El discurso del Rey. Del Rey de todos los españoles.

No se trata tanto de comentar el discurso del Rey, que me pareció muy correcto y adecuado al momento político, como  de analizar las reacciones de los partidos políticos.

Sobre la opinión del los independentistas catalanes no vale la pena perder tiempo. Han dicho lo esperado dado sus intereses y el nivel intelectual de los opinantes.

Lo indignante para mí fue el comentario de Aitor Esteban Bravo, portavoz del PNV, respaldado por sus siete apellidos vascos y con esa cara de mala leche que reserva para ocasiones especiales. Se quejó de que no mencionara al País Vasco. ¿Acaso hablo de Valencia, de Aragón o de Galicia? Habló de todos los españoles citando expresamente a los solidarios, a los ciudadanos y sus aspiraciones, y a la necesaria convivencia. Pero claro, se trata de seguir insistiendo en esa especie de superioridad de raza, tan inventada como absurda, para ver si cuela. En ese eterno ponerse de puntillas para simular que se es más alto que nadie.

Y se atrevió a decir, tan puesto en razón él, que “el mensaje fue un mero enunciado, un baño de autoestima que exhibe un estado inseguro, en crisis”. Dicho por personas, como él, que ni necesita abuela para resaltar sus valores, ni tienen ningún empacho en inventar la historia menos creíble de toda España en cuanto a reinos históricos  o nacionalidades se refiere. Inventos que ofenden la inteligencia de los españoles, menos la de los poco documentados que se creen todo lo que dicen personajes interesados en cambiar la historia, como el que nos ocupa.

Porque lo que ahora es País Vasco empezó a conocerse como tal en el siglo XIX. Hasta entonces, la zona confusa de los montes y las tierras altas de lo que ahora es país vasco y parte de Navarra, estaban pobladas por aldeas o parroquias, y caseríos aislados, sin ninguna sensación de ser “un pueblo”, como ocurrió anteriormente con la cultura celta.

(Algunos párrafos de mi artículo “La historia que no estudió el lendakari Ibarretxe”, publicado el pasado mes de junio. https://jlmartinezangel.com/2019/06/11/la-historia-que-no-estudio-el-lendakari-ibarretxe/

“Y, en cuanto a la escritura en euskera, el  Instituto Vasco Etxepare, dice que: “El euskera es una lengua genéticamente aislada: es decir, no pertenece a ninguna familia lingüística conocida. Tampoco el origen de esta lengua está muy claro. Los primeros textos escritos en euskera datan del siglo XVI, aunque ya en el siglo X se conocen cantares, expresiones o vocablos escritos que aparecen insertados en otras lenguas. Aun así, el primer libro escrito en euskera es Linguae Vasconum Primitiae, escrito por Bernard Dechepare en 1545.”

¡En 1545! Unos cincuenta años antes de que Miguel de Cervantes escribiera el Quijote.  En pleno Siglo XVI, el del Renacimiento español.

En el que se dan más detalles de lo insostenible de sus teorías de raza superior y territorio histórico. Fue una cultura singular y respetable, muy respetable, de agricultores y ganaderos)

Que este señor, representante de una autonomía que no retrasmite el discurso del Rey de España en “su” televisión pública y que dedica horas a potenciar los comentarios de todos los disidentes,  reclame para sí y para los suyos un trato preferencial, es sencillamente indignante.

Porque, como ocurre con todos los nacionalistas radicales, no representa a todos “los vascos”, sino a los pertenecientes a ese grupo de visionarios sin base y parásitos insolidarios que es el PNV, encubridor de ETA en otros tiempos y chantajistas profesionales en la actualidad. Envolviéndose, eso sí, en la bandera de su autonomía, lo mismo que hacen los independentistas catalanes. Como si ellos fueran los únicos vascos con autoridad, los ciudadanos, los “aristos” de las tierras vascas.

Vengo diciendo mucho tiempo que el gran peligro no es el independentismo catalán, que dará mucha guerra y nos causará mucho dolor durante bastante tiempo, pero que está políticamente muerto aunque parezca renacer de sus cenizas por la necesidad de apoyos de nuestro ilustre aspirante a la jefatura de gobierno.

El peligro es el PNV. Partido hegemónico en su comunidad, beneficiada en nuestra Constitución con ese cupo que pagan tarde y mal, si lo pagan, y la aceptación tácita de permitir que Navarra se integre en ella si así lo deciden los navarros. Ambos puntos asumidos por razones políticas del momento y no por supuestos derechos históricos que no existen y que, en todo caso, serían comunes a otras autonomías.

Y consiguiendo más transferencias cada vez que se les requiere para ayudar al “gobierno de la nación”. Y así nos tienen, incumpliendo pagos y  trabajando en la integración de Navarra con la ayuda de Bildu y la inanición política del PSOE de Sánchez. El Partido Sanchista Obrero Español.

Y lo digo desde una cierta autoridad, pequeña, que me otorga el que mis abuelos maternos fueran de Irún y Rentería y de que mi madre naciera en Arrigorriaga. Ningún apellido vasco, como el propio señor Esteban, pero un gran apego y un razonable conocimiento de la situación política del País Vasco.

