Las alternativas del PSOE: Del “de susto o muerte” al “la voladura del socialismo español. El final de un proyecto centenario”

Un tema de candente y preocupante actualidad es la crisis del PSOE y el análisis de las razones que han concurrido para llegar a la situación actual. Ni soy politólogo ni tengo más base para mis opiniones que lo leído, oído y vivido a lo largo de mi existencia que, por otra parte, ha sido especialmente interesante. Nací en la post-guerra, crecí y me eduqué en el régimen de Franco, viví las emociones de la transición y los conflictos que provocaron los Pactos de la Moncloa, y asistí al nacimiento de la primera constitución del post franquismo, la última de las varias aprobadas desde la tan mencionada “Pepa”, de breve vida, pero que cambió los conceptos de la soberanía, de los derechos, y de las obligaciones, adjudicándoselas a “La Nación” que, según su Artículo I, la define como “la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”.

Pero volvamos al tema origen de estas reflexiones: ¿Cuál es la causa real de la crisis del PSOE?

Si leemos su texto fundacional, de 1879, los fundadores justifican la necesidad de este partido porque “la sociedad es injusta, puesto que la burguesía obtiene todas las ventajas, mientras la clase trabajadora no tiene apenas derechos, sobre todo porque no existe ningún poder político que se ocupe de sus necesidades”. Y añaden que “Reformar o destrozar el estado social es por tanto uno de sus principales objetivos”.

Ante aquella situación, el nuevo partido decide erigirse como representante de los obreros, y se marca como objetivos “transformar la propiedad individual y conseguir la completa emancipación de la clase obrera”. Todas estas iniciativas se habían definido en la I Internacional, ya disuelta en esas fechas y, sobre todo, se apoyaban en las ideas de Marx, fallecido posteriormente, en 1883.

Para ello necesitaban movilizar a la clase obrera y diseñaron herramientas y plataformas de difusión y trabajo, como el periódico “El Socialista” o el sindicato UGT, vinculado al partido, fundado en 1888.

Situándonos en aquella época, se trataba de objetivos muy difíciles de conseguir y bastante “moderados” para las turbulencias del momento. Hay que tener en cuenta que una parte de la lucha obrera la encabezaban grupos poco organizados, pero muy combativos, que acabaron, años más tarde, formando partidos como la CNT, de signo “anarcosindicalista”, mucho más extremistas en sus planteamientos.

En los años 20, muerto Lenin y gobernando Stalin en la Unión Soviética, se creó el concepto del “marxismo-leninismo” que defendía el enlace ideológico entre Marx y Lenin, y que marcaba como objetivo “la creación de un Estado unipartidista con el control total sobre la economía

La sociedad avanzaba, se corrigieron parte de las injusticias sociales, y la clase obrera fue conquistando posiciones, razón por la que el Partido Socialista, el de Felipe González, de Alfonso Guerra, de Gómez Llorente, de Pablo Castellano, de Rodolfo Llopis, el de Ramón Rubial, el de Nicolás Redondo y de tantos otros (¡Qué nivel!), decidió convocar un Congrego Extraordinario en 1979, con el lema “Forjando el Socialismo”, que tenía como fundamento actualizar los objetivos del partido, ajustándolos a la realidad social del momento.

Fue un congreso muy importante en el que se decidió, entre otras cosas, el abandono del Marxismo y se asumió la posibilidad de aceptar otro orden social y político, en el que el estado renunciaría a parte de su misión de controlar la economía y organizar la vida de los ciudadanos.

En resumen: especificaron que el marxismo seguía siendo un referente para el Partido Socialista, pero no un principio inviolable, lo que les permitió practicar la lucha política con más libertad en un terreno fronterizo, que no antagónico, con los partidos más conservadores del momento.

La militancia mostró bastantes reticencias y hubo que convencer a los más veteranos, más próximos a las tesis comunistas y partidarios de la lucha obrera, de que esta medida era lo mejor para conducir al partido a la modernidad, cosa que consiguió Felipe González con el apoyo de la gran mayoría de los dirigentes del PSOE del momento.

