Pedro Sánchez, el presidente “yo no he sido” y los incendios forestales.

Pedro Sánchez dixit: “La causa de los terribles incendios que estamos sufriendo es el cambio climático” y con eso, como acostumbra, eludió cualquier cuota de responsabilidad sobre lo que está sucediendo. Simplificaciones tan falsas y groseras, como el decir que Putin es el responsable del aumento del IPC. Sí, pero no.

No hay ninguna duda de que el aumento de las temperaturas facilita mucho la enorme voracidad de los últimos incendios y también es cierto que nuestro presidente no es el responsable de lo que está sucediendo, pero de ahí a asegurar ese “yo no he sido” tan habitual en él, hay todo un trecho de circunstancias, precauciones y obligaciones que es conveniente analizar. Y en este punto me otorgo una cierta autoridad, basada en el hecho de haber pasado muchos años de mi vida en un pueblo de la montaña valenciana, Bocairent, y haber disfrutado mucho, muchísimo de sus llanuras y de sus rincones, de sus zonas de bancales, de sus sendas y caminos, de sus bosques y de su maravilloso monte bajo, de las umbrías y de las rocas.

Autoridad muchísimo menor de la que tienen los que siguen viviendo en ambientes rurales, en este caso los bocairentinos, pero sigo manteniendo ese buen ojo para disfrutar de lo que veo y de reconocer, al mismo tiempo, bellezas y peligros.

Hay una frase, bastante afortunada, que dice que los incendios se apagan en invierno, pero, en mi opinión, muy incompleta, porque los incendios se deben “apagar”, en sus medidas preventivas, todo el año: manteniendo los bosques lo más limpios posibles de maleza, creando cortafuegos reales o teniendo previsto los que convendría establecer sobre la marcha según la zona en que se declaren los incendios y las condiciones medioambientales de viento, humedad y temperatura, controlando las tierras en barbecho porque, si no se limpian de hierbas secas, en lugar de cortafuegos actúan como auténticos regueros de pólvora extendiendo las llamas con suma rapidez de extremo a extremo de los campos, el tener previstos puntos de toma de agua para vehículos aéreos contraincendios, etc.

Y luego, claro está, hay una serie de normas a cumplir o a hacer cumplir, como la prohibición de encender hogueras en el monte, regular el uso de maquinaria agrícola en según que circunstancias, el actuar con severidad sobre los “héroes” de los bosques que los recorren en motos de trial o vehículos todoterreno, sobre los campistas insensatos que dejan basura en el monte, sobre la quema de rastrojos sin autorización ni tomar las debidas precauciones y tantas otras que pueden facilitar el inicio o potenciar  la voracidad de los incendios.

Sin olvidar que, de una vez por todas, se limite esa desproporcionada autoridad otorgada a los ecologistas y su consigna de “dejar en libertad a la naturaleza” que impiden legalmente que se saneen las zonas más peligrosas de los montes, pero que nunca aparecen a la hora de atacar los incendios. La necesidad de organizar los mandos únicos contraincendios o las ayudas entre comunidades, la utilización de drones “oficiales”, pero también de los que son propiedad de particulares autorizados para localizar las zonas “calientes”  o para vigilar a los merodeadores de los montes cuando no hay incendios y, en general, todo lo relacionado con la protección de los montes y la rápida extinción de los incendios que se vayan produciendo.

Y una medida muy urgente es la necesidad de endurecer de forma significativa las penas a los pirómanos, responsables de gran parte de los incendios, para hacerlas proporcionales a los daños causados en lugar de tratarlos como delincuentes sociales o simples gamberros, a los que se les aplican condenas poco ejemplares.

Podría estar escribiendo mucho tiempo sobre posibles medidas preventivas o las encaminadas a la rápida extinción de los incendios, algunas ya en vigor, pero creo que con este botón de muestra ya es suficiente.

