«No es esto, no es esto» – Los enemigos de la educación

Han pasado 85 años desde que Ortega y Gasset proclamaba esta frase que se ha convertido en el paradigma de la rebelión contra el sectarismo, concretamente el 14 de abril de 1931, y parece que ni hemos aprendido las lecciones del pasado, ni somos capaces de asumir que los intereses generales están muy por encima de los particulares, los gremiales o los políticos.

Hace poco opinaba en este blog que “con las cosas de comer ni se juega ni se hace política”. Pues con las cosas de la educación mucho menos, porque la necesidad puede ser transitoria, ojala, mientras que la base cultural de las personas forja su personalidad y es muy difíciles de corregir. La educación recibida, incluida los ejemplos de sus padres y sus maestros, marcarán a hierro su carácter y, como no, su encaje en la sociedad.

¿Por qué esa fijación de los políticos en general, y muy especialmente los de escasa cultura humanista, la que se basa en la “integración de los valores humanos (sic)”, y alto sectarismo, en poner sus zarpas en la educación para utilizarla como vehículo del adoctrinamiento cuando tienen la mínima ocasión de hacerlo?.

En otro artículo, (“¿pero hubo alguna vez 100.000 vírgenes?”), decía que “a los políticos no se les elige para que cambien los nombres de las calles, ni para que adoctrinen…” “…. a los políticos se les elige para que hagan carreteras, para que mantengan limpios y en orden los pueblos y las ciudades, para que protejan la enseñanza y la sanidad, ..”

Todo esto viene a cuento de lo que he visto en otras “trobades”, y que se acentúa en las últimas. ¿Qué hacen banderas cuatribarradas, con o sin estrella, en las “trobades”?. ¿Que tiene que ver la escuela y la educación, con reivindicar TV3 o “els Països Catalans”?.

La escuela debe aclarar a los educandos la realidad de lo que somos y porqué somos así. Tiene que explicar que nuestra cultura, nuestras normas, nuestro modo de ser, es la consecuencia de capas y sedimentos superpuestos desde el Neolítico hasta nuestros tiempos, pasando por la cultura ibérica, la romana, la visigoda, la árabe y la cristiana, sin olvidar las influencias externas, las griegas y fenicias entre otras. Que los valencianos no nacemos en huertos, como los personajes de «amanece que no es poco», ni somos lo que dicen que somos algunos tertulianos «sabelotodo», ni muchos políticos fundamentalistas e interesados.

A los niños hay que decirles que no siempre fuimos puros y limpios, que convivieron villanías y heroicidades, que se escribieron hermosos libros y que algunos los quemaban, que nos matamos en montones de guerras fratricidas y que intentamos reconciliarnos una y otra vez y, sobre todo, que todos nosotros somos descendientes de todos ellos.

No descendemos de los buenos, unos, y de los malos, otros. Los que mataron y los que murieron, los que escribieron y los que borraron, los que cosecharon y los que quemaron cosechas, son nuestro antepasado común, el que ha parido esta civilización actual tan rica como confusa y mal informada.

Un ejemplo: Estamos conmemorando la batalla de Almasa. Una parte de los valencianos, los manchegos y los castellanos tienen antepasados que combatieron en ambos bandos mezclados con tropas de cien países diferentes.

Que hay que hablar de la guerra de Secesión y de la pérdida de los fueros: ¡claro que sí!. Pero en su justa medida. Fue una guerra entre poderosos y la mayoría de ellos defendían, exclusivamente, sus propios intereses y los favores del que fuera futuro rey. Ganó la opción Borbón, que defendía la idea de un estado centralista, y que recortó fueros y privilegios a muchos, especialmente a los que apoyaron la opción austríaca. ¿Injustamente?. Seguramente sí, pero ni en Cataluña ni en Valencia se luchó contra la malvada Castilla ni por su independencia. Ambas regiones fueron campo de batalla de ejércitos extranjeros al servicio de monarcas europeos.

Como ejemplo de la verdad, Rafael Casanova, “Conseller en Cap” de la Ciudad de Barcelona. decidió apoyar al Archiduque Carlos de Austria. Perdió, fue destituido de sus cargos, y continuó ejerciendo como abogado hasta su muerte.

¿Porqué tomó esa opción?. Eso es tema de historiadores, pero es bien cierto que los “Señores Catalanes” siempre defendieron sus privilegios frente a todo el que quiso modificarlos. Lo que estos privilegios favorecieran o perjudicaran a sus siervos es harina de otro costal, por mucho que algunos saquen pecho colgando boca abajo el cuadro del rey.

