Siguiendo los últimos acontecimientos tengo que confesar mi desencanto con este partido, que me ilusionó y al que seguí muy de cerca. Incluso llegué a colaborar económicamente con ellos, aunque fuera modestamente. Tengo que confesar que fue la primera vez que hice un donativo a un partido, pero era la época más cerrada del PP, antes de la incorporación de los nuevos valores, y Ciudadanos suponía un soplo de aire fresco en la política en esa franja, la mía, que abarca desde la socialdemocracia hasta la derecha moderada.
Es cierto que los apoyos para su lanzamiento fueron un tanto oscuros (se ha dicho que fueron algunos poderes fácticos los que buscaron una opción “B” por si se producía la debacle del PP, y también porque estaban un tanto molestos por la “independencia” del gobierno que no admitía interferencias ni consejos en su hoja de ruta), pero son datos que no puedo constatar y que, por tanto, no valoro.
Le veía un riesgo importante que todavía se mantiene: La falta de estructura y de cuadros dirigentes les obligó a importarlos “de otros partidos”, con la consecuente pérdida de virginidad de sus candidatos. Tampoco me gustó que algunos de los incorporados procedan del mundo de la comedia, no porque los que se dedican al arte del engaño no sean merecedores de nuestro respeto, que no todos son “bustos parlantes” (los hay muy ilustrados), pero, permítame la broma, si afirmamos que los políticos mienten más de lo deseable, imagínense mi desconfianza cuando el que me habla desde cualquier tribuna es un profesional de la doblez y de la farsa. Se me dirá que no es así, que son honestos y que la faceta que decidió su selección es su capacidad de comunicar, y también de gestionar recursos, pero ¡que quieren que les diga…!
Sin embargo no es todo lo anterior lo que ha provocado mi decepción, sino las últimas posiciones sobre posibles “negociaciones” tras las elecciones.
Sr. Rivera: yo negocio con un comerciante cuando les ofrezco dinero a cambio de su producto. También negocian los que intercambian productos por productos o trabajo por salario, pero las premisas de una negociación honesta son que la proporción entre lo ofrecido y lo pagado mantengan un equilibrio razonable.
Para no perder tiempo en ejemplos intermedios, María Antonia Munar, expresidenta del Parlamento Balear nunca negoció. Siempre hizo chantaje. Y casi afirmaría que tampoco lo hicieron los nacionalistas catalanes y vascos.
Y hacía chantaje porque la fuerza política que representaba en Baleares era minúscula, pero tenía la llave de la gobernabilidad y ambas partes, chantajista y chantajeado, aceptaron la situación. Una vez más los políticos pervirtieron el lenguaje y proclamaron como “negociación” algo que nunca lo fue.
Ahora resulta que el Sr. Rivera anuncia públicamente que no negociará con el Sr. Rajoy, y añade que es “por el bien de España, de la democracia y de la regeneración”. Y para justificarlo ha pasado de responsabilizarle de falta de vigilancia, a acusarle, o a insinuar con su vehemencia natural, que ha sido consentidor de la corrupción, de connivencia con corruptos, e incluso de haber participado en el hecho cobrando unos supuesto sobresueldos “claramente demostrados” en los papeles de Bárcenas, personaje de reconocida solvencia y, por supuesto, mucho más “fiable” que el mismo Mariano Rajoy.
Y, siguiendo su última línea argumental, insinúa quien o quienes deben ser los jefes de fila del PP, y declara a “todo gesto”, que si necesitan sus votos tendrán que aceptar sus condiciones, añadiendo que si no las aceptan “serán ellos” los responsables de que vayamos a unas terceras elecciones, los del PP, y los que tendrán que “dar explicaciones” a los ciudadanos por su intransigencia.
Con todo mi respeto, Sr. Rivera, esta posición me parece falaz, cínica, interesada y populista, ya que responsabiliza a otros de las consecuencias de un desacuerdo sobre unas condiciones que marca Ud. unilateralmente, y que afectan a otro partido. Todo ello respaldado por una base electoral sensiblemente inferior: Una especie de trágala que podría sintetizarse con la frase “sé flexible. Haz las cosas a mi manera”.