¡Pobre nación la nuestra que cediendo terreno a los políticos ha llegado a semejante nivel de confusión y mediocridad!

Añadido el 31 de diciembre: Este artículo lo escribí hace dos días y ayer tuve ocasión de conocer parte de lo que el PNV ha “cobrado” por apoyar a la eminencia que aspira a ser presidente nos cueste lo que nos cueste.

Que se sepa, porque habrá mucho oculto,  la autorización a tener selecciones deportivas autonómicas vascas, que no deja de ser una forma de ir creando la imagen de “nación”, impulsar las transferencias, entre ellas parece que han hablado de las de prisiones, “dar cauce al reconocimiento de las identidades territoriales del País Vasco y Cataluña”, y ¡asombroso!, que la guardia civil de tráfico deje de operar en Navarra. Es decir, que un partido de una autonomía, País Vasco, negocie la organización y las competencias de otra, Navarra.

Francamente no entiendo como los sensatos de este país, incluida una gran parte del casi difunto PSOE “de toda la vida”, consienten que este hombre se salte a la torera normas y costumbres pactando con los enemigos de  la Constitución y de la propia España, con el único objeto de seguir habitando en la Moncloa.

En cuanto al PNV, eso es precisamente lo que esperaba de semejantes chantajistas. Y, lamentablemente, no me equivocaba

Los cambalaches del Botánic. Legales, por supuesto.

Leído mientras almuerzo: “El Botánico cambia a patronos por políticos en el consejo del Puerto y pelea por sus sillas

Y continúa: “Los socios del Botánico han roto la tradición de incluir empresarios en los puestos del consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) y se disputan su reparto entre altos cargos y responsables públicos. El primero en ser relevado será el naviero y presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Vicente Boluda, que ya no revalida, y le seguirá el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Salvador Navarro, aunque no tiene que enfrentarse con el relevo hasta 2021.

Sus sillas entran en el lote de otras dos ocupadas hasta ahora por la eurodiputada Inmaculada Rodríguez-Piñero (PSPV) y el alto comisionado del Corredor Mediterráneo y ex secretario autonómico de la Vertebración del Territorio de la Conselleria de Obras Públicas, Vicent Boira (Compromís)

¡Bien hecho, si señor!

Lo que sigue ya no es de mi cosecha, son algunos párrafos del libro “Devuélveme el poder”, de Miriam González Durántez.

“..Cuando se critica públicamente el número de puestos de libre designación y de interinos y eventuales, se suelen hacer por el coste que representan para las arcas públicas, pero no por el efecto distorsionador del poder que esta lamentable anomalía administrativa tiene en nuestro sistema.

A todo ese enorme número de funcionarios politizados hay que añadirle los que trabajan en el ingente entramado de empresas y fundaciones públicas, tanto estatales como autonómicas o de las diputaciones provinciales, de España. Un auténtico coladero de influencia política, pues los partidos políticos utilizan esas empresas y fundaciones públicas para nombrar agente afín a sus partidos en sus estructuras de Gobierno y así poder controlarlas. Se estima que tenemos más de 500 empresas y fundaciones públicas, más o menos la mitad a nivel estatal y la otra mitad en comunidades autónomas, pero a éstas hay que añadir las de diputaciones y las locales. De nuevo, no hay informes recientes con el número exacto, pero el último inventario publicado por el Ministerio de Hacienda es de 2013 y recoge nada menos que 2.986 empresas públicas y fundaciones a nivel estatal, autonómico y local. Huelga decir que buena parte de ellas son deficitarias. Pero el problema no es el número, ni siquiera el coste, sino la opacidad, porque la falta de transparencia de este tipo de organizaciones es tal que hasta el Tribunal de Cuentas indica en sus informes anuales que no tiene acceso a la información contable de todas estas fundaciones y empresas. Y no hay transparencia porque muchas de estas organizaciones se utilizan para que los políticos canalicen subvenciones y contratos sin el control administrativo que se les aplicaría si las subvenciones y los contratos se gestionasen directamente desde la Administración. No hace falta más que ver los objetivos de muchísimas de estas empresas y fundaciones fantasmas, que no están ahí porque cumplan una misión que no se podría hacer desde la Administración pública. Lo mejor que nos podría ocurrir a los españoles con respecto a esas fundaciones y empresas es que se sometieran al control administrativo ordinario o que simplemente se cerraran.

Poco más puedo añadir.

No llores por mí, Argentina. Mejor lloremos por España.

He de confesar que tengo a los argentinos por inteligentes, dotados de una excelente oratoria, y educados con un vocabulario muy rico. Pero no los entiendo. No entiendo que, después de tantos años, sigan insistiendo en el peronismo, movimiento político-sindicalista que, excepto en su primera fase, los años de Perón, no ha aportado nada positivo a la nación.

Es cierto que Alberto González tampoco tiene enfrente nada que valga especialmente la pena, pero  en todo este tiempo ¿no han sido capaces de encontrar una tercera via  que gobierne y reorganice el país?

Y si algo no puedo entender es que el actual gobierno haya recuperado a Cristina Fernández de Kirchner, una mujer con una gran mochila cargada de corrupción y de otros hechos poco edificantes, y de multitud de sospechas sobre sus manejos y sus chanchullos, incluido algún posible delito especialmente grave.

