El 23F y el Constitucional. El relato, las falacias, la posverdad y el lenguaje perverso de la política.

El otro día sufrimos el bochorno de ver hasta que punto de inquina y de falsedad ha llegado el grupo socialista para conseguir sacar adelante el batiburrillo de propuestas de ley y decretos ley que llevó al parlamento. Y me refiero únicamente al grupo socialista porque de los demás no espero absolutamente nada: son lo que son y quieren lo que quieren

La primera gran mentira disfrazada de verdad fue que varios parlamentarios compararan el recurso de amparo presentado por el PP como un nuevo asalto al Congreso, un nuevo 23 F dijeron, solo que en lugar de portar armas entraron con las togas de los jueces de la ultraderecha del Constitucional.

Vayamos por partes:

La primera falsedad en el planteamiento es que las fuerzas que asaltaron el Congreso el 23F no fueron allí para impedir que se votaran determinadas leyes. Fueron para derrocar al gobierno legítimo salido de las urnas y hacerse con el control de la nación.

Fue un golpe de estado real, sin paliativos, cuando, curiosamente y en contra de lo que los intervinientes en el debate parlamentario querían aparentar, no fue un ataque de la extrema derecha contra el Congreso o “contra ellos”, sino contra un gobierno que, en contra de lo que parecían querer aparentar desde la tribuna, era de centro derecha y estaba democratizando a la nación. Y sus promotores, entre otras razones, aducían la debilidad del gobierno con los asesinos de ETA.

El otro tema de suma importancia es la posverdad repetida constantemente, ayer mismo lo repitió el presidente, afirmando que parte de los jueces del Constitucional no están calificados porque tienen caducados sus mandatos.

La primera consideración es que si sus mandatos han rebasado los plazos previstos en su nombramiento es responsabilidad exclusiva de los dos grandes partidos que han sido incapaces de ponerse de acuerdo en los nombres propuestos para la renovación, por lo que, por mucho que hablen de bloqueo del PP, lo cierto y verdad es que el PSOE tiene, sin ninguna duda, el cincuenta por ciento de la responsabilidad, ya que para que exista un acuerdo son los dos los que tienen que ponerse de acuerdo y ceder si es necesario. Y no vale que uno de ellos imponga unas condiciones y pretenda que el otro las secunde sin discutir.

Y como se trata de nombres y no de cualificaciones profesionales, tengo que añadir, eso es de mi cosecha, que los propuestos por el PSOE, tanto para el Poder Judicial como para el Constitucional, tienen mochilas muy pesadas y difícilmente entendibles para mortales como yo, porque pone en cuestión su futura imparcialidad.

Y, como consecuencia de lo anterior, el hecho de que algunos jueces del Constitucional sigan en el cargo pese haber sobrepasado el tiempo de su relevo no quiere decir, de ninguna manera, que estén caducados o deslegitimados. Cada uno de ellos mantienen intactas sus funciones y potestades, entre otras cosas porque lo contrario sería un caos.

Poniendo un ejemplo de andar por casa, es como si a un médico rural le cambiaran el destino a una ciudad, pero cae una gran nevada y su sustituto no puede llegar a tiempo. ¿Dejaría de ser médico o estaría incapacitado para ejercer la medicina porque ya se ha publicado su relevo y la plaza no es oficialmente suya?

¿Quién tomaría decisiones si los jueces no renovados no intervinieran con sus votos? ¿Solo los no “caducados”? ¿Aunque fueran dos?

Sería una situación indeseable porque, entre otras razones, el Constitucional no representaría a mayorías, sino a “pequeños grupos”.

Y, por supuesto, cualquier parlamentario o grupo político puede pedir amparo al Constitucional si lo estima conveniente. Este es un texto tomado del propio Tribunal Constitucional:

El recurso de amparo es una de las principales competencias atribuidas por la Constitución al Tribunal Constitucional, siendo el objeto de este proceso la protección frente a las vulneraciones de los derechos y libertades reconocidos en los artículos 14 a 29 y 30.2 de la Constitución originadas por disposiciones, actos jurídicos, omisiones o simples vías de hecho de los poderes públicos del Estado, las Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial, corporativo o institucional, así como de sus funcionarios o agentes. La única pretensión que puede hacerse valer a través del recurso de amparo es la del restablecimiento o preservación de los derechos o libertades por razón de los cuales se promueve el recurso”

No sé lo que hará el TC y, en cualquier caso y como siempre, me parecerá bien su decisión, tome la que tome, pero el escándalo denunciado por los socialistas afirmando que el tribunal quería impedir el legítimo funcionamiento del Legislativo, ni tienen razón de ser, ni tampoco ha sido la primera vez.

La primera vez, no en el parlamento español, pero sí en el catalán, fue cuando les advirtieron de la inconstitucionalidad de votar la independencia, y el que sea “la primera vez” en nuestro parlamento tiene una explicación: también es la primera vez que se presentan apresuradamente y sin los filtros previos previstos, unos proyectos de ley muy dudosos en cuanto a su constitucionalidad.

No olvidemos que una de las misiones del TC es la “protección de los derechos fundamentales en todo el territorio nacional”, lo que supone, y para eso está el derecho de amparo, evitar que las mayorías parlamentarias abusen del poder que se les ha sido conferido, para fines no previstos en la Constitución.

Otra afirmación absurda y falsa de Pedro Sánchez en su eterno afán de robar banderas de otros, fue afirmar ayer que “fue el PSOE el que trajo la Constitución, cuando el PP estaba en otra cosa”. Ni mucho menos. Lo primero es recordar que el PP no existía como partido, y lo segundo es que los llamados “padres de la Constitución” fueron: “Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo por parte del partido Unión de Centro Democrática (UCD); Gregorio Peces-Barba por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE); Jordi Solé Tura por el Partido Comunista de España (PCE); Manuel Fraga Iribarne por Alianza Popular; y Miquel Roca i Junyent por Minoría Catalana.”

Es decir, que, aunque la constitución se hizo para todos y como tal se aceptó, entre otras cosas porque UCD fue muy dialogante con todo el mundo, la redacción del texto fue más bien de miembros de centro derecha, porque Minoría Catalana lo era en aquellos tiempos, con la participación de Fraga Iribarne, por AP, y de Jordi Solé Tura, del Partido Comunista.

Por lo que el partido socialista, por boca de Pedro Sánchez, no puede atribuirse la autoría de la Constitución, ni real ni moral. Ni tampoco podría decir, sí algún día es capaz de hacerlo, que no está de acuerdo con el texto porque ellos fueron “minoría”. Porque fue aceptada de forma universal por todos los partidos una vez que se vencieron las reticencias de algunos de ellos y nos tragamos los sapos que nos obligó a tragar el PNV con su cupo y su excepcionalidad.

Todo lo dicho, excepto mi comentario de la falta de idoneidad de algunos candidatos para el CGPJ y para el TC propuestos por el gobierno, no son opiniones. Son hechos que he tratado de exponer en mi castellano de todos los días, sin falacias ni eufemismos.

Es lo que pasó, lo que viví y lo que se puede comprobar en cualquier relato fiable de nuestra historia reciente.

