La señora Bonig versus empresarios y sindicatos.

No soy nada aficionado a alabar lo que hacen bien los políticos, a no ser que sea algo extraordinario, porque entiendo que para eso les pagamos. Soy más dado a criticar hechos concretos que me parecen impropios de sus cargos y de sus responsabilidades, sean del partido que sean.

Sin embargo, esta vez creo necesario defender a la Sra. Bonig, sometida desde hace algún tiempo a los avatares de la política y de los intereses. No la conozco y, por tanto, no puedo opinar sobre si esta señora es la líder conveniente para su partido o no, No es mi tema ni mi problema. Ellos decidirán.

Pero leo en Las Provincias de hoy, día 28, que la guerra que le tienen declarada la oposición, lógica, y las asociaciones beneficiarias de subvenciones, interesada, continúa.

Y que los señores Boluda y Navarro siguen lanzando dardos envenenados, si no “gracietas” machistas (“dudo que Bonig distinga la CEV de una marca de perfumes”, dijo el “estoy – en -todas – partes – y -aspiro – a – todos – los -cargos, incluido a presidente del Real Madrid”, Sr. Boluda) , contra un personaje incómodo para ellos. Y si los lanzan en nuestra comunidad, seguro que también están calentando muchas orejas en Madrid.

Y que tienen la prepotencia de declarar amortizados a políticos o cargos públicos que no les son propicios, como esta señora por ejemplo, cuando sus presidentes y juntas directivas se eternizan en sus cargos gracias a votaciones legales, pero pactadas entre los beneficiados. Cargos que solo ocupan los “aristos” de sus asociaciones.

Cuando la cosa es muy simple. Las patronales y los sindicatos son asociaciones que están cobrando subvenciones de los organismos oficiales, como lo ha hecho una compañía aérea, y esta señora se ha manifestado en contra. No sé hasta qué punto, pero en contra.

Ellos alegarán, ¡cómo no!, que son servicios públicos y que trabajan para el bien común. Yo no sé si lo hacen o no, pero son asociaciones con afiliados y son a ellos, únicamente a ellos, a los que corresponde soportar económicamente a sus asociaciones gremiales o profesionales. Como deben hacerlo todos los colegios profesionales y/o asociaciones, excepto algunas culturales si ánimo de lucro a las que, a esas sí, hay que apoyar.

Y si a estos distinguidos señores no les da vergüenza reclamar un dinero público cuando, como se ha repetido varias veces, algunas asociaciones como Cáritas o la Cruz Roja, por ejemplo, dejaron de percibirlo o se les recortó drásticamente, y tienen que subsistir gracias a la solidaridad de los ciudadanos, es que no viven en el mundo real ni conocen lo que es mantener una familia con un sueldo de 900 euros, con el subsidio del paro, o sin ningún ingreso.

Muchos de ellos explotados por empresarios mafiosos que les pagan en “B”, o que les obligan a trabajar más horas de las que tienen contratadas y remuneradas. No son muchos y cada vez son menos pero los hay. Y, probablemente, son miembros de sus asociaciones y asisten orgullosos a sus asambleas, o a las reuniones de trabajo en las que acuerdan estrategias para reclamar «sus» derechos.

Y, como he dicho otras veces, Uds. reclaman más dinero del Estado, sí, pero no para que se invierta en mejorar la atención sanitaria, las ayudas a los dependientes, o para otros fines sociales. Lo quieren para construir obra pública o para inversiones que les beneficien.

Y no es que me parezca mal que defiendan sus interese, pero partiendo de la base de que forman parte de un todo. Sin pasarse de listos ni de egoístas.

Así pues, Sra. Bonig. Desconozco si será la próxima cabeza de lista del PP o no, o si hay alguien más preparado que Ud., porque no les sigo y desconozco nombres y currículums, pero puede tener la absoluta seguridad de que en casos como el que nos ocupa, siempre contará con mi ayuda.

En cuanto a las subvenciones y ayudas, no tengo ninguna confianza en el gobierno de turno ni en los de las autonomías, pero espero que la Comunidad Europea tome cartas en el asunto y regule pronto como, cuanto, y a quién pueden asignarse.

Me temo que excluirán a las asociaciones de patronales, cuyas siglas, y según cree el muy ilustrado señor Boluda, nuestra ignorante señora Bonig confunde con marcas de perfumes.

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