A Rafael Duyos Giorgeta – El médico, poeta y sacerdote que me honró con su amistad

Hace unos día pase a Facebook la imagen de una mesa de Santa Catalina que en su día ocupó la Infanta Isabel, «la Chata», glosada por Rafael Duyos Giorgeta en su poema «La Chata en los toros»,


¡Deprisa, que no llegamos!,
¡quiero la mantilla blanca!
¡Que run-run por los pasillos
del Palacio de Quintana!

y al hacerlo recordé una deuda histórica que tengo con el médico-poeta, con el que coincidí en el Madrid de los años 60, cuando trabajaba en Iberia Líneas Aéreas y encauzaba mis inquietudes entre los cursillos de cristiandad y las Hermandades de Trabajo, obra poco conocida que nos comprometió en una época complicada social y políticamente, que acababa de estrenar sede en la Glorieta de San Bernardo.

Antes, yo no lo viví, se reunían en la calle porque no estaban bien vistos por el régimen ni suficientemente apoyadas por la jerarquía eclesiástica.

Rafael Duyos, valenciano que siempre ejerció de valenciano, amante de las fallas y de la pólvora, fue médico, director de la revista poética valenciana “Murta” durante la república, poeta y sacerdote. En un fragmento de sus poemas dice:


Más que el ruido, el perfume
que popular y señorial, ayer,
removió las palabras de Luis Vives
y el grito nacional del Palleter…

Estrépito y aroma
que de Valencia, el júbilo resume…
Pero del estallido cegador,
más que el ruido… ¡el perfume!

Naturalmente, se refiere a las tracas y al humo de la pólvora.

Siendo como era un hombre de grandes convicciones religiosas, y pudiendo hacerlo porque había enviudado años antes, decidió ingresar en el seminario Marianista, pero le resultó demasiado duro por su edad y sus condiciones físicas, por lo que, aconsejado por su familia y sus profesores, decidió completar los cursos de teología, siendo ordenado como sacerdote secular por el Cardenal Tarancón en una ceremonia entrañable en la que Antonio Bienvenida, uno de sus grandes amigos del mundo de la tauromaquia, actuó como «mozo de espadas» ayudándole a revestirse para su primera misa. Fue en 1973 y tenía 67 años.

Rafael Duyos se especializó en cardiología en Madrid y también en Viena y Heidelberg, aunque sus amigos poetas decían de él que: “Es un médico poeta, rapsoda más que galeno, recita más que receta”. Ejerció su profesión en Valencia, en Tánger (Marruecos), y en Madrid desde 1940 hasta 1972.

De carácter apasionado, fue embajador de la poesía española en Hispanoamérica. Sus poemas abarcaban muchos temas, desde el amor y la mística, hasta la taurina (era un gran aficionado y amigo de las primeras figuras de la época), pasando por la más canalla y costumbrista. Su sensibilidad por los hechos y los acontecimientos terribles de la época se demuestra con dos de sus poemas: Hiroshima, y el homenaje a García Lorca titulado, Llanto por lo irremediable.

Amigo de Gil Albert, Agustín de Foxá, Rafael de León, Luis Felipe Vivanco y otros, nunca ha sido reconocido como se merece porque, como ocurrió con José María Pemán y otros ilustres que vivieron y desarrollaron su actividad en la época de Franco, se les consideró intelectuales “de derechas” en una época en la que era muy importante marcar diferencias en España, obviando su obra y sus aportes a la cultura española.

Gran parte de los políticos de la derecha española de aquella época y de los años posteriores practicaron una especie de conversión a los nuevos tiempos, ejemplarizada en gestos como el trato dado a los intelectuales: Si habían sido alabados y reconocidos durante el régimen estaban contaminados y venían con el letrero de “no tocar, peligro de muerte”, muerte política, por supuesto. Una muestra más de la pobreza intelectual de muchos españoles, especialmente los políticos, que, todavía hoy, antes de juzgar una obra se ven en la obligación de conocer a su autor, por si acaso glosan a quién “no deben”.

Porque llegó la transición y, afortunadamente, continuaron ejerciendo sin problemas, abogados, jueces, militares, artista de cine o de teatro, cantantes, humoristas, profesores universitarios, maestros etc., algunos de ellos jurando en falso que nunca habían “actuado” en el Pardo o para el general, pero ¡cuidado con los intelectuales que publicaron en la época de Franco!.

