Otra vez un líder nacionalista, en este caso un lendakari vasco, nos ha sorprendido con otra de sus extrañas interpretaciones de la historia, afirmando que hace 2.000 años los pueblos vascos y catalán estaban ahí, mucho antes que Europa o la Comunidad Europea. Una auténtica perogrullada.
Y esto solo puede significar dos
cosas: O no conoce la realidad de sus propios orígenes o, como en otros
tiempos, sigue pensando que los españoles somos seres inferiores apenas capaces
de razonar y que aceptaremos sin más lo que quieran vendernos.
Y no es algo que me invente. Son
opiniones del fundador del PNV o de su entorno, casi repetidas por Quim Torra
hace menos tiempo, cuando dijo “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar
a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con
forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo,
como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua.
Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es
una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en
su cadena de ADN”
Naturalmente que hace 2.000 años
no existía Francia, ni Europa, ni la Comunidad Europea, Sr. Ibarretxe, pero cada
una de las partes de la península ibérica eran focos de cultura y de
organización social como correspondía a nuestra condición de provincias del imperio
romano, muchos siglos antes de que los habitantes de las tierras altas del
norte de España, aislados por razones geográficas, pudieran integrarse en lo que debió ser desde el principio su
entorno más natural. Porque estos habitantes del norte, no me atrevo a
llamarles vascos, no estaban aislados por voluntad propia, sino por fuerza
mayor.
Pero esta es una realidad que
Uds., los líderes nacionalistas, ignoran deliberadamente tratando de convertir
en virtud lo que fue necesidad.
Si hablamos de pueblos con
historia y cultura reconocida en los tiempos que cita, le recuerdo que el
emperador de Roma era Trajano, nacido en Hispalis, muy cerca de Sevilla, mil quinientos años antes de que
aparecieran los primeros textos escritos en euskera.
Es posible que piensen, y no lo
niego, que las culturas rurales, basadas en la agricultura y la ganadería,
también tuvieron y tienen un gran valor, pero reconocerán que no es lo mismo
porque estamos hablando de un valor sentimental, romántico, pero no hay ninguna
posibilidad real de que hayan influido de forma notable en la construcción de lo
que hoy llamamos Europa, ni en ninguno de sus estamentos. Con todos los respetos, las del norte de
España son algunas más de las muchas culturas rurales de las actuales Francia,
Alemania, Suiza y el resto de países de la Europa montañosa. Culturas y
costumbres que, como los vascos, tratarán de mantener mientras puedan.
Raza supongo que no, ni tampoco
lo afirman, aunque coqueteen con algunos términos biológicos para darle más
énfasis a la cosa. Porque en aquellos tiempos, un poco porque así fue y otro poco
porque Uds. lo exageran, algunas comunidades del norte de España sufrieron un
aislamiento similar al de las Hurdes hasta el Siglo XX, aunque no parece que
fuera tan severo como el de esta comarca.
Me figuro que, en realidad, eran
comunidades relativamente aisladas
por razón de las dificultades orográficas, porque si fuera cierto que eran
pueblo sin mezcla, cosa que dudo, y con una población tan escasa como la de la
época, hubieran sido inevitables los cruces familiares y las consecuentes
enfermedades degenerativas que de
ninguna manera pudieron originar una raza superior, sino todo lo contrario.
Lo lógico es que hubieran
degenerado o desaparecido a causa de las enfermedades relacionadas con la
consanguinidad, y no parece el caso, porque los vascos, y los “chicarrones del
norte” en general, presentan un excelente aspecto y no parecen faltos de salud.
Así pues, y por pura lógica, Uds.
no descienden únicamente de los vascones del año cero. Fueron población, que no
raza, porque el concepto de raza, según la RAE, es “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas
y cuyos caracteres diferenciales se pepetúan por herencia”, y no es el
caso.
Seguro que los vascos no tienen
ni nunca han tenido ese factor RH diferenciado que aseguraba Arzallus en uno de
sus delirios excluyentes. Pura “biología ficción”. Aunque, si hubo
consanguinidad, seguro que tendrían grandes grupos de RH similares, pero
iguales a los de las otras comunidades del resto de la península.
Mucho más si hablamos de los
vascos de nuestros tiempos, gran parte de ellos “maketos”, que no podrán presumir de los famosos ocho
apellidos vascos.
