La verdadera historia de España y los “españoles de ultramar”.

El Rey no se levanta al paso de la espada del “libertador”, que más que un símbolo de Colombia es un fetiche del nacionalismo irracional que está hundiendo a los países “liberados” y ya no hay nada más importante que semejante afrenta que incluso, según algún cargo público del más alto nivel del que no quiero citar su nombre, se hubiera evitado si hubiéramos tenido guillotina en lugar de Constitución.

Lo de “en vez de” es un añadido mío, naturalmente, pero es lo que sobrevuela en el comentario.

Y es que en España somos especialistas en flagelarnos con las manipulaciones históricas y alguien nos convenció en su día que un “libertador”, aunque fuera un sanguinario, es un ejemplo social, alguien a quién respetar y ensalzar. Y prueba de ello fue la moda de hace años de portar camisetas con la imagen del “Che” Guevara, del que sabían lo que les habían contado, e ignoraban parte de la cruda realidad de un personaje del que se libró el propio Fidel Castro y que tenía muy poco de ejemplar.

Y ahora toca subir a los altares a Simón Bolívar, “político criollo venezolano” con ascendencia vasca según Oteguí, al que, probablemente, el desaparecido Arzallus le descubriría ese RH especial que distingue a sus paisanos.

Es un hecho que la vida de Simón Bolívar fue especialmente agitada y hasta puede, no lo tengo tan claro, que sus motivaciones fueran luchar por su pueblo y no por determinados intereses, pero también lo es que él no era precisamente un Mahatma Gandhi en versión hispanoamericana, que consiguió revolucionar a una buena parte de su zona de influencia con sentadas y resistencia pacífica. Ni mucho menos, porque hubo mucho derramamiento de sangre de unos, otros y de los mismos contra los mismos.

Pero no es esa faceta, la del Simón Bolívar y Palacios, político, militar y guerrero, la que más me interesa.

Quiero resaltar aquí, como he hecho en el tercer párrafo, que Bolívar era un venezolano criollo, mezcla de sangre de españoles y nativos. Y que España fue la única potencia colonizadora que reconoció los mismos derechos a los españoles europeos que a los “españoles de ultramar”, los nativos de todos los territorios descubiertos por Cristóbal Colón, por real decreto de la Corona de Castilla, decreto que firmó la Reina Isabel tras recriminar muy airadamente al descubridor que le presentara a indígenas americanos como esclavos. Como un trofeo más de los que trajo a la Reina.

Y que España otorgó a los habitantes de aquellas tierras, criollos o nativos, total potestad de crecer socialmente y de ocupar puestos relevantes en sus respectivas naciones, hasta el punto de que estaba en sus manos la inmensa mayoría de los cargos públicos y la propiedad de las grandes empresas de Hispanoamérica.

Repito, la única.

Incluso en la redacción de la Constitución Española de 1812, su artículo 18, “De los ciudadanos españoles”, se recuerda que “son ciudadanos aquellos españoles que por ambas líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecinados en cualquier pueblo de los mismos dominios

Como se ve, no menciona raíces, ni linajes, ni purezas de sangre, ni siquiera el haber nacido en alguno de los “dominios”. Todos iguales con la única condición de “estar avecinados”.

Y por eso aseguro que ninguna nación del mundo, colonial o no, ha tenido ese talante liberal de España. Es cierto que antes y después tuvimos monarquía absoluta, pero las reglas del juego de las relaciones con las actuales naciones americanas estaban escritas desde mucho tiempo antes, desde los Reyes Católicos y se mantuvieron después del absolutismo de Fernando VII.

Y otra consideración, la más importante, es que Simón Bolívar murió en 1830 y que las naciones fueron liberadas años antes. Es decir, que las naciones “liberadas” son autónomas hace casi dos siglos.

Pues bien, esta es la pregunta para Maduro, Daniel Ortega, Rafel Correa y a todos los grandes falsarios filocomunistas, sino comunistas declarados y a todos sus antecesores, presidentes de las antiguas españas: ¿Qué han hecho con sus libertades? ¿En que han beneficiado a los ciudadanos liberados?

Porque mucho bla, bla, bla, mucho pasear sables o escuchar pajaritos, pero es un hecho incuestionable que la gran mayoría de las naciones que formaron parte de la España de ultramar, son más pobres y menos prósperas, muchísimo más pobres en niveles comparativos a cada época de lo que lo son en la actualidad. Se independizaron como naciones potentes y ahora están empobrecidas y perdiendo población porque sus condiciones sociales son lamentables, eso sí, con presidentes enriquecidos. Con la excepción de José Mujica, que no pudo sacar a su país de la pobreza, pero vivió pobre como ellos.

Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que fue malo que se independizaran. Lo que digo es que han tenido muy mala suerte al elegir a sus líderes, si es que los han podido elegir sin trampas ni pucherazos . En la actualidad, una buena parte son auténticos cantamañanas y tergiversadores de la historia, que no hacen más que exigir que España pida perdón por agravios que, considerando los tiempos en que se produjeron los hechos y en una comparativa con otras potencias colonizadoras, nunca existieron.

Y que, en lugar de lanzar proclamas y relatos tan falsos como interesados, podrían perder algo de su tiempo en mejorar la vida de sus ciudadanos, esos mismos que Simón Bolívar liberó en su momento y que ahora se ven obligados a venir a España o a cualquier otro lugar fuera de sus naciones, para liberarse, esta vez sí, de la miseria que sufren en sus países.

Y mi repulsa más enérgica a sus grandes y muy interesados defensores de este lado del Atlántico. Los que viven de forma muy confortable en un país libre y democrático como España, que no necesita “libertadores” de su estilo. Porque la historia, no yo, ha demostrado que comunismo y libertad son términos antagónicos. Nunca han coincidido. ¿Quieren una España modelo venezolano, o colombiano, o ecuatoriano, o peruano, o de cualquier otro modelo de los que allí abundan, en la que los españoles tengamos que abandonar nuestra nación para buscarnos la vida en otros lugares?

Yo tengo trato frecuente con los inmigrantes de estos países con los que, por supuesto, nunca hablo de política. Pero los escucho con tristeza cuando me explican las razones por las que tuvieron que dejar sus pueblos, sus raíces y a sus familias para mejorar su precaria calidad de vida en naciones lejanas donde creen tener alguna oportunidad.

Yo, como no podría ser de otra manera, les doy la bienvenida y les tranquilizo, aunque soy consciente del largo camino que les espera para poder levantar cabeza en España. Y lamento profundamente lo que está sucediendo en esa antigua parte de España dirigida por auténticos mangantes populistas de mucha lengua y pocos hechos. Los que siempre encuentra un enemigo externo al que responsabilizar de sus errores, de sus excesos y de sus tropelías.

Y entres esos enemigos externos, los más pardillo somos España y los españoles, que nos lo tragamos todo y nos indignamos porque el Rey no se levante al paso de un sable que es un signo de odio a nuestra nación. Es nuestro sino y nuestra maldición.

Espadas, pajaritos, susurros en la noche. Nuestro Rey hizo muy bien en no levantarse ante un objeto que quiere simbolizar algo que realmente no existía en tiempos del “libertador”: la opresión de España en las naciones liberadas por Simón Bolívar.

Para los interesados en leer y no en escuchar lo que dicen otros, recomiendo la biografía de Simón Bolívar publicada en la Real Academia de Historia, único lugar fiable de los que conozco. Reproduzco el último párrafo en el que se puede comprobar que, lejos de lo que parece que ocurrió, el libertador no murió en olor de multitudes y aclamado por los suyos.

Y, por supuesto, nadie paseo su espada por los lugares que había liberado. Todo es un falso “relato”, una posverdad, que, según la RAE es la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencia y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”

El edificio pensado por Bolívar concluyó cuando acabó la guerra. Ruptura con Páez, con Santander, con la aristocracia limeña que consiguió la anulación de la Constitución bolivariana. El edificio republicano construido por el Libertador se resquebrajaba. Los intentos por mantenerlo fracasaron en la Convención de Ocaña, donde la oposición que, sin serlo, se llamaba democrática, caracterizaba el otro polo, representado por Bolívar, la dictadura. El pronunciamiento de Bogotá hizo que Bolívar asumiese plenos poderes, prácticamente dictatoriales, lo que condujo a la rebelión colombiana contra su dictadura pretoriana. A ello se añadió la invasión del ejército peruano del general-presidente La Mar; la rebelión del general de su máxima confianza, José María Córdoba, como consecuencia del rencor. Bolívar, ya gravemente enfermo, presentó su dimisión ante el Congreso colombiano e inició su retirada con la idea de hacer un último viaje a Europa, cosa que tampoco pudo cumplir. Acompañado de un reducido número de amigos y ayudantes inició el lento descenso del río Magdalena recibiendo constantemente noticias de la fragmentación de la América española, la muerte de su más directo colaborador en la guerra, el general Sucre, y la disidencia de Venezuela, minaron más, si cabe, su delicada salud. A las doce de la mañana del día 17 de diciembre de 1830 murió en la finca de recreo del hidalgo español Joaquín de Mier en San Pedro Alejandrino, cura de Santa Marta

Biografía completa en

https://dbe.rah.es/biografias/13189/simon-bolivar-y-palacios

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