Valencia, 18 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

La ley del “solo el sí es sí”. El relato, las falacias, la posverdad y el lenguaje perverso de la política.

Todos estamos viendo que la ley del “solo el sí es sí” ha sido tan chapucera que está consiguiendo el efecto no deseado del rebaje de penas de los acusados por algunos delitos de agresión sexual.

Pero, en vez de rectificarla, cómo haría cualquier empresario si se percatara de que su campaña de ventas no da buenos resultados, la ministra de igualdad se mantiene en sus trece e insiste en que estas rebajas de pena obedecen a que los jueces son fachas, machistas y no están preparados, porque si quisieran, en vez de “andar por ahí”, según el muy docto portavoz parlamentario del PSOE, no rebajarían ninguna.

El problema, en nuestro castellano de la calle, es que las leyes españolas obligan a que se aplique las penas más favorables para los condenados por algún delito si se produce alguna modificación que las rebaje, que es lo que ha ocurrido con la citada ley.

Por lo que los jueces, prácticamente de oficio y aunque no hubiera peticiones de los abogados defensores de los condenados, tienen la obligación de aplicarla y reducir condenas.

Y pongo un ejemplo, también en castellano de la calle. Supongamos que en España tuviéramos pena de muerte, ¡Dios no lo permita! y hubiera cinco condenados en espera de su ejecución.

Si un día se eliminara de nuestras leyes esa condena, los cinco condenados y cualquier otro al que estuvieran juzgando, no podría ser ejecutados por muy salvajes que hubieran sido sus delitos. Y los jueces, como en este caso, acomodarían las sentencias a lo máximo que les permitieran las nuevas leyes.

El problema que tiene la ministra es que cambiar o modificar la ley supondría aceptar que se ha equivocado al proponerla, como se han equivocado, no lo olviden, el resto de ministros que la aprobaron en el consejo y todos los que la han votado en el Parlamento.

Y de eso nada. “Antes muerta que sencilla”.

La política: lo que es, lo que no es y lo que resulta muy difícil de explicar.

Ayer, Ayer, a propósito de un comentario que publiqué sobre algo que dijo el congresista Baldoví, tuvimos un intercambio de opiniones sobre “la voz” de la comunidad valenciana en Madrid.

Vaya por delante que mis comentarios nunca se refieren a las personas que nos representan, sino a lo que dicen o hacen en su función de representantes. No me cabe la menor duda de que Baldoví será una excelente persona y un gran abuelo, si es que tiene nietos, cosa que ignoro porque jamás me he metido a indagar las circunstancias personales de los políticos, tampoco del resto de ciudadanos, a los que considero muy libres de casarse, descasarse, tener o no tener hijos o hacer de su vida lo que crean conveniente, siempre que no sea delictivo o suponga un escándalo impropio de sus cargos.

Pero las cosas son como son y, en contra de algunas opiniones, ni en el Congreso ni en el Senado hay “una voz valenciana”. Ninguna.

Baldoví habla en nombre de Compromís, que ya es algo, pero no representa a los valencianos, y el resto de nuestros paisanos congresistas, paridos en listas cerradas y lobotomizados por sus jefes de filas cuando llegan al congreso, pueden estar viendo que alguna propuesta de ley perjudica a nuestra comunidad y ni se les ocurre decir nada. Solo les queda capacidad para interpretar que botón deben apretar en cada votación atendiendo a las señas de sus coordinadores

Y en el caso que nos ocupa, Baldoví, cómo todos los del grupo mixto, podrá decir alguna cosa más o menos atractiva en los debates, pero siendo de izquierdas, como es, y de un partido con un pacto de gobierno en Valencia con el PSOE, siempre acaba apoyando al gobierno en sus decisiones de calado. Y si alguien piensa que la “voz valenciana” es descalificar al líder de la oposición, pongo por caso, ya no entiendo nada.

Es la voz, eso sí, de un hombre de izquierdas que no quiere que el centro o la derecha ocupen el poder, pero nada más y muy lejos de cualquier romanticismo. Puro pragmatismo y no poca conveniencia política.

La voz de alguna comunidad en el Congreso la tiene algún grupo nacionalista, generalmente más bien de derechas, porque también iniciativas singulares, como la de “Teruel Existe”, han acabado acomodándose a iniciativas que no eran especialmente favorables a la España vaciada.

Valencia tuvo alguna voz en tiempos de UPV, partido con el que no me sentí identificado en su momento por alguno de sus planteamientos excesivamente nacionalistas, pero que adquirió mucha fuerza gracias al empuje y la personalidad de González Lizondo, y tampoco era la de “todos los valencianos”.

Aunque, eso sí, todas, absolutamente todas las intervenciones de sus representantes en el Congreso se referían exclusivamente a los derechos de Valencia como Comunidad, ellos preferían hablar de “reino”, y a denunciar discriminaciones y desigualdades con las otras comunidades españolas.

Pero el fondo de mi malestar con la política de los últimos años, no solo los de Zapatero o los de Pedro Sánchez, es porque los partidos políticos, todos, han conseguido desvirtuar la esencia de nuestra estructura como Estado para acaparar más poderes de los que les confiere la constitución. Y a las pruebas me remito:

Cuando se desplegaron las transferencias a las comunidades supuse que era desde allí desde donde se defenderían los intereses de sus representados, pero no. Las Comunidades han acabado siendo la voz de su amo y, salvo algún éxito de menor calado, siempre han demostrado obediencia a los gobiernos de la nación de su mismo signo político.

El PSOE valenciano, por ejemplo, se hartó de protestar por la evidente desigualdad presupuestaria de la comunidad valenciana, pero cuando llegaron a gobernarla y teniendo al PSOE en el gobierno de la nación, apenas alguna declaración para cubrirse las espaldas y pare usted de contar. Actitud totalmente diferente a las gobernadas por nacionalistas-independentistas que, esas sí, han sabido presionar a los gobiernos y conseguir, no solo que se les haga caso, sino ventajas evidentes y absolutamente discriminatorias.

Lo que supone un fracaso del resto de comunidades, las “normales”, siempre supeditadas a la “autoridad” nacional, si eran de su cuerda, o en continua disputa si eran de signo contrario. Algo completamente diferente a lo previsto cuando se crearon las autonomías.

Y luego tenemos otra de las patas del Estado, también con carcoma: El Senado, el gran timo perpetrado por los dos grandes partidos políticos.

Poque el Senado, a diferencia del Congreso que es el encargado de controlar al gobierno y de promulgar leyes, “es la Cámara de representación territorial”, según el artículo 69 de la Constitución.

Y para que así sea y sus miembros tengan una mayor libertad de acción, se permite que parte de su composición sea de personas concretas propuestas por los partidos y no por listas cerradas.

Porque se suponía que la Cámara Alta sería donde se matizarían y se ajustarían las leyes a las particularidades de los territorios, pero eso nunca ha sido así. El Senado se ha convertido en un auténtico cementerio de elefantes en el que viven o vivieron sus últimos días de vida política personas como Ciscar o Rita Barberá, por citar dos nombres ilustres en la política valenciana.