Este rechazo a la obra en función del autor es como si despreciáramos la de Miguel Angel porque trabajó para papas, o la de pintores o artistas por ser homosexuales, blancos, negros o de cualquier color. Estamos en un país que decapitó estatuas de reyes porque “fueron fascistas”, o destrozaron obras de arte porque las crearon gente de tal o cual signo, según época y quien mandara.

Exactamente igual y con el mismo rigor intelectual que los talibanes o los fundamentalistas musulmanes que destruyeron Budas milenarios, o las ruinas de Palmira, porque son “paganas”. ¡Quememos las pinturas religiosas de Boccaccio! ¡O el Cristo de Velazquez!.

Todo el que ha viajado a Grecia, yo entre ellos, se ha maravillado del pórtico de las Cariátides en el templo de Erecteión, junto al Partenón. Sin embargo esta joya del arte universal es la máxima expresión del machismo y la represión, puesto que estas mujeres, las Caríatides, fueron tomadas como esclavas y condenadas a soportar cargas desorbitadas después de que su país, Laconia, fuera derrotado por los otros griegos en las Guerras Médicas. Y el máximo castigo fue el simbolismo de sustituir columnas por cuerpos de mujeres para que estuvieran soportando el peso de las edificaciones por toda la eternidad. ¡Destruyamos semejante símbolo de la barbaridad sexista y opresora!

Yo he sido testigo de la emoción de un japonés de cierta edad que tuvo que sentarse en una piedra llorando desconsoladamente cuando remontó las escaleras del Partenón y se encontró frente a ese símbolo de la antigüedad. Seguro que no se planteaba quien lo construyó y que intenciones tuvo al hacerlo. Es más probable que él, como yo, se considerara muy afortunado al contemplar la obra emblemática de toda una cultura, que nadie se atrevió a destruir.

Volviendo al tema que me ocupa, Rafael me honró con su amistad cuando viví en Madrid en los años 1963, 1964 y 1965 porque coincidimos en la Parroquia de San Bernardo y estábamos en un mismo grupo de actividades parroquiales junto a otros tres o cuatro de la comunidad, uno de ellos un ciego inteligente y encantador de trato que vendía los antiguos “cupones” de la ONCE en la Glorieta de San Bernardo.

Por cierto, y como anécdota entrañable, unos años después fui a su mini puesto de cupones y le pedí uno de ellos sin identificarme. No le engañé y me dio un abrazo gritando: “¿un cupón?, valenciano, ¿serás cabrón? (perdón por la expresión)¡Un palo es lo que te voy a dar!”.

Retomo la narración repitiendo la enorme valencianía y gran sensibilidad de Rafael Duyos.

Por su intermediación también conocí al Maestro Rodrigo, otro valenciano ilustre, aunque solo estuve una vez en su casa. Y me maravillo ahora, como me maravillaba entonces, de que hombres de tanta talla intelectual y tanta diferencia de edad, me trataran como un igual y respetaran mis opiniones como si tuvieran algún valor.

Todavía no había entrado en el seminario aunque ya nos anunció su intención de hacerlo. Nos separamos cuando yo volví a Valencia, pero mantuvimos alguna correspondencia durante los años siguientes. Su letra, pulcra y apretada, me hablaba de proyectos e ilusiones que, seguro, mantuvo hasta el día de su muerte.

Le nombraron hijo adoptivo de Utiel, ciudad en la que está enterrado, y Requena le organizó un homenaje en el centenario de su nacimiento. Tiene calles en Dos hermanas (Sevilla), Utiel, Requena y Petrer, pero no recuerdo que Valencia, su ciudad natal, organizara ningún acto en su honor. Ni rotulara con su nombre ninguna calle.

Una vez estuve en su finca, con casa señorial antigua, en San Antonio de Requena, a la que se accedía por un paseo enmarcado por columnas, y techado de flores y enramados. En cada una de ellas había un letrero con el nombre de un poeta y, de hecho, es así es como la llamaba: “el paseo de los poetas”.