Y en las escuelas hay que recordar que todos nosotros somos ramas de un árbol llamado nación, patria, o España. Y que las ramas deben solidarizarse entre sí, compartiendo savia.

Hablemos nuestra lengua, que es la mía habitual aunque no la escriba. Disfrutemos de nuestros escritos y de nuestras tradiciones. Pero no las usemos como arma arrojadiza porque la lengua, especialmente, nació para la comunicación. Busquemos lugares comunes, aparquemos lo que nos separa, porque en cultura, en educación, es más, mucho más, lo que nos une.

Todos nosotros comenzamos a hablar con las mismas palabras que reclamaban padres, madres, comida, amor. ¿En que momento de nuestra vida aprendimos las frases malditas: “no te quiero”, “te odio”, “eres distinto”, “soy superior a ti”, “esto es mío”, “te voy a matar”?.

¡Maldita sea!. La corrupción no es solo robar. También es corrupto, y mucho, el manipulador, el que teniendo capacidad para unir, separa. El que teniendo poder, lo usa para fines oscuros. Yo, por edad, se lo que era la influencia del franquismo en el entorno de la educación, y digo entorno porque no siempre pudo entrar en las aulas. Yo he formado parte de la España que era “unidad de destino en lo universal”. Como la gran mayoría de los que vivimos aquella época. Yo he conocido a distancia y con posterioridad el lavado de cerebro de los niños alemanes en la época de Hitler, o de los italianos con el fascismo, o el actual de los musulmanes yihadistas contra los infieles, entre los que incluyen a musulmanes “impuros”.

¡Que barbaridad!, dirán algunos. ¡Comparar la reclamación “dels Països Catalans” con la Alemania de Hitler. Sí, pero no tanto. Es el mismo caso, aunque con distintas consecuencias.Tan ladrón es el que roba mil como el que roba un millón, atenuantes aparte. La primera vez que se repartió el “mein kampf” entre los jóvenes alemanes no se les animaba a matar judíos. Se les habló de justicia para Alemania, de mejora de vida, de paraísos y ensoñaciones. Tenían bonitas frases y cantaban hermosas canciones. Y los repartidores del manual eran muy pocos, pero muy fanáticos.

Es evidente que los repartidores de cultura y “cultureta” de nuestra comunidad no van a matar a nadie, pero ya están creando guetos: los de las empresas que no se expresen en valenciano, lo de la enseñanza pública y privada, los de…

Luego no nos quejemos: En una viñeta del genial Quino, dos ancianos que se cruzaban con un hipy por la calle exclamaban indignados “esto es el acabose”. La gran filósofa Mafalda, que caminaba cerca de ellos les decía: ”no. Esto es el continuose del empezose de ustedes.”.

Cuidado, mucho cuidado con los “empezose”. Que tenemos ejemplos muy recientes de los que aprender.

A la escuela no debe entrar la política, como no pueden entrar coches. En el segundo caso lo que debe entrar son los fundamentos del Código de Circulación. En el primero la Constitución, que no es política, sino el enmarque de la política en nuestro país, sus reglas de juego, una especie de manual de usuario. ¿Se enseña Constitución a los niños?. ¿Hay debates basados en el texto constitucional?. ¿Se ponen ejemplos de lo que se debe y no se debe hacer?.

Si pregunto a un bachiller la diferencia entre democracia asamblearia o representativa, o cual es nuestra ley electoral, ¿sabrá contestarme?.

Repito: Cuidado con los “empezose”

Un comentario en “«No es esto, no es esto» – Los enemigos de la educación

  1. Efectivamente, debería enseñarse la Constitución en las escuelas, como marco de convivencia que está en vigor en nuestra sociedad. Esto debería complementarse con la enseñanza de las declaraciones universales: del niño, de los derechos humanos, de los animales… No sé si todo ello, junto con unas dosis de Urbanidad (con este nombre nos lo enseñaban a finales de los cincuenta) y unos aditamentos de educación cívica, es lo que se ha dado en llamar Educación para la Ciudadanía. Pero, llámese como se llame, creo que habría que enseñar estas cosas desprovistas de connotaciones políticas. Aunque pueda resultar difícil para algunos maestros.

    Me gusta

Deja un comentario