«Inocentes de telediario»

Por mucho que lea, vea y oiga, cada vez me maravillo más de ver en lo que nos han convertido los que controlan la política y los medios de comunicación. O, no sé si es mejor o peor, el nivel de prepotencia y capacidad de manipular a la verdad que creen tener los cargos políticos implicados en algún tipo de investigación.

Lo digo porque personas que tienen, seguro, un conocimiento superior a la media de lo que es un estado de derecho, siguen pensando que ruedas de prensa con declaraciones de inocencia pueden influir en la decisión de un juez para imputar si tiene pruebas o indicios suficientes para hacerlo.

No digo que las cárceles estén llenas de “inocentes” declarados, pero hay muchos. Y prácticamente todos ellos eran inocentes de rueda de prensa o de comunicado, si no víctimas de persecuciones políticas, incluso con personas afines que ponían la mano en el fuego por ellos.

Porque han creado un mundo tan artificial que ellos mismos se creen que con manifestaciones rotundas, llantos, o multitud de “yo la/le creo” van a doblar la vara de la justicia en los juzgados españoles.

Ni de coña.

Porque en España, muy a mi pesar, existen las “condenas de telediario” alimentadas por políticos interesados y no pocos medios de comunicación que han destrozado la vida, la carrera política o las relaciones familiares de muchos inocentes, pero, que yo sepa, no existe la “absolución de telediario” que libere de sus condenas a los culpables.

Para los culpables, en esta sociedad de libertades, de derechos y de democracia, solo existen las condenas, los recursos y la verdad judicial.

Afortunadamente.

José Luis Martínez Ángel

26/05/2023

La historia, el referéndum nunca convocado sobre ETA y los relatos de Pedro Sánchez.

En mi anterior comentario hablaba del descaro de Bildu y sus voceros, Otegui concretamente, y del cinismo del presidente del gobierno cuando, en un esfuerzo desesperado por blanquear la historia para que el susodicho partido siga apoyándole, afirma que ETA es “cosa del pasado” porque su último asesinato data de 2010 y se disolvió el dieciséis de marzo de 2011

Mientras no deja de hablar del fascismo, la dictadura y el franquismo, cuando Franco murió el 20 de noviembre de 1975, ¡hará 48 años!

Y que no deja de señalar a VOX, y también al PP, como si fueran los mismísimos Girón de Velasco, cuando ninguno de ellos, y me refiero más concretamente a VOX, ni existía en la dictadura, ni ha matado a nadie, ni ha empleado más violencia que algunas de sus frecuentes salidas de tono anunciando “lo que les gustaría hacer” si llegaran al gobierno.

Y que, en un esfuerzo desesperado por justificar sus disparatadas decisiones, afirma que la transición está deslegitimada porque son ellos, y no nosotros ni nuestros padres, los que saben de verdad lo que pasó y los “chantajes” que se hicieron para conseguirla.

Que se tuvieron que hacer muchas concesiones, claro que sí. Que afloraron chantajes también, especialmente por parte de los nacionalistas catalanes de Tarradellas, algunos, y muy especialmente del PNV, el gran recogedor de nueces de los árboles que otros agitan, que arrancaron, y subrayo lo de arrancaron, al resto de la ciudadanía española el cupo vasco y la situación especial de Navarra para firmar la Constitución alegando unos supuestos derechos históricos que no tenían más solidez que los de otras regiones de España.

Que muchos se sintieron defraudados, también. La derecha, aquella sí que era ultraderecha, porque tenía el poder y se veía obligada a cederlo, y parte de la extrema izquierda porque negociar con los restos del régimen no iba con su naturaleza.

Pero lo hicieron. Y se consiguió el milagro del “placet” de Carrillo, el que años después presentaría un libro sobre ¡Fraga Iribarne!, y de que Dolores Ibarruri, la famosísima Isadora, “la Pasionaria”, fuera la primera vicepresidenta de la mesa de edad de las recién constituidas Cortes Españolas.

De la biografía de Dolores Ibárruri Gómez en la RAH:

“Finalmente, con la democratización de España, consiguió volver a Madrid en mayo de 1977, a la edad de ochenta y un años, después de treinta y ocho de exilio. Entre los comunistas españoles fue recibida como una leyenda viva, y resultó elegida diputada por Asturias en las primeras elecciones democráticas y fue vicepresidenta de la mesa de edad del Congreso, aunque después algunos comunistas alegaran su falta del vigor físico para cumplir con todas sus responsabilidades”. 

