El hecho y la moraleja – como engañar a los mayores o a personas de buena fe.

Esta mañana han aparecido dos jóvenes de buena presencia en mi casa, chico y chica, diciéndome que cuando me cambiaron el contador de la luz, de Iberdrola, a uno digital, tenía que haber ido a sus oficinas para firmar un documento. “Muchos, como yo, no lo habíamos hecho por lo que Iberdrola había decidido facilitarnos el trámite mandándonos a un empleado a casa”.

Me ha parecido muy extraño porque no había recibido ninguna notificación, y porque las relaciones con esta empresa tienen un buen soporte digital, pero les he seguido la corriente y les he permitido el paso a mi casa para saber la verdadera razón de su visita.

Les he pedido alguna identificación, y me han enseñado una de “EDP”. Les digo que no son de Iberdrola, pero me dicen que EDP es una compañía subcontratada para estas gestiones, y para corroborarlo, me muestra una factura real de la compañía, en la que aparecen tres logos en vertical en la parte de derecha. Los logos se corresponden a tres certificados de calidad, (Aenor, Iqnet, y Arbitraje de Consumo) y me señala el del centro.

Le digo que en ese logo no pone ENP y el varón, que llevaba la voz cantante, me dice que es un segundo logo y que “lo acaban de poner”. Les vuelvo a preguntar si realmente están trabajando para Iberdrola y me asegura que sí, por lo que continúo siguiéndoles la corriente.

Me preguntan si tengo contratos de otras viviendas. Les digo que sí y les doy dos direcciones falsas.Sacan unos impresos y me piden datos de identificación para cumplimentarlos. Son datos que no necesitarían si realmente trabajaran para la empresa suministradora, porque ya los tienen.

Se los doy sin mirar el impreso, y cuando terminan me los pasan para que los firme, con un “ya no le molestamos más”.

Veo que los documentos, uno por cada supuesta vivienda, tiene un logo “EDP”, y un encabezamiento que dice “contrato de suministro de energía y /o servicios”.
Mientras lo estudio, y en su presencia, marco al teléfono de atención a clientes de Iberdrola y pregunto a la operadora si tienen algún tipo de contrato de gestión con esta empresa. Me dice que no.

Ellos ya se han puesto nerviosos y les digo que no les denuncio a la policía porque son jóvenes y, probablemente, alguien les ha aleccionado en una estrategia de marketing de muy malas artes, fingiéndose representantes de una empresa ajena a la suya, y haciendo firmar, con engaños, un contrato de servicio eléctrico con su compañía. Todo ello con una parafernalia documental de contratos reales de Iberdrola y supuestas notificaciones de la compañía a sus clientes.

Y les aseguro que a su coordinador, supervisor o lo que sea, no le pasará nada porque nadie podrá demostrar que les ha dicho lo que, indudablemente, les ha dicho, pero que ellos están estafando a los que les atienden y, me temo que con el agravante de buscar como víctimas preferentes a personas mayores, o menos conocedoras de lo que es normal y lo que suena raro.

En resumen: esperaba que hubieran atendido mi consejo, pero cuando bajo a la calle y pregunto si les han visto, me dicen que habían entrado en la finca de al lado, donde viven bastantes personas mayores. Llamo a los timbres de las viviendas para que no les atiendan, y, desde la escalera, les conmino a que salgan del edificio.

Y cuando lo hacen, entonces sí, les abronco con más energía porque, lamentablemente, me estaban demostrando que participaban, conscientemente y sin ningún pudor, en la estafa propuesta por alguien, no sé quién, de su línea de mando.

Y que conste que no digo que la dirección de la empresa EDP sea consciente de las malas artes de las escalas más operativas de su red comercial, supongo que no, pero, sin duda alguna y, como mínimo, son responsables de no controlar las estrategias de venta con los que sus comerciales consiguen algunos de sus contratos.

Y la moraleja es que, comprendiendo la necesidad de trabajo de los jóvenes, no todo vale. Y que, lamentablemente, ellos eran conscientes de participar en una estrategia de mala fe y de la que se beneficiaban económicamente. El peor comienzo de una vida laboral.

Y que todos somos muy dignos denunciando la corrupción y las malas prácticas de los demás, pero que a algunos, demasiados, no les duelen prendas en engañar a personas en debilidad si se les presenta la ocasión, celebrando como un éxito lo que es una inmoralidad y, posiblemente, un delito.

Mi consejo fue que no traspasaran una puerta sin decir “soy un comercial de EDP, y vengo a hacerle una oferta comercial”.

Pero, claro, pedir honestidad es mucho pedir. Son tiempos muy complicados.

Eso sí. En el papel del contrato figura un sello que dice “impreso en papel ecológico”. ¡Faltaría más! El paso siguiente es ser tan respetuosos con las personas como parece que lo son con el medio ambiente.

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Mando información de este comentario a Iberdola y a la empresa EDP Energía, S.A.U. y /o EDP Comercializadora S.A.U.

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