El campo español se levanta en armas, armas pacíficas, contra un gobierno que no les ayuda a resolver sus graves problemas de subsistencia y el gobierno, como no, se ha apresurado a desviar la atención mintiendo al achacar la responsabilidad de la situación a Mercadona, Consum y al resto de grandes supermercados.
Cosa que es absolutamente falsa. Los datos estadísticos dicen que estos establecimientos solo dan salida al 7 % de las frutas y hortalizas producidas en España. El resto se dedica a la exportación y las industrias de transformación de alimentos. Luego su responsabilidad, si la tuvieren, sería muy limitada
El otro día escuché decir en la radio a Cristóbal Aguado, presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) que también el resto de naciones europeas, como Francia, Italia o Alemania, tienen supermercados y no padecen los problemas de la agricultura española.
Y también le he leído manifestar con tristeza y desilusión que “le gustaría no haber conocido a tantos políticos” como titular de una entrevista.
¿Dónde están los problemas?
No soy un experto, pero visto desde mis conocimientos y del sentido común, una parte de la situación actual se debe al exceso de gastos de producción, castigados por los costes de carburantes, electricidad, agua, seguros agrarios en los que, según dicen, no hay una clara relación entre primas y coberturas, impuestos y otros. Se dice que la subida del salario mínimo ha sido un desencadenante, pero yo no lo creo aunque es cierto que ha agravado los problemas existentes.
Pues bien, en casi todos ellos el gobierno tiene posibilidad de intervenir respetando los límites establecidos por la Unión Europea contra las medidas proteccionistas.
Y puede hacerlo porque tiene poder para regular muchas de estas partidas de gasto que son impuestos directos sobre el agricultor o sobre las materias primas y otros elementos que necesitan para su actividad.
Otra parte puede deberse a que los agricultores no han acabado de completar el ciclo de la venta y necesitan intermediarios. Intermediarios que tiene costes y quebrantos en la distribución y que también pagan impuestos al gobierno en cada uno de los ciclos: recolección si se compra en árbol, transporte, almacenamiento, comercialización, etc.
Es un hecho que pocas cooperativas agrícolas son capaces de vender directamente a los supermercados por falta de la estructura logística y comercial necesaria para hacerlo.
Y también que la agricultura debe acomodarse a los cultivos más adecuados a cada terreno y a la demanda del mercado. No se puede pasar a de cereales a frutales en dos años, pero sí que conviene combinar cultivos para equilibrar los que son productivos a corto plazo con los que necesitan más tiempo de transformación para resultarlo.
Y todo esto lo sabe perfectamente el gobierno del Seños Sánchez. Mejor que nadie.
Gobierno que, como decía antes, tiene las manos atadas en cuanto al proteccionismo, pero es libre para manejar algunos de los factores del costo porque dependen de ellos: IVA, IRPF, impuestos, etc.
Y para asesorar.
Que el problema no tiene una solución fácil es evidente. Que necesita compromiso y generosidad de todas las partes aún más. Que las soluciones a aplicar deben estar consensuadas por la mayoría de las fuerzas políticas con capacidad de gobierno para sacarlas de la lucha electoral es una necesidad. Se acuerde lo que se acuerde debe sacarse de la contienda política para que no se utilice como arma arrojadiza como se hace con la educación, las pensiones y tantas otras materias fundamentales. Es una absoluta necesidad.
Pero lo fácil es aumentar los gastos del Estado en partidas absurdas o de dudosa utilidad y contar milongas a los ciudadanos en la seguridad de que no tenemos capacidad de discernir.
Y echar la culpa a otros. Como es habitual.