No suelo criticar nada de Podemos, primero porque no es un partido al que pueda entender y, en cualquier caso, porque están fuera del grupo de lo que considero “partidos constitucionalistas” o, quizás más concretamente “partidos de estado”. Capaces de gobernar.
Pero estamos en un momento muy delicado para el futuro del país, y todos tenemos, tienen, que mojarse.
Podemos, al que he respetado y mucho más a sus electores, es comunista, pero raro, está dentro del sistema, pero quiere hacer política en las calles, está en el pacto contraterrorista, pero de “observador”, dicen que son españoles pero les da repelús la bandera de España o el himno nacional, a los que, en una demostración de desconocimiento histórico, definen como “franquistas”.
Se declaran republicanos cuando en ninguna de las dos repúblicas, especialmente la segunda porque la primera fue un desastre lamentable, los hubiera aceptado como son, como tampoco aceptaron a los dirigentes catalanes de la época, y como tampoco aceptarían a los actuales.
Los Presidentes de entonces eran mucho más serios de lo que los “historiadores de mitin” quieren hacernos creer, y la Republica no era un “todo vale” por mucho que grupos desmadrados hicieran salvajadas y que la cosa acabara en una guerra civil. Y así muchas otras cosas. Pero eso, como he dicho antes, es asunto suyo y de los que les votan.
Lo que no puedo perdonarles, y por eso hablo de ellos como partido, es su posición ante el desafío de los independentistas catalanes. Porque ha llegado el momento, ahora sí, de definir muy claramente quienes son los de “aquí” y los de “allí”, y escuchando lo que escucho, y según donde se diga, no se trata de que les entienda yo, sino que me parece imposible que les entienda nadie, incluidos sus electores.
Ayer escuché a Irene Montero (¡que buen verbo para decir cosas tan disparatadas!) diciendo que sí y que no, como “la Parrala” y, no sabiendo por donde salir, acabó comparando el intento de secesión de Cataluña con los desahucios. Como podría haber dicho con la igualdad de la mujer, la asistencia sanitaria, o cualquier otra cosa que viniera o no vinera a cuento. Incluida la tan socorrida guerra de Irak.
Señores de Podemos: El intento de secesión no prosperará, Uds. lo saben, y tratar de arrimar el ascua a su sardina con esos apoyos difusos de “si pero no”, solo ayuda a alimentar diferencias y confusiones.
Y, tengo la absoluta seguridad, de que ese intento de captar votos fáciles y tramposos en Cataluña entrando en el juego de los engaños, les va a costar muy caro.
Porque una parte de su electorado será de izquierdas, serán asamblearios, serán revolucionarios, pero no son tontos. Y Ud. les trata, como intenta hacerlo con todos nosotros, con ese aire trasnochado y tan visto de profesor de universidad que alecciona a sus alumnos, incluyendo el lenguaje corporal reservado para los momentos trascendentes de adelantar un hombro y la cabeza.
Alumnos que, por supuesto, son más más incultos y más desconocedores que Ud. Y no es así.
Discuta Ud. su nuevo modelos de estado, sus pretendidos cambios sociales o dispute su liderazgo de izquierdas al PSOE, que yo lo respetaré.
Pero no intente conculcar la ley o animar a que se conculque porque siempre me tendrá en contra. Y soy uno, pero somos muchos.
Y, como he dicho, seguro que lo pagará.
Comentarios que no pierdo el tiempo en hacer al BLOC de Morera o Marzà porque sus votantes lo tienen muy claro. Ellos están para esto y los que les votan lo hacen sabiendo lo que quieren hacer y exigiendo que lo hagan.
La leyenda del reloj de pared de un monasterio rezaba “omnes vulnerant ultima necat”. Se refería a las horas, naturalmente, pero también es aplicable a las necedades políticas. “Todas hieren, la última mata”.
Como les ha sucedido en otros tiempos a otros que lo fueron, pensado que a ellos no les ocurriría. Son legión.