Una mujer con un currículum plagado de sombras que nunca aceptó el eurocomunismo, pero que supongo que sabría muchísimo más de lucha obrera, de lucha de clases, e incluso de lucha armada, que las ministras/os comunistas/os desnatadas/os, de vida fácil y coche oficial, que se pasan el día diciendo como debemos vivir, que debemos comer, donde debemos comprar, o que tipo de relaciones sexuales debemos mantener.

Así que, amigos del “relato” y de la falsedad que nos gobiernan, especialmente Pedro Sánchez, tenemos el modelo de Estado y la Constitución que elegimos libremente, mientras, que yo sepa, nadie ha convocado un referéndum para decidir si olvidamos o no los crímenes de ETA.

Y si, por ende, maltratamos a las víctimas de los años de plomo.

Esta es una de las fotografías, quizás la más representativa, de las que avalan lo que digo.

Acoso y derribo – el cinismo de un terrorista

Cuarenta y cuatro de los candidatos presentados por Bildu en las listas de corporaciones locales del País Vasco son miembros de ETA condenados por terrorismo, aunque hayan cumplido sus condenas, siete de ellos definidos como culpables de “delitos de sangre”.

Iniciativa que, gracias a la presión popular, se ha detenido en parte porque se ha publicado que, si alguno de “los siete de la sangre” resulta elegido, no recogerá el acta. Compromiso creíble porque si algo ha caracterizado a los asesinos de ETA es no mentir.

Pero este hecho plantea varias preguntas que ahora sí, gracias a esta iniciativa. se pueden contestar

La primera es que Bildu es Herri Batasuna, es decir ETA. Porque de no ser así no hubieran aceptado incluirlos en sus listas. Una cosa es sus esfuerzos de reinsertarlos en la sociedad como si no hubiera pasado nada, algo que no acaban de merecerse porque, aunque hayan cumplido sus condenas, nunca han perdido perdón por sus asesinatos, y otra muy diferente es intentar darles cargos políticos, incluso en los pueblos que han sido escenario de sus crímenes.

No hay arrepentimiento, no. Hay una ruta perfectamente trazada por ETA que hizo lo que hizo, matar, mientras pudo hacerlo, pero que nunca han renunciado a ser los matones de ese gran barrio que es el País Vasco. Y a los hechos me remito.

La segunda es que, en mi opinión y respetando como respeto el ordenamiento jurídico, no entiendo que se considere más asesino al matón que aprieta el gatillo o pone la bomba, que al que has señalado a las víctimas, o ha proporcionado los datos para que pudieran matar a inocentes corriendo el menor riesgo posible. Incluso en presencia de sus hijos

Asesinos todos, los siete y los treinta y siete que siguen en las listas y que no han renunciado a sus actas, si las consiguen. Y sí me apuran, más rastrero el maldito informador que el pistolero, porque corría menos riesgos personales.

La tercera reflexión es que todavía hay más de trescientos casos sin resolver y no me cabe la menor duda de que en las listas habrá muchos asesinos no identificados. Y es una afirmación que no deja de ser un axioma, porque si se han atrevido con los “conocidos”, no hay ninguna razón para no incluir a los no identificados.

Y la tercera, la más dolorosa si cabe, es tener que soportar que un terrorista condenado, Otegui, se haya atrevido a decir que lo que les está ocurriendo es una operación de “acoso y derribo”.

Acosados y derribados, unos con un tiro en la nuca y otros por bombas que mataba indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños, son los 850 ciudadanos a los que asesinaron sus conmilitones, los “valientes” gudaris de las sombras y las emboscadas. ¡Esos sí que fueron acosados y derribados!

Y detrás de ellos, aunque fuera en lo anímico, sus familiares y amigos y, de alguna forma, todos los que tenemos un mínimo de sensibilidad y respeto a la vida.

Y luego la vergüenza de cada día. El comprobar que el gobierno de mi nación, la de las víctimas, sigue intentando blanquear a ese partido, del que decían que ni siquiera era pro etarra y que ha demostrado ser lo que es. Los continuadores de la mismísima ETA.