Era de justicia escribir lo que he escrito, que no es más que el reconocimiento a una persona notable en lo intelectual y afable, muy afable, en lo personal. Lo que resumimos como “buena gente”. Muy buena gente.

Sindicalismo tradicional en la era de los robots

Esta madrugada he escuchado en una emisora de radio que UGT ha pedido que se grave con un impuesto a las empresas que usen robots en sus cadenas productivas. Supongo que esta petición, de ser cierta y perdonen la ironía, habrá ido acompañada por otra exigiendo que las mismas empresas dediquen más recursos para I+D.

España sigue siendo diferente y los sindicatos “históricos”, los de los dirigentes “históricos”, tienen tanta idea de mercado laboral como yo de física cuántica. Estos señores, que han vivido en su juventud eso de entrar en una empresa “para toda la vida”, defienden únicamente a los trabajadores “empleados” para que sigan siéndolo hasta su jubilación, hasta su muerte, o hasta la muerte de las empresas. Y a los que no tengan trabajo que los mantenga el estado.

Son ensoñaciones sobre tiempos pasados que no volverán, y que condiciona sus políticas y sus estrategias, porque también condiciona sus “saberes”.

Parece una barbaridad, pero creo que sería mucho mejor para los trabajadores, empleados o en paro, que a los sindicatos los dirigieran economistas y gente con verdadero conocimiento de lo que son los mercados y las empresas del futuro. Y digo empresas porque son estas, incluido el estado como gran empleador, las que justifican su existencia. Los sindicatos no son generadores de empleo.

Seguro que conseguirían mejores resultados, negociarían de tú a tú con patronales y gobiernos, y llegarían a verdaderos “gana gana” de ambas partes, en lugar de defender posiciones tan unilaterales y fuera de lugar.

Un ejemplo: No conozco el perfil de los sindicalistas de la Ford de Almusafes, pero han sido un magnífico ejemplo de acuerdos laborales con la patronal, que han permitido que esta empresa haya mantenido su calidad y sus mínimos de rentabilidad en lo peor de la crisis, sin daños irreparables en la plantilla.

Y ¿Cómo lo ha hecho? Negociando ajustes de turnos y horarios para adaptarlos a las circunstancias de cada momento, según los altibajos en los flujos del mercado y la demanda.

Espero que los Reyes Magos, que están en todo, regalen a los arcaicos dirigentes sindicales de los “dos grandes” un manual de economía modelo Epi y Blás que, recordando que los costes de empleo son un capítulo importante en el del producto final, les aclare algunos conceptos elementales:

-Producción manual=más costes de empleo.
-Más costes de empleo= pérdida de competitividad.
-Pérdida de competitividad=pérdida de mercado.
-Pérdida de mercado=pérdida de empleos.

Y su inversa:

-Más ayuda tecnológica=mayor capacidad de producción/empleado/hora.
-Mayor capacidad de producción/empleado/hora=menor coste del producto final.
-Menor coste del producto final= más facilidad para ocupar mercados.
-Más facilidad de ocupar mercados=mayores oportunidades de crear empleos.

Con el factor añadido de que cuando nos referimos a empresas avanzadas tecnológicamente estamos hablando de empleos fijos y mejor remunerados.

Naturalmente el porcentaje de “cantidad de producto final/hora por empleado”, la producción final, habrá aumentado, que es de lo que se trata, pero no a costa de un mayor esfuerzo físico y, posiblemente, con una mejora en su protección de riesgos laborales.

Nos guste o no la globalización exige, cada vez más, una tecnificación avanzada de las empresas porque, respetando los mínimos de calidad, estamos y estaremos en una lucha abierta de precios y servicios. No olvidemos que un mismo producto fabricado en Turín, por ejemplo, puede estar en un almacén de Valencia en el mismo tiempo, o antes, que otro fabricado en Catarroja, con la misma calidad y con el mismo precio. Incluso más barato.

Sinceramente no se si lo entenderán mis queridos «históricos». O lo que es peor: puede que lo entiendan y no les interese asimilarlo. A corto plazo parece más cómodo continuar con la demagogia y los populismos, y seguir remando contra corriente. Suena «más del pueblo», en expresión de los sindicatos del campo, y las víctimas del camino son daños colaterales sacrificadas en aras de un fin sagrado, superior, que nunca llega. Ni llegará.