Pero les agradezco que hayan recuperado para su causa a Pablo Gentili, el que ha sido asesor de Pablo Iglesias y ahora lo será de Cristina, la nueva vicepresidenta que abronca a los jueces en los juzgados cuando la citan para que aclare sus actividades al frente del gobierno.

Personaje controvertido, Gentili,  que en su carta de despedida dice entre otras cosas, que “vuelvo a la Argentina después de casi 30 años. Es extraño volver al lugar del que no te has ido nunca. Pero necesito regresar a una América Latina donde renace el futuro”.

Si Argentina entiende que “renacer el futuro” es retroceder a como estaban hace treinta años, o más, no me extraña su historia reciente en la que pasan de dictaduras militares a gobiernos peronistas, en un trágico bucle del que no pueden salir. Es como un eterno “día de la marmota”.

Pero, bien pensado, es  exactamente lo mismo que pretenden hacer en nuestro país. Un “renacer” de la nación liderado por un aspirante a presidente confuso en sus mensajes, incluso contradictorio,  aunque firme, muy firme, en su objetivo de ser presidente cueste lo que cueste. Aspirante que por no tener ninguna ideología ha adoptado como suya la de Zapatero.

Cogobernando con Podemos, partido absolutista en el sentido de que practica que sea una cúpula la que dirige el partido, aunque lo disfracen con falsa democracia y referéndums amañados. Lo mismo que implantarían en España si algún día gobernaran, cosa imposible. Un poder, el ejecutivo, que controle y domine a todos los demás. Como era costumbre en las dictaduras comunistas, felizmente desaparecidas

Y con el aplauso y la colaboración necesaria de formaciones tan “modernas” como los independentistas catalanes, que reclaman derechos de 1714, derechos de los poderosos por supuesto y no de la ciudadanía, como si fuera el único de los territorios de España que ha sufrido agravios e injusticias históricas, y también de Bildu, del muy peligroso PNV, y de otros partidos de este tipo.

¿En que estaría yo pensando cuando criticaba a los argentinos que han votado peronismo? Al menos el peronismo cree en la nación argentina, y siempre ha actuado como aglutinante de otras fuerzas políticas.

“Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras, dicen que dijo don  Don Quijote. Pero, como tantas otras cosas que nos hacen creer, tampoco es cierto que esta frase la pronunciara nuestro caballero andante. Caballero que, según su autor, tenía el cerebro seco de tanto leer.

Aquí hay muy pocos con el cerebro seco de tanto leer, más bien hay demasiados que lo tienen adormilado por leer tan poco.

Un fenómeno a estudiar es que a una parte importante de los españoles, se les ha atrofiado el hipocampo, lugar donde se almacena la memoria a largo plazo, y tienen hinchada la corteza prefontal, el lugar donde se almacenan los recuerdos más recientes, la famosa “memoria histórica”, por ejemplo. Aunque también manifiestan un cierto caos cerebral cuando afirman que la dictadura fue cosa “de ayer mismo”, mientras que lo de ETA es “cosa pasada”.

“Memoria histórica” que sirve, sobre todo, para llenar de piedras el camino y frenar así el avance hacia el futuro mientras discutimos “si son galgos o podencos”.

Y valga como ejemplo la última maldad que ha dejado caer nuestra preclara portavoz del gobierno cuando ha afirmado con toda la solemnidad posible y con esa voz suya grave y pausada,  tan de  profesora reñidora, que el problema de Cataluña no es responsabilidad de los independentistas que proclamaron la república, que montaron el referéndum, que bloquearon y bloquean aeropuertos, estaciones, calles y carreteras, y que queman contenedores.

Es herencia de Mariano Rajoy.  Como diría Federico Trillo, “¡manda huevos!¨. A eso se llama simplificar y tener las ideas claras.

Quizás convenga recordar, por si sirviera de algo, el final de la fábula de Tomás de Iriarte, como escrita para los españoles de hoy, y muy especialmente  para los políticos que han fomentado tantas discusiones inútiles y dañinas que solo sirven para dividir a los españoles.

“Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.”
”Son galgos, te digo.”
”Digo que podencos.”

En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.  

Según versiones, la frase más parecida a la atribuida a Don Quijote es ”Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”, que dicen que le dijo Alfonso VI a Rodrigo Díaz de Vivar en un momento de desavenencias.

Frase que resulta más del momento si sustituimos la palabra “Cid” por “Sánchez”.

¡No llores por mí, Argentina. Mejor llora por España

«Devuélveme el poder», de Miriam González Durántez

Sería buen, muy bueno, que los españoles adquiriéramos más cultura política. Y la cultura se adquiere y se aumenta leyendo o escuchando a personas que aportan datos y argumentos, aunque defiendan posiciones políticas diferentes. A unos y a otros, de todas las tendencias.

No a los políticos, ni a las cadenas de televisión, ni a una buena parte de los tertulianos, que siempre son parciales y torticeros. Muy parciales y muy torticeros.

