Ayer pude comprobar que la revista de la Guardia Civil de este mes de febrero incluye una crítica de mi novela, «la Cruz de Piedra», firmada por Raquel Díaz.
Creo que Raquel ha sabido captar con mucha profesionalidad «el texto» de mi novela, la línea argumental, y también lo que se esconde detrás del texto, y así lo expresa de manera clara y directa en unos párrafos en los que manifiesta su buena opinión de la novela.
También habla de mí, de mis antecedentes y de las razones que me impulsaron a escribirla. Retrata mi admiración por la benemérita, de la que soy hijo, nieto, y puede que biznieto, y aclara, como le dije, que no relato hechos reales, como pueden evidenciar los que la hayan leído, pero sí que reproduce el ambiente de los antiguos cuarteles rurales y el espíritu de solidaridad de sus habitantes, especialmente de las mujeres de los «números», más discretas que sus propios maridos, miembros de un cuerpo que si por algo se ha caracterizado es por su eficacia y por su sentido de colectividad, ese espíritu de cuerpo que les hacía compartir los éxitos de cada uno como si fueran los éxitos de todos.
Repito que el personaje central de la investigación, el sargento Lorenzo Contreras, no es un avatar de mi padre, pero sí confirmo que el libro lo escribí como homenaje a mi padre, Julián Martínez Alfaro, Sargento de la Guardia Civil, y a mi madre Purificación Ángel Mateo, mujer del «comandante de puesto».
Y si he podido combinar intriga, fantasía y afectos personales, no importa los lectores que tenga. Si la novela les ha gustado tanto como me dicen me doy por satisfecho.
Por muy satisfecho