En este enlace se puede ver los “acosados y derribado por ETA”. Clicando en cada cara aparecen sus datos personales y la fechas y circunstancias de sus asesinatos por los predecesores de Bildu.

Las más de 850 víctimas mortales de ETA | EL CORREO

Quien ataca al gobierno ataca a la democracia

Nadie como la ministra portavoz resumió el otro día y con tanto acierto el verdadero pensamiento del gobierno de la nación, que es lo mismo que decir de nuestro presidente Pedro Sánchez, el gran cerebro que controla al resto de ministros-marioneta de su camarilla y les dice “lo que deben decir” en cada momento y en cada circunstancia.

Instrucciones modelo Epi y Blas que repiten textualmente cuando se les ordena. Hasta la última coma.

Y la frase lapidaria pronunciada por Isabel Rodríguez fue, “quien ataca al gobierno ataca a la democracia”

Un “el Estado soy yo”, “L’État, c’est moi”, frase atribuida a Luis XIV en versión Siglo XXI, corregida y aumentada, porque en aquellos tiempos sí que existía el Estado francés, pero no la democracia.

Porque semejante disparate, teniendo como tenemos una forma de Estado estructurado como monarquía parlamentaria inspirada en la Constitución y siendo como somos una nación de democracia plena en la que la oposición tiene la obligación de controlar al gobierno, y el Poder Judicial vigilar que no cometa ilegalidades, no hace más que aclarar lo que piensa el presidente y explicar lo que lleva haciendo desde que accedió al cargo gracias a aquella moción de censura apoyada por el bien definido “gobierno Frankestein”.

Que no es más que la continuación de lo que empezó cuando declaró de facto “el socialismo soy yo”, costara lo que costara, protagonizando aquel bochornoso episodio de la urna colocada tras una cortina en la sede del partido cuando se votaba su continuación como secretario del partido. Evidenciando que, para colmar sus ambiciones, cualquier medio sería bueno para conseguir el fin propuesto.

Desde entonces comenzó su carrera desenfrenada por recuperar la perdida secretaría general del partido, laminar a todos los que pudieran hacerle sombra por muy cualificados que estuvieran, intrigar, mentir y conspirar hasta conseguir rodearse de una auténtica guardia pretoriana fiel hasta un extremo casi incomprensible y, como remate, conseguir la presidencia del gobierno, que ha sobrevivido practicando una estrategia de tierra quemada, de cuestionar la transición, y de enfrentar a los españoles resucitando rencores del pasado.

Todo muy legal, por supuesto, pero muy maloliente.

Todos los gobiernos de la historia han “colocado” a amigos en empresas públicas, pero lo han hecho, sobre todo, para favorecerles en lo personal. Pero Pedro Sánchez no. Para él ha sido una auténtica partida de ajedrez en la que ha colocado a sus peones en puestos clave de las entidades más importantes de la nación, hasta donde las leyes y la opinión pública le ha permitido: en TVE para controlar la información, aunque haya sido a costa de destrozar su audiencia y su buena imagen pública, en el CIS para que actúe como generador de opiniones, “influenciador”, en lugar de ser el termómetro de la opinión pública que siempre ha sido.

Colocó a una ministra, Dolores Delgado, como Fiscal General del Estado para intentar amordazar a la fiscalía, cosa que no ha conseguido, y a otro, Juan Carlos Campo, en el Tribunal Constitucional en una jugada con dos movimientos, para que se votara como presidente, con voto de calidad, al mismísimo Cándido Conde-Pumpido, su servidor más fiel en la judicatura, el juez que fue Fiscal General del Estado con Zapatero y el redactor de una frase en una des su sentencias que luego tuvo que retirar por fuera de lugar y no justificada, pero que sirvió de palanca en la famosa moción de censura.

Tribunal Constitucional que, dicho sea de paso, tiene como única misión comprobar si las decisiones del gobierno se ajustan a la Constitución, pero que, a partir de su última sentencia y dando un salto cualitativo que no le corresponde, ha dictaminado que el aborto es “un derecho de la mujer”, como si fuera constituyente en lugar de defensor de la constitución.

