Las lagunas de la ley electoral y el abuso de los partidos políticos:

Estamos como estábamos, sin gobierno y en medio de una gran confusión. Y es el momento de las reflexiones.

Puede que no tengamos nuevas elecciones porque se conforme un gobierno del PSOE con el apoyo de Podemos y algunos otros antes de que venza el plazo para que el Rey disuelva las Cortes y las convoque. Nada que objetar porque, guste más o guste menos, sería el resultado de lo que decidimos los españoles en las urnas. Así es nuestra forma de estado,  democracia parlamentaria, y solo nos cabe aceptar los resultados.

Personalmente lamentaría mucho que intervinieran de alguna forma Bildu o los grupos separatistas, no porque yo no sea demócrata, sino porque los que no lo son, son ellos. Aunque, como buenos ventajistas, se aprovechen al límite de nuestras reglas de juego y expriman a tope nuestras garantías legales.

Los unos porque todavía tienen rastros de sangre inocente en su historial sin que, ni se hayan arrepentido, ni hayan pedido disculpas por los asesinatos de ETA. Y los segundos porque no quieren ni ley ni orden. Solo romper España.

Y, aunque sea legal, tampoco es del todo cierto que este bloqueo parlamentario sea consecuencia de la “voluntad de los españoles expresada en las urnas”. Es la consecuencia de un imprevisto legal.

No hay ninguna duda de que todo lo que está ocurriendo está amparado por la Constitución y por las leyes del Estado, pero no es menos cierto que los constituyentes, como suele ocurrir en España porque somos más listos que nadie, no quisieron inspirarse en las democracias más avanzadas y optaron por una ley electoral, la d’Hondt, que está creando problemas e injusticias a la hora de asigna escaños y, sobre todo, porque a diferencia de las más experimentadas, no se adoptó ningún tipo de norma que evitara bloqueos parlamentarios, o situaciones como la que vivimos en la que los votantes hemos perdido el control de lo que será el futuro inmediato en la política de nuestro país.

Me explico:

Si bien es cierto que estamos en una democracia representativa y que cuando votamos a un partido le otorgamos el poder de pactar con otras fuerzas políticas para conformar mayorías, también lo es que “suponemos” que nuestros representantes harán un huso sensato y adecuado de nuestros votos y que si hemos votado a VOX damos por supuesto que este partido no pactará con Podemos, o viceversa.

Es lo que en terminología de calidad se conoce como “requerimientos no especificados del cliente”. Poniendo un ejemplo, cuando compramos muebles de madera especificamos el tipo de madera, el acabado y el color, pero no decimos que no tenga carcoma, porque se supone que esa condición la asume tácitamente el fabricante.

Y eso es exactamente lo que está ocurriendo. Que de alguna forma, y aunque lo exprese de forma metafórica, nuestros partidos políticos nos están vendiendo muebles con carcoma.

¿Cómo lo evitan otros países? Excepto Alemania, cada uno tiene una fórmula, pero todos tienen alguna. A mí me gusta, por ejemplo, la segunda vuelta de Francia por la que, en caso de producirse un bloqueo como el que sufrimos en este momento en España, se vuelve a convocar a los votantes a una segunda consulta, en la que solo se puede elegir a uno de los dos partidos mayoritarios. De esta forma se evitan los chantajes y las concesiones a los que tiene poca representación real, aunque sea muy legítima.

Recordemos que en las últimas elecciones francesas, los dos más votados fueron Macron y Le Pen, y que los franceses, no los líderes de los partidos pactando entre ellos, tuvieron ocasión de decir la última palabra en una segunda vuelta en la que los que habían votado a partidos minoritarios pudieron decantarse por uno u otro de los mayoritarios.

En este caso ganó Macron y Francia se libró de estar gobernada por un partido populista y antieuropeo, que podría haber llegado al poder mediante pactos anti natura, como algunos de los apuntados estos días en España.

Otros tienen primas especiales, como Grecia, en forma de 50 escaños adicionales al partido más votado, aunque lo haya sido por un solo voto.

O la fórmula de “distrito único” de Gran Bretaña y los Estados Unidos que favorece directamente a los grandes partidos y evita la atomización de los grupos parlamentarios.

Pero sigo pensando que el sistema francés, que es un sistema mixto, es el más claro para los electores.

Y ¿porque, siendo tan fácil, no lo proponen los partidos políticos? Porque todos ellos  prefieren tener las manos libres para hacer y deshacer lo que quieran, que en el fondo quiere decir lo que más convenga a sus propios intereses, no a la nación ni a sus votantes.

Y a las pruebas me remito.

Según nuestro sistema electoral, si hay nuevas elecciones puede repetirse una situación similar a la actual una y cien veces consecutivas, porque es muy improbable que se consigan mayorías absolutas,

Por lo que podríamos entrar en un eterno día de la marmota, siempre pendientes de los pactos entre partidos.

 ¿Alguien se acuerda de las bondades del tan denostado y “antidemocrático” bipartidismo?

Siendo cínico, si pienso en la situación actual, los que menos prisa tienen son los políticos y los que viven de la política.

El Sr. Sánchez, presidente interino, lo es de hecho porque vive en la Moncloa, dispone de todos los recursos del Estado, y asiste en representación de España a las reuniones de la Unión Europea y a los foros internacionales. U organiza supuestas visitas de estado acompañado por su esposa.

¿Qué prisa puede tener en lo personal sabiendo que unas votaciones podrían desalojarles de su residencia actual y de todas sus prebendas? No teniendo la seguridad de salir elegido, el Sr. Sánchez apurará los plazos de investidura hasta los límites legales.

Y con él sus ministros, los congresistas y senadores actuales, la pléyade de asesores de todos los niveles, y todos los designados a dedo. “Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”.

“Hay que pactar”, insisten. Pactar en “nombre de nuestros votantes”, que tanto citan, para garantizar, sobre todo, que la cosa no les cambie demasiado en lo personal.

Y, si hablamos de los medