Éramos pocos y parió la abuela. Las mociones de censura y las disoluciones de parlamentos

De todos es conocido que el otro día comenzó otro capítulo del carajal que tienen montado una parte de los políticos de la  nación, cuando Ciudadanos decidió presentar una moción de censura contra el presidente de la Comunidad Murciana.

Y como este es un país donde es imposible aclarar quienes son los buenos y quienes los malos, en este sainete trágico cómico no tenemos más remedio que suponer que todos son malos. O, al menos, que la mayoría lo están haciendo muy mal.

Es evidente que el gobierno autonómico presidido por el Partido Popular no debería haber abusado del poder para vacunar a personal de la Consejería de Sanidad, aunque también es cierto que los responsables del desaguisado ya no están en la administración murciana porque dimitieron, o les hicieron dimitir cuando se conoció la noticia y  a petición de Ciudadanos.

Y también que Ciudadanos podría haberse desvinculado del pacto de gobierno el 21 de enero que es cuando se conoció la noticia y dejar en minoría al gobierno del PP, que no hubiera tenido más remedio que convocar elecciones.

En lugar de ello exigió dimisiones entonces, que obtuvo y ha esperado hasta ayer para presentar una moción de censura junto con el PSOE. Me parece mucho tiempo el transcurrido entre la causa aparente y la reacción en forma de moción de censura, pero yo soy uno más de los mortales que no entiende la forma de proceder de los políticos.

Y Ciudadanos, decía, registró la moción presentando como candidata a la hasta ahora vicepresidenta del gobierno murciano. Otra originalidad en la política, posiblemente inédita: presentar una moción de censura al gobierno del que forma parte. Porque Pablo Iglesias ejerce de oposición al gobierno del que es vicepresidente, pero no ha llegado a este extremo. Al menos hasta ahora.

Insisto en que es imposible determinar cuál es la verdadera razón de esta medida, porque si solo son las vacunas la cosa se habría zanjado con la dimisión de los responsables sin crear más problemas a los murcianos que, como nos ocurre a todos los españoles, bastante tienen con lo que tienen.

Y es sabido que este movimiento creó alarmas generalizadas en otras zonas de España por algún que otro amago de mociones en otros lugares y que la presidenta de Madrid, que dijo sentirse amenazada, decidió convocar elecciones.

Todo ello me ha hecho pensar, otra vez, en el muy lamentable nivel de la política española gracias al muy lamentable nivel de los políticos que la practican. O para no ser injusto diré que no son todos, pero sí muchos.

Porque la deriva de los últimos años nos ha llevado poco a poco a que ellos adquieran tics indeseables, llegando a situaciones realmente esperpénticas y a que nosotros las aceptemos como normales. Me explico:

Resulta que en la Comunidad de Madrid la presidenta se siente amenazada, no se si con razón o sin razón y disuelve el parlamento.  Y a dos de los partidos allí representados les falta tiempo para preparar sendas mociones de censura que registraron una o dos horas después.

Primer disparate. ¿Cómo se puede entender el desarrollo de dos mociones de censura al mismo tiempo desde diferentes partidos? Sería una especie de “ménage a trois” de las ideas, en este caso para marcar diferencias con el resto de las formaciones, que hubiera sido interesante conocer por lo irracional de la situación: dos candidatos peleando con el otro y con la presidenta de la Comunidad, queriendo demostrar que cada uno de ellos es el mejor, la solución.

La segunda consideración es que los “mocionistas” dicen que la disolución del parlamento no es efectiva porque no ha sido publicada en el Boletín de la comunidad. ¡Acabáramos!

No entiendo de leyes, pero la lógica me hace suponer que lo importante es la disolución formal en sesión convocada al efecto y no la publicación en el boletín oficial. Porque, es un suponer, si hay algún tipo de impedimento técnico para imprimir el boletín de la comunidad en diez días no parece que sea de recibo que la disolución no sea efectiva hasta que se pueda leer en un papel.