Insisto: La misión del Constitucional es determinar si una ley se ajustó o no a la Constitución, guste o no guste como en este caso, pero nunca declarar “derechos”, porque es la propia Constitución la única que puede hacerlo. Y para que la Constitución cambie algo de su texto es necesario un determinado procedimiento, según los casos, indicado en la propia Constitución

Lo que hizo ayer el Tribunal Constitucional, el “fabricado” a medida de Pedro Sánchez, el que a partir de ahora será una continuación “seis a favor, cuatro en contra”, o viceversa si el caso lo merece para “la causa”. A esta situación tan lamentable hemos llegado gracias al incremento de la politización en las elecciones de jueces desde hace tantos años.

Porque estamos hablando del que debería ser la máxima garantía de que los españoles estamos protegidos de errores o abusos de la clase política o de la judicatura, el “juzgador de jueces”. Y no el que el otro día, en una actuación antinatura, invadió competencias que no son suyas y se atribuyó una autoridad que no tiene. Como tampoco la tiene el Tribunal Supremo, por ejemplo.

Y eso es muy grave y claramente anticonstitucional.

Tenemos un presidente que ha tratado de minar, que está minando continuamente, la figura del Rey, o interfiriendo en temas que son competencia del Estado y no del gobierno de turno, incluso saltándose protocolos para demostrar que es “más que el que más”. Que ha bloqueado las competencias reglamentarias del Consejo del Poder Judicial como represalia a su “no obediencia”, como si este órgano fuera de su propiedad y no otro poder del Estado. Y que ha manifestado a bombo y platillo, cínicamente, que la no renovación de sus vocales y las consecuencias que ello ha provocado, son responsabilidad del PP, incluso acusándoles de incumplidores de la Constitución, cuando se trata de una negociación a dos bandas y, por tanto, los dos son responsables por la defensa numantina de sus listas de candidatos o de sus modelos de elección.

Un presidente que, a petición de los nacionalistas catalanes, ha reventado las funciones del CNI, básicamente trabajar en la clandestinidad investigando, con la autorización de un juez, los temas que puedan afectar a la seguridad nacional.

Que tiene a su entera disposición y acatando sus órdenes sin ningún tipo de recato, a Meritxel Batet, la presidenta del Parlamento, ¡la responsable de garantizar la imparcialidad del Poder Legislativo!

Y que, sabedor de que nunca podrá modificar la Constitución para hacerla “suya”, más peronista, ha dejado sin contenido alguno de sus puntos fundamentales, como el hecho de eliminar el delito de sedición, o de rebajar las penas por otros delitos graves, como la malversación. Y no me extrañaría que cualquier día de estos, su gobierno y los antiespañoles que lo apoyan, decretaran que abofetear al Rey se castigue con una semana de trabajos comunales.

Podría dedicar páginas y páginas a relatar sus promesas incumplidas, sus mentiras flagrantes, o sus traiciones a unos y otros, pero no puedo terminar mi opinión sobre su personalidad política y su forma de gobernar, sin resaltar su perfil autoritario, evidenciado porque, cuando ha tomado decisiones de calado, ni ha atendido las recomendaciones del Consejo de Estado, ni las del Tribunal Supremo, ni las de otros organismos oficiales o de los profesionales de los sectores afectados por muchas de sus decisiones.

Y que ha abusado, mucho más que ningún otro gobierno, de los decretos ley para evitar el paso previo por el Parlamento.

El único presidente de gobierno que ha sido sancionado por la Junta Electoral Central, y lo fue por usar la Moncloa con fines electoralistas en aquella entrevista de la Sexta y el muy imparcial Ferreras en 2019. Y que, en este momento, tiene a una ministra portavoz advertida y sancionada varias veces por utilizar la rueda de prensa posterior a los consejos de ministros con fines electorales y para atacar a la oposición. Todo muy limpio y democrático.

Incluso sus ínfulas de “caudillo de España” cuando decidió por su cuenta y riesgo, sin consultar al parlamento, ni siquiera a su propio gobierno, dar un vuelco a la política exterior de España en el tema del Sahara.

En fin: un hombre paradigma del oscurantismo, que ha declarado “secreto de estado” sus idas y venidas por España o por otros países del mundo alegando problemas de seguridad, cuando hasta el pocero de Agamenón sabe que podría ser un riesgo anunciar previamente algunos desplazamientos del presidente, curiosamente no lo son los del Rey que tiene agenda pública, pero nunca los viajes ya realizados. ¿Dónde está, en este caso, el riesgo a la seguridad?

