No había felicitado a Vicent Ramon Pascual por la portada del programa de Fiestas de San Blas de este año, pero es que resulta tan habitual y rutinario que gane concursos como que Bocairent nos regale esos maravillosos atardeceres, tan habituales, que casi nos pasan inadvertidos.
Tampoco para todos. Los que vamos menos los vemos más, y también los ven, más bien los persiguen para lucirlos con orgullo en cualquier emisora de TV, los personajes como Blai Vañó y algunos de sus compañeros, verdaderos furtivos de la meteorología que, cámara en ristre, aparecen por cualquier lugar buscando esas nubes enrojecidas, esos cúmulos tan provocativos, o esos amaneceres de niebla baja, ¡que amaneceres, Señor!, que se despereza hacia el oriente entre los bancales de la cara norte de la sierra Mariola.
Yo, que soy mayor y he disfrutado de muchas cosas, lo hice con los excelentes duelos de trinquete, en la modalidad de “escala i corda”, entre dos grandes jugadores de estilos completamente diferentes: Rovellet, todo técnica, elegancia y buena planta, y Eusebio fuerte, potente, una especie de bisonte de los trinquetes, con cara de pocos amigos en la partida y gran deportista dentro y fuera de la cancha.
No había día en que no saliéramos satisfechos de lo visto cuando se jugaban esas partidas, incluso los que habían perdido en las apuestas, cosa que nunca me ocurrió porque jamás invertí una sola “peseta” que me distrajera de la emoción del momento. En aquella época solía coincidir con dos grandes aficionados, mi suegro, Daniel Moret, y su buen amigo Paco “Salomó”, oriundo de Bocairent y residente en Valencia.
Posteriormente se retiró Rovellet y apareció una figura rutilante, Paco “Genovés”, que rápidamente pasó a ser el rey indiscutible de la pelota. Paco combinaba buena parte de la técnica de Rovellet, y rebasaba con creces la potencia de Eusebio, por lo que aconteció lo peor que puede pasar en mundo de las disputas: Paco “Genovés” se quedó sin rival.
Y se inventaron todas las fórmulas posibles para meterlo en partidas: jugar con uno más flojo contra Eusebio y dos buenos, prohibirle restar directamente al palco contrario “encalando” la pelota, limitarle los golpes, (que si solo de “manrró”, que si prohibido el “bot de bras”, que solo de “carxot”, si jugar solo, con un “feridor”, contra tres..), era igual. Paco disponía de recursos suficientes para superar sus “hándicaps” y ganar a quien le pusiera por delante. ¡Como ajustaba la pelota a “la careta” de la «escala»!. Hasta lesionado ganaba..
Pues bien. Todas estas divagaciones, muy propias de mi falta de formalidad cuando escribo, son para llegar a la conclusión que a Vicent Ramon acabará pasándole lo mismo que a Paco “Genovés”, y le obligarán a concursar “privat”, en el argot de la “pilota”, limitado en castellano, o handicapado en inglés. Eso, o acabará ganándolo todo, porque es joven y, aunque viva en medio de montañas, no deja de crecer en experiencia y sabiduría.
Vicent Ramon, una persona tímida y generosa donde las haya, tendrá que hacerse a la idea de que en cualquier momento pasará del grupo de los admirados al de los envidiados. Lamentablemente será así.
Pero sé que a él no le importará porque se conoce perfectamente y, ni le encumbrarán los halagos, ni le hundirán las críticas. Seguirá su marcha gestando y pariendo ideas en su taller de Bocairent, colaborando como Mayoral en las fiestas de San Agustín, vistiendo de Mosquetero en las de San Blas, ayudando a todos los que le pidan colaboración, y permitiendo que otros le plagien descaradamente o se apropien de sus éxitos.
Hace un mes hablaba casualmente con un diseñador gráfico valenciano de cierto nombre y, como no, salió el de Vicent Ramon y su obra. Cuando yo alabé su trabajo, se mostró muy de acuerdo, pero dejó caer un cierto “es previsible”.
Por supuesto yo me mostré en desacuerdo: Vicent Ramon no es previsible. Es reconocible, que es muy diferente. Previsibles son los que repiten temas trabajando una pintura o un diseño “comercial”, redundante en los temas, aunque tengan calidad en los acabados. Reconocibles, salvando las distancias, por supuesto, son Velázquez o el Greco. Reconocible es Miró.
Dicho lo cual, y retomando el tema que me ocupa, termino estas divagaciones con una frase que podría haber seguido directamente a primera, que decía: “No había felicitado a Vicent Ramon Pascual…”, evitando tanto circunloquio.
Felicidades Vicent Ramón. Eres el mejor.