En el que no se vota lo que más conviene para cada comunidad dentro de un equilibrio necesarios, sino con arreglo a una lista cerrada virtual de cada partido, ya que allí también existe una insalvable disciplina de voto a su propio partido. Se vote lo que se vote y beneficie o perjudique a cualquier autonomía.

Y esta es la razón de mi desengaño, no por la política, que según la RAE es la “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”, sino con los que la han manipulado y desvirtuado durante los últimos veinte años en su propio beneficio.

Manipulación que llega a límites insospechados y muy amenazadores para la calidad democrática de España desde que gobierna un hombre sin más ideología política que sus propios intereses y que está poniendo en riesgo lo construido en la transición.

Decía Otto von Bismarck, el gran estadista alemán, no especialmente democrático, más bien muy autoritario visto con los ojos de hoy, el que fue unificador de Alemania y una figura clave en las relaciones internacionales, que la política es “el arte de lo posible”. No de lo deseado o lo soñado. Y es “de lo posible” porque las circunstancias condicionan los deseos y nunca se puede conseguir lo que uno sueña.

Lo que resulta inconcebible es que los responsables de mantener su esencia de servicio a la ciudadanía la hayan convertido en una plataforma para conseguir sus objetivos personales y, en el mejor de los casos, los de sus partidos.

En muchos casos con el aliento incondicional de sus simpatizantes y seguidores, a los que han arrastrado a participar en contiendas inventadas que solo les favorecen a ellos, a los políticos. Políticos que, o son honrados y lo hacen bien, o son indeseables. Por supuesto que hay ideologías y objetivos diversos en sus programas electorales, pero todos ellos deben tener ese mínimo común denominador.

Que empieza a ser un valor en peligro de extinción.

Entiendo que estas reflexiones son como hablar en chino en una sociedad que, en buena parte, le cuesta llegar a fin de mes, que ve como le suben las hipotecas con mucha frecuencia y con multitud de problemas en el día a día. Y que, además, no siente interés por la política, más allá del sensacionalismo de las tertulias, porque nadie se ha preocupado de hacerles ver la necesidad de mantener un control de las instituciones y de que nadie saque los pies del tiesto, porque es indispensable para una convivencia en paz y libertad.

Pero habrá gente como yo, de todos los colores políticos, que saben lo que costó llegar a donde estamos y lo trágico que sería perderlo, aunque solo sea en parte.

Valencia, 16 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

La justicia deseable y la preferida por Pedro Sánchez

Yo, que he vivido la dictadura, y disfruté de los momentos ilusionantes de una transición que permitió pasar de forma pacífica a una democracia, transición amenazada por las cavernas más oscuras de la derecha, por los asesinatos de Atocha, por el 23 F y tristemente convulsionada por los muy frecuentes asesinatos de ETA, contemplo con asombro y tristeza que estamos en un clarísimo proceso constituyente solapado, en el que se pretende el proceso inverso: pasar de una democracia consolidada a una autocracia aunque sea muy sui géneris, porque el aprendiz de autócrata nunca podrá conseguir el poder oficial al estilo de Putin, Maduro y tantos otros en algunos lugares del mundo.

Y no podrá porque realmente está de prestado, ya que los que de verdad manejan todos los hilos del poder son los partidos que le apoyan. De esta forma, si manda y no puede tomar decisiones como destituir ministros por el pacto de gobierno con Podemos, ni negarse a apoyar leyes o conceder los privilegios exigidos por ERC, PNV o Bildu, todo es pura apariencia.

Así que, si se avanza en la ruta actual, a Pedro Sánchez solo le quedará el Falcon, el colchón que mandó comprar a Patrimonio Nacional cuando entró en la Moncloa y figurar. Eso sí, mucho figurar. Hasta podrá terminar ese vídeo tan de “gran líder” que le están preparado.

Y tampoco podría llegar a los extremos de sus amigos de algunas naciones porque, a diferencia de ellos, no tiene el apoyo de “los militares”. No hay ninguna duda de que una de las cosas que no han cambiado en España desde la transición, es la democratización y la imparcialidad de los Cuerpos de Seguridad y también de las fuerzas Armadas, que siempre obedecerán las órdenes del gobierno, pero nunca acatarían una orden si va contra la Constitución. Todo lo contrario, porque en su Artículo 8 dice:

Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.”

No digo ni de lejos, ni de muy lejos, que hoy haga falta aplicar este artículo, incluso estoy completamente convencido de que nunca hará falta. Solo lo cito para marcar diferencias entre las posibilidades de los dictadorzuelos del mundo y los gobiernos, centrales o autonómicos, del Estado español

Adelanto que lo que está haciendo Pedro Sánchez no es ilegal, ni tampoco antidemocrático, aunque, eso sí, está bordeando constantemente los límites de la legalidad y de la democracia hasta tal punto que muchas veces lo parece. Y que algunas de sus decisiones tienen tal tufillo de ser anticonstitucionales, que están recurridas al Constitucional.

Son decisiones sin ética ni estética, eso sí, tomadas con el fin exclusivo de perpetuarse en el poder, cueste lo que cueste, por mucho que se disfracen de avances sociales o de necesarias para pacificar a los partidos antiespañoles, los que le apoyan, a cambio de lo que haga falta.

Y de ahí ese afán desmedido de invadir y controlar al Poder Judicial, y también al Tribunal Constitucional, colocando a adictos a la causa en puestos clave de estos estamentos

Hasta tal punto que tengo la absoluta seguridad de que, si España no formara parte de la Comunidad Europea, a estas alturas ya se habría reformado la constitución de forma “democrática”, como se ha hecho en Venezuela, en Rusia, en Nicaragua y en tantos otros países, para que Pedro Sánchez continue sine die en la Moncloa.

La representación clásica de la justicia en todos los países es la de la diosa romana Iustitia, una mujer con los ojos tapados con una venda que la impide ver algo fuera de las leyes que influya en sus decisiones, una balanza para sospesar pruebas y circunstancias y una espada para castigar a los infractores. Porque las leyes, como la Constitución, no son amigables, ni dialogantes. Son puramente represoras con los infractores, aunque, obligadas por el propio concepto de la justicia, en la balanza se sopesen atenuantes.

Y esos mismos conceptos, sopesar, no dejarse influenciar y sancionar, son las obligaciones de los jueces y lo que hacen cada día. Aunque las leyes no les gusten, sin atender ni entender nada más allá de las pruebas, ni “manchar sus togas con el polvo del camino”.

Todo lo contrario de lo que pretende enconadamente nuestro presidente, que ayer mismo lo repitió en Barcelona: “Hay que sacar el debate político de los juzgados”, pero, otra vez, es puro relato. Puro sofisma, porque los juzgados nunca han hecho política desde la democracia, son los políticos los que deben sacar sus garras de los juzgados porque así lo manda la Constitución.

Como decían mis mayores, cada uno en su casa y Dios en la de todos.

Recuerdo que uno de los puntos que quería poner Pablo Iglesias en el pacto de investidura y que el PSOE no aceptó por la indignación de la judicatura, era que los jueces se comprometieran con el Gobierno en la elección de cargos. Pues casi que vamos por este camino.

Algo especialmente diferente de lo que dice el artículo 102 de la Constitución, en el punto 1.

