Es un hecho que la Vicepresidenta Soraya Sáenz forma parte de la cadena de mando que decidió desplazar Policía y Guardia Civil a Cataluña, y que lo hizo porque el mandato del fiscal, luego del juez, no se podía cumplir “solo” con los Mossos y necesitaban refuerzo.
Luego resultó que los Mossos se hicieron a un lado y les dejaron solos, pero esa es otra historia.
De lo que ocurrió allí tengo una impresión bastante clara a la vista de las imágenes, que difiere de las versiones “oficiales” de organismos tan objetivos como la propia Generalitat, Òmnium Cultural, Junts pel Si, etc. Pero no quiero entrar en los detalles negros de la jornada.
Lo evidente es que las fuerzas de orden público demostraron una profesionalidad ejemplar porque eran grupos relativamente pequeños que resistieron empujones, insultos y agresiones de cientos, y en algunos casos miles de exaltados.
Que la sangre no llegó al rio por parte de las fuerzas de orden se demuestra por el número real de heridos atendido en hospitales. También se atenderían pequeñas lesiones en las ambulancias de cada zona, pero, en cualquier caso, seguro que las cifras definitivas son muy inferiores al número de “perjudicados” que dijeron a quien quiso oírlos que les habían medio matado, incluso, en algún caso, con agresión sexual. ¡Como le gusta a Ada Colau comentar y divulgar lo de las “agresiones sexuales”! Será que los policías, cien contra tres mil, tuvieron tiempo suficiente para machacar, saquear y violar, como se dice que ocurría en las guerras de Flandes, cosa que nunca afirmaré porque yo no estaba allí.
En cuanto a los manifestantes, y pese a la extrema exaltación del momento, casi digo lo mismo. Tres mil manifestantes podrían haber linchado a los agentes y no lo hicieron. Es cierto que insultaron y transgredieron la ley muy gravemente acosándoles y destrozando bienes públicos, sus vehículos por ejemplo, pero tampoco se produjeron heridos de consideración entre los agentes que intervinieron en las operaciones.
Mi conclusión es que el PSOE, y en su representación Pedro Sánchez y Margarita Robles, proponen reprobar a la vicepresidenta a costa del honor y la buena imagen de los agentes desplazados. Porque si ella no les mandó a “a escarmentar” a los manifestantes, y seguro que no fueron esas sus instrucciones, y se produjo algún incidente, la conclusión del silogismo es que fueron los agentes, por su propia iniciativa, los que se desmadraron con los ciudadanos que ocupaban las calles pacíficamente, cantando himnos de paz al estilo de los antiguos hippies. No sé. Puede preguntar a sus escoltas, miembros de los mismos cuerpos represores, por si “saben algo”.
Y la que nos anunció la propuesta fue la enfática Margarita Robles, juez de profesión.
También yo tengo una propuesta: por lo que recuerdo, Pedro Sánchez es hombre muy dado a ponerse en situación en casos especiales (yo le he visto jugar al baloncesto en silla de ruedas con discapacitados, por ejemplo), y no creo que tenga ningún inconveniente en ir a Barcelona, equiparse con uniforme de antidisturbios, e ir con los agente a cumplir algún mandamiento judicial.
Y si quiere asegurarse mejor de la brutalidad de los agentes, puede ponerse en primera fila y llevarse como testigo, también uniformada por si acaso, a Margarita Robles.
Me temo que no lo hará. ¿Uds. creen que sí?
Al margen. Hoy he vuelto a escuchar en la radio las justificaciones de Ábalos para la reprobación. ¡Dios mío! ¿Alguna vez podríamos pensar que escucharíamos semejantes simplezas? Definitivamente, y no tengo más remedio que terminar así gran parte de mis reflexiones, están absolutamente convencidos de que somos tontos.
Y sigo sorprendiéndome de que sea el PSC quien dirija la estrategia del PSOE en Cataluña. Ellos están allí desde hace muchos años y, francamente, no parece que sus actuaciones hayan sido especialmente brillantes. Y por cusa de uno de los males de la modernidad política: la equidistancia.