Nunca entro en polémicas con personas que no conozco, sobre todo cuando no se aprecia una intención de intercambiar ideas, sino de dogmatizar.
Sin embargo son muchas las veces que he leído que si Jesucristo viviera en la actualidad votaría Podemos, o al antiguo Partido Comunista, o a cualquier movimiento más o menos “progresista” o revolucionario..
Desde luego que no. Ni a Podemos, ni al PSOE, ni a Ciudadanos, ni al PP, ni a nadie.
Porque en nuestro concepto cristiano, Jesucristo no vino al mundo para dignificar al hombre o a reconocerle derechos, porque sabemos que todos los hombres son hermanos y con la misma dignidad personal en su origen, sino a redimirle. ¡Claro que defendió causas humanas!, pero no era esa su misión fundamental. Sin embargo, los arribistas de todos los tiempos han tomado prestada una parte de sus enseñanzas sin considerar el todo. Digamos que ven árboles, pero no reparan o ignoran deliberadamente el bosque.
En el año 1965 yo participaba en las Hermandades de Trabajo de Madrid, organización cristiana muy comprometida y reivindicativa contra los abusos del poder del momento y de la marginalidad de algunos colectivos. La había fundado en 1947 un sacerdote, D. Abundio García Román, y en origen se reunían alrededor de una farola porque no tenían locales ni apoyo oficial porque se temían que detrás de ese espíritu luchador hubiera intencionalidad política. Incluso la jerarquía del momento nos observaba con bastantes reservas, excepto algunos obispos “contestatarios” con el régimen, como Añoveros o José María Cirarda.
En mis tiempos de participación ya teníamos una buena instalación en la Glorieta de San Bernardo.
De hecho, y en vista de las grandes resistencias con que nos encontrábamos, parte del colectivo se radicalizó en varias direcciones: una parte de los miembros se derivó hacia el entonces ilegal partido comunista o formaron parte de los sindicatos clandestinos, otros acabaron siendo “curas-obreros”, que, contra la propaganda oficial, eran fieles a la ortodoxia y la doctrina de la iglesia, aunque mantuvieran muchas discrepancia con el acomodo de la jerarquía del momento, y que decidieron vivir una vida “de misiones” en barrios marginales combinando su magisterio con trabajos manuales.
Y otros, como yo, continuamos con nuestras vidas y seguimos participando en otros movimientos vanguardistas en nuestras parroquias, pero siempre quedamos marcados por aquellos tiempos de compromiso social de lo que éramos bases de la iglesia.
Después vino la “teología de liberación”, que tuvo su caldo de cultivo en los movimientos sudamericanos, incluidos los revolucionarios, excesivamente focalizada en la defensa del hombre y condenada por el Vaticano porque se apoyaba más en las ciencias humanas y sociales que en la propia doctrina social de la iglesia.
Los más mayores recordarán la reprimenda de Juan Pablo II al sacerdote Ernesto Cardenal en su visita a Nicaragua. Ernesto Cardenal había dicho, entre otras cosas, que Juan Pablo II estaba encabezado una revolución social.
Fue la época en la que aparecieron camisetas con la leyenda de “Jesucristo primer comunista”, incluso combinada con la imagen del Ernesto Guevara, el “Che Guevara”, y que todos los movimientos revolucionaron vendieron la idea de que “Jesucristo, ante la injusticia social, hubiera sido guerrillero”, como cantaba Carlos Mejía Godoy en el Cristo de Palacaguina. Una de sus estrofas decía:
“Jose el pobre jornalero se mecatella todito el dia, lo tiene
con reumatismo el tequio de la carpinteria, Maria sueña
que el hijo igual que el tata sea carpintero pero el cipotillo
piensa mañana quiero ser guerrillero.”
Luego lo afirmaron los comunistas españoles y, hace unos días, lo publicaba un simpatizante de Podemos.
