señor, Señor. ¡En que manos estamos!. ¡Qué queda mucho por hacer y mucha gente que lo está pasando mal y espera soluciones reales en lugar de tanto decir lo mal que lo hicieron, lo hacen y lo seguirán haciendo todos los demás!.

Y no son solo los de ahora. Son todos los que han alcanzado gobiernos de cualquier nivel después de pelear mucho para conseguirlos.

Como Epi y Blas: “arriba, abajo, derecha, izquierda”. ¿tienen localizado el “adelante”?.

José Luis Martínez Angel

Los deberes escolares ¿un sustitutivo a las carencias de la educación?

Vaya por delante que no voy a cargar las tintas sobre los docentes actuales porque, en su gran mayoría, son un modelo resultante de la laxitud creciente en la educación española, que tantas alarmas está disparando cuando se compara con los estándares internacionales. Y si, sabiendo como sabemos, que los costes por alumno son bastante parecidos a los de otros países con mejores resultados. ¿Cuál es explicación de la situación actual y cual fue el origen del problema?

Si en países referentes de la excelencia en la educación pública, como es el caso de Finlandia, el tiempo que dedican los alumnos a los deberes escolares no excede a la media hora, mientras que en España el promedio se acerca a las dos horas, solo puede haber una explicación: la diferencia entre el modelo y/o el profesorado.

Empezando por el modelo, que en mi opinión es la causa fundamental, la responsabilidad de la enseñanza en España parece haber migrado en buena medida desde la escuela hasta los hogares de los alumnos.

Comparando la educación actual con las “antiguas”, y sin términos medios, nuestros maestros dedicaban casi todas las horas lectivas a la enseñanza. El maestro daba la clase todo el tiempo, excepto los recreos, y comprobaba compresión continuamente con preguntas y pequeños “retos” entre alumnos. Teníamos pocos deberes y los que nos ponían eran para reforzar lo explicado previamente, o corregir las debilidades de algunos alumnos (“una redacción sobre”, “un repaso a la tabla de multiplicar”,..). La verdad es que yo no recuerdo que mis padres me tuvieran que “ayudar” a hacer los deberes.

Como contraste, inexplicable, tengo la impresión de que, hablando de enseñanza, los niños actuales son más felices en clase que en casa. Y no lo entiendo. Ni tampoco entiendo parte de las tareas escolares, que me parecen excesivamente lúdicas y “simpáticas”.

Por supuesto no estoy acusando a los profesores. Insisto en que lo achaco más al sistema que busca una combinación entre “niño feliz en clase” y “niño que aprende”, que parece estar decantándose hacia la felicidad. En mi edad el “duro” era mi buen maestro Don Fidel, al que nunca agradeceré bastante lo que me ayudó a formarme, no mis padres.

Mis padres, eso sí, reforzaban y respaldaban la autoridad de mis maestros, a los que apoyaban sin reservas en sus decisiones, y nos imbuían el concepto de que ir a la escuela era “nuestro trabajo”, nuestra obligación, y que debíamos cumplirla con responsabilidad. Sin excusas.

¿Y los profesores? Por supuesto que los de Finlandia cobran el doble, pero también es una de las carreras de más difícil acceso. Parece que se les exige un alto grado de vocación y están sometidos a continuas actualizaciones y reciclajes.

Sin embargo, siendo bastante más bajo el sueldo de los profesores en España y teniendo en cuenta que la enseñanza en Finlandia es totalmente gratuita en colegios públicos y privados, incluyendo transporte, comidas y resto de complementos, y que sus horas lectivas anuales son 6.126, contra nuestras 7.731, ¿Cómo es posible que el coste por alumno en Finlandia sea de unos 40.866 euros y en España de 35.155 euros? ¿Cómo hay tan poca diferencia?

¿Y por qué obtiene tan buenos resultados si, además de disponer de menos horas lectivas, solo tiene media hora de deberes?

Pero es que, además, la educación basada en un exceso de deberes caseros tiene un daño colateral para los hijos de familias con problemas estructurales, con padres de menor nivel cultural, oriundos de terceros paises, o con problemas económicos que les obligan a trabajar más horas de las normales. Cualquiera de estas circunstancias y muchas otras, como la salud o la capacidad física, les incapacita para aportar los niveles de apoyo esperados.

Porque, no nos confundamos: Nuestro modelo educativo, el que necesita del apoyo familiar, parte del supuesto de que los padres «pueden» y «saben», principios que chocan con la dura realidad de muchas familias españolas.

Como no soy experto, ni tengo capacidad para juzgar, ni creo que haga falta hacerlo, recomiendo lo que nunca, nunca, hacemos en España: Mandemos una comisión seria, libre de influencias y sin compromisos a Finlandia, para que tomen nota de lo que hacen, y que vengan a España con un dosier bien confeccionado para que podamos implantar su metodología en un plazo razonable. Por cierto: no incluyan en la comisión a ningún responsable de universidades en ejercicio porque ahí también hay mucho que rascar.

Ni, por supuesto, a ningún político, porque, ¡maldita sea!, son los verdaderos responsables de nuestros males. Han usado los conceptos educativos a su propia conveniencia, y como arma arrojadiza contra el adversario, sin considerar el mal que hacían y continúan haciendo.

Insisto: cuando la comisión acabe de tomar datos y conocer procesos, que vuelvan a España y coordinen la migración al nuevo sistema sin modificaciones ni adaptaciones a la “idiosincrasia española”.

“Copiar y pegar”, por favor. Que ellos son los que lo hacen bien, y nosotros los que tenemos que aprender. Y las diferencias de clima no justifican “retoques”.

¿A que parece sencillo? Me temo que yo no lo veré, y Uds. tampoco.