Dicho lo cual, es evidente que las elevadísimas temperaturas de estos días son un gran factor de riesgo y un acelerante para potenciar la gravedad de los incendios, pero de eso a simplificar lo que está sucediendo con un absurdo “la culpa es del cambio climático”, hay mucho, muchísimo que Usted, querido presidente y todas las autoridades de la nación pueden y deben hacer.

Unos lo hacen mejor y otros peor, pero todo lo que se hace o lo que no se hace, como el poner coto a los ecologistas radicales, por ejemplo, es manifiestamente mejorable.

Así que, amigo mío, continúe si quiere visitando zonas quemadas para hacerse fotos abrazando a bomberos, si son bomberas mejor porque proporcionan un plus de ternura a la escena, pero que estas visitas no le distraigan de lo que es su verdadera obligación: hacer cumplir las normas existentes y crear nuevas leyes que mejoren la prevención y la lucha contra los incendios y contra lo o los que los propician o los provocan.

Siempre puede caer un rayo sobre un árbol, por supuesto, pero si no se puede evitar el incendio, necesitamos disponer de mejores armas para acotarlo y extinguirlo con mayor fortuna que en la actualidad.

Y deje en paz al cambio climático, a Putin y a todos esos “yo no he sido” con los que acostumbra a lanzar auténticas cortinas de humo, mucho más en un caso cono el que estoy tratando. Cortinas de humos, de fotos y de vídeos con cara compungida.

Y si quiere mejorar su imagen, que buena falta le hace a juzgar por los resultados de las últimas elecciones, ocupe su tiempo en mejorar el bienestar de los españoles y no lo pierda con estas sandeces. Porque ya nos conocemos y estas maniobras de propaganda barata cuelan cada vez menos entre la ciudadanía.

Por supuesto es bueno que los afectados reciban muestras de afecto del gobierno, pero no en este plan de protector magnánimo que promete ayudas con tanta “letra pequeña” que casi nunca se cumplen o con condiciones tan estrictas que cuesta mucho conseguirlas.

Así que, presidente, menos palabras y más medidas para evitar que suceda lo que está sucediendo.

¿El estado de la nación, o la consumación de una traición a Yolanda Díaz?

No es que sea un gran politólogo ni un adivino de los que estaban de moda hace unos años, pero, conociendo al personaje, es evidente que Pedro Sánchez no dejaría volar demasiado a Yolanda Díaz. Porque su situación es realmente desesperada.

Estoy seguro de que por mucho teatro que hagan en el parlamento, balas incluidas, sus apoyadores oficiales seguirán respaldando las iniciativas del gobierno, aunque en alguna ocasión hagan juegos malabares con los votos necesarios y se turnen en el papel de apoyador bueno, el del “sí” y apoyador malo, el del “no” o la abstención.

Y lo harán porque todos ellos están subidos en lo alto de la misma escalera y agarrados a la misma brocha, en la seguridad de qué si cae Pedro Sánchez, caen todos Y ya me contarán que sería de ellos.

Todos menos el partido-araña, el PNV, el más falaz de todos, porque los demás, aunque los rechacemos,  no nos engañan. Ni lo hacen los independentistas ni tampoco lo hace Bildu que siempre han dicho y siguen declarando los mismos objetivos: conseguir sendas repúblicas independientes. Mientras que estos convenencieros, recogedores de las nueces que otros hacen caer del árbol, son los que derrocaron a Rajoy por un plato de lentejas y están a punto de derrocar a Pedro Sánchez si Feijóo, Dios no lo quiera, les mejora la ración en forma de prebendas y transferencias.

Pero otra cosa es si podría ganar unas elecciones y parece evidente que no. No tendría el voto de ninguno de los partidos que le apoyan ni tampoco el mayoritario de los votantes tradicionales del PSOE, porque muchos de ellos no reconocen la ideología de su partido en las políticas disparatadas de este gobierno.  Ni siquiera creo que pudiera revalidar el título de secretario general, por mucho que mantenga el invento populista de las primarias, porque la “masa” es mucho más manipulable desde los medios que los antiguos compromisarios de las federaciones.