Porque, como hizo en su día María Antonia Munar, Ud. no está negociando acuerdos programáticos, sino sillones, justo todo lo contrario de lo que dice pretender.
Llegados a este extremo: ¿cual puede ser su objetivo real?. Porque, diga lo que diga, no puedo creerme que Ud. está convencido de que Mariano Rajoy no es una persona honrada y fiable. ¿Qué puede haber detrás de una campaña tan injusta para un hombre que siempre ha ejercido con probada eficacia todos los cargos que ha desempeñado?.
Tengo una edad que me impide quedarme solo con los titulares, y he vivido tantas experiencias que cada “nueva” situación me recuerda algún “viejo” acontecimiento. Y esta mañana, de momento, he recordado al profesor Enrique Tierno Galván.
El “viejo profesor”, como le llamaban sus compañeros socialistas, (excepto Alfonso Guerra que le “sufrió” y le calificó coloquialmente de “víbora con gafas”), era un hombre culto, aparentemente sencillo y calmado, con una fachada de intelectual comprensivo que enmascaraba un carácter extraordinariamente firme, granítico. Un populista que sedujo a los madrileños y que engalanó Madrid, aunque la endeudó de forma extraordinaria. Un hombre “sencillo” que acabó su paso por la tierra arropado por una gran multitud, en un soberbio coche fúnebre con caballos empenachados y magníficamente engalanados. Un funeral digno de un gran prócer, casi de un rey.
¿Y porque la asociación de ideas?. Porque Don Enrique Tierno, el hombre pausado que venía del Partido Socialista Popular y que las tuvo tiesas con la gente del PSOE y con el felipismo, eclipsó y cortó las alas a muchos líderes más preparados que él en aquel momento político. ¿Cómo podía destacar cualquiera de los emergentes del PSOE en actos públicos estando junto al “viejo profesor”?. No tenía color.
Y yo que, repito, veo letra pequeña en casi todos los relatos, no puedo por menos que apreciar ciertos signos alarmantes en los últimos discursos de Albert Rivera. A saber:
Ciudadanos surgió como agua de mayo en un periodo de sequía y caló con facilidad en tierra seca. Mensaje directo, objetivos concretos, mucha ilusión y una vocación indiscutible de apoyar a los constitucionalistas, primero en Cataluña y luego en el resto de España, a reconducir hechos y situaciones peligrosas.
Luego llegó el crecimiento inesperado y pienso que su líder, en algún momento, se paró, miró hacia atrás, vio lo que había avanzado y pensó ¿Por qué no aspirar a más?. Se autoproclamó heredero de Adolfo Suarez (primera frase que disparó mis alarmas) y tuvo la tentación de trazar una ruta política que le condujera a ser presidente de gobierno, sino en este momento, si a medio plazo, para lo que necesitaba encabezar una segunda transición. Prácticamente lo mismo que su “alter ego” de la extrema izquierda, Pablo Iglesias.
Claro que para eso necesitaba una doble estrategia: seguir aportando buenas ideas en un lenguaje entendible por el pueblo llano, en eso es un maestro, y eliminar piedras en el camino. Y la primera de ellas es, sin duda, Mariano Rajoy, su Tierno Galván particular.
Porque, ¿qué impresión causaría en Europa, por ejemplo, acompañando a Mariano Rajoy en sus negociaciones de Bruselas siendo su vicepresidente?. Rajoy es más alto físicamente, pero es su sombre de estadista la que taparía, sin duda, la valía de su acompañante. Inevitablemente aparecería como un “becario” en periodo de formación, con el que hay que ser amable sin hacerle demasiado caso.
Sin embargo, si es vicepresidente de una Cifuentes, un Casado, un Feijóo, un Alonso, o cualquiera de los que no han participado activamente en los gobiernos de la nación ni en la Comunidad Europea, si que podría ir haciéndose un nombre. Y, si este es el plan, tampoco consentiría en “negociar” con Soraya Sáenz de Santa María, ni con Luis de Guindos, por ejemplo. ¡Demasiado prestigio!.