Estoy leyendo, y recomiendo muy especialmente, el libro  “Devuélveme el poder”, de Miriam González Durántez. Miriam, a la que no conocía, tiene una gran experiencia política, conoce a fondo la organización y el funcionamiento de las cámaras y las democracias europeas y es experta en Derecho Político de la Unión Europea. Actualmente reside en los Estados Unidos.

Este libro defiende el liberalismo entendido como debe ser, no como se define en las múltiples versiones españolas, casi todas interesadas, y reclama, casi suplica, que los políticos devuelvan el poder a la ciudadanía que es donde realmente reside.

Y que se desmonte esta estructura política de nuestro país, tan antinatural. Desmontaje que, en mi opinión, solo podemos realizar los españoles denunciando situaciones  de abuso o mal uso, y con nuestros votos:

En uno de los párrafos del libro dice:

Los partidos políticos en España lo pueden todo, lo manejan todo, lo controlan todo, y nada se les escapa: puestos altos, puestos medios, puestos bajos, puestos nimios, contratos públicos relevantes, contratos públicos irrelevantes, gestión de empresas públicas, reglamentación de empresas privadas, organismos supervisores, universidades, televisión, encuesta, subvenciones… no hay palo que no toquen.  Y lo hacen prácticamente sin control ni límites. Hay pocas democracias consolidadas donde los ciudadanos les hayan cedido a los políticos tanto poder como en la nuestra.

La característica dominante del sistema político español no es la centralización ni la descentralización, no es su sesgo hacia la colectividad ni a la individualidad, no es la monarquía, ni siquiera el parlamentarismo: el rasgo más marcado de nuestro sistema político es, de lejos,  su carácter partitocrático e iliberal. Si una sociedad liberal es aquella en la que el poder reside en cada ciudadano, la sociedad española es justo lo contrario: el poder que por derecho propio corresponde a cada ciudadano español y que a través del contrato social que constituye nuestra norma más básica, la Constitución, se debería haber cedido a los estamentos políticos de forma limitada, trasparente y con garantías ha sido copado por una clase política omnipotente y omnipresente, que se ha hecho con ese poder como si fuera suyo y lo ha expandido a áreas que no deberían tener nada que ver con la política.”

Y más adelante:

Una de las cosas que más llama la atención de nuestro sistema político es la enorme cantidad de puestos políticos que tenemos en España, muchísimos más que en prácticamente todo resto de los países comparables con el nuestro. No hay cifras públicas centralizadas (lo cual ya da una idea del oscurantismo de nuestro sistema), pero se estima que tenemos entre 300.000 y 400.000 políticos para gestionar un país de 46.530.000 habitantes. Para entender lo absurdo de esta cifra no hace falta más que compararla con el número de personas que ejercen otras profesiones en España: tenemos más del doble de políticos que de científicos y cuatro veces más políticos que miembros del Cuerpo Nacional de Policía. Cubrimos toda las necesidades médicas de todos los habitantes de nuestro país (los sanos, los enfermos  ocasionales, los que padecen enfermedades leves y enfermedades largas y complicadas, los enfermos crónicos y los terminales) con la mitad de las personas que tenemos dedicadas a tomar decisiones políticas. Es simplemente imposible que toda esta enorme cantidad de políticos que tenemos en España tengan suficiente trabajo para estar ocupados.

Hasta Alemania que tiene una estructura política federal compleja y que nos dobla por ejemplo en población tiene menos políticos que nosotros”.

El “cambio climático”. Mejor fabricar iconos que tomar decisiones.

Que estamos sufriendo un calentamiento de las temperaturas es un hecho. También es un hecho que los humanos tenemos una parte de culpa. No se cuanta, pero alguna.

Desconozco se si es un ciclo, como otros que ha tenido la tierra, o es un “cambio climático”, pero para todos los efectos es exactamente igual. En cualquiera de los dos supuestos suben las temperaturas y algo hay que hacer. Con urgencia.

A mí no me gusta que se hable de “cambio climático” porque, a su reclamo, Al Gore y otros muchos han ganado mucho dinero dando consejos y conferencias mientras viajaban de un lado para otro con sus muy contaminantes aviones privados. Hablar de “ciclo” tendría mucho menos tirón.

Pero llegados a este punto, ¿qué hacemos? Por lo que estoy viendo, las naciones se tiran los trastos a la cabeza, unos con más razón que otros, y se dividen en  tres bloques principales:

  • Los desarrollados que están tomando algunas medidas, como la Unión Europea
  • Los desarrollados que no quieren saber nada de asunto porque se niegan a frenar la locomotora de lo que ellos llaman “progreso”. Especialmente Estados Unidos.
  • Y los menos industrializados, especialmente la India y China, que argumentan, con razón, que no pueden pedirles que paren la industrialización cuando están tan retrasados con el mundo occidental y desarrollado.

De Rusia, ni sé ni donde está ni lo que está haciendo.

Con el segundo bloque, encabezado por EEUU, poco se puede hacer, salvo esperar un cambio de administración, y que Dios reparta suerte. Porque en este momento tienen el poder, la prepotencia y la inconsciencia. Y es utópico que Europa, más concienciada, trate de penalizarlos si no rebajan la contaminación. Seguro que a Trump se le pondría el dedo tieso.