Y se irán a la abstención o a esa nebulosa del “país de nunca jamás” que es la “suma” de Yolanda Díaz. Pero esta, que no representa precisamente el Podemos duro de Pablo Iglesias, sí que podría restar votos del “Sanchismo” de los desengañados de “las mareas” y de los restos de los “hubiéramos podido”. Y llevarse los de los comunistas, o bien directamente o “sumando”, porque ya hace muchos años que a los representantes del antiguo PC lo mismo les da carne que pescado si pueden seguir en el machito manteniendo un mínimo de dignidad en su imagen pública.

Así que ha sucedido lo inevitable que ya comentaba como posibilidad el pasado día seis de este mes. La razón del famoso y muy anunciado estado de la nación ha servido, esencialmente, para restar todo lo que había sumado Yolanda Días y presentar a Pedro Sánchez como el nuevo líder de la izquierda, izquierda, no la socialdemocracia anterior, sino de la izquierda más próxima a los postulados del neo comunismo.

Y la prueba del nueve es que todos los “podemitas” de la bancada, más IU, más los otros desgajados de Podemos, casi se han roto las palmas de tanto aplaudir, también la bancada socialista, ya me contarán porqué, mientras la pobre Yolanda “mudaba el semblante” pensado que su gran amigo, su aliado, le estaba robando la merienda y el futuro.

Por cierto. La bancada socialista lo mismo aplaude en pie cuando su presidente se declara líder de la socialdemocracia que cuando, como ahora, se cae de la caballería, ve la luz y amenaza con sacar los hígados a los ricos, a la banca y a las empresas de la energía.

¡Maldita ley electoral que fomenta semejante aborregamiento! En este caso y cuando han sido otros los que gobernaban. Vean la televisión, por favor, y entérense de lo que está ocurriendo en Gran Bretaña.

Valencia, 14 de julio de 2022

La caída de Boris Johnson y la excelente referencia del parlamento británico.

A poco que me conozcan saben que yo soy de la opinión de que el sistema electoral del Reino Unido es el más democrático de los que conozco y en este momento se está demostrando con la dimisión de Boris Johnson de la presidencia de su partido y también la del gobierno, aunque será necesario cumplir el proceso de sustitución que lo retrasará algún tiempo.

Allí como aquí, al presidente lo elige el parlamento, pero hay una pequeña diferencia: cada uno de los parlamentarios británicos ha sido elegido de forma individual en su distrito electoral, haciendo su propia campaña y con el único bagaje de su propio prestigio y de lo que ofrezca a sus electores.

Y es difícil “colar” a gente extraña porque son conocidos por sus votantes y porque saben que va a defender los intereses de su circunscripción. Entre otras cosas porque, si no hacen,  le corren a gorrazos en esas audiencias abiertas obligatorias que tienen en su circunscripción, creo que cada mes e incluso puede que menos tiempo. Naturalmente en la campaña manifiestan si se van a unir a alguno de los partidos representados en la cámara, aunque también pueden hacerlo como libres.

Por lo que ni hay listas cerradas ni tienen ninguna disciplina de voto y cada parlamentario vota libremente según lo que crea más conveniente en cada votación y sin ninguna limitación. Y es por eso por lo que, cuando hay algún presidente que defrauda a una mayoría de los que le eligieron, los de su propio partido, tienen mecanismos para forzarle a rectificar su conducta e incluso para obligarle a dimitir.

Es algo que ya ha ocurrido en otras tres ocasiones anteriores, según creo recordar.

¿Cuál es el resultado de este sistema? Que el mentiroso o traidor a las obligaciones contraídas se va a la calle, pero el partido mantiene el gobierno hasta que se elija a un nuevo líder que, a su vez, será el presidente del gobierno. Y lo será porque será votado como tal por la casi la totalidad de los congresistas de su partido, partido que, en todos estos casos, tiene la mayoría en el parlamento británico.