Como soy poco ilustrado en estos asuntos, quiero suponer que la autoridad la tienen los presidentes de las autonomías y no el papel impreso que solo sirve para hacer público lo que ya había decidido “la autoridad competente”. Según este planteamiento, la única posibilidad de reventar decretos de disolución sería que las sesiones se celebraran en secreto, para no dar pistas y a las doce menos cuarto de la noche, única forma de que el boletín se publicara antes del horario oficial de los registros de las cámaras.

A la vista de la situación creada y los avances de la tecnología, sería de desear  que se tengan que cambiar los protocolos de información a la ciudadanía,  de forma que las decisiones adoptadas en cada uno de los  órganos competentes se adelante por internet al final de cada sesión, con independencia de que todas ellas se refundan en el Boletín Oficial correspondiente que, por cierto, tampoco es necesario que se imprima en papel. De hecho ya hay publicación del boletín en PDF, pero siempre al día siguiente del que se tomaron los acuerdos o se decretaron leyes.

Y que esta información digital, la parcial e inmediata a cada pleno,  tuviera el mismo valor legal de notificación que los propios boletines.

La tercera conclusión, la más lamentable para mí, es el temor reverencial a las urnas que tienen todos estos partidos de nuevo cuño o los tradicionales con poca fuerza en el Congreso o los parlamentos regionales.

Las mociones de censura son una herramienta legal que se ha empleado muy pocas veces en la historia del parlamentarismo democrático. Es legal, pero atípica. Está pensada para situaciones muy concretas y tiene como objetivo  presentar una alternativa mejor a las actuaciones del gobierno de la nación o de los autonómicos, por lo que no están previstas para derrocar gobiernos, sino para sustituirlos por otros que ofrezcan garantías de gobernar mejor.

Que parece lo mismo, pero no lo es.

Y muchos partidos tiene miedo a las urnas porque tanto en el Congreso de la Nación como en los parlamentos autonómicos, su composición y poder representativo es una foto fija de los resultados obtenidos en las últimas elecciones. Resultados que podrían no ser los mismos  en cada uno de los momentos políticos en que se producen las circunstancias especiales.

Y es por eso por lo que se está poniendo de moda intentar convertir en norma lo que está pensado como excepción.

Yo soy muy poco aficionado a referéndums o consultas cada dos por tres y sigo pensando que lo mejor es que las elecciones se celebren cuando están previstas en la Constitución y que sean los ciudadanos los que decidan con sus votos si el partido o los partidos que soportan el gobierno lo han hecho bien o mal, reservando las mociones de censura para situaciones realmente alarmantes que no pueden esperar el tiempo que falta hasta los próximos comicios.

Por lo que nos encontramos con que los partidos que tienen poco poder y que temen tener menos si se convocan elecciones (y hablo de Podemos, IU o Ciudadanos de la comunidad madrileña o Ciudadanos de Murcia)  huyen de las elecciones como el diablo del agua bendita y tratan de forzar los mecanismos de la democracia con trucos y tratos, legales sí, pero impropios de nuestros tiempos y de muy dudosa calidad democrática.

Y de la locura de nuestra situación política tenemos un hecho de última hora. Se ha confirmado el reparto de escaños y el nombramiento de la presidenta de la cámara y de los miembros de la mesa en Cataluña y resulta que  después de un largo periodo de concesiones y prebendas, el gobierno resultante es más radical que el anterior y tiene más definido su objetivo de alcanzar la independencia.

Pedro Sánchez se ha llenado la boca proclamando a los cuatro vientos que Rajoy era un fabricante de independentistas en Cataluña (no se ha atrevido a decir que era la razón de ser de Bildu de puro milagro) para justificar su actitud con los protagonistas “del proces”.

Nunca lo he creído pero, de ser así, su gobierno los ha potenciado en la misma medida que les ha enriquecido. Pese a “entenderlos” tan  bien, a cederles competencias, a tontear con la gravedad de sus intentos de formar una república catalana y de hacer la vista gorda a sus desplantes a la corona y otros estamentos del estado y su falta de lealtad institucional.