Y el tercero necesita paciencia y ayudas para que avancen más rápidamente en el cambio de consumibles fósiles por energías renovables o menos contaminantes.

Pero, incluso en Europa, no todos los gobiernos tiran del carro con la misma fuerza. En España, por ejemplo, la consigna es muy clara: populismo, frases bonitas y, como se dice en Valencia, “de forment, ni un gra[1]. Postura bastante parecida a la de otros gobiernos que permanecen subidos a la escalera del miedo a las decisiones, agarrándose a la brocha delos símbolos, los iconos o cualquier otra causa que les permita ganar tiempo y esperar a que otros más concienciados, como los países nórdicos, compensen su falta de acciones efectivas.

Por lo que ahora, ¡que descanso! aplauden rabiosamente a una niña sueca que, muy cabreada,  riñe a mandatarios de la tierra, algunos con botón rojo nuclear, porque, gracias a ella, descubren que “algo hay que hacer”, y además “con urgencia”.

Supongo que no tendrá una intervención directa ante las delegaciones de esta cumbre, pero seguro que recibirá mucha pleitesía por parte de personalidades y autoridades.

¿Se ha visto un cinismo mayor? Es cierto que los ciudadanos necesitamos símbolos visibles, referencias que nos visualicen determinada campaña o determinado proyecto: Iconos, lazos, carteles, pins, banderines, etc.

Pero ¿los gobiernos? ¡Anda ya! A otro perro con ese hueso. Se trata de ganar tiempo y conseguir fotos. Hoy nuestro “en funciones” y parte de sus ministros han ido a IFEMA en coches poco contaminantes, pero ¿a Segovia, a Albacete, o a un concierto en Castellón? ¡Por favor, “que soy el presidente”, tengo mucho que hacer y poco tiempo para hacerlo! Y para eso están “mi” helicóptero y “mi” Falcon.

Y en eso no se diferenciará mucho de otros jefes de gobierno “anti cambio climático”. Los muchos miles de asistentes a este foro, por ejemplo, habrán contaminado en estos días más que muchas industrias en años.

Consigamos titulares y distraigamos al personal. ¡Ni Franco! Aprended del ejemplo. ¡La “niña” cruzando el Atlántico en catamarán! Hay que ofrecerle trenes, coches eléctricos, o alfombras voladoras para que llegue a Madrid como Cleopatra al encuentro de Cesar en la película de la 20th-Century-Fox. ¡Que viene “ella”!

Sigo pensando que los niños y los jóvenes, donde mejor están es en los colegios o los institutos. Y, eso sí, hay que mentalizarlos y educarlos en la protección y el disfrute del medio ambiente. Con la ayuda de los profesores y el ejemplo de los padres.

Y me parece bien que esta niña o cualquier otra persona consiga concienciar a cuantos más mejor. Y que vaya a manifestaciones, como la de esta tarde en Madrid, dé charlas o publique libros. O  que se presente en los botellones afeando a los presentes la suciedad que están provocando.

Y no se trata de criticar a la niña o a su entorno porque no tengo razones para hacerlo. Me falta información, Lo que me parece impresentable es que los responsables de cada gobierno finjan que acuden a su convocatoria para escucharla con aspecto de que van a descubrir cosas,  y de que tomarán nota para hacer algo.

¿Y las soluciones? He leído un artículo de prensa con este titular “las redes sociales son el campo de batalla donde se ganará esta lucha”, contra la contaminación, naturalmente.

Es decir, parece que la batalla se ganará educando, mentalizando, debatiendo. Me temo que con el mismo éxito que se está consiguiendo para erradicar el sexismo, el machismo, el odio al diferente, la violencia doméstica, los botellones invasores y tantas otras anomalías sociales que cada vez tienen más practicantes.

Naturalmente hay que insistir en la mentalización y la educación, pero si los gobiernos no legislan y reprimen infracciones, poco se conseguirá.

Pero, claro, legislar “contra” los usos ciudadanos resulta impopular y hace perder votos.

Un ejemplo de ciencia ficción:

El gobierno español redacta un anteproyecto por el que los plásticos en general, y todo lo no reciclable sea ilegal en un plazo de dos años. Como primera medida, todos los alimentos deberán estar envasados en papel, cartón,  cristal, o metal.

Esta medida se discutirá  en el parlamento y, de aprobarse, que se aprobará porque todos los grupos parlamentarios son “super , super, ecologistas”, entrará en vigor tres meses después de publicarse en el BOE, y se desarrollará en un faseado de implantación que finalizará dos años después de la fecha de inicio.

Naturalmente este decreto obligaría a un reciclado de las industrias de envasados plásticos hacia otros tipos de materiales, y a que las tiendas y las grandes superficies empaqueten las compras de los clientes que no lleven sus propias bolsas, en las que les proporcione cada establecimiento.

Bolsas que deberían cobrar a un precio realmente disuasorio porque la fabricación de papel también es altamente contaminante y deforesta la tierra.