Y, de esta forma, no hay traumas a nivel nacional, ni nada de nada, porque cambia el presidente, pero no lo comprometido en la campaña electoral que les dio la mayoría. Más bien la política y el partido salen reforzados, porque ha sabido rectificar su propio error al confiar en alguien que no debían.

Y mi envidia es porque si tuviéramos este mismo sistema, y de haber obtenido mayoría en las urnas, que no ha sido el caso, es muy probable que el Partido Socialista hace tiempo que habría defenestrado a Pedro Sánchez por sus mentiras de cada día o por no haber cumplido sus compromisos electorales.

¿Alguna semejanza con lo que tenemos en España? Ninguna. Aquí tenemos una bancada de congresistas aborregados que votan lo que les dice su coordinador levantando los dedos en cada votación, aunque perjudique a la comunidad en la que fueron elegidos.

Sabiendo que si no lo hacen serán sancionados o retirados de sus cargos parlamentarios sin opciones de recurso. Porque, moralmente, el escaño no es suyo ya que han sido elegidos por estar incluidos en la famosa lista y sin ningún mérito propio de cara a la ciudadanía, con el resultado de que la mayoría son auténticos desconocidos para los que los votaron

Legalmente si que es de su propiedad, pero ya sabemos que plantar cara al líder obliga a salir del partido y dejar el escaño o pasar al grupo mixto. Cosa que no ocurre en Gran Bretaña porque, repito, cada uno de ellos es el dueño y señor de su escaño y nadie puede arrebatárselo, salvo escándalo manifiesto o delito previsto en sus leyes.

Es decir, allí son los congresistas los que controlan a su líder y aquí es líder el que actúa como señor de horca y cuchillo, políticamente hablando y decide lo que deben hacer los congresistas y que hacer con ellos si no le obedecen.

Razón por la que, desde siempre, he pedido una reforma de nuestra ley electoral. Cosa que no veré porque el tinglado actual interesa a todos, desde VOX hasta el partido más extremo y minoritario de la extrema izquierda.

¡Ojalá lo vean mis nietas!

El presidente que nunca deja de sorprendernos. Los hombres del puro

Franco, que no tenía más ideología que la que consiguió en opa hostil a la Falange Española, a la Comunión Tradicionalista y a las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, porque necesitaba “algo” para tener una cierta imagen de gobierno normal, no podía discutir con sus adversarios porque estaban escondidos y porque, ellos sí, tenían ideología y un concepto “normal” de lo social, de lo colectivo.

Y por eso tuvo que englobar a todos sus enemigos en un supuesto contubernio “judeomasónico” que no define nada en concreto, pero que simbolizaba las fuerzas ocultas que se oponían a su gobierno.

En resumen: “judeomasónico” y “contubernista” era todo aquel que no estaba con él.

Pues bien, una vez enterrado Franco en el Pardo, habiéndose amortiguado el tema del Rey emérito que descansa tranquilo en su exilio de oro, el presidente, que ha visto pelar las barbas de su vecino, necesitaba un enemigo al que vencer o que le amenace, y no ha tenido más opción que, rememorando a Franco, inventarse uno imposible de derrotar porque no se trata de un personaje real, visible y reconocible: los “hombres del puro”

Esos que, supuestamente, están detrás de todas las tropelías y negativas de colaboración del Partido Popular, porque comparten con ellos el objetivo de hundir a la nación por la via de desobedecer al presidente.