Claro que todo esto puede ser, y seguramente lo son, elucubraciones de alguien que ha vivido muchos acontecimientos y ve fantasmas donde solo hay sombras chinescas. De un aprendiz de escritor que fabula sobre hechos y posibilidades.
Pero, por si acaso, hace algún tiempo que pedí a Ciudadanos que dejaran de mandarme E-mails con información institucional de su partido. En política puedes votar a quien no te merezca total confianza si lo consideras “el menos malo”, pero seguirlo, solo se puede hacer si confías plenamente en alguno de ellos.
Y Ciudadanos ha tenido algunos gestos que no me han gustado. No se si les votaré, pero desde luego ya no les sigo.
Ojala esté equivocado y esta situación solo obedezca a pura estrategia electoral, porque sentiría mucho que un hombre tan valioso como Albert Rivera se perdiera en la mediocridad por exceso de prisa, que no de ambición, porque esto último es lícito y forma parte del ADN de los políticos profesionales.
Y,¡ojo!. No estoy pidiendo que se lancen en los brazos del PP sin imponer condiciones, pero que sean proporcionadas y sin líneas rojas.
José Luis Martínez Angel.
Ciudadanos nació (o más bien «renació», porque ya existía antes) en unos momentos en que había una extraordinaria pujanza de otro partido emergente, Podemos, y, de alguna manera, pretendía ser un contrapeso a éste y a la vez recaudar votos como consecuencia de la corrupción en el PP y del hartazgo de los ciudadanos hacia el bipartidismo excluyente. Pero es cierto que se ha quedado en poco: Rivera y «su lenguaje entendible», como tú dices, y poco más. Prácticamente no tiene cuadros ni estructuras.
Los chantajes por parte de los partidos bisagra se producen en todos los países hacia los partidos mayoritarios. Ahora bien, el mayor éxito de Ciudadanos, que ya ha puesto en práctica en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas, es la lucha contra la corrupción. Es cierto que también ha utilizado el chantaje: si no quitáis a este o aquel presunto corrupto no contéis con mis votos. Y algo han conseguido y, sobre todo, dan una imagen de aportar limpieza a la política.
No sé si Rivera está convencido de que Rajoy es una persona honrada y fiable. En cualquier caso hay muchos españoles que no tienen de él esa opinión tan favorable y piensan que no es posible que no se enterara de muchas cuestiones deshonestas que afectaban a gente del PP. Suficiente para haber dimitido en su día o, al menos, no haberse presentado a las elecciones como cabeza de lista. No se puede probar que personalmente no sea honrado (lo de fiable me atrevo a decir que no lo es, a la vista de como incumplió sus promesas electorales). Pero parece evidente que, al menos, tiene una enorme responsabilidad política ante la corrupción de su gente y, tal vez, de su partido. Por eso no me parece mal que ahora se le vete como presidente del gobierno. Poner a otro menos sospechoso daría una cierta imagen de regeneración. Aunque ello entrañe un cierto chantaje y quizás persiga otros fines de mayor calado.
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Ya sabes que respeto mucho tu opinión y `por eso, y aunque no esté totalmente de acuerdo con algunos de los puntos, la recibo y la publico de buena gana.
Lo que ocurre es que ya han habido dos elecciones seguidas y las cosas no son como eran. Ya sabes que si me pongo duro con Ciudadanos es porque es un partido que me resulta especialmente atractivo, y no quiero que se pierda por excesos de prisas o personalismos. Como he dicho en otro comentario, valorando todo lo bueno que hayan hecho, les queda mucho por aprender. En cuando a Rajoy como persona y personaje, no creo, de ninguna manera, que sea corrupto ni que haya colaborado ni contribuido a la corrupción. Otra cosa es que haya sido un pardillo o que se la «hayan colado» gente que creía de su confianza.
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