¿Y que ha ocurrido en los últimos años? Para mí, el gran problema es que desde ese momento hasta nuestros días las injusticias sociales se han reducido notablemente, los partidos conservadores han asumido en sus programas contribuir a continuar reduciéndolas y que, no habiendo hecho ningún otro ajuste de calado, ni en la ideología ni en los objetivos políticos, el socialismo español se ha ido quedando sin argumentos porque, de hecho, se ha cumplido casi todo lo que había justificado su fundación en 1879.

Estos hechos y el que no han sabido aprender de las socialdemocracias Europeas, que sí que han evolucionado hasta el punto que no tienen reparos en negociar y compartir objetivos comunes con cualquier otra fuerza política cuando se trata de mejorar o mantener el estado de bienestar.

Para entender los principios dl socialismo español, es muy ilustrativo escuchar el himno de los primeros luchadores por el progreso y las libertades para darse cuenta de que, sin haber alcanzado un estado ideal y faltando mucho por reparar, resulta sumamente arcaico cuando convoca a al proletariado de la época al grito de:

¡Arriba parias de la Tierra! ¡En pie famélica legión!
Atruena la razón en marcha: es el fin de la opresión.
Del pasado hay que hacer añicos. ¡Legión esclava en pie a vencer!
El mundo va a cambiar de base. Los nada de hoy todo han de ser.

Y ha ocurrido que, mientras la sociedad evolucionaba mucho más rápido que las ideas del socialismo español, sucesivas ejecutivas han manifestado cierto desconcierto político, permitiendo iniciativas regionales disparatadas que trataban de buscar votos que no eran suyos. Mientras, se ha perdido la única voz, el único mensaje para toda España (en contraste con la actitud del PP, su mayor rival político), se ha radicalizado a su militancia con mensajes exagerados sobre las maldades y los peligros de “la derecha”, y se ha jugado, se está jugando, con fuego, cuando se debilitan algunos de los principios fundamentales, como la unidad de la nación: ¿Socialismo y nacionalismo? ¿Quién puede entenderlo cuando lee otro de los versos de “La Internacional”?

Agrupémonos todos en la lucha final – El género humano es la internacional.

La realidad actual es que el partido se ha convertido en un conjunto de federaciones autonómicas, y que cada una de ellas ha actuado por libre defendiendo, con una visión egoísta del cortoplacismo y el “sálvese quien pueda”, sus interese locales en detrimento de los nacionales. Es decir: de hecho y visto desde fuera, el PSOE parece estar mucho más interesado en conquista feudos regionales que el gobierno de la nación. Porque, en la mayoría de los casos, ambos objetivos son incompatibles.

Y han renacido los personalismos. Siempre los ha habido, pero una vez elegidos los Secretarios Generales, todo el partido actuó como una piña, sin renuncia a mantener las sensibilidades de parte de su colectivo. Un ejemplo ilustrativo es “Izquierda Socialista”, una corriente más radical dentro del PSOE, que siempre ha tratado de empujar al partido hacia posturas más radicales, pero que ha respetado, y sigue respetando, las decisiones de las ejecutivas.

El problema es que en este momento se han mezclado con tanta visceralidad las tendencias con los personalismos, que se ha llegado al “yo o el caos”. ¿Cuáles son las prioridades de algunos de sus cabezas más representativas? ¿Siguen siendo: primero España, luego el partido y luego mis intereses personales?

Aprendan de lo ocurrido con el otro socialismo, el “socialismo real”, el comunismo, mucho más radical e inmovilista en sus postulados, hasta el punto que solo publicitó un lavado de cara cuando proclamó el “eurocomunismo”, que tuvo mucho más de maquillaje que de cambio real, y se fue diluyendo hasta acabar asociándose con otros minoritarios para no desaparecer. ¿Dónde están hoy las siglas del PC? ¿Quién “compraría” hoy sus programas?

Pues sí. Los ofrecen a bombo y tertulia los nuevos salvadores. Es cierto que los nuevos tiempos están enterrando conceptos como “lucha de clases”, e incluso, aunque en menor medida “izquierdas y derechas”, pero es más cierto que la sociedad ha provocado la aparición de los nuevos parias de la sociedad. Son los perjudicados por las crisis, y los vaivenes de mercados excesivamente liberales, desbocados y con escasos controles. No son de izquierdas ni de derechas. No suelen ser obreros, más bien de clases medias, especialmente sufridores de la pérdida de seguridad y de la merma de sus recursos económicos.

