Las cosas de Sánchez con los independentistas y la angustia de que cada día traiga su afán.

Decía la ministra portavoz, y decía bien, que cada día trae su afán, que en voz de nuestros antepasados significaba que “no hay que agobiarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya es bastante con afrontar las dificultades de cada día”.

Las muchas dificultades del cada día político y social, muchas de ellas muy importantes y la mayoría provocadas por los propios políticos. Y en estos mundos paralelos de la verdad, la posverdad, los relatos y los aconteceres de cada día, es tal la confusión que nos pueden llevar a la esquizofrenia.

Pere Aragonès decía ayer, con su cara avinagrada habitual (¿alguien ha visto sonreír a Pere Aragonès?) y el gesto impostado de tener siempre razón, que no se puede espiar a los adversarios políticos. Y Pedro Sánchez, dirigiéndose a su “querido President”, descubría lo maravillosa que es Cataluña y el pueblo catalán.

El batiburrillo habitual de verdades y falsedades que no hacen más que distraernos de lo que ocurre de verdad. Y lo que ocurre de verdad es que el presidente y el gobierno en general está debilitándose cada vez más, muy a punto de perder los papeles de forma casi irremediable, mientras todos estos chantajistas profesionales están cada vez más fuertes, más consolidados en sus posiciones, más empoderados afirmando como verdades su mentiras y más beneficiados en lo económico y en lo político.

Razón por la que Pere Aragonès puede decir con su cara de martirizado que no se puede espiar a un adversario político, lo que es absolutamente cierto, poniéndose él mismo en ese papel cuando fue investigado por el CNI, afirmación absolutamente falsa porque la única razón de su seguimiento fue que en aquellos tiempos era un conspirador peligroso para la integridad y la seguridad del Estado Español, colaborador de delincuentes ya condenados y de otros huidos de la justicia.

Una de las tareas encomendadas al CNI, como la investigación de amenazas antiterroristas o la persecución del narcotráfico, que justifican su propia existencia.

Así que, querido President, usted sabe mejor que nadie que era adversario político, pero también que no le controlaron por eso. Porque adversarios como usted se contaban por cientos, quizás por miles.

Y, como es habitual en él, Pedro Sánchez escucha esa acusación sin rechistar y se rebaja aceptando una reunión, no de presidente de gobierno a presidente de una comunidad, con las consiguientes diferencias protocolarias, ni siquiera de igual a igual, que tampoco lo son. Recibirá al Conseller con dignidad de alto estadista o irá a Barcelona a humillarse en una reunión en la que, posiblemente, ni siquiera le permitan que lleve el teléfono como le ocurrió al ministro de la presidencia, Bolaños, en la patética reunión con Laura Vilagrà, consellera de la presidencia, bastante inferior de nivel según el protocolo del Estado, sonrisa forzada él, cara de vinagre ella, con una escenografía muy cuidad, mesa al estilo Putin, aunque más corta, incluida.

Y allí estuvo el buen hombre aguantando que le pusieran a caldo y le leyeran la cartilla como corresponde a una supuesta autoridad mayor ofendida.

Repito, como siempre lo hago, que Pedro Sánchez acabará la legislatura y que todos estos vividores falsarios jugarán al poli malo, pero asegurándose que alguno de ellos le apoye aportando cada vez ese último voto ganador que necesita.

Pero nosotros, los ciudadanos y la nación española vamos de mal en peor. Los ciudadanos cada vez más empobrecidos, la nación cada vez más desmembrada.

Una duda razonable: en caso de que solo uno de los dos pudiera sobrevivir ¿Qué es más importante, la presidencia de Pedro Sánchez o el Estado Español? Porque estamos llegando a unos niveles de degeneración política y de egoísmos personales que, realmente, dan mucho que pensar.

Y mientras, nosotros a lo nuestros: esperando a que el Real Madrid gane otra copa de Europa, angustiados por si la Rociito tienen o no razón, alegres por lo bueno que es que la Pantoja no haya entrado en la cárcel, o, los menos, expectantes por conocer sí Yolanda Díaz, esa nueva lideresa “todo fachada”, saca por fin ese anunciado y siempre fracasado proyecto que sustituirá a Podemos, o por si el presidente, que tanto ha presumido de la transparencia de la Casa Real, que ya estaba funcionando desde hacía tiempo y antes de que se decretara la última ley, tiene un rato para organizar su propia transparencia y la de su gobierno.

Que esa, a diferencia de lo ocurrido con la Casa Real, ya estaban reguladas por ley, pero continúa en paradero desconocido.

Lo establecido es calificar a este gobierno como Frankenstein, pero yo creo que, cada vez más, se merece el calificativo de Falconetti.

Y mientras, un día más, esperaremos al afán del día de mañana.

Valencia, 7 de mayo de 2022

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