Y para mayor abundamiento, ni
siquiera está claro el origen de la supuesta “raza” o comunidad vasca. Por
supuesto yo no tengo ninguna autoridad para opinar sobre el particular pero es
un hecho que los historiadores nunca se han puesto de acuerdo sobre este origen.
Solo se sabe que los geógrafos romanos denominaron Vasconia al territorio de la actual Navarra, no a
lo que ahora es el País Vasco. Y que una de tantas teorías plausibles sobre
el origen de esta comunidad es que “La
cultura vasca, según la mayoría de los antropólogos e historiadores, sería
descendiente directa de civilización prehistórica franco cantábrica, una
cultura que abarcó todo el tercio norte de la península ibérica y mitad sur de
Francia” (Sic).
¿Y que aporta esta teoría?
Absolutamente nada fundamental, porque todas
las culturas españolas, sin excepción, somos descendientes de alguno de
los pueblos euro asiáticos que llegaron a Europa y se fueron asentando en los
territorios que consideraron más oportunos. A no ser que nos quieran hacer
creer, que no me extrañaría, que los vascos aparecieron en las montañas por
generación espontánea.
Y comparar la pureza de raza
vasca o sus símiles culturales con la catalana es de juzgado de guardia si
existieran tribunales para defender el rigor de la historia.
Como he dicho, es cierto que sus
territorios, como ocurría con parte de los astures y otros pueblos de la
cornisa cantábrica, no eran precisamente lugares de paso, pero ¿Cataluña?
Cataluña era el paso obligado de
todo el que transitaba por las vías romanas, su geografía está plagada de ciudades
históricas y su territorio fue lugar de desarrollo de las grandes culturas que
pasaron por allí. Pero, naturalmente, tampoco tenían sentido de reino ni de
nación, términos que empezaron a apuntarse en el siglo VIII, en tiempos de
Carlomagno, cuando se creó la llamada Marca Hispánica, siendo el de Barcelona
uno de sus condados. Barcelona, que no Cataluña.
Todo lo contrario de lo ocurrido
con los vascos, a los que el aislamiento condenó a un retraso cultural
inevitable. No digo que no fueran ricos en costumbres y tradiciones, ¡que
hermosas tradiciones las suyas!, como ocurre con otras comunidades de la península,
pero tardaron mucho en desarrollar algunas de las ramas de las artes o de las
ciencias.
El Instituto Vasco Etxepare, dice
que: “El euskera es una lengua
genéticamente aislada: es decir, no pertenece a ninguna familia lingüística
conocida. Tampoco el origen de esta lengua está muy claro. Los primeros textos
escritos en euskera datan del siglo XVI, aunque ya en el siglo X se conocen
cantares, expresiones o vocablos escritos que aparecen insertados en otras
lenguas. Aun así, el primer libro escrito en euskera es Linguae Vasconum
Primitiae, escrito por Bernard Dechepare en 1545.”
Como ocurrió con los pueblos
godos que llegaron a la península con lengua propia y sin escritura, aunque
luego se romanizaron.
¡En 1545! Unos cincuenta años
antes de que Miguel de Cervantes escribiera el Quijote. En pleno Siglo XVI, el del Renacimiento.
Pero no importa. Como los
nacionalistas inventores de historias no tienen ni el más mínimo sentido de la
decencia cultural, a poco que me descuide alguien me dirá que el castellano,
nuestra lengua romance del latín, es, en realidad, una lengua romance del
euskera. ¿Que se apuestan?
Resultará que ellos no recibían
influencias culturales de las tierras llanas por el aislamiento, pero los
pueblos de Castilla sí que se dejaron influir por los vascos de las montañas.
Será porque la cultura circula en una sola dirección, preferentemente cuesta
abajo.
Imagínense los mensajes que estarán
recibiendo los aldeanos sin acceso a la cultura o los niños en las escuelas,
porque ahora ya no hace falta que los juglares
vayan de pueblo en pueblo con sus aucas contando historias y leyendas.
Ahora les basta con los periódicos, las
radios, las televisiones y las ikastolas.