Con un  gran deterioro de la convivencia de los españoles, catalanes y no catalanes, divididos por esta cuestión y con un coste muy importante para las arcas del Estado que, al final, no ha servido para nada.

Corrijo: ha servido para que hayan influido de forma incomprensible en las decisiones del parlamento, para que se sientan mucho más poderosos de lo que eran y, en mi opinión, de lo que reamente son.

Todo ello gracias a que, como escuché decir el otro día a Ignacio Camacho, Pedro Sánchez “no está en la política, está en el poder”. Y para mantenerlo hará lo que haga falta.

Y yo me pregunto lo que se preguntaba Iriarte en su diálogo entre el potro y la ardilla:

Tantas idas
y venidas,
tantas vueltas
y revueltas
quiero, amiga,
que me diga,
¿son de alguna utilidad?

Tengo la muy romántica esperanza de que todo esto sirva para que los que tienen que hacerlo se den cuenta del daño que están causando a la nación y al sistema democrático.

Y a los partidos serios, especialmente al PP que es y al PSOE que debería ser, que no pierdan ni un momento más en mentiras, justificaciones, alusiones al pasado y “tu mases”. Que nos hablen de proyectos futuros.

Decía Winston Churchill, personaje histórico al que vale la pena escuchar, que “nunca llegaras a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra

Por favor, hablen de proyectos, de futuro, de cómo van a cambiar el modelo productivo, en como facilitar el empleo o de cómo atajar el maldito coronavirus que nos está machacando, de cuando cambiarán la maldita ley electoral que “disfrutamos” y que es la verdadera causa-raíz de nuestros problemas y de cosas por el estilo.

Y no hagan ningún caso, ninguno, a los que les hablen de errores del pasado o de “enormes escándalos” inventados sobre temas que no interesan a nadie, excepto a los inventores de los nuevos argumentos tóxicos para la convivencia y el consenso.

No pierdan el tiempo tirando piedras a los que basan su popularidad en el populismo y el rufianismo parlamentario. Pasen de ellos. No contesten siquiera cuando les interpelan. Hablen del futuro y no permitan que les sigan enredando una y otra vez con los mismos tópicos.

Y cuando les digan “el que calla otorga” tampoco les hagan caso. El que calla, según entenderíamos la mayoría de los españoles no otorga, es que no tiene nada más que decir porque ya lo ha dicho todo.

Dejen todas esas cosas para los pequeños rufianes parlamentarios

Por cierto. Después de escribir este texto me entero que la moción de censura de Murcia puede fracasar y no me extraña en absoluto.

No se si los parlamentarios han reflexionado o si les han convencido. Y en este último caso también ignoro si ha sido con argumentos o con dádivas.

Lo que tengo claro es que este cambio, de producirse, deja en muy mal lugar a la cúpula de Ciudadanos y un poco con el trasero al aire a los pensadores y estrategas del equipo de Pedro Sánchez. Ya van algunos errores y puede que a Iván Redondo se le caiga parte del pelo que se ha implantado.

Las decisiones de Ciudadanos y el refrán “no hay mal que por bien no venga”

Lo decía en uno de los párrafos de un comentario anterior publicado en mi blog, titulado” El día después de la ruptura PSOE – Podemos”:

Ciudadanos tienen una gran papeleta por delante porque es evidente que nunca podrán ser un partido de gobierno. Y ser un “influente”, un partido bisagra en el espacio del centro derecha, siempre ha acabado mal. Los españoles tienen que tener muy claro cuál es su ideología real y bajo qué condiciones pactaría con el PP o con el PSOE

Pues bien, a la vista de los acontecimientos de hoy parece que las cosas se han precipitado y que Ciudadanos ha decidido su segundo intento de suicidio. El primero provocado por algunas decisiones equivocadas y, sobre todo, muy erráticas de Albert Ribera, suicidio que resultó frustrado y este segundo al presentar algunas mociones de censura en autonomías y ayuntamientos de España.