La responsabilidad criminal del Presidente y los demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo

Si la acusación fuere por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones, sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del mismo.

La prerrogativa real de gracia no será aplicable a ninguno de los supuestos del presente artículo

En resumen: me he tomado la libertad de hacer un montaje con dos posibles figuras de la Justicia:

Una, poderosa y sólida, implacable con los criminales y protectora de los que no tenemos ninguna intención de delinquir porque sabemos que castigará a los que nos amenazan.

La otra desnuda, indefensa, temerosa y tapándose “las vergüenzas” con las manos, empleando una expresión clásica y no demasiado afortunada, en este magistral cuadro del Nacimiento de Venus, de Botticelli.

¿Adivinan cual prefiere Pedro Sánchez?

Valencia, 13 de diciembre de 2022

José Luis Martínez Ángel

Nuestra “memoria histórica”, la de la calle.

¿Alguien recuerda la letra de “Pichi”?

En una parte dice:

“Pichi, es el chulo que castiga

del Portillo a la Arganzuela,

y es que no hay una chicuela

que no quiera ser amiga

de un seguro servidor.

¡Pichi!

Pero yo que me administro,

cuando alguna se me cuela,

como no suelte la tela,

dos morrás la suministro;

que atizándoles candela

yo soy un flagelador.”

Es decir, el Pichi que muchos hemos cantado y aplaudido tantas veces no era más que un chulo, un proxeneta, por muy castizo que lo pintemos.

Por lo que, según la nueva moral, este chotis debe arrojarse a la hoguera, como la inmensa mayoría de los cuplés, de los tangos, de los boleros, de las zarzuelas, de las óperas y de otras manifestaciones de arte, como la pintura, que deberían ser destruidas por machistas, sexistas y todos los “as” negativos, incluido, aunque no tenga “as”, fomentar la violencia contra la mujer.

Con algunas excepcionas. como el Turandot, de Puccini, en el que cada noche se ajusticiaba a un pretendiente de la princesa porque no conseguía descifrar el acertijo que le planteaban para conseguir su mano. Y así fue hasta que llegaron nuestros grandes líricos, especialmente Alfredo Kraus, mi preferido, con su “nessum dorma”.

Puede que este argumento no disguste del todo a ciertas feministas extremas.

El gitano húngaro de “la Linda Tapada” se lamentaba de una sentencia claramente injusta:

En la cárcel de Villa

hoy me van a encerrar

pues los jueces castigan

el delito de amar.

Porque los jueces, feministas, poco preparados y bastante xenófobos consideraban delito de amar el haberle partido el corazón sin tener como atenuante que ella se lo había partido antes. Solo que lo de ella era metafórico y lo de él con una faca.

Hay un tango, incluso una película de 1993, un año después de la olimpiada de Barcelona, cuando España ya era democrática y moderna, titulada “la maté porque era mía” y se refiere, como su nombre indica, a un hombre despechado que, abandonado por su mujer, la mata porque no podía soportar semejante agravio. ¿Cómo soportarlo?

Carlos Cano cantaba, ¡y como lo cantaba! aquellos ojos verdes, piel morena que esperaba migajas de amor o las ofrecía a cambio de dádivas “apoyá en el quicio de la mancebía”.

Mas controlado estaba el impulsivo Cipriano, cajista de imprenta, que, bailando el chotis tenía una cierta propensión a bajar la mano más de lo necesario,

“Pero a veces se propasa el muy ladrón

y he tenido que llamarle la atención”.

Siempre controlado por La Colasa de la calle del Bastero, representada por Nati Mistral, Marujita Díaz, o por la cupletista de turno, cuando le decían:

“Ay, Cipriano, Cipriano, Cipriano…

no bajes más la mano, no seas exagerao.

Si no bailas con más comedimiento,

al primer movimiento… te las ganao.”

Y es que “la Colasa”, de armas tomar, tenía mano derecha, mano izquierda y sabía cómo parar a los que buscaban lo que buscaban.

Los golfillos lleva siempre al retortero

Porque son de los que buscan la fusión.

Unos auténticos salidos que solo veían a la mujer como objeto sexual.

Y no digamos de las letras importadas que cantábamos en cuanto había ocasión, como la del gran acosador de Adelita a la que amenazaba con perseguir, ¡madre mía! hasta con buques y trenes militares

Si Adelita se fuera con otro

la seguiría por tierra y por mar.

Si por mar en un buque de guerra,

si por tierra en un tren militar.

Pues bien. Todo lo anterior viene a cuento de que ya está bien de tanto feminismo militante, tanto sexismo absurdo y tantos tópicos rancios que utilizan cosas del pasado con fines políticos, juzgándolos con “los ojos de hoy”

Actitudes que entorpecen, eso sí a los ojos de hoy, los avances que faltan por conseguir. Y los entorpecen porque desvirtúan objetivos y estrategias.

No me veo comprando las coplas de Carlos Cano en tiendas que las vendan “bajo mano”, como compraba libros prohibidos por la dictadura en la librería Isadora, regentada por dos jóvenes que me los vendían “de tapadillo” y con gran riesgo por su parte.

Así que, dejémonos de “mariconadas” y trabajemos por lo que es esencial y mirando a futuro. Porque todo lo que he comentado, verdaderos dislates si se compusieran o pintaran en tiempos actuales, forman parte de nuestra cultura popular.

Esa cultura propiedad del pueblo y que nadie tiene derecho a ignorar ni a destruir.

Incluida parte de esa “memoria democrática” que no tiene más objeto que juzgar hechos que ya juzgó la justicia española, porque estábamos en democracia. Y los tribunales españoles hacían lo que tenían que hacer, como hacen hoy, regulados por las leyes y la Constitución

No lo que algunos interesados de ahora, legos en asuntos de justicia y expertos en rencores y facturas pendientes, dicen que es lo que “debieron hacer” nuestros padres, los que se dejaron la piel y aportaron enormes cargas de generosidad para conseguir la transición democrática.

Y me refiero tanto a mis coplas y mis zarzuelas, como a tantas sentencias emitidas con todas las garantías de un estado democrático y ese pasar página consensuado por los que eran verdaderos puntales de la izquierda comprometida y perseguida, como los miembros del Partido Comunista, a los que los “chiquilicuaques” seudo comunistas-progresistas actuales, que no han tenido más que ventajas y protecciones gracias a todos nosotros, tendrían que citar con muchísimo respeto, y por los de la derecha, entonces en el poder.

Pasar página que no tuvo nada de chantaje ni de imposición. Fue un mirar al futuro con ilusión y con ganas de recuperar derechos y libertades.

Cantaban los jóvenes de la derecha franquista de la transición que:

“Quien quiera una corona

que se la haga de cartón,

que en España no hay coronas

y menos para un Borbón”

Que rimaba, por casualidad, con lo de:

“Tarancón al paredón”

Lo mismo digo de los progresistas que cito anteriormente, que solo pretenden conseguir titulares a base de exhibir como grandes errores lo que hicieron nuestros padres e hicimos nosotros mismos, y enmendar, sin venir a cuento, muchas de aquellas cosas que a nosotros nos parecieron puro folklore o cosas “del natural”.

