No es que sea un gran politólogo ni un adivino de los que estaban de moda hace unos años, pero, conociendo al personaje, es evidente que Pedro Sánchez no dejaría volar demasiado a Yolanda Díaz. Porque su situación es realmente desesperada.
Estoy seguro de que por mucho teatro que hagan en el parlamento, balas incluidas, sus apoyadores oficiales seguirán respaldando las iniciativas del gobierno, aunque en alguna ocasión hagan juegos malabares con los votos necesarios y se turnen en el papel de apoyador bueno, el del “sí” y apoyador malo, el del “no” o la abstención.
Y lo harán porque todos ellos están subidos en lo alto de la misma escalera y agarrados a la misma brocha, en la seguridad de qué si cae Pedro Sánchez, caen todos Y ya me contarán que sería de ellos.
Todos menos el partido-araña, el PNV, el más falaz de todos, porque los demás, aunque los rechacemos, no nos engañan. Ni lo hacen los independentistas ni tampoco lo hace Bildu que siempre han dicho y siguen declarando los mismos objetivos: conseguir sendas repúblicas independientes. Mientras que estos convenencieros, recogedores de las nueces que otros hacen caer del árbol, son los que derrocaron a Rajoy por un plato de lentejas y están a punto de derrocar a Pedro Sánchez si Feijóo, Dios no lo quiera, les mejora la ración en forma de prebendas y transferencias.
Pero otra cosa es si podría ganar unas elecciones y parece evidente que no. No tendría el voto de ninguno de los partidos que le apoyan ni tampoco el mayoritario de los votantes tradicionales del PSOE, porque muchos de ellos no reconocen la ideología de su partido en las políticas disparatadas de este gobierno. Ni siquiera creo que pudiera revalidar el título de secretario general, por mucho que mantenga el invento populista de las primarias, porque la “masa” es mucho más manipulable desde los medios que los antiguos compromisarios de las federaciones.
Y se irán a la abstención o a esa nebulosa del “país de nunca jamás” que es la “suma” de Yolanda Díaz. Pero esta, que no representa precisamente el Podemos duro de Pablo Iglesias, sí que podría restar votos del “Sanchismo” de los desengañados de “las mareas” y de los restos de los “hubiéramos podido”. Y llevarse los de los comunistas, o bien directamente o “sumando”, porque ya hace muchos años que a los representantes del antiguo PC lo mismo les da carne que pescado si pueden seguir en el machito manteniendo un mínimo de dignidad en su imagen pública.
Así que ha sucedido lo inevitable que ya comentaba como posibilidad el pasado día seis de este mes. La razón del famoso y muy anunciado estado de la nación ha servido, esencialmente, para restar todo lo que había sumado Yolanda Días y presentar a Pedro Sánchez como el nuevo líder de la izquierda, izquierda, no la socialdemocracia anterior, sino de la izquierda más próxima a los postulados del neo comunismo.
Y la prueba del nueve es que todos los “podemitas” de la bancada, más IU, más los otros desgajados de Podemos, casi se han roto las palmas de tanto aplaudir, también la bancada socialista, ya me contarán porqué, mientras la pobre Yolanda “mudaba el semblante” pensado que su gran amigo, su aliado, le estaba robando la merienda y el futuro.
Por cierto. La bancada socialista lo mismo aplaude en pie cuando su presidente se declara líder de la socialdemocracia que cuando, como ahora, se cae de la caballería, ve la luz y amenaza con sacar los hígados a los ricos, a la banca y a las empresas de la energía.
¡Maldita ley electoral que fomenta semejante aborregamiento! En este caso y cuando han sido otros los que gobernaban. Vean la televisión, por favor, y entérense de lo que está ocurriendo en Gran Bretaña.
Valencia, 14 de julio de 2022