También dicen que el Papa Francisco ¡es “de izquierdas”! porque su mensaje, que es el de la Doctrina Social de la Iglesia, tiene alguna coincidencia con casi todas las personas de buena voluntad, sean cristianos, ateos, agnósticos o de otras religiones, y con algunos partidos.Cualquiera que conozca la Iglesia sabe que es una afirmación absurda, como lo sería decir que un partido de filosofía comunista es de la iglesia porque defiende la protección del ser humano y del medio ambiente.
Lo que ocurre es que nadie lee los programas de los partidos políticos, y la mayoría de los políticos no conocen el mensaje de Jesucristo que, por supuesto, no apoyaría a partidos que prohíben o dificultan que sus cargos acudan a actos religiosos, o que están intentando confundir a la ciudadanía transformando hechos religiosos, como la Navidad, en acontecimientos sociales o en fiestas sin ninguna transcendencia. ¿Cómo iba a votar a Podemos si les molesta la visión de crucifijos en los colegios o en los edificios oficiales?.
Y no estoy censurando su libertad a decidir. Me quejo la manipulación descarada que supone atacar a la iglesia usando el nombre de Jesucristo como paladín de la revolución, mientras se manifiestan claramente contrarios a la Iglesia y a sus “privilegios”. Es una trampa saducea para confundir a personas de buena voluntad.
En cuanto a la segunda parte del mensaje: “Jesucristo es el líder, la iglesia no sigue su mandato y se ha corrompido”, es tan falsa como la primera. ¡Claro que en el seno de la iglesia hay de todo, santos y corruptos!. Como en la política, entre la clase médica, o entre los esquiladores de ovejas.
Pero los casos de desviaciones de todo tipo, muchos, demasiados, magnificados y difundidos por los medios de comunicación, (¿dónde está el límite entre la información objetiva y la búsqueda de audiencia?), hay millones y millones de cristianos que practican su religión con discreción y que dedican una parte de su vida, sino toda, a trabajar para un mundo mejor ayudando a sus hermanos, a su prójimo, a los del “nuevo mandamiento”.
Y hablando de trampas, no solo se las preparaban los saduceos para hacerle entrar en contradicciones. También los fariseos trataron de confundirle cuando le preguntaron si eran lícitos los impuestos al Cesar, y él les contestó “dar a Dios lo que es de Dios y al cesar lo que es del cesar”. Fue su única afirmación política, que yo sepa, y zanjó en una sola frase cualquier tentación de involucrarle en “causas” de partidos, de nacionalismos (Palestina, la antigua Judea a la que los romanos cambiaron el nombre, era provincia Romana con mucha contestación de los judíos), o de cosas “de este mundo”.
Por todo lo anterior, tengo la absoluta seguridad de que Jesucristo no fue el primer comunista, ni alentó una teología de la liberación de su tiempo, ni hubiera votado a ningún partido político.
Vino a lo que vino y lo mataron porque su doctrina, que no era política, suponía una amenaza para los poderes religiosos y políticos de su tiempo.
Pero tranquilos. Nos perdonó a todos y con toda claridad, sin ninguna posibilidad de que interesados de la actualidad puedan resucitar los hechos que provocaron su muerte, alegando supuestas memorias históricas.
Hagan sus ofertas electorales, permítannos decidir, y dejen en paz a la iglesia y a los católicos. Ni siquiera estoy defendiendo el adoctrinamiento, pero si el reconocimiento de que nuestra base cultural, todo occidente incluido, es cultura cristiana.
Y si reconozco que la iglesia ha tenido grandes errores en épocas de mayor barbarie política y social, no es menos cierto que, ¿quizás por casualidad?, todos los países con esa base cultural han derivado a sociedades democráticas, con ciudadanos libres y amparados por los poderes públicos.
Una nota final: Es cierto que la Iglesia aconseja votar a los partidos con programas más próximos a su doctrina, pero no apoya a ningún partido en concreto. Hubieron partidos “democratacristianos”, pero el Vaticano prohibió que cualquier movimiento político se escondiera detrás de las siglas “cristiano” o “cristiana”. Esa “marca” se reserva para los movimientos religiosos o sociales de la propia Iglesia.
Valencia, diciembre de 2015
José Luis Martínez Angel