Y es que vivir del cuento juzgando y tratando de rectificar pasados ya amortizados, cuesta menos intelectualmente y es menos fatigoso que arrimar el hombro, frase repetida en supuestos inapropiado por nuestro presidente, que trabajar seriamente para el futuro. Y hay muchos de los que se auto consideran “importantes” que no dan para tanto.

Porque el aforismo de que hay que recordar el pasado para no cometer los mismos errores no tiene ningún sentido en este caso. Se trata de recordar errores del pasado para obtener réditos políticos, aunque sea a costa de volver a dividir a los españoles.

Ya se que me dirán que esto no tiene nada que ver con aquellos que hicieron daño real a personas reales, pero no es eso lo que está ocurriendo exactamente, porque   una cosa es retirar honores a los que causaron muertes deliberadamente, que fueron de todos los bandos y colores, por cierto, y otra cosa muy diferente es tratar de eliminar la obra de otros, escritores, intelectuales o artistas, que en algún momento manifestaron algún tipo de simpatía por la dictadura o, simplemente, no mostraron ningún rechazo al régimen de Franco.

Y pongo un ejemplo de lo más elemental: Fraga Iribarne, ministro de Franco, o Santiago Carrillo, con episodios evidentemente oscuros en su vida como dirigente del Partido Comunista, pudieron rehacer su vida y llegar a ser cargos importantes en la democracia, mientras que se ha buscado denodadamente si alguno de los titulares de calles en los pueblos y las ciudades de España tuvieron la más mínima relación con la dictadura para retirar las placas por muchos méritos personales o sociales que aportaran a la sociedad en su tiempo.

Pero, seguramente, estoy confundido y todo esto que he escrito son paridas y “cosas de viejos”

José Luis Martínez Ángel

Valencia, 11 de diciembre de 2023

El BarMar y la energía verde

No tengo idea clara de lo que es el BarMar, supongo que este nombre viene de las abreviaturas de Barcelona y Marsella, si es ese el final del gaseoducto de la famosa energía verde, ni tampoco de las ventajas que supone esta nueva fuente de energía, pero tampoco me importa.

Lo que me parece raro, muy raro, es que se arriesguen a construir un conducto submarino después de la experiencia del sabotaje del gasoducto del Mar del Norte que inhabilitó todo el conducto por un atentado atribuido a un submarino ruso.

Es evidente que construirlo por tierra firme sería más costoso, pero mucho, muchísimo más seguro porque incluso sufriendo algún tipo de daño, solo afectaría a un tramo perfectamente reparable.

Y los tiempos actuales están demostrando que las energías, todas, pueden ser utilizadas como auténticas armas de guerra, por lo que es muy arriesgado tomar decisiones basadas en la experiencia tradicional sin contar con las nuevas variables.

Porque la diferencia de costes sería, seguro, mucho menor que el que está suponiendo para Europa el corte de energías rusas o las ayudas armamentísticas a Ucrania en una semana.

Por lo que tengo que suponer que esta decisión, cuya rentabilidad tampoco está nada clara, obedece a intereses políticos de Francia, respaldados por España y Portugal. Intereses políticos de consumo interno de cada país y de tan corto recorrido que, en el fondo, parece que solo pretenden mejorar las imágenes actuales de los mandatarios de Francia, consentidora del proyecto eludiendo que el gaseoducto pase por su territorio, y de España y Portugal, protagonistas de la iniciativa.

Todo ello consentido, no se porque razón, por la Comunidad Europea y teniendo un alto coste de financiación y un largo periodo de ejecución.

Suelo repetir que “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”. En este caso es locura y, muy posiblemente, dilapidar un dinero en algo tan indefenso como es un gaseoducto marítimo, expuesto al que el Putin de turno decida mandar un submarino, o que un grupo de esos que lanzan pinturas a los cuadros de los museos y se pegan a los marcos, por poner un ejemplo de disparate, pongan una bomba en algún lugar asequible de su trazado, sabiendo que un agujero en cualquier parte inutiliza todo el conducto.

Pero, seguramente, estaré equivocado cuando tante gente y de tanto nivel están respaldando el proyecto. Lo que ocurre es que estos “tantos y de tanto nivel” son todos políticos a los que les viene bien los grandes titulares, porque los científicos no lo tienen nada claro. La mayoría creen que la energía verde es algo que necesita una mayor investigación y, como muestra, cito una opinión autorizada:

“Antonio Turiel, investigador del CSIC y especialista en recursos energéticos, coincide en que el hidrógeno verde “es una tecnología que no está preparada para una implementación masiva” y “tampoco se ha demostrado que sea viable”.

El científico está de acuerdo en que se invierta en investigación y desarrollo al respecto, pero discrepa en un asunto, y es que “se está vendiendo como el gran desarrollo industrial que viene cuando no es así”. Añade que “decir que vamos a hacer este despliegue sobre una tecnología dudosa me parece peligroso. Tiene un coste de oportunidad importante”

Pues eso

José Luis Martínez Ángel

Valencia, 10 de diciembre de 2022º

Viernes negro para la democracia – Un paso más en el desmantelamiento de las defensas del Estado

Hace tiempo que no comentaba o cuestionaba las decisiones del gobierno porque son tantas, tan confusas y frecuentes que no tengo tiempo ni humor para hacerlo.

Pero hoy puede ser un día especialmente triste en el camino del desmantelamiento de las defensas del Estado contra los abusos de particulares o comunidades. Las chapuzas de las leyes de Podemos, la del “solo sí es sí” y las que se prevén sobre la ley de protección de animales, o la de género, por ejemplo, son problemas menores porque este mismo gobierno con otras mayorías o el que le suceda las pueden ajustar o cambiar, pero suprimir el delito de sedición, también rectificable, o el pretender que destinar el dinero público para fines ajenos  a los previstos  no es malversación si no hay enriquecimiento del malversador, también reversible, son palabras mayores que costarán de reconducir porque sacará a muchos delincuentes de las cárceles.

Reconducción que será necesaria porque eso es exactamente lo que ha ocurrido en Andalucía con los ERE, que utilizaban dinero destinado a la formación y a facilitar que los andaluces en el paro pudieran tener más facilidades para conseguir empleo a chapucear con falsas jubilaciones, para donar generosas y poco justificables subvenciones a UGT, para crear una red clientelar a base de dádivas, o para gastárselo en juergas de todo tipo.

Pretender que los responsables de todo esto no son culpables porque no se han enriquecido personalmente, es de aurora boreal.

Y, lo más peligroso, con mucho, son las maniobras del Ejecutivo, porque el Legislativo hace tiempo que ha desaparecido diluido entre los pactos antinatura del gobierno con las tres marías, ERC, Bildu y PNV, aprobando un extraño cambio en las leyes que permitía que el Partido Socialista presente sus dos candidatos al Constitucional sin esperar a los otros dos del Consejo del Poder Judicial para poder “colar” a un exministro y a una jueza comprometida con el gobierno y con ERC.

Y le urge porque necesita tener en el TC una mayoría prácticamente prevaricadora que dé como buenas muchas de las decisiones que ha tomado Pedro Sánchez. Porque él, mejor que nadie, sabe que parte de ellas son anticonstitucionales, razón por la que se mete en estos líos que tarde o temprano le pasarán factura.

