¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?
A los políticos no se les elige para que cambien los nombres de las calles, ni para que adoctrinen. El adoctrinar lo pueden hacer cuando pertenecen a un partido o como particulares, pero no cuando son representantes de alguien en el congreso, en el senado, o en cualquier institución. A los políticos se les elige para que hagan carreteras, para que mantengan limpios y en orden los pueblos y las ciudades, para que protejan la enseñanza y la sanidad, para cuidar de nuestra seguridad, etc., todo ello dentro de la ley y de sus respectivos programas electorales.
Pero nadie debe aprovechar un pleno municipal, o de las cortes, o de cualquier otro organismo oficial para tocar las narices a la gente y para dividirnos. De ahí mi enfado y mi exageración al manifestar que se necesitarían 20.000.000 de políticos para conseguir la obra social de Sor Inés de la Cruz.
Siendo realista, las decisiones de un político profesional siguen un esquema muy tradicional: primero yo y mi futuro, luego el partido, y después la nación y los ciudadanos. Y gracias si es así y no se pierde el tiempo o se desvían recursos para favorecer a amigos o familiares, o para hacerse rico.
En general a los políticos parece molestarles los altruismos porque los altruistas hacen parte de lo que ellos deberían hacer y lo hacen gratis, sin ganar nada, más bien perdiendo tiempo y dinero.
Y, en algunos casos, si los altruistas son de la iglesia católica, ni te cuento.
Y es que no hay forma de que aprendan. Así nos va, desgraciados de nosotros, que tenemos que asistir impunes a semejantes espectáculos. Perder un solo minuto de un pleno, con tantas cosas que hay por hacer, en discutir el cambio de nombre de una calle, sea la de Millan Astray o de la Pasionaria, o en acusarse de fascistas o de cualquier otro “ista” debería ser delito. Desde luego es profundamente inmoral, como si los médicos se reunieran para discutir el nombre del hospital o el color de las paredes en lugar de atender a los enfermos.
Pero no es ilegal ni lo será porque en el fondo, y por muchas diferencias que manifiesten, tienen un mínimo común denominador que no romperán: Sus estatus personales, su impunidad y sus privilegios, su bula para hacer o decir lo que les venga en gana sea verdad o no, o para malgastar sin ninguna responsabilidad en obras o actos de poca utilidad y mucho lucimiento, y para, y para..
Por supuesto que no son 20.000.000, pero recuerdo el título del libro de Enrique Jardiel Poncela. ¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes? y me parece que viene a cuento.
Dicho todo lo anterior, reconozco sin ninguna reserva que hay muchos políticos con verdadera vocación, pero me temo que son los primeros aburridos y deprimidos por lo que está pasando, y por tener que escuchar lo que se dice de ellos cuando se generaliza con tanta frivolidad, a lo que contribuyen, sino promueven, los medios de comunicación y sus malditos niveles de audiencia. ¿No habrá llegado el momento de que los anunciantes analicen si no están contribuyendo a todo este caos al contratar a medios sensacionalistas y/o poco rigurosos?
Dicho lo cual deseo buen fin de semana a todos, incluidos los políticos. Solo espero que cuando lean la prensa y se indigne con lo que ha dicho este del PP, o del PSOE, o de Podemos, (“que morro tienen”, pensarán), cuando vean las cifras del “tumasismo” de la corrupción que se arrojan los unos a los otros, reflexionen unos momentos y busquen este titular:
“LA CIUDADANÍA HA DEFRAUDADO GRAVEMENTE A SUS REPRESENTANTES”.
¿A que no lo encuentran?
Y que conste que no ataco al sistema de democracia representativa que tenemos. Ni mucho menos. Me indigna el mal uso que hacen de ella muchos de nuestros representantes.
¡Dejen en paz a las Sor Inés de la Cruz de nuestra geografía moral y ética, por favor, y pónganse a trabajar!.
Nosotros, en Bocairent, tenemos una Sor Piedad de la Cruz. Espero que respeten siempre su obra y su memoria.