En el primer momento parecía que había sido iniciativa propia de algunos de sus representantes en Murcia buscando un mejor “acomodo” a la vista de las disidencias internas, que de eso saben mucho en el partido y muy especialmente en Valencia, donde todos los representantes de Ciudadanos se salían del grupo después de haber sido elegidos en lista cerrada, pero por las informaciones conocidas posteriormente parece evidente que es una decisión de la cúpula del partido que, francamente, no estoy seguro de quién la compone en este momento.

Iniciativa que causará algunos daños colaterales en el PP por la pérdida de Murcia y de algún otro punto de poder, pero que, a la larga y a poco se esfuercen en hacerlo bien, le va a beneficiar sin ninguna duda.

Y así será, me figuro, porque Ciudadanos se ha unido al PSOE formando ese grupo de dos que deciden alianzas muy en contra, o al menos inesperadas, de lo que suponían sus votantes. Porque una buena parte de ellos, los que procedían del PP o desde la abstención, apostaron por un partido que nació pujante y con un mensaje muy claro sobre  sus objetivos y la razón de ser de su aparición en  la arena política.

Aunque lo cierto es que siempre se ha supuesto que era un partido financiado por grupos de poder que temían derivas no deseadas del Partido Popular por los que lo financiaron. Una especie de alternativa para ocupar un espacio electoral que alguien se temió que podía quedar vació o que lo ocupara quien no debía.

Sin embargo y navegando contra corriente como es tan frecuente en mí, creo que esta maniobra va a resultar beneficiosa porque, como digo, aclarará mucho las ofertas de los grupos políticos actuales.

Y siendo muy cierto que en este momento no hay forma de desalojar con los votos, única forma legítima en democracia, a un “sanchismo” apoyado por Podemos y por todos los “anti España” habidos y por haber porque incluso resultará más reforzado con el apoyo abierto de Ciudadanos, estos hechos van a dinamitar una situación insostenible con un gobierno incapaz de gobernar, como se está demostrando cada día, dividido por  la ideología de sus componentes y apoyado por quienes saben que un cambio de presidencia, sea del PP o del propio PSOE, pero con otro candidato, acabaría definitivamente con ese chantaje indigno de unos y un chupar de la teta de otros, exactamente igual de impresentable.

Y de la  misma forma que he opinado que el 23F fue un mal que sirvió para bien, porque actuó como reválida de la democracia al permitir que toda España supiera quién era quién y con quien se podía contar en el proyecto de la nueva nación, este movimiento de peones de Ciudadanos  aclarará mucho el tablero electoral.

Porque solo hay dos partidos que tienen muy delimitados sus campos de actuación: VOX, que tiene el hándicap de que no es partido de gobierno y el Partido Popular, que está recibiendo cada día las cornadas políticas de “los” partidos de gobierno y de algún otro de la oposición  y el desgaste personal de sus dirigentes por defender sus límites ideológicos. Límites que les permitirían pactar, sí, con el PSOE o con otros partidos, pero únicamente en cuestiones de Estado.

Es más, después del mal resultado de la tolerancia y el buenismo de un hombre negociador y poco agresivo, como fue Mariano Rajoy y el acoso mediático de la corrupción, como si hubiera sido el único partido que la sufrió, o el que más, tengo la seguridad de que negociarán muchas cosas, pero cederán en muy pocas si suponen un fraude para la ciudadanía.

Por lo cual no sé si este castillo de naipes que tenemos montado en España, modelo de desastre en la gestión y asombro de la Comunidad Europea, resistirá unas elecciones generales, pero me temo que no.

El inevitable principio del fin de Ciudadanos se demostrará, ya se está demostrando, con el desmarque de algunos de sus representantes en las comunidades que han renunciado a presentar mociones de censura porque dicen que deben hacer honor a sus compromisos y, estoy convencido, porque entienden que es lo mejor para sus ámbitos de responsabilidad.