Son los que entendieron y sufrieron la crisis con pocas protestas, pero que no pueden asumir que habiendo recuperación, las mejoras no crucen los umbrales de sus casas ni beneficie a sus familias. Y es en ese punto de inflexión cuando se sienten estafados y humillados. Y son o se sienten especialmente pobres y maltratados.

Es un hecho que no han sido los gobiernos, sino los mercados los que han provocado las crisis, aunque los gobiernos tienen la responsabilidad de no haberlas previsto o de no haberlas gestionado adecuadamente, pero lo cierto es que en estos momentos hay una masa desilusionada y cabreada. Y que sus miradas y sus iras se dirigen a sus respectivos gobiernos.

Y entonces llegan los otros, los de las soluciones fáciles para problemas complejos, los que lo arreglarían todo en un abrir y cerrar de ojos. Esos son los que han capitalizado el dolor de esta parte de la sociedad y les han adormilado, o arrastrado con cantos de sirena. Los que dicen que la solución es la democracia, sí, pero la asamblearia porque “la decisión es nuestra” y no de “los causantes de nuestros males”, adjudicando la titularidad de “causantes” a los políticos en ejercicio desde la transición, su verdadero caballo de batalla. La transición, según ellos, supuso el nacimiento de un régimen nefasto que hay que desmontar.

Y lo dicen dirigentes que nunca conocieron el “antes de”, y que han vivido y prosperado al amparo de las ventajas sociales que les proporcionó la tan maldecida transición.

Quizás otros no, pero yo he escuchado esas mismas músicas. Escarben un poco en lo que hay detrás de sus planteamientos y verán aparecer, otra vez, el “¡Arriba parias de la Tierra! – ¡En pie famélica legión!”. Y detrás de esta retahíla de eslóganes ilusionantes, como en el cuento de los siete cabritillos, cuando los acosados por el lobo piden que la supuesta mama cabra asome la patita por debajo de la puerta, lo que vemos es el mismo comunismo de siempre, maquillado con capas de democracia, socialdemocracia, y lo que queramos escuchar.

Que su repertorio de principios es tan extenso (como decía el otro Marx, Groucho, “si lo le gustan estos tengo otros”) como el de sus ardorosas frases de laboratorio de marketing. Que para eso son grandes expertos en comunicación y manejan de forma muy destacada las redes sociales.

Y que quede claro que no rechazo el comunismo por las checas, ni por las supuestas o reconocidas crueldades ni por las quemas de conventos, atrocidades que cometieron particulares y no todos los miembros de ese partido, y por qué no fueron los únicos. Lo rechazo porque a lo largo de su historia se han demostrado absolutamente incapacitados de gestionar, porque siempre han montado sus propias “castas” dirigentes, y porque la misma historia ha demostrado que una vez que alcanza el poder no hay forma democrática y pacífica de arrebatárselo. Son genios en invadir y controlar todos los organismos de decisión.

Como ocurre con los fascismos, sus teóricos máximos oponentes.

Pero, señores del PSOE, Uds. no están en esa situación. Reflexionen, salgan al mundo exterior para aprender de los que lo han hecho mejor, establezcan plazos y prioridades, rechacen personalismos y recuperen la ilusión de un proyecto común que mejore, o al menos garantice, el bienestar de los españoles. Ofrézcanse como alternativa frente al PP pero, sobre todo, ni tengan prisa, ni pierdan el tiempo en “otras cosas”.

Y tengan una cosa clara: Si en la fragmentación actual prosperara la opción “sanchista”, la de los mensajes erráticos o crípticos, las de los “sí y los no”, la que permite toda clase de iniciativas a las federaciones, la que imita a Podemos en formas y lenguaje populista, tendría que cambiar el título de este comentario, resumiéndolo en “la voladura del socialismo español. El final de un proyecto centenario”

Una sola voz, un solo proyecto, ideas claras y mensajes concretos.

Espero que lo consigan. Créanme, les necesitamos.

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