La nueva ley obligará a los miembros del Consejo Superior del Poder Judicial a nombrar a sus representantes en el Constitucional en un corto plazo, so pena de incurrir ¡en un delito! según lo dicho por Patxi López con esa voz especial que reserva para las grandes ocasiones.

Semejante enfrentamiento, que nunca existió en gobiernos anteriores, en los que también se dieron discrepancias entre el PP y el PSOE y retrasos en los nombramientos, era absolutamente impensable y no puede acabar bien porque es muy difícil que los afectados acepten semejante atropello sin defenderse, no sé de qué forma.

Porque no son ellos los que han creado el problema ni los responsables de solucionarlo. Según la Constitución son los partidos políticos y únicamente los partidos políticos los responsables de nombrar a los miembros del CSPJ y no se pueden buscar atajos para nombrar a miembros del Constitucional porque ellos, los partidos políticos, los dos, hayan sido incapaces de cumplir con su misión institucional.

La coartada del gobierno, la de siempre: el pertinaz bloqueo del PP y ahora del propio Consejo del Poder Judicial, pero habrá que convenir, salvando “relatos”, en que el bloqueo, como digo, es responsabilidad de los dos partidos y que es tanto el problema causado, que el Poder Judicial, bloqueado en sus funciones y ante tamaño intento de condicionar sus decisiones, y después de varios avisos, también ha tomado partido negándose a nombrar a sus dos candidatos.

Y, de hecho, por mucho que exagere un personaje tan digno de creer como el mencionado Patxi López, que no es precisamente un genio de la política ni de la negociación, la máxima responsabilidad la tiene el gobierno, que es el que debe tomar iniciativas y favorecer pactos, porque es el propietario del BOE. Gobierno que siempre ha preferido actuar como “oposición de la oposición” porque es una postura mucho más cómoda: puede replicar en lugar de proponer y no necesita contestar preguntas porque le basta con descalificar al oponente político. De hecho, el presidente del gobierno no ha contestado jamás a ninguna de las que le han formulado, utilizando tácticas tan burdas como villanas para echar balones fuera con frases parecidas a “¿cómo se atreven a preguntarme eso después de que ustedes…?”

Por eso me maravilla que haya gente que siga pensando que hay que cambiar la Constitución, cuando hay personajes como Pedro Sánchez, que pasará la historia, no por haber desenterrado a Franco, sino por haber desmantelado parte de las estructuras del Estado, porque la está dejando sin contenido a base de decretos ley que minimizan las penas por incumplirla.

Seguramente será una exageración por mí parte, pero así es como empezó la Primera República, la olvidada, con la despenalización de hechos como las declaraciones de independencia de las famosas ciudades cantonales, que llegaron al extremo de declarar la guerra a otras ciudades cantonales.

Hoy he escuchado en la radio, espero que no sea cierto, que la vicepresidente Yolanda Díaz va a viajar a Argentina para apoyar a Cristina Fernández de Kirchner. Y me pregunto ¿qué pinta una vicepresidenta del gobierno español defendiendo a una delincuente conocida y condenada por los tribunales de una nación democrática? Un personaje mezclado con toda clase de delitos de corrupción, cifrados en miles de millones, y con negras sombras, incluido el asesinato de un fiscal. Parece algo que no viene a cuento en este comentario, pero indica la falta de valores de nuestro Ejecutivo.

Que viaje con Zapatero, si lo hace, es lo de menos porque este hombre no es miembro del gobierno y ya hace mucho tiempo que va de Herodes a Pilatos sin que sepamos muy bien porque ni para que.

Lo cierto y verdad es que la figura de nuestro presidente, guapo, dominador de las cámaras de televisión y hablando buen inglés, está ganando nombre en los muchos países a los que viaja, no sé si para completar su esperado vídeo, pero me temo que todo esto no nos sirve de nada a nosotros, los españoles, que estamos perdiendo día a día parte de las garantías y la protección que nos otorgó la Constitución.

Si tuviera poder para hacerlo pediría que se grabe una placa con los nombres de los congresistas socialistas que están dando el “sí” a estas tropelías para que conste en la memoria histórica, esa sí, del parlamento. No incluiría los nombres de los apoyadores tradicionales porque esos no están traicionando a nadie. Van a lo suyo y de verdad que nos están ganando.

Sin ninguna duda.

Montero – Marlaska.  “Tanto monta, monta tanto”.

Ni la Guardia Civil, ni el ministro de interior, ni ninguno de los responsables de la seguridad de Melilla tienen la culpa de lo ocurrido el pasado mes de julio. Claro que no.

Fue una avalancha inesperada que desbordó cualquier previsión y provocó el derrumbe de las vallas por la cantidad de asaltantes que se subieron a ellas, razón fundamental de las muertes, entre treinta y cuarentas según las fuentes, aunque el número en si no tiene importancia porque más de cero es un disparate y porque no son números, son personas con nombres y apellidos que terminaron una vida dramática de una forma miserable e injusta.

La responsabilidad del ministro Marlaska, antes juez Grande-Marlaska y ahora solo Marlaska, no ha sido por las muertes, sino por mentir desde el principio diciendo que Marruecos había actuado con proporcionalidad, y ocultar la verdad, que no es lo mismo, pero sí parecido, cuando se ha visto acorralado por las pruebas en forma de imágenes grabadas por la propia Guardia Civil y por terceros.

Pruebas que convencieron a todos los grupos parlamentarios, algunos de ellos con la idea equivocada de que este suceso podía salpicar la buena labor de la Guardia Civil, menos al PSOE, jugando de nuevo con la suposición de que los “mortales” somos tontos, cuyo portavoz dijo textualmente que no se había podido demostrar que hubieran muertos en territorio español.

¡Claro que no se podía demostrar! Y decía verdad, porque ninguno de ellos llevaba en sus manos un certificado de defunción, única prueba legal de su fallecimiento. Solo que, con esta conclusión tan simple, las imágenes no demostraban que se hubieran producido muertes en ninguno de los dos lados de la valla.

El que fue excelente juez, Grande Marlaska, ahora convertido en un personaje triste y gris, acorralado y desprestigiado gracias a la toxicidad de su amado presidente, no dimitirá porque Pedro Sánchez no puede entregar cabezas a la oposición, aunque les pillen en un millón de falsedades y renuncios.

Y ayer, para más inri, se nos apareció la extrañísima ministra de igualdad, la responsable de que todos seamos más diferentes cada día, a montar el pollo y retirar la atención del personal sobre un ministro con aspecto de conejo rodeado de perros, solo como imagen literaria de las dos partes, consiguiendo que toda la oposición y parte del mismo PSOE, apuntaran los dardos en su dirección.

Tanto es así que casi apostaría que fue un montaje: Marlaska se libra de la jauría que le perseguía y Montero consigue que no se hable de los beneficiados en sus penas y los excarcelados por su ley de “solo el sí es sí”, modelo de exquisitez legal.

Pues bien. Ninguno de los dos, ni la ministra digital ni el juez seducido, merece ser ministro, pero ambos seguirán siendo titulares de sus carteras. Uno para no dar la razón a la oposición y la otra porque el presidente no tiene la potestad de nombrarla o destituirla porque obedece a un pacto de gobierno.