Y un caso paradigmático es el de Madrid, en donde Díaz Ayuso ha tomado la iniciativa convocando elecciones antes de que le presenten mociones de censura, dejando con el trasero al aire al eterno “sí pero no” Ignacio Aguado, que la ha tachado de irresponsable y donde Villacís ha dicho que con ella no cuenten porque se siente cómoda en un proyecto que está mejorando sensiblemente la gestión y el acercamiento a la ciudadanía del Ayuntamiento.

Muy, muy interesante. Y como no podemos ir a peor, sería muy difícil, solo queda un camino: el de la mejora en la claridad de la clase política.

Ahora sí ha llegado el momento de que los mochuelos dejen de revolotear y que cada uno de ellos se dirija a su olivo. O como dice la gente sana de nuestra geografía rural, de separar “las preñadas de las paridas”.

Lo que resultará muy interesante es conocer la actitud de los actuales pesos pesados de Ciudadanos en cada uno de sus campos de actuación. De algunos, como la de Villacís o la de los representantes en Castilla León ya la conocemos. De otros como el valenciano Tony Cantó, por ejemplo, la sabremos muy pronto.

Claro que todo esto puede ser una simple fabulación de alguien enamorado de la política, que nunca ha pertenecido a ningún partido político aunque tenga un perfil liberal al estilo anglosajón y que, eso sí, sigue con mucha atención lo que se escribe y se dice cada día, incluida la letra pequeña, en este país de nuestras desdichas.

Valencia, 10 de marzo de 2021

“A moro muerto, gran lanzada” y los escribidores de la falsa historia de Pedro Sánchez

Conocido refrán que hace referencia a la cobardía consistente en aparentar un gran mérito por atacar a quien ya está vencido.

Tenemos a un bravo presidente que se ha enfrentado a un Franco muerto cuando ni existía él ni apenas unos pequeños restos de un franquismo que empezó a extinguirse el mismo día de la muerte del dictador, pero que exageraron deliberadamente en fuerza y número porque así convenía al relato. Y un Franco a al que, evidentemente, nunca se enfrentó en vida, entre otras cosas porque no tuvo edad para hacerlo.

La imagen de ayer fue la de un presidente que machacó las armas de ETA  sentado en una silla porque no procedía hacerlo “in person”. Una organización, ETA, a la que nunca combatió y a la que apenas ha condenado más allá de lo que exigía el guion en cada momento. Incluso no hace tanto que dio el pésame a Bildu, sus herederos,  cuando se suicidó en la carcel uno de sus presos por delitos de sangre.

Pero se buscaba la imagen de una especie de héroe que ha puesto fin a la historia de ETA como en su día dijo poner fin a la de Franco y el franquismo y, como consecuencia, el verdadero comienzo de la democracia.

Imágenes falsas, símbolos prefabricados por su entorno mediático, verdaderos artistas en la materia.

Se quería proyectar el  mensaje subliminal de que no fueron las Fuerzas de Orden Público bajo las órdenes de presidentes anteriores las que se incautaron de las armas que ETA nunca entregó, pese al paripé montado con los “negociadores internacionales”. Una imagen que pretendía ser potente, pero que resultó sumamente ridícula para los que tenemos cierta edad y una sensibilidad especial con los temas relacionados con los asesinos terroristas. Porque al final, lo más destacable fue la soledad del protagonista de estas ficciones que no consiguió la presencia de ninguno de los que realmente hicieron o participaron en la historia del fin de ETA.

Repito que los etarras, por mucho que se quiera tergiversar lo que realmente ocurrió, nunca entregaron las armas. Fueron derrotados por las fuerzas del orden y por una sociedad que ni les toleraba ni les disculpaba a raíz del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Una sociedad que, en definitiva, decidió que el miedo no era coartada suficiente para soportar aquella situación.

