Pedro Sánchez, entre el caudillismo y el “gambito de dama”

El presidente montó su numerito y yo estaba esperando el comentario de Patxi López, siempre clarificador de la mentalidad colectiva del núcleo duro porque, a diferencia de sus colegas de la cúpula del partido o del gobierno, es más primitivo, menos capacitado para “actuar” cuando expone algo.

Ya he comentado en otra ocasión que, en mi hábito de comparar a los personajes reales con otros de ficción, Patxi López es como Manolito, el amigo de Mafalda, cuadriculado y de pensamiento único. O como la matriuska más pequeña, la que aparece después de ir abriendo todas las falsas.

Y su conclusión, que seguramente resume lo que piensan todos los demás, fue decir “¡No pasarán!”

No quiero especular sobre las razones que tiene para decirlo, pero no puedo por menos de hacerme alguna pregunta sobre quienes “no pasarán”:

¿Retirarán las papeletas de los partidos “fascistas”, VOX, PP, UPN, etc. de las mesas electorales cuando haya elecciones?

¿Impedirán por Decreto Ley que los medios de comunicación críticos con la actuación de los políticos del bloque en general y del gobierno en particular publiquen sus errores o sus trapos sucios como lo han hecho y lo siguen haciendo cuando se trata de la “derechona”?

¿Impedirán, también por Decreto Ley, que los jueces admitan denuncias por delitos cometidos por la “izquierda” española y que potencien y sancionen severamente los actos indebidos de “los otros”, hablar mal del gobierno en sede parlamentaria incluido?

¿Ordenarán a la “delegada del gobierno en las Cortes”, Francina Armengol, que retire la palabra a cuantos osen criticar al gobierno en sede parlamentaria?

Porque este neo Frente Popular, cada vez más peligroso y absolutamente atípico en el que se mezclan churras con merinas, está dispuesto a romper cualquier atisbo de orden constitucional para conseguir sus propósitos, todos diferentes, todos egoístas políticamente, todos fraccionadores de la convivencia de los españoles.

Anteayer el presidente del gobierno sorprendió a propios y extraños con su original y desafortunado “gambito de dama”, anunciando que se retiraba del mundanal ruido, y de sus obligaciones como presidente de la nación, dicho sea de paso, para meditar si valía la pena seguir en el puesto después de que su esposa, Begoña Gómez, fuera denunciada como posible responsable de tráfico de influencias, cosa que no llegará a buen puerto en mi profana opinión, y “auto concluir” que este hecho ha sido el fruto de una concatenación de fascistas no adeptos a sus decisiones, entre los que me incluyo, una judicatura enemiga de la “justicia popular” y unos medios de comunicación corruptos y enemigos de la democracia.

Por cierto, he dicho porque lo creo que Begoña Gómez no acabará imputada, pero debería de haber sido mucho más prudente y no meterse a dónde nadie la llamaba, porque ser la mujer del presidente requiere obligaciones y renuncias, como siempre ha sido.

Espero que, a la luz de lo sucedido, se defina el papel oficial de la segunda dama.

Y, como era de esperar, el núcleo duro se ha apresurado a decir que “hasta aquí hemos llegado” y que no cederán ni un palmo más de terreno a las fuerzas antidemocráticas de la nación que nos quieren hacer retroceder a las catacumbas. Y lo han hecho con armas y bagajes, empleando a todos su tronadores de consignas, que no son pocos, y los muy enfervorizados medios audiovisuales, como la mismísima RTVE, la pública, en la que una presentadora se atrevió a señalar con nombres y apellidos a periodistas merecedores del fuego purificador.

Pero mi duda es, ¿a quién están defendiendo realmente? Al PSOE evidentemente no, porque hace dos años que está diluido en la sopa de siglas del bloque “progresista”.

¿Al bloque? Pero ¿Qué tiene que ver Bolaños con Bildu o con Junts, pongo por caso?

¿A una forma determinada de hacer política de Estado? Imposible, porque las políticas de Estado, las buenas, las que duran, son las que nacen del consenso entre partidos de gobierno. Y ninguno de los apoyadores del gobierno actual lo es.

Y, si no están defendiendo nada de lo anterior, me temo que lo que hacen es defender a un ciudadano llamado Pedro Sánchez, presidente de gobierno legal, pero incapaz de entenderse con nadie, incluidos los que le han apoyado, porque nunca ha sido por amor, ese amor que declara a su esposa y por el que le felicito sinceramente, sino por pura conveniencia, casi siempre bastarda y siempre contraria a los intereses de la mayoría de los ciudadanos, entre los que me incluyo de nuevo, que no entendemos lo que hace aunque, lamentablemente si porque lo hace.

Luego, por una regla de tres de democracia elemental, si no defienden a un partido, sino a una persona, estamos dejando atrás la democracia de partidos en busca de un caudillo salvador que nos conduzca hacia la vitoria final.

Y eso, lamentablemente, ya lo he conocido y no creo que sea lo más recomendable porque no es, de ninguna manera, lo más conveniente.

Alguien ha dicho que Sánchez, de la mano de Zapatero, está actuando como un Maduro de manual, pero ni es así ni nunca lo será porque estamos en una nación democrática y pertenecemos a la Comunidad Europea.

Y, porque a diferencia de Maduro, en esta España nuestra, ni el Poder Judicial ni las Fuerzas Armadas están sujetas al capricho del gobernante. En el caso de la judicatura, un bastión esencial de la democracia, lo intenta desesperadamente, pero resisten como leones.

En cuanto a las Fuerzas Armadas, ni lo intenta.

Franco se titulaba “caudillo por la gracia de Dios”. Desconozco cual sería el lema de Pedro Sánchez si consigue lo que pretende, pero solo faltaría el añadido de quien sería el gracioso, o los graciosos, que le encumbran al caudillismo soñado.

Y mientras, esperando al lunes para ver como continúa el juego después de su “gambito de dama”

Valencia, 26 de abril de 2024

José Luis Martínez Ángel

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