Como es inevitable, esta medida hará que los precios finales de alimentos o materiales envasados suban de precio. Y notablemente, pero será una medida realmente efectiva. Que se podría acompañar incentivando la venta a granel de productos como legumbres, etc., de la misma forma que se hacía hace cuarenta años, cuando se presentaban en sacos de arpillera o en recipientes de madera.

¿A que sería eficaz?

Pero  no soñemos. Pocos gobiernos se atreverán a tomar medidas como esta porque sabe que  nosotros, los compradores ecologistas que vamos a las manifestaciones y nos indignamos cuando vemos imágenes de plásticos en los ríos o en los mares,  o envolviendo a los pobres animales marinos, encajaríamos muy mal el sobrecoste de la decisión.

Y porque las decisiones de algunos gobiernos, el de España muy especialmente, están menos condicionadas por el bienestar de los españoles que por la opinión de los Iván Redondo o de los otros asesores de turno.

Porque estamos en una cultura de los gestos y no de los compromisos y los sacrificios. En una sociedad que reclama derechos y no acepta las obligaciones, que se presentan como “limitaciones”. Recoger plásticos en las playas, sí. Queda bonito. Aceptar  que no se utilicen a cambio de perder “calidad” de vida, no. Y cuando digo calidad de vida, me refiero a la calidad del ocio, no a la verdadera calidad de vida.

Y esto será así hasta que todos entendemos que la calidad ambiental tiene un coste y exige sacrificios. Tendríamos que renunciar a alguna que otra cerveza, a recortar las vacaciones anuales, a no gastar tanto en caprichos varios, etc.

Pero tomar decisiones como las del ejemplo es lo que se le llama gobernar. Sin necesidad de niñas reñidoras que nos cubran las espaldas políticas. Como hizo un gobierno que, hace años,  decidió la muy controvertida ley que prohibía fumar en los bares y sitios oficiales que suscitó una reacción furibunda de los fumadores, pero que terminó imponiéndose.

Ley que se aprobó en el año 2010, siendo presidente del gobierno Rodríguez Zapatero. Presidente que cometió bastantes errores, pero que nunca se movió por intereses personales, sino por su ideología política que superponía a cualquier otro condicionante.

Desconozco cuantos seguidores o “amigos” tiene Greta en las redes sociales, pero seguro que son muchos millones.  Y, esto, que seguramente no utilizará más que para defender sus campañas a favor de la ecología, quiere decir que se ha convertido en una “influencer” muy potente. Puede que la más potente del mundo. Y que si mañana aparece en las redes con un jersey  naranja con cuadros verdes, seguro que los fabricantes de moda juvenil queman las hilaturas fabricando ese modelo.

Insisto. No digo, ni siquiera insinúo que Greta o sus padres estén dedicados a esta lucha por interés, pero puede que más de uno estará ganado dinero a su costa, quizás algunos de los que están soportando económicamente su campaña, que alguien, o muchos, lo están haciendo.

Y, tal como están las cosas, irán apareciendo “niñas símbolo” (digo niñas por la cosa del feminismo) de toda clase y condición.

No tiene que ver con el caso que nos ocupa, que tiene otro color, pero hemos tenido niñas “gravísimas” que han supuesto un gran negocio para sus padres.

Que en todos estos asuntos, y al margen de la nobleza de cada causa, siempre aparece  alguien que, en algún momento, percibe el olor del dinero.

Mi conclusión: que teniendo como tenemos un problema grave, es de exigir a los gobiernos que tomen decisiones aunque sean dolorosas para sus administrados. Y que no pierdan tiempo esperando posibles mentalizaciones de los ciudadanos con mensajes bonitos o potentes campañas de marketing. Y si necesitan a alguien que les riña, que convoquen a los científicos y a los técnicos que, ellos sí, les dimensionarán el problema y les sugerirán soluciones.

Y nosotros, los que podemos hacer algo práctico, menos actos multitudinarios  y más evitar consumos de materiales y combustibles contaminantes, y más obedecer a los gobiernos cuando dictan leyes o recomiendan comportamientos “limpios”.

Y todos, ellos y nosotros, sin hacer política con la ecología.


[1] “Ni un grano de trigo” equivale a mucho hablar y poco resolver.

El “conflicto político” del PSOE.

Pedro Sánchez hizo una campaña afirmando rotundamente, muy especialmente en los últimos días, que no pactaría con los nacionalistas y que no podía dormir pensado en la posibilidad de que Podemos entrara a formar parte de su gobierno.

Y con estos mensajes, lanzados con ese lenguaje corporal estudiado de apretar las mandíbulas hasta hacer que se destaquen claramente sus maseteros, obtuvo 6.752.983 votos.

Pero al día siguiente de las elecciones anunció que habían empezado las negociaciones con Podemos y, como consecuencia natural porque necesitaría más votos, con partidos independentistas. Y lo decidió como primera opción, porque no se había puesto en contacto ni con el PP ni con Ciudadanos.

Lo que le cataloga como mentiroso  profesional con premeditación, nocturnidad y alevosía. No cabe la menor duda de que la suya era una decisión meditada previamente, y  no consecuencia de un fracaso de negociación con los que él llama extrema derecha porque, según aseguran desde los partidos constitucionales, ni siquiera les llamó.