Seguro que hay otras formas más modernas y eficaces de proteger a los empleados de los abusos salariales y de empleadores desaprensivos, sin poner en peligro el ritmo del crecimiento de empleo. Seguro que sí.

Los misterios del “nou Canal Nou”

Estoy siguiendo con interés los regates político-legales de la Generalitat para conseguir la reapertura del fallecido Canal 9 y no acabo de entender ni el proyecto, ni las formas, ni las intenciones. Y me figuro que no soy el único.

Vaya por delante que lamenté la muerte de la emisora, fallecida de gigantismo gracias a la lamentable actuación de “propietarios” y empleados, encabezados por los sindicatos, y rematada por las últimas decisiones de la ínclita Rosa Vidal, la supuesta “salvadora” nombrada casi directamente por el Molt Honorable Senyor, el antiguo, que no arregló nada y comprometió gravemente el ERE de Canal 9 por alterar sus condiciones de forma temeraria.

Pasó lo que pasó y sigo manteniendo lo que decía en antiguas Cartas al Director del diario Las Provincias: La Comunidad puede soportar, porque la necesita, una emisora de 500 a 700 empleados, apolítica, cultural, que difunda el valenciano, que informe de hechos y eventos de pueblos y ciudades, y que no castigue a los televidentes con las imágenes de “los que mandan”, haciéndonos ver lo buenos que son, en contrapartida de los “malos” de antes, sean los que fueren, besando niños, exagerando inauguraciones, primeras piedras, y acontecimientos similares.

Pero las últimas noticias son realmente alarmantes. ¿Qué se está cociendo? No soy un experto en temas laborales, pero si Canal 9 contrata personal, ¿en qué ley se amparan para dar prioridad a los antiguos empleados? ¿Cómo justifican una discriminación previa al resto de parados o mal empleados del sector audiovisual? ¿Mayor experiencia? No se cómo podrán justificar que un cámara, un técnico, o un administrativo de la antigua empresa tiene mayores conocimientos que el resto de los titulados del sector audiovisual o que un administrativo de una empresa multinacional o de una fábricas de muebles, por ejemplo. No den puntos añadidos a estas candidaturas, por favor. No prevariquen.

Mi otra duda: Si Canal 9 es una empresa y sus antiguos empleados fueron despedidos legalmente y con una indemnización adecuada, en caso de readmisión en la misma empresa y con el mismo NIF ¿Renunciarán a parte de la indemnización percibida? Y si la abren con otro NIF ¿no es un fraude de ley?

Pero lo que realmente me alarma es lo que ya se está haciendo. Parece que el “futuro” Canal 9 ya ha firmado algún contrato con una empresa formada por ex empleados del “antiguo” Canal 9. Como no he visto los documentos no lo puedo afirmar pero, de ser así, ¿que baremos se han aplicado para adjudicar la contratación? ¿Es la mejor empresa del mercado? Visto desde fuera y sin más información, parece un intento de favorecer a amigos y ganar voluntades.

¿Estamos locos? Todavía no hemos depositando las últimas paletadas de tierra sobre la tumba de los “malditos corruptos” de antaño, cuando nos están apareciendo nuevas Imelsas, o un nuevo Canal 9, tramposo e ilegal.

Está claro que, como me temía cuando la cerraron, los nuevos mandatarios no quieren una televisión pública. Quieren “su” máquina de adoctrinamiento y promoción de ideas. Y no como el antiguo Canal 9, que ya hacía lo suyo, sino según el modelo de la TV3. Nada de concesiones al pluralismo.

¿Es esta es la nueva política, la que ha venido a limpiar los vicios y corrupciones de “la casta”?

Me temo que la izquierda vuelve a equivocarse. Puede que con todas estas cacicadas fidelicen a sus incondicionales, pero la ciudadanía es cada vez es más exigente e informada, y acabará rechazando trampas y manipulaciones. Y su gran masa de votantes no son los incondicionales; son los simpatizantes.

¿Volvemos a la política constructiva? – La era de los grandes pactos

En uno de mis comentarios anteriores decía que si Ciudadanos tenía asesores debía despedirles y que si lo los tenía debía buscarlos. Hoy, pasado el tiempo y puestas las cosas en su sitio, mantengo la misma opinión. Y si yo, simple observador de “lo que pasa”, preveía lo que podía ocurrir, ¿Cómo no lo vieron los dirigentes del partido?