En lo único que tiene razón
nuestro ilustre ex lendakari es que antes de que existiera Francia ya existían
los ¿vascos? ¿vascones? Aunque no se sepa dónde. Como también había habitantes
en la “Betica” o en la “Tarraconense”. O en nuestra más modesta “Contestana”
que ya llevaba siglos creciendo en organización social, y que fue cuna de una
cultura tan rica como la Ibérica, modelo de organización social, y creadora de
un arte particular con ejemplos tan notables como la Dama de Elche.
Con la diferencia de que los
habitantes de las tierras más bajas sí que tenían sentimiento de “pueblo”
porque tenían vínculos comerciales con otras sociedades, y vivían mucho más próximos los unos a los otros
que los de las tierras altas, organizados en aldeas y parroquias.
Y que conste que no ataco a los
vascos. Ni mucho menos. Los admiro precisamente porque han tenido una historia
dura que, a diferencia de otras zonas geográficas, les obligó a salir adelante en entornos
hostiles y con muy pocas ayudas exteriores.
Porque han sabido conservar
costumbres ancestrales, y porque parte de mi sangre procede de Rentería y de
Arrigorriaga. Y porque es una gran comunidad, hermosa en su entorno, y poblada
de excelentes paisanos.
Los vascos tienen muchas razones
para sentirse orgullosos de su historia y de sus costumbres, claro que sí. El
problema es, como siempre, la manipulación política que les hace parecer lo que
en realidad no son.
Diferentes sí. Singulares y con
una cultura rica, pero no superiores a cualquier grupo de población que haya
crecido en circunstancias similares. Que
ya está bien de autoproclamaciones de supremacía.
Aprendan del único español que
podría declararse “ser superior” en este momento: Rafa Nadal. Y no solo no lo
hace, sino que evita subirse a los pedestales que otros le construyen.
El país Vasco es tierra de
acogida. Tierra que puede presumir, ahora sí, de estar en el grupo de cabeza de
la cultura y la influencia política de España, tierra hermana que nunca debió
caer en manos de personajes como Sabino Arana y su entorno. De locos
visionarios que decían cosas como estas:
“Antiliberal y antiespañol es lo que todo vizcaíno debe ser”, o “El aseo del vizcaíno es proverbial […]; el
español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año […]. Oíd
hablar a un vizcaíno, y escucharéis la más eufórica, moral y culta de las
lenguas; oídle a un español, y si sólo le oís rebuznar, podéis estar
satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias.«
Inventores del PNV copiando la
estrategia de los nacionalistas catalanes. Partido, el PNV, que nunca ha
descalificado las memeces de su fundador.
Y claro. ¿Que cestos podemos construir
con semejantes mimbres?
Pero es muy importante que no nos mantengamos callados y contestemos
con evidencias a las fantasías de los apologetas de razas o culturas superiores.
Nosotros, los mortales que vivimos en cada rincón de España, no podemos
consentir que semejantes manipuladores se salgan con la suya.
Siendo conocedor de que seguirán con
la misma cantinela, una parte por estrategia política y otra porque se han
creído las mentiras de sus educadores.
Y desde este posicionamiento de
español de a pie que ha estudiado la historia de su nación en el bachillerato y
que procura aumentar sus conocimientos leyendo o escuchando, insisto en que el
Sr. Ibarretxe, o es un inculto con aires de magistrado, como el asno del apunte
de Goya, o es un simple manipulador. Que
elija entre estas dos posiciones, porque no entiendo otras intermedias.
Y un abrazo para los vascos
“normales”, los que viven el cada día en su trabajo, tienen familia, son amigos
de sus amigos y presumen en el resto de España con esa chulería jocosa tan bien
recibida en todos los ambientes. Como el
comentario gracioso de esos bilbaínos de Valladolid, que dicen que no necesitan
haber nacido en su territorio porque los vascos “nacen donde les da la gana”.
Y junto a mi abrazo, le muestro
mi respeto en su propio lenguaje y con los versos de uno de sus saludos
tradicionales, últimamente modificado por la UPV para quitarle la referencia a
Dios y añadir otra a la mujer.
Versos con tan mala traducción al
castellano.
Agur Jaunak
Jaunak agur,
agur t’erdi
Danak Jainkoak
eiñak gire
zuek eta
bai gu ere.
Agur Jaunak,
agur,
agur t’erdi,
hemen gera,
Agur Jaunak.
“Agur jaunak”, amigos y amigas del País Vasco.