Siento ser pesado y severo juzgando “las cosas” de Ciudadanos, pero sigo pensando que es un partido válido y me duele que toreen de salón, con muy buenas formas y excelentes palabras, pero sin riesgos ni compromisos. Esta actitud de “nosotros somos los puros”, entre otras cosas, acabó con UPyD y puede acabar con ellos.
¿Modificamos la ley electoral?
La misma noche de las últimas elecciones Albert Rivera cometió el desliz de declarar que había que cambiar la ley electoral e ir a “un hombre un voto”, teniendo a España como “distrito único”, porque entendió que el sistema actual les había perjudicado.
Perfecto. ¿Qué modelo elegimos?.
En el ejemplo de esta tabla, votos y escaños de las últimas elecciones generales, no aplico ningún tipo de filtro ni de proporcionalidad por población de provincias o comunidades, y considero “distrito único” a todo el territorio español.
Es cierto que Ciudadanos hubieran conseguido 45 diputados, 13 más que con el sistema actual, pero a cambio de una mayor fragmentación del Congreso, ya de por sí bastante disperso. Se puede apreciar que en este supuesto hubieran entrado cinco partidos que se han quedado fuera, uno de ellos, el Partido Animalista – PACMA, con 4 escaños.
¿Es eso lo más conveniente?.
Creo que no. Si queremos aproximarnos a los modelos democráticos más avanzados, en todo ellos se establece algún factor de corrección para facilitar las mayorías y evitar un exceso de partidos en las cámaras. Algunos muy directos, como el anglosajón, donde el partido más votado en cada distrito electoral de Gran Bretaña, o en un estado de los EEUU, se lleva la totalidad de los escaños correspondientes a cada distrito o a cada estado.
O el francés, con una segunda vuelta que permite evitar situaciones de desgobierno.
Pero no necesitamos irnos tan lejos. En una comunidad española, el país vasco, tenemos un ejemplo intermedio que es muy práctico y de total actualidad. En las últimas votaciones, las del 25 de este mismo mes, el PNV ha obtenido 29 de los 75 escaños disputados. A 9 de la mayoría absoluta establecida en 38.
Según su estatuto, si en la primera votación no se consigue esta mayoría, se procederá a una segunda, en la que solo se puede votar “sí” o “abstención”. Quiere ello decir que, al no existir la votación en contra, el “no”, el PNV ya tiene asegurada la mayoría suficiente para formar gobierno.
Otra cosa es que necesite pactar programas o acuerdos puntuales con terceros, porque para sacar adelante los presupuestos o las leyes le seguirán faltando 9 votos, pero el sistema garantiza la fluidez del proceso e imposibilita bloqueos al ganador de las elecciones por pactos entre partidos con menor representación.
Sr. Rivera: Cambiar la ley electoral sí, imprescindible y urgente, pero para acercarnos a los modelos más consolidados, en los que no se puede dar una situación de bloqueo tan absurda como la que sufrimos en la actualidad. Exactamente lo contrario de su propuesta.
También han pedido al PP que Rita Barberá abandone su escaño del Senado, y que se retire el aforamiento para congresistas y senadores. ¿Es pertinente?
En España, y en el resto de los países democráticos, el escaño es propiedad del elegido y no del partido, pero hay una gran diferencia.
En el sistema británico, por ejemplo, los elegidos lo han sido en sus distritos electorales, dando la cara ante sus electores y con obligación de rendirles cuentas de forma individual periódicamente. Son perfectamente conocidos por los que le han elegido y tienen la obligación inexcusable de representar a sus electores, de ser sus “representantes” en el estricto sentido de la palabra.
Esta es la razón por la que, en algunas ocasiones, algunos congresistas votan en contra de una propuesta de su propio partido: todos ellos son un bloque en temas de interés nacional y general, pero en propuesta de menor rango, lo que beneficia a los londinenses puede perjudicar a los de Oxford, por ejemplo. Si se da el caso, los parlamentarios de esta última ciudad se ven en la obligación de dar la cara por su distrito para evitar que les corran a gorrazos.
Aquí, que somos tas listos, lo interpretamos como “rebeliones en las filas de..”, incluso en crónicas de renombrados periodistas.
En España ocurre todo lo contrario. Los congresistas han formado parte de una lista cerrada y confeccionada por cada partido, la mayoría son unos perfectos desconocidos para sus votantes, y no tienen ninguna obligación de atender a sus electores, entre otras cosas porque no se ha elegido a “cada uno”, sino a todos, en bloque.
Esta circunstancia hace que la propiedad del escaño en el modelo anglosajón sea mucho más “legítima” que en España, porque cada congresista ha conseguido un escaño para el partido, en lugar de ser el partido el que ha conseguido el escaño para el congresista.
En cuanto a los aforamientos, me basta con un párrafo corto:
Elimínense, porque no tienen ninguna razón de ser y no existen en los países más avanzados. Y, aunque sea una faceta desconocida para el gran público, esta medida no perjudicaría a los propios aforados porque, si bien es cierto que el aforamiento dificulta y ralentiza los trámites judiciales, no es menos cierto que a la hora de presentarse ante un juez no hay diferencias legales porque la ley es la misma para todos, y que en las sentencias del Supremo no cabe apelación, como sí ocurre en los tribunales ordinarios.
Volviendo a tema de Ciudadanos:
Insisto en que si se empeñan en dictar doctrina desde el púlpito sin bajar a la arena del gobierno, seguirán apareciendo como una opción sin fundamento, aleccionadores sin compromiso, que aconsejan generalidades o concreciones muy obvias sin arriesgarse a las consecuencias de los errores, las circunstancias, o los condicionantes de las tomas de decisiones cuando se tiene la responsabilidad de gobernar.
No dejarán de aparecer como un partido “Pepito Grillo” o “mossen feu”, apodo que le dábamos cuando yo era niño a un señor muy beato (de ahí el “mossen”, sacerdote o eclesiástico en castellano) que se pasaba el día diciendo lo que debían hacer los demás, pero al que no le conocíamos ni esfuerzo físico ni riesgo moral. “Teniu que fer… (teneís que hacer)”
Es como si los vigilantes de la playa se dedicaran a dar consejos a distancia a los que se están ahogando, o a dar instrucciones al resto de bañistas para que vayan a salvarles y como hacerlo correctamente, sin bajarse de la plataforma.
La solución es exigir que funcionen las leyes y los controles oficiales establecidos, no crear partidos para controlar (eso se hace desde la oposición, y solo tiene valor real si los partidos oponentes tienen opciones de gobierno), ni más controles, ni comisiones u otras formas de sacar redito político “gratuito” de los errores o los desmanes de los controlados.
Una nota al pie fuera de contexto:
El PSOE está pasando una crisis muy importante que no se debe a los hechos ocurridos en los últimos años. Hace muchas temporadas que está a punto de “bajar a segunda”, si aplico un símil futbolístico, y siempre se ha librado por los pelos, en una deriva continuada de pérdida de votos y simpatías. Tengo la absoluta seguridad de que esta situación les obligará a una reflexión seria sobre los “porqués”, (las causas-raíz), los “cómo”, (que hacer) y los “cuando”, (en que plazos y con que estrategias), y que el partido saldrá fortalecido, como ya ha ocurrido en otras ocasiones.
Mis mejores deseos, porque es un partido fundamental, imprescindible para España, unas veces desde el gobierno y otras desde la oposición.
Suerte y buen juicio.