Decían que Pedro Sánchez iba a dar un impulso de renovación del PSOE y, en efecto, sus primeras medidas han consistido en excluir de sus círculos más próximos a todos los de la “vieja guardia”, incluyendo en ese grupo a casi todos los que han tenido experiencia de gestión porque participaron en los gobiernos o la administración de Felipe González o de Zapatero.
Otra decisión ha sido apartar de su área de consejo o influencia a los presidentes regionales con una sola excepción. Presidentes, que lo son, porque ganaron unas elecciones, aunque fueran autonómicas, cosa que nuca ha conseguido el propio Pedro Sánchez
Todo esto es consecuencia de su decisión de apoyarse en las bases, colectivo reducido y fácil de movilizar, sin tener en cuenta a los votantes, que son los únicos que pueden mejorar sus tristes resultados electorales. Compromiso que le obligará, sin duda, a pedirles opinión antes de cada decisión de oposición o de gobierno. ¿Votamos a favor, en contra, o nos abstenemos en la propuesta del techo de gasto? ¿Votamos sí o no a tal o cual otra propuesta del gobierno?
Si no lo hace así parecerá que ha jugado con ventaja prometiendo algo que no cumple.
Sin embargo, no sé por qué razón y saliéndose de sus principios y sus estrategias, ha nombrado presidenta del PSOE a Cristina Narbona, que no es precisamente una recién llegada.
Quizás lo haya hecho por su gestión como ministra, o confiando en supuestas dotes de mediación y “buen rollo” que yo nunca aprecié cuando formó parte del gobierno del presidente Zapatero.
Porque vivo en Valencia, y una de sus grandes decisiones, que nos perjudicó gravemente, fue cancelar el Plan Hidrológico nacional del año 2001, paralizado, entre otras cosas, el trasvase del Ebro. Un plan que sustituyó por la construcción de esas malditas plantas desalinizadoras, tan caras como improductivas. Esas que “ahí están viendo pasar el tiempo”, como la puerta de Alcalá, porque el precio por m³ de agua desalinizada es muy superior al de cualquier otro sistema de obtención, y por el daño ecológico que supone la salmuera retornada a mar y los detergentes empleados en limpiar las membranas del filtro.
Lo positivo de la nueva situación es que nuestro José Luis Ábalos, actual número tres del PSOE nacional, estará muy próximo a la presidenta del partido y podrá averiguar, ¡por fin!, cuáles fueron las verdaderas razones para cometer semejante desaguisado. Yo las desconozco y no creo lo publicado por alguna prensa maliciosa que apuntó posibles comisiones o pagos de anuncios en prensa de las constructoras.
Y, ¡quién sabe! Es posible que José Luis Ábalos convenza a Pedro Sánchez de que en su programa electoral ofrezca retomar el susodicho Plan Hidráulico, trasvases incluidos. Va a ser que no.