Para mayor gloria de un presidente que nunca, hasta ahora, ha tenido que mirar hacia atrás cuando paseaba por la calle por si le perseguía un asesino de ETA o un policía de “la social” del franquismo, porque nunca ha estado ni en primera, ni en segunda, ni en tercera línea entre los amenazados por ninguno de los “peligrosos” de nuestra historia reciente. Ni comprobar si había alguna bomba adosada a los bajos de su coche.

Y digo “hasta ahora” porque ahora sí, ahora no puede ir solo y tranquilo por la calle para evitar  que alguno de los viandantes le diga lo que piensa de él. Y una parte de ellos, la mayoría, no creo que alberguen buenos pensamientos.

Está claro, muy claro, que a nuestro presidente le están tratando de construir un perfil tan falso como lo fue, según se dice, su tesis doctoral. Una especie de “Chanson de Roland” para un guerrero que, eso sí, esperaba a que el enemigo hubiera muerto para aparecer, tan valeroso él, dándoles grandes lanzadas.

Lo de ayer fue sencillamente alucinante. Pedro Sánchez no tuvo nada que ver con el final de ETA y más bien está tratando de blanquear su memoria hablando de convivencia, de pasados lejanos que son rabiosa actualidad si se trata de un franquismo extinto, permitiendo homenajes populares a los asesinos condenados que salen de las prisiones una vez cumplidas sus condenas, que pacta con Bildu,  sus sucesores en política y que está apunto de transferir la competencia de prisiones al País Vasco para que la utilice a su libre albedrío y a cambio de no se sabe que, como está ocurriendo en Cataluña.

Por lo que el acto, que iba a ser brillante y simbólico,  se quedó en una especie de foto fija tan vacía de contenido como de honorabilidad. Personalmente creo que lo sucedido ayer fue un fallo garrafal de la factoría Redondo porque no ha conseguido el fin propuesto.

Veo en un periódico español este titular:

“El entrenador de Sánchez en el Estudiantes reconoce que era un poco «paquete»”.

Destaca alguna de sus virtudes como la tenacidad como marcador, por ejemplo y que hacia piña en el quipo. Tenacidad sí que tiene, sin ninguna duda, pero parece que nunca fue una estrella.

Y que hacia piña con el equipo es evidente a juzgar de como está tratando a sus ex compañeros, alguno con cargos en la función pública y otros invitados en sus vacaciones a las residencias de Patrimonio Nacional. Presuntamente, por supuesto, porque yo no estaba allí.

En resumen: tenemos un presidente experto en mejorar su propia imagen exagerando hechos reales o inventando otros si fuera necesario, pero muy poco aficionado a visitar negocios hundidos, colas del paro o del “hambre”, hospitales, funerarias y cualquier otro lugar que ponga en peligro su perfil de triunfador. Que le acerque a la realidad del país que gobierna

Un hombre que donde pone el ojo pone la lanza, aunque el lanceado ya estuviera completamente muerto. Eso no deja de ser un detalle nimio que no puede empañar la grandeza de la gesta.

El día después de la ruptura PSOE – Podemos.

No tengo ni la más remota idea de la estrategia que tendrá preparada la factoría Redondo para el día que se produzca la ruptura con Podemos, pero seguro que tendrá alguna porque la cosa será sonada. Muy sonada.

Y lo será porque Pablo Iglesias se revolverá como un jabalí herido y empleará todas sus energías, su capacidad de influir en su electorado, que no será tanta y de movilizar a todos los desnortados, antisistema, anarquistas y alborotadores que pueda agrupar para llenar las calles con protestas y manifestaciones.

Por lo que el gobierno actual tendrá dos frentes importantes:

El parlamentario, en el que se escucharán palabras fuertes y secretos guardados hasta ahora y en el que Podemos se esforzará muchísimo en desgastar al gobierno de Sánchez, al que tildará de incumplidor de pactos y compromisos, traidor a la clase obrera, antifeminista, insensible a los sentimientos de las regiones “diferentes” y, en definitiva, de ser el causante del fracaso de un gobierno “democrático y progresista”

La calle, porque Podemos recuperará su vieja teoría de la democracia popular y tratará de conseguir alborotando lo que no pueda conseguir negociando o votando en el parlamento. No tardarán en darse cuenta, si no lo saben ya, de qué las presiones populares de minorías no acobardan ni chantajean a estados democráticos consolidados, pero eso no evitará que utilicen esta estrategia porque, como buenos comunistas, lo llevan en el ADN.

