No llores por mí, Argentina. Mejor lloremos por España.

He de confesar que tengo a los argentinos por inteligentes, dotados de una excelente oratoria, y educados con un vocabulario muy rico. Pero no los entiendo. No entiendo que, después de tantos años, sigan insistiendo en el peronismo, movimiento político-sindicalista que, excepto en su primera fase, los años de Perón, no ha aportado nada positivo a la nación.

Es cierto que Alberto González tampoco tiene enfrente nada que valga especialmente la pena, pero  en todo este tiempo ¿no han sido capaces de encontrar una tercera via  que gobierne y reorganice el país?

Y si algo no puedo entender es que el actual gobierno haya recuperado a Cristina Fernández de Kirchner, una mujer con una gran mochila cargada de corrupción y de otros hechos poco edificantes, y de multitud de sospechas sobre sus manejos y sus chanchullos, incluido algún posible delito especialmente grave.

Pero les agradezco que hayan recuperado para su causa a Pablo Gentili, el que ha sido asesor de Pablo Iglesias y ahora lo será de Cristina, la nueva vicepresidenta que abronca a los jueces en los juzgados cuando la citan para que aclare sus actividades al frente del gobierno.

Personaje controvertido, Gentili,  que en su carta de despedida dice entre otras cosas, que “vuelvo a la Argentina después de casi 30 años. Es extraño volver al lugar del que no te has ido nunca. Pero necesito regresar a una América Latina donde renace el futuro”.

Si Argentina entiende que “renacer el futuro” es retroceder a como estaban hace treinta años, o más, no me extraña su historia reciente en la que pasan de dictaduras militares a gobiernos peronistas, en un trágico bucle del que no pueden salir. Es como un eterno “día de la marmota”.

Pero, bien pensado, es  exactamente lo mismo que pretenden hacer en nuestro país. Un “renacer” de la nación liderado por un aspirante a presidente confuso en sus mensajes, incluso contradictorio,  aunque firme, muy firme, en su objetivo de ser presidente cueste lo que cueste. Aspirante que por no tener ninguna ideología ha adoptado como suya la de Zapatero.

Cogobernando con Podemos, partido absolutista en el sentido de que practica que sea una cúpula la que dirige el partido, aunque lo disfracen con falsa democracia y referéndums amañados. Lo mismo que implantarían en España si algún día gobernaran, cosa imposible. Un poder, el ejecutivo, que controle y domine a todos los demás. Como era costumbre en las dictaduras comunistas, felizmente desaparecidas

Y con el aplauso y la colaboración necesaria de formaciones tan “modernas” como los independentistas catalanes, que reclaman derechos de 1714, derechos de los poderosos por supuesto y no de la ciudadanía, como si fuera el único de los territorios de España que ha sufrido agravios e injusticias históricas, y también de Bildu, del muy peligroso PNV, y de otros partidos de este tipo.

¿En que estaría yo pensando cuando criticaba a los argentinos que han votado peronismo? Al menos el peronismo cree en la nación argentina, y siempre ha actuado como aglutinante de otras fuerzas políticas.

“Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras, dicen que dijo don  Don Quijote. Pero, como tantas otras cosas que nos hacen creer, tampoco es cierto que esta frase la pronunciara nuestro caballero andante. Caballero que, según su autor, tenía el cerebro seco de tanto leer.

Aquí hay muy pocos con el cerebro seco de tanto leer, más bien hay demasiados que lo tienen adormilado por leer tan poco.

Un fenómeno a estudiar es que a una parte importante de los españoles, se les ha atrofiado el hipocampo, lugar donde se almacena la memoria a largo plazo, y tienen hinchada la corteza prefontal, el lugar donde se almacenan los recuerdos más recientes, la famosa “memoria histórica”, por ejemplo. Aunque también manifiestan un cierto caos cerebral cuando afirman que la dictadura fue cosa “de ayer mismo”, mientras que lo de ETA es “cosa pasada”.

“Memoria histórica” que sirve, sobre todo, para llenar de piedras el camino y frenar así el avance hacia el futuro mientras discutimos “si son galgos o podencos”.

Y valga como ejemplo la última maldad que ha dejado caer nuestra preclara portavoz del gobierno cuando ha afirmado con toda la solemnidad posible y con esa voz suya grave y pausada,  tan de  profesora reñidora, que el problema de Cataluña no es responsabilidad de los independentistas que proclamaron la república, que montaron el referéndum, que bloquearon y bloquean aeropuertos, estaciones, calles y carreteras, y que queman contenedores.

Es herencia de Mariano Rajoy.  Como diría Federico Trillo, “¡manda huevos!¨. A eso se llama simplificar y tener las ideas claras.

Quizás convenga recordar, por si sirviera de algo, el final de la fábula de Tomás de Iriarte, como escrita para los españoles de hoy, y muy especialmente  para los políticos que han fomentado tantas discusiones inútiles y dañinas que solo sirven para dividir a los españoles.

“Son podencos, vaya,
que no entiendes de eso.”
”Son galgos, te digo.”
”Digo que podencos.”

En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.  

Según versiones, la frase más parecida a la atribuida a Don Quijote es ”Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”, que dicen que le dijo Alfonso VI a Rodrigo Díaz de Vivar en un momento de desavenencias.

Frase que resulta más del momento si sustituimos la palabra “Cid” por “Sánchez”.

¡No llores por mí, Argentina. Mejor llora por España