O, mejor aún, actuando como un auténtico trilero de la política que escondía la bolita en un cubilete diferente al esperado.

Pero la cosa no queda ahí y, como necesita los votos de Esquerra, no ha tenido ningún reparo en cambiar su definición de los disturbios de Cataluña, a los que llamaba “problemas de convivencia” por “conflicto político”, definición que muy probablemente tendrá importantes consecuencias de cara a la imagen internacional de lo que está ocurriendo en esa comunidad.

Pero, como buen trilero, también necesitaba comparsas y cómplices, conscientes o inconscientes, para dar una apariencia de normalidad y honorabilidad al timo.

En este caso los comparsas fueron los ministros que afirmaron, unos con más convencimiento, otros más forzados, lo mismo que decía su presidente en funciones. Que de ninguna manera se iba a pactar con Podemos, y menos con los independentistas o los pro etarras.

Los cómplices, la coartada, fueron los 95.421 militantes del PSOE que dieron carta blanca a su decisión de cambiar las reglas de juego y convertir a los que hasta entonces eran indeseables políticos en la única alternativa para formar un gobierno “progresista”. Y digo cómplices necesarios porque estos, los militantes que votaron “sí”, ya conocían la nueva estrategia de su líder.

Que, como he dicho,  nunca se ha planteado otra alternativa porque sabe que, por muchos problemas que tenga para conseguir la investidura y para gobernar, si la consigue,  sus aliados en potencia son los únicos que pueden mantenerle en la Moncloa porque le necesitan mucho más a él, que él a ellos.

Sánchez, aunque fuera actuando contra su voluntad, sabe que podría conseguir el respaldo o la abstención del PP y Ciudadanos si formalizara un pacto de legislatura con los cuatro o cinco puntos más urgentes para los ciudadanos. Podemos y los independentistas saben que sin el PSOE perderían cualquier posible influencia en la política española. Y también el PNV.

Por lo que su tesitura, la de sus “socios preferentes”,  es mantener a Pedro Sánchez cueste lo que cueste. En el fondo Rufián dijo la verdad cuando hablaba de un Sánchez derrotado, pero se equivoca al suponer que lo tienen en sus manos. Sánchez es un superviviente nato y tiene recursos suficientes para salir de situaciones complicadas, como ya ha demostrado en varias ocasiones.

En cuanto a la gobernabilidad, que para cualquier otro resultaría imposible, sería cuestión de ir “comerciando” con “los suyos” cada iniciativa parlamentaria. España es rica en recursos, las leyes se pueden retorcer, y todavía quedan muchas competencias que se pueden transferir.

Y si no, conociendo su mentalidad tan poco democrática y su demostrado desprecio por las reglas del juego, podía pasarse toda una legislatura utilizando repetidamente y con todo descaro el recurso extraordinario del decreto ley. Ya lo ha hecho.

Y con una buena imagen pública, que para eso ha colocado a personas de toda confianza en los medios de comunicación. Para explicarnos cada día lo malos que son “los otros” y lo poco que quieren a España porque no apoyan sus iniciativas.

El problema será, de nuevo, aprobar los presupuestos, pero ¡ya inventará algo!

Y el resultado de toda esta estrategia tan complicada es que 95.421 militantes, el 1,45 % del total de votantes al PSOE, han blanqueado la decisión de este candidato tan poco de fiar.

Pero una cosa es ser militante y otra muy diferente ser votante. Seguro que a una buena parte de los 6.657.562 votantes “no militantes” que le votaron en las elecciones generales se les habrá quedado cara de bobo, pero lo cierto es que ellos se quedan con su cara, y Sánchez con la posibilidad de formar gobierno en unas condiciones diametralmente opuestas a las anunciadas.

Y, mientras y como siempre, el PNV continúa recogiendo las nueces que otros han hecho caer sacudiendo los árboles. Sin ningún sufrimiento en propia carne. Sin despeinarse. En tiempos fue ETA, ahora son los independentistas catalanes los que les están haciendo el trabajo sucio.  

Yo he conocido, desde la distancia claro, a todos los presidente de gobierno que hemos tenido desde la transición, y todos,  ideologías al margen, han tenido muchas luces y algunas sombras. Y todos, a su manera, han trabajado por España y han aportado nuevas protecciones, nuevas ventajas sociales, más libertades.

Hasta que en un determinado momento apareció Zapatero y fue el único verso suelto porque en lugar de seguir avanzando en el camino de la modernización del país, intentó retroceder en la historia y, como consecuencia, descompensó la economía, hizo subir el paro, y provocó un inicio de división de los españoles con su memoria histórica y leyes similares.

Pero Zapatero era un iluminado que creía lo que decía y no era consciente de los daños que causaba. Incluso ahora, que trata de hacernos creer que Otegi fue el gran conseguidor de lo que él llama “el final de ETA”. Y para ello no puede  usar el término real, “la derrota de ETA”, conseguida por las Fuerzas de Orden Público con la colaboración de Francia y otros países,  y por la valentía y el sacrificio de tantos políticos, personal de la judicatura, o simples civiles.

Decir “el final” suena a ambiguo. Derrota es mucho más real, porque ETA no decidió su final por propia iniciativa. Se disolvió cuando perdió toda su capacidad operativa y gran parte del apoyo ciudadano.