Y claro, si la destituyera se rompería el pacto y como consecuencia, se caería la escalera. Y, el gobierno, el PNV, IU, Podemos, Bildu y algún que otro, son demasiados para quedarse en el aire agarrados a una sola brocha. Va contra las leyes de la física, una de las que no ha intentado alterar, al menos hasta ahora, nuestro admirado presidente.

El que acabará dando conferencias por todo el mundo mundial sobre como tuvo el valor de desenterrar a Franco. El que, en aras de su gloria personal, nos dejará una nación endeudada, dividida, desconcertada y desconcertante.  

El presidente Sánchez, Bildu y los «txacurras» de Navarra.

Estos días nos hemos enterado de que Pedro Sánchez ha negociado con Bildu la retirada de la Guardia Civil de Navarra, sustituyéndola por una fuerza propia.

La noticia en sí no tendría demasiada importancia porque ya se hizo en el País Vaco y en Cataluña y realmente es cambiar de agentes sin alterar los fundamentos, porque el reglamento de tráfico es igual para toda España y lo regula la DGT, que es el organismo estatal competente.

Y, aprovechando esta circunstancia, el presidente justificó la medida echando en cara a la oposición el que les parezca mal que haga lo mismo que hicieron gobiernos anteriores.

Pero, como suele hacer, argumenta en falso porque de entonces a ahora han cambiado radicalmente las circunstancias.

Ya que, aunque visto los visto las decisiones del pasado parecen un error histórico, en aquel momento tanto el PNV como CIU parecían poco sospechosos de hacer lo que luego han hecho y aparentaban una lealtad institucional con el Estado que, en este momento, ha desaparecido por completo. Incluso, por expresarlo con más precisión, no es que haya desaparecido, es que lo que entonces parecía ser lealtad, en este momento se ha convertido en deslealtad manifiesta. Y a las pruebas me remito.

Pero en este caso, hay una malicia incorporada al pacto que no puede enmascarar ningún otro propósito por parte del presidente que conseguir votos para los presupuestos a cambio de facilitar la hoja de ruta de Bildu que, entre otras cosas, incluye la expulsión de las Fuerza de Seguridad del estado y muy especialmente de la Guardia Civil, su enemigo declarado, en los territorios bajo su control.

Y la prueba del algodón es que, por lo que se ha filtrado, no van a permitir que los miembros activos de este cuerpo en Navarra puedan pasar a ocupar parte de la plantilla de la futura policía de tráfico. A diferencia de lo que ocurrió en su día en el País Vasco y Cataluña cuando se crearon las policías autonómicas.

Porque para Bildu, los miembros de la Guardia Civil siguen siendo los mismos “txakurras”, perros en castellano, que en otro tiempo asesinaban sus antecesores en ideología.

Y, claro, habiendo vivido como he vivido los malditos años de plomo en los que ETA asesinó a tantos seres humanos sin distinción de sexo, edad o condición, no puedo por menos que llamar vendepatrias sin escrúpulos a quienes han aceptado semejante negociación.

Porque yo, que soy muy tolerante con casi todo, sigo siendo absolutamente radical contra todo lo que suponga blanquear o tergiversar lo ocurrido en esas tierras y con esas gentes. Y no tanto por lo que hicieron, que también, sino porque al día de hoy muy pocos, casi ninguno, ha mostrado el menor signo de arrepentimiento por el dolor causado. Incluso, jaleados por “los suyos”, seguirán pensando que se comportaron como auténticos héroes cuando mataban a adultos delante de sus hijos.

Y, como colofón, recuerdo lo que he dicho al principio: me importa poco que se transfiera el control del tráfico en Navarra. Lo que no perdono es con quién se ha negociado y a cambio de qué.

Por cierto. El amigo Bolaños, acorralado por el congresista García Adanero, se ha mostrado indignado y ha manifestado, entre otras cosas, que nadie como ellos lucharon contra el régimen de Franco, cosa que tampoco es verdad.

Seguramente porque es joven y le han contado lo que le han contado, grupos terroristas aparte, fue el Partido Comunista el más destacado en la lucha contra la dictadura. Los socialistas empezaron a asomar a cabeza en el tardo franquismo, cuando estar en las barricadas políticas antifranquistas ya no era tan peligroso.

Y entre los antifranquistas nunca estuvo ETA, porque sus asesinos mataron durante la dictadura y cuando ya se había establecido la democracia. Simplemente mataron por matar, intoxicados y enloquecidos por un fanatismo excluyente que no tuvo sentido antes ni lo tiene ahora.  

Por lo que, en contra de lo que acostumbro a hacer, publico este vídeo de García Adanero, que recomiendo especialmente desde el minuto dos y quince segundos de la grabación, porque desconozco el caso que cita con anterioridad, la retirada de la medalla de oro del trabajo a Felix Huarte, personaje que me resulta desconocido y sobre el que no puedo opinar.

Desde ese momento, Adanero dice casi literalmente lo mismo que yo mismo le diría a Bolaños si hubiera tenido ocasión.

La sociedad civil y los gobiernos de la nación, dos mundos paralelos cada vez más alejados entre sí.

Lo que está sucediendo con la sanidad en España es un ejemplo paradigmático del caos en el que está sumida la sociedad española. Hay algunos temas que requieren soluciones a medio y largo plazo, como el de las pensiones, pero este, la sanidad, necesita medidas a muy corto plazo y una profunda reorganización porque está afectando a la población de toda España, aunque solo se hable de Madrid, y está seriamente dañada desde el caos inevitable que supuso la pandemia del coronavirus. Caos no resuelto del todo y con gravísimas amenazas de continuidad por las nuevas situaciones y los nuevos condicionantes.

Y hay que abordarlo ya porque este problema es mucho más grave que el hecho de que haya ciudadanos que pasen más o menos frio o que tengan más o menos dificultades para llegar a fin de mes, porque lo que está en juego es la salud pública y vidas humanas.

Y empiezo por decir que no voy a aportar posibles soluciones personales porque no las tengo. Solo pretendo hacer un análisis de la situación, unas reflexiones en voz alta plasmadas en un texto, en las que, en lugar de sugerir respuestas, plantearé preguntas.

Y eso viene a cuento de que todo lo que está sucediendo en España desde los últimos años, especialmente por la mala gestión de los recursos del Estado, en algunos casos forzada por los acontecimientos, choca frontalmente con mi forma de actuar cuando formaba parte de una empresa privada que trabajaba en calidad, donde el esfuerzo, la imaginación y la colaboración de todos sus empleados, permitía mantener una dinámica de renovación continuada para no perder ritmo ni mercado.

Posteriormente he tenido una empresa propia y las preguntas seguían siendo las mismas: si algo va mal ¿Cómo reconducir la situación para revertir la tendencia? Si el negocio va bien, ¿cuáles son las razones que lo justifican? Y en todo caso, vaya bien o vaya mal ¿cómo mejorar la gestión a corto, a medio y a largo plazo?

