Vicent Satorres compartió en Facebook un enlace con un excelente artículo de Josep Lacreu en el Levante, y yo incluí esta entrada:
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De acuerdo con el comentario sobre la utilidad de las lenguas. Hay que tener reglas, claro que sí, pero ni rejas ni candados.
Un inteligente refrán valenciano dice que “ferrant ferrant perdrem l’ofici” y eso es lo que les pasa a algunos. Que han olvidado la razón de ser de los idiomas.
Nacieron para que la gente se entendiera y, poco a poco y muy especialmente en estos tiempos en los que parece que muchos ilustrados quieren ser “mes que el que mes”, el valenciano, los varios valencianos, se están convirtiendo en “separadores” de la comunicación porque estos sabios deciden por su cuenta y riesgo como tengo yo que hablar con mi vecino.
Repito: reglas sí, pero que encierren a todos los puristas en una habitación y que no salgan hasta que no presente un diccionario común que acepte todas las voces en uso y, a partir de ahí y como ocurre con el idioma castellano, que se convierta en una lengua viva y de concordia.
Pero para eso hace falta humildad y reconocer que la lengua solo sirve si es un vehículo de comunicación, y que los que la mantienen viva, los únicos propietarios, son los pueblos, las gentes, que la hablan y escriben. Los sabios encorsetadores pueden convertirse en una verdadera amenaza porque generan discordia y aburrimiento.
Dicho sea de forma coloquial y con todo respeto para los ilustrados y para los valenciano hablantes de todas las normas y variedades porque, me figuro, que todos ellos aman la lengua valenciana, aunque sea con distintos amores