La versión del ex presidente es mucho más simple y pretende dar un cierto aire romántico a lo que solo fueron actos criminales realizados por asesinos.

Nosotros, los que vivimos esa época, sabemos la verdad absoluta: que ETA ejecutó a más de ochocientos cincuenta españoles de toda condición, realizó un montón de secuestros y provocó ni se sabe cuantos heridos,

Y que parte de todos estos hechos luctuosos, terribles, fueron posibles gracias a la colaboración del propio Otegui.

Pues bien, según la versión más simple de  Zapatero, da la impresión de que una mañana cualquiera, estando ETA en su total plenitud,  el “hombre de paz” se levantó y decidió que aquello se había acabado.

Pues bien. Doy fe de que muchos españoles de hoy, lo escuchan y se lo creen.

Entre ellos el propio Zapatero que, como digo, es un iluminado que actúa como Don Quijote, porque cree ver gigantes donde solo hay molinos. O quizás como Sancho que solo veía molinos cuando le decían que habían gigantes.

Sánchez no. Sánchez es un hombre de gran ambición, con muy poca ideología política, y con un ego desmesurado, que ha aprovechado todas las oportunidades que se le han brindado para medrar a costa de quien fuere y de lo que fuere.

Y utilizo la segunda acepción del diccionario de la RAE que dice “Dicho de una persona: Mejorar de fortuna aumentando sus bienes, reputación, etc., especialmente cuando lo hace con artimañas o aprovechándose de las circunstancias.”  

Lo que en la empresa privada se conoce como un escalador, un “trepa”. Que no tiene nada que ver con las personas que tienen interés en promocionar dentro de sus empresas, y lo hacen con buenas artes, preparándose para ello y actuando con honradez.

Lo trágico de esta historia es que el PSOE poco puede hacer para  renovarse porque el comité ejecutivo actual es un auténtico fortín que impide cualquier asalto. Ni siquiera una escaramuza. Nunca un Secretario General del PSOE tuvo tanto poder como lo tiene él. Nunca el PSOE tuvo menos democracia, por mucho que se trate de dar una falsa visión de consultas a militantes con preguntas dirigidas.

Sánchez, con la ayuda de unos pocos incondicionales de rango menor, hicieron una especie de OPA hostil al partido, al PSOE, y la ganó. Y llegados a este punto no puedo evitar que la ejecutiva actual, que es tanto como decir todo el partido, me recuerde bastante al antiguo sindicato vertical del franquismo. Algunas frases rimbombantes, pequeñas discrepancias, pero en lo que se refiere a la toma de decisiones, y como su propio nombre indicaba, total verticalidad. De arriba abajo, naturalmente.

El PSOE de “antes”, cuando era partido democrático, tuvo y mantuvo familias como Izquierda Democrática, la Unidad Socialista de Tierno Galván, o Izquierda Socialista, posiblemente el ala más radical. Y un montón, legión, de militantes con fuerza y criterio como Alfonso Guerra, Ramón Rubial, Felipe González, Pablo Castellanos, Luis Gómez Llorente, el mencionado Tierno Galván, Francisco Fernández Ordoñez, Eduardo Sotillos, Solana, Barrionuevo, Boyer, Solchaga, Barón, Moscoso, Felix Pons, Leguina,  de la Cuadra-Salcedo, Ernets Lluch, Nicolás Redondo, o más recientemente, Rubalcaba, Maria Teresa Fernández de la Vega, o Carmen Chacón. 

Y esta relación de nombres solo es una pequeña muestra de la gran cantidad de grandes políticos que colaboraron en la transición, engrandecieron el partido y trabajaron para la nación.

Pues bien, en este momento, todos ellos juntos serían incapaces de poder convocar un Congreso Extraordinario abierto para valorar los nuevos tiempos y las nuevas estrategias, que es lo que está necesitando el partido, porque el PSOE actual es Pedro Sánchez, solo Pedro Sánchez,  y nunca lo permitiría.

Y todos los citados anteriormente tenían en común, pisotones, zancadillas y algún que otro navajazo al margen, que eran, ante todo, socialistas, y que les unía un proyecto superior a sus propios intereses.

Un PSOE que se adaptó  a los nuevos tiempos y que en su XXVIII Congreso renunció a que el marxismo fuera su ideología oficial. Me refiero, ¡que añoranza! a un PSOE presidido por Felipe González, y con cuadros de ministros y representantes de mucha calidad.

Por lo que, al margen de quejarnos, escribir, advertir y rebelarnos, poco podemos hacer. El PSOE está encallado en un fondo  muy rocoso, y la única forma de regeneración posible es que Sánchez fracase y tenga que retirarse.

Y es una solución que me da pánico que se produzca, porque para llegar a ese punto tendría que dejar tras de sí tal cantidad de brechas  en nuestro sistema político, económico y social, que costaría mucho tiempo repararlas. Y la peor de todas, la más dolorosa, la división que está creando a los españoles.

Por lo que creo que es el PSOE de Pedro Sánchez y no Cataluña quien tiene un verdadero “conflicto político”