El caso Ucrania pone en evidencia otra de las debilidades de la democracia, debilidad afortunada, por supuesto, pero evidente. Las democracias creemos en los derechos humanos, respetamos la vida humana y establecemos controles para que los gobernantes necesiten recabar autorizaciones para hacer según que cosas. Invadir países, por ejemplo.
Putin ha podido mover tropas como ha querido y ordenar lo que ha ordenado por su cuenta y riesgo, aunque haya disfrazado algunas de sus decisiones como consentidas por su parlamento de cartón. Parlamento que puede convocar en media hora con el orden del día que él indique y que aprobarán por unanimidad lo que él proponga.
A diferencia de las naciones democráticas en donde los gobernantes necesitan pasar filtros y respetar normas antes de aprobar medidas drásticas como la que nos ocupa. De hecho, la facultad de declarar una guerra, que es lo que ha hecho Putin, en España está reservada al Rey, único que puede hacerlo a propuesta del gobierno.
Y esta diferencia de condicionantes crea una brecha temporal inevitable en la toma de decisiones, por lo que un loco como Putin podría invadir Europa mientas cada una de sus naciones y la propia comunidad se toman su tiempo discutiendo si son galgos o podencos.
Repito que afortunadamente.
¿Cuál es la solución? Muy complicada, pero seguramente lo más eficaz y casi lo único que se puede hacer es lo que se está haciendo con Rusia: estrangularla económicamente, cerrando sus canales de acceso a los mercados exteriores, de forma que se resienta la economía del país y provoque una reacción de la ciudadanía. Y, por supuesto, bloquear o embargar todos los bienes de los dictadores y de los componentes de sus núcleos duros, siempre cuantiosos y “colocados” en países terceros.
Pero eso no es eficaz para evitar disparates como el de Ucrania si se aplican sobre hechos consumados. Hay que ponerlos em marcha cuando se ven síntomas evidentes de sus intenciones. En el caso de Rusia hace más de siete años, cuando empezó la operación de acoso a las regiones del este de Ucrania.
El artículo es muy bueno y lo que comentas verídico pero por las últimas noticias van a ser demoledoras y asuntan. Es un presidente inmoral zarista. Los gobiernos deberán replantearse las cosas y volver a la unión
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Totalmente de acuerdo con lo que dices, excepto que el comportamiento de Putin no es zarista. Es más bien estalinista, porque no tiene escrúpulos en masacrar a los que considera sus enemigos. Lo de zarista lo está empleando la izquierda española como si entre el último Zar y los tiempos actuales no hubiera existido el comunismo ruso.
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