Y donde manejábamos los procesos de mejora de gestión o de resolución de problemas usando una metodología innegociable:

  • Conocer hasta el más mínimo detalle, con hechos y datos contrastables, cual es la situación actual.
  • Definir muy claramente el objetivo que se quiere alcanzar, igualmente dimensionado con datos muy definidos.
  • Qué plazo nos marcamos para pasar del “ahora”, la situación actual, al objetivo previsto. Plazo que requiere establecer controles intermedios en el tiempo de la migración, para asegurarnos de que las acciones o los procesos establecidos responden a las previsiones. Y si no es así, se revisan y se modifican.

Sin dejar nada, absolutamente nada al azar.

Y por supuesto, sin abordar mejoras en lo que puede ser una bola inmanejable, huyendo de definiciones como “mejorar la sanidad”, fragmentándolas y concretándolas de forma independiente en cada una de sus partes, como “mejorar la atención primaria” o “mejorar, la atención primaria en zonas rurales”, por poner dos ejemplos.

Porque la sanidad pública española necesita un gran proceso, pero dividido en áreas independientes de trabajo abordadas por equipos especializados en cada una de las áreas tratadas. Y, a ser posible, sin la intervención de políticos concernidos en los temas tratados o, todo lo más, como una voz más dentro de cada grupo.

Expertos si, políticos no.

Al final serán ellos, como únicos facultados para aprobar los presupuestos o de las medidas a tomar, los que firman lo que haya que firmar, pero, poniendo un ejemplo real, en la multinacional en la que trabajé no había ningún director ni dirigente incluido entre los componentes de los grupos de trabajo, aunque, eso sí, cuando le presentaban la solución sugerida a la dirección, eran ellos los que tenían que hacerla suya.

Y digo sin faltar a la verdad, que la dirección aprobó todos los trabajos que le presentaron los muchos grupos que se montaron para tratar temas concretos, porque todos contenían un análisis detallado de los costes, los beneficios y los plazos de ejecución de cada iniciativa.

Es por eso por lo que estoy convencido de que vivimos en dos mundos paralelos. El de la realidad, los ciudadanos tratando de salir adelante, las empresas grandes y pequeñas, intentando rentabilizar mejor sus inversiones para mantener los negocios, y el de la política basura de las ocurrencias, la visión a corto plazo y el no considerar las consecuencias de cada decisión, porque su objetivo no es el ciudadano ni administrar adecuadamente los bienes que les hemos confiado, sino mejorar las encuestas y las tendencias de voto.

Casi exclusivamente. Y no solo del gobierno actual, aunque este lo ha elevado hasta convertirlo en un arte.

Hay una frase que he utilizado con frecuencia dando cursos o en reuniones de trabajo: Lo fundamental en una orquesta es que cada instrumentista conozca a la perfección su partitura y como debe encajar en el grupo orquestal. Pero en la política española se ha dado el milagro de que el nombramiento de ministro lleva incluido el alcanzar la ciencia infusa y, de la noche a la mañana, sabe más que el que más y no necesita más consejos que los de sus cuatro amiguetes a los que ha nombrado “asesores”.

Prescindiendo de las recomendaciones de los estamentos previstos en el ordenamiento del Estado, o de los funcionarios de mayor nivel, excelentes profesionales en sus ramas. Es decir, pasan a ser el violinista que conoce a la perfección las partituras de todos los instrumentos sin haberlas estudiado.

¿Para que preguntar si ya lo saben todo?

Mas de justicia que los juristas, más de economía que los economistas, más de urbanismo que los urbanistas y, naturalmente, más de sanidad que los sanitarios o más de gestión de la sanidad, que es un tema diferente, que los gestores profesionales. Claro que sí

Y si he tomado como ejemplo el tema de la sanidad, es porque es un problema universal por mucho que la política de bajo nivel se empeñe que está centrado en la Comunidad de Madrid, ergo hay una responsable-culpable, ergo la solución es que dimita, ergo muerto el perro se acabó la rabia porque llegarán nuevas mentes con soluciones novedosas que resolverán lo que Ayuso se ha empeñado en destrozar. Y que conste que no quiero defender a Ayuso, sino denunciar a los que están utilizando las carencias de la sanidad como herramienta política, el colmo de la insensibilidad y de la ignorancia de lo que realmente está pasando.

Y empiezo con mis dudas y mis preguntas:

Los profesionales de la atención primaria, que parece ser el grueso del problema, dicen que no pueden atender en calidad a los sesenta pacientes diarios que ahora soportan, lo que, sin duda, es una verdad incuestionable. Y que quieren que se rebaje hasta un máximo de treinta y uno por jornada.

Pero, si les quitan los sesenta “sobrantes” ¿quién les va a atender? Porque todos, los sesenta, necesitan asistencia médica. Y si parece imposible contratar a nuevos profesionales porque falta presupuesto o porque sus salarios son bajos y prefieren ir a trabajar al extranjero, ¿cómo se soluciona el problema del paciente ciudadano, paciente en todas las acepciones de la palabra?

Porque subir el salario de los médicos y enfermeras supondría una discriminación entre el funcionariado y, teniendo en cuenta la falta de visión global de los españoles a causa de una clarísima carencia de pedagogía política, es seguro que el resto de los colectivos se lanzarían en tromba pidiendo “lo suyo”.

Y, por otra parte, ¿Cómo frenar la sangría que supone que el estado español cargue con el coste de la formación de los profesionales y que otros países se beneficien de sus conocimientos sin pagar un euro? Yo soy enemigo del sistema estadounidense por el que los universitarios sin recursos contraen una deuda por sus estudios universitarios que luego tienen que devolver, pero ¿se podrían dar títulos universitarios con alguna condición? ¿la de mantenerse en España un tiempo o devolver parte del coste de sus estudios?

Claro que para eso tendrían que tener empleo garantizado…

¿Se podría conceder la nacionalidad española inmediata a profesionales de la sanidad de naciones de habla española? Sería la solución más rápida y menos traumática porque conocen el idioma y muchas de nuestras costumbres.

Aunque, naturalmente, también tendrían que imponerse condicionantes para evitar que, siendo españoles y por tanto comunitarios, al cabo de un año se vayan a trabajar a Francia, Alemania o Gran Bretaña.

En fin, con estas preguntas solo pretendo evidenciar la dimensión del problema que nunca se solucionará con pancartas en las calles pidiendo dimisiones de quien sea o reivindicando derechos de determinados colectivos. Unos lo harán mejor que otros, pero lo que es evidente, aunque no se diga según en que telediarios, es que todas las comunidades, incluida la valenciana, tienen problemas muy importantes con la asistencia sanitaria.

Es un tema tan importante, tan complejo y tan urgente de solucionar, que necesita un auténtico pacto de Estado y la intervención de verdaderos profesionales de todos los colectivos concernidos, incluidos sociólogos, psicólogos y expertos en demografía, sin ninguna intervención de los políticos en el gobierno, porque no es un problema localizado en una o dos legislaturas que pueda resolver o modificar otro ejecutivo.

Ni de coña. La población envejece, los ingresos disminuyen por falta de población activa y se necesita una gestión honesta en los planteamientos y exquisita en las soluciones.

Algo imposible de esperar en los dirigentes políticos actuales.