Ciudadanos podía jugar a ser uno de “los esperados” mientras nos manteníamos en un permanente estado de elecciones y nos desangrábamos en disputas estériles que tanto daño nos han hecho en lo general y en lo particular.

Pero se consiguió formar gobierno y, como me temía, Rivera decidió que su partido continuara en su papel de depositarios de la verdad revelada, manteniéndolo en lo alto de altar dando consejos sin involucrarse en las consecuencias de lo aconsejado. ¡Craso error!

Si Ciudadanos pensó que podía ser oposición real y presentarse como conseguidores de todo lo bueno que hiciera el gobierno de Rajoy demostraba que ni conocían al personajes, ni la fuerza real de Ciudadanos.

Estaba claro que la batalla de la oposición se libraría entre Podemos y el PSOE y que era muy probable que siendo el PSOE un partido de gobierno y con sentido de estado, acabaría llevándose el gato al agua, porque Ciudadanos todavía se debate entre el parlamentarismo y la reivindicación callejera y populista, sin darse cuenta de que ambas posturas son absolutamente incompatibles. Está sucediendo lo que suponía, o quizás lo que deseaba.

Y si en la situación actual el gobierno necesita estar abierto a pactos para seguir gobernando, ¡Que gran ocasión para que el PSOE presente iniciativas de amplio espectro para conseguir logros necesarios para el país! De esta forma mata dos pájaros de un tiro: ganar tiempo para rehacerse de las últimas cornadas, y meter por la puerta de atrás parte de sus reivindicaciones históricas. Y que el tercer pájaro abatido, o al menos con algunos plomos en el cuerpo, pájaro de gran envergadura dicho sea de paso, es su verdadero enemigo, el que le disputa el terreno, Podemos.

Ayer mismo comprobamos que cuestiones de gran calado, como lo son la ley de educación, el techo de gastos, los presupuestos de 2017 y no sabemos cuantas más, se están negociando entre bastidores, con bastantes probabilidades de llegar a buen puerto ¡Dios lo quiera!.

Y que Ciudadanos está jugando a ser mini oposición, la califico de mini porque no tiene la menor credibilidad. Y que los dirigentes de Podemos, totalmente descolocados, reclaman que el PSOE les está robando ideas, porque son los únicos del mundo mundial que jugaban la baza de la subida del salario mínimo y cosas similares. Ambas posiciones denuncia lo que todos sabemos: su falta de experiencia política.

Y que, en el caso de Ciudadanos, tampoco leen la Biblia, porque no han reparado en el pasaje del Apocalipsis que dice “Más porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

Porque Ciudadanos, inocentes ellos, creyeron que podrían condicionar a un partido como el PP y a un bajo reactivo, paciente y tenaz, como Mariano Rajoy. Y en Podemos suponían que podría comerse al PSOE como se ha merendado a IU, simplemente porque pasa un momento de debilidad provocado por la falta de iniciaticas y la dejadez en el liderazgo de sus últimos responsables políticos.

Ciudadanos perdió su gran oportunidad cuando decidió seguir jugando a Pepito Grillo y renunció a entrar en el gobierno. ¿Cómo no lo vieron?

Sí el PSOE llega a acuerdos con el PP en los temas fundamentales, como parece que puede ocurrir, manteniendo su papel de líderes de la oposición, y Podemos se comporta como hasta ahora, ¿qué papel le corresponde a Ciudadanos?.

El de «ni chicha ni limoná», que dicen los castizos. Porque, digan lo que digan, no tienen más remedio que apoyar al gobierno. La alternativa es dejarles sin los apoyos necesarios (lo lógico es que el PSOE negocie abstenciones), y si llegara el caso, recuerdo lo que dije en otro de mis antiguos comentarios: esta es la única montería en la que la pieza, Mariano Rajoy, tiene la facultad de detener la cacería convocando elecciones generales.

Y esta situación, terrible para España, solo beneficiaría a Mariano Rajoy que, sin ser tan astuto como el “astuto Más”, ha sabido llevar la batalla a los terrenos que más le convenía.

Espero que para bien.