Es evidente que lo demorarán todo lo que puedan porque ni le conviene a Sánchez, que perdería los apoyos de los radicales y se vería obligado a pactar con el PP si quiere mantenerse en la Moncloa, ni al muy ocupado vicepresidente que volvería a sentir el frio de la calle, de la carencia de privilegios especiales y de su tiempo disponible para ver sus series de televisión preferidas que son, a lo que parece, su mayor ocupación actual.

Y porque la factoría Redondo será consciente, sin ningún género de dudas, que el momento de la ruptura será el ideal para que la derecha española, especialmente el PP, recupere posiciones relevantes si consigue transmitir el mensaje de que son el único que puede ofrecer experiencia, solvencia y garantías de buena gestión en una nación destrozada social y económicamente.

Espero que también ellos, los estrategas del Partido Popular, se estén preparando para el momento, sea dentro de un mes o de dos años y no les pille con el paso cambiado como ha ocurrido en otras ocasiones.

Momento en que, espero, todo el mundo volverá a su casilla inicial:

El PSOE necesitará una refundación porque tiene que resolver una fractura interior de mucho calado y  porque necesita reforzarse para defenderse de los envites de los partidos de la oposición y también de sus enemigos naturales, los comunistas. Porque es un hecho conocido la falta de entendimiento tradicional, incluso los odios personales, que se han producido entre ambas formaciones en la historia reciente de España.

El PP tendrá que consolidar los cambios recientes y vender la ilusión de que pueden liderar un futuro mejor para España,  retomando los valores que le hicieron merecer la confianza de los españoles y reforzando sus mecanismos de control interno para que no se repitan los escándalos de corrupción que tanto daño le han hecho.

Ciudadanos tienen una gran papeleta por delante porque es evidente que nunca podrán ser un partido de gobierno. Y ser un “influente”, un partido bisagra en el espacio del centro derecha, siempre ha acabado mal. Los españoles tienen que tener muy claro cuál es su ideología real y bajo qué condiciones pactaría con el PP o con el PSOE.

Lo de Vox es diferente. Tratarán de mantener su posición pero, en mi opinión, es un partido con techo electoral que se reducirá conforme mejore la imagen del PP.

Si los dos grandes partidos aprendieran la lección, la famosa “lesson learned” anglosajona, huirían de repetir aventuras como la de ponerse en manos de partidos anticonstitucionales o independentistas que tan malos resultados han dado en los últimos años y abrirían una nueva vía hasta ahora no conocida en España: Pactos de Estado, no necesariamente gobiernos de coalición, entre el PP y el PSOE, con presidencia de gobierno para el partido más votado.

Es decir: recuperar el bipartidismo que tan bien funcionó porque ofrecía una alternativa clara de gobierno, con acuerdos puntuales con otros partidos “de fiar”. Y se acabarían los chantajes de los antiespañoles y los pagos en dinero o en transferencias al PNV, que siempre saca partido de las crisis gobierne quien gobierne. La próxima, la transferencia de prisiones pese a la fatal experiencia en Cataluña.

Aunque para ello ya deberían estar negociando los hombres en la sombra de cada partido, o utilizando a intermediarios solventes que faciliten  llegar a acuerdos satisfactorios para ambas formaciones, teniendo menos en cuenta los intereses de personas de cada formación, incluso con renuncias importantes de los dos partidos, en favor del interés general.

Que son tiempos muy difíciles y hay que tomar decisiones originales, porque lo que tenemos ahora no nos sacará del atolladero en el que nos han metido el gobierno actual y las circunstancias de la pandemia.

De hecho espero que ya existan esos contactos.

Valencia, 4 de marzo de 2021