Que no ha respondido en el parlamento a una sola pregunta, bien manteniendo silencio o contra preguntando con el consabido “¿Cómo se atreven ustedes a preguntarme esto cuando…? O que se declara paladín del movimiento contra el cambio climático y utiliza el helicóptero y el Falcon hasta para ir a merendar al Pardo.

Incluso su extraño comportamiento como defensor de la mujer, cuando tiene el dudoso mérito de haber firmado y obligado a firmar a su bancada la famosa ley del “sí es sí”. La que, según sus propias palabras, “iba a ser la que imitarían todos los gobiernos” y luego tuvo que rectificar con el apoyo de la oposición.

Eso es lo que hay y lo que tenemos: un personaje verdadera aberración democrática, que llegó al poder de forma totalmente legal, aunque mantenga un modo de gobernar profundamente inmoral, y que está donde está por las debilidades y las fisuras de los sistemas democráticos, muy poco protegidos de personajes siniestros como Hitler, por poner un ejemplo extremo, o, a otro nivel, muy, muy inferior, sin comparación en cuanto a la maldad, de trileros como el expresidente Trump o el propio Pedro Sánchez.

E insisto que no quiero establecer paralelismos entre el primero y los segundos porque sería absolutamente injusto. El primero fue un asesino psicópata, los segundos simples medradores ególatras y amorales que han encontrado en la democracia un caldo de cultivo para conseguir objetivos personales, como lo hicieron en su día Hugo Chávez o Daniel Ortega.

Ignoro que clase de poder mental, que influencia tiene sobre los que le rodean, para destrozar carreras políticas o los brillantes currículum de personas que en otro momento fueron limpias, de gran nivel y ejemplo para la ciudadanía, convertidos en marionetas de usar y tirar después de aceptar el caramelo envenenado de ser ministros de su gobierno.

Pedro Sánchez ha manifestado varias veces su preocupación de “como” pasará a la historia, e incluso ha llegado a afirmar la posibilidad de hacerlo por haber desenterrado a Franco, acontecimiento sideral para su máquina de propaganda y acto ridículo, posiblemente justificado desde el punto de vista de la lógica, por el desproporcionadísimo seguimiento que se hizo del momento. Momento para gloria de nuestro gran líder que ha evitado con elegancia los familiares de José Antonio Primo de Rivera.

Y esto es lo que hay porque nosotros lo hemos votado los españoles, aunque no consiguiera una mayoría suficiente que completó con su famoso pacto electoral con Podemos y los apoyos de “los otros”. Los que le dijeron sí por su profunda convicción socialista y se creyeron sus promesas electorales y los mucho que se quedaron en su casa y no dijeron “no”.

Y observarán que no he criticado en ningún momento al socialismo que el dice representar. Porque el socialismo es algo mucho más noble que ha hecho grandes cosas para favorecer la transición y modernizar España.

Sánchez, el que está preparando el gran video reportaje de sus logros y sus hazañas siendo presidente, no es más que el clásico trepa que te puedes encontrar en cualquier gran empresa. Un trepa con mucho poder, por supuesto, pero un trepa sin talla política. Un político de bajo nivel parlamentario, de discursos plagados de muletillas y frases hechas, que evita comparecer en Las Cortes tanto como puede.

Y así pasará a la historia por muchos viajes que haga y mucho marketing que se dedique a resaltar su figura. Medrará en su post poder moviéndose en el mundo de segundo nivel, como lo hace Zapatero, pero nada más. Seguro que no le recordarán como recordamos a los grandes políticos que han construido Europa desde Alemania, Francia, Italia y el resto de las grandes naciones, entre las que está España.

Ni siquiera como Felipe Gonzalez que, sombras aparte, si que figura en los anales de la historia reciente de España y de Europa.

Porque Pedro Sánchez es un presidente muy poco de fiar, e igual lo sería si se hubiera presentado con las siglas del PP, de Podemos o de VOX. Porque en el fondo, y los hechos lo demuestran, no tienen más ideología que sus intereses personales.

Habrá muchos que difieren de mi opinión, incluso que me acusarán de lo que quieran acusarme, pero desafió a quien quiera hacerlo que, además de descalificarme, diga en que parte de lo escrito digo mentira. Que disientan con el cerebro y no con las vísceras. Con datos, por favor.