Es evidente que Pedro Sánchez no es un dictador porque nuestra forma de Estado sigue siendo Monarquía Parlamentaria por mucho que en ocasiones trate de disimularlo, pero no es menos cierto que cada día que pasa, se acrecienta su perfil autocrático. Y, como consecuencia ineludible al resurgimiento del PP, que le ataca con propuestas para consensuar lo que, según ellos, quiere “la gente”,  ha tenido que echar mano de un recurso tan antiguo como el hilo negro para justificar algo tan inocente desde el punto de vista político como el “no te ajunto” de los niños cuando se cabrean entre sí: dividir a los españoles, utilizando a los partidos políticos, en dos bandos irreconciliables: los que están con él  y “arriman el hombro” haga lo que haga y diga lo que diga, y el resto, más de la mitad de los españoles según las últimas encuestas, que se pasan el día conspirando contra él, azuzados por los hombres del puro.

En lo que ha fallado es en no explicarnos quienes son los poderosos, porque poderoso, supongo yo, es el grupo Atresmedia, propietaria de la Sexta, entre otras muchas cadenas y plataformas, o el Grupo Prisa, propietario de la Cadena SER y del diario El País, sin contar con parte del empresariado catalán y o de algunos miembros del INDEX 35, que, por lo que se ve, no son sus enemigos.

Aunque, hablando de poderosos, nadie como él, que es dueño temporal de la nación y dispone de herramientas de propaganda tan potentes como la TVE y todas sus cadenas de radio y televisión, de las encuestas del CIS de Tezanos, del “sí señor” de la presidenta del Congreso, cuando le ordena que haga cosas como cambiar el reglamento de las cortes a su conveniencia, de la fiscalía general del Estado y, en ello estamos, tratando de controlar INTRA y el Instituto Nacional de Estadística para que los datos oficiales de paro, de desempleo, o de inflación, sean como conviene que sean y no cómo son en la realidad.

Sin contar con que, con los apoyos actuales y entre otras cosas, puede promulgar leyes o tomar decisiones de más o menos calidad democrática que nos facilite o nos complique la vida, que puede subir impuestos hasta el punto de asfixiar a la ciudadanía o de comprometer la continuidad de las empresas.

En fin, eso sí que es verdadero poder.

Aunque, y eso no le dejará dormir por su obsesión mini imperialista, todavía no son suyos el Poder Judicial ni el Tribunal Constitucional.

¿Puede haber algún otro más poderoso en España? ¿Cuáles son esos famosos hilos que estarían moviendo?

No sé qué tiene entre manos para su futuro. Unos dicen que un alto cargo en la Comunidad Europea, otros que seguir en la política nacional no se sabe con quién ni para qué, pero, haga lo que haga, ya tiene asignado un título que nadie le quitará: ser el presidente más mentiroso y torticero desde la transición e incluso puede que desde que se conoce el parlamentarismo. Y buenos ejemplares, a fe que los hemos tenido a lo largo de la historia.

En política activa no creo que pueda seguir, porque la gente demanda lo que necesita cada vez más y porque los rescoldos del PSOE moribundo pueden reaccionar en algún momento. Y porque sus fantasías cómico-trágicas son tan infantiles que no le servirán de nada, como no le han servido en Madrid, en Castilla-León ni en Andalucía. Es cierto que falta mucho para las elecciones y que puede ocurrir un “no se qué cosa” que cambie las tendencias y las intenciones de voto, pero, si ocurre, no será nada bueno para el país y casi dará lo mismo quién lo gobierne.

Pero si todo transcurre como parece, ni siquiera le queda el recurso de Zapatero: ser la salsa en todos los platos del neo comunismo mundial, porque su predecesor es un iluminado, un radical convencido, mientras que este presidente que los votos nos han dado, solo es un convenenciero sin moral ni ideología. Un arribista que cuando termine su mandato solo dejará tras de él un desastre económico, una fractura social mucho mayor de la que ya existía y un intento de reescribir la historia desde el sectarismo y la falsedad, que tampoco se mantendrá.

Quizás la sucesora de Zapatero en el otro mundo, el de ultramar, sea Susana Díaz, la que ahora está sumando. Porque ella sí que puede acreditar un comunismo real, aunque con buena imagen física y su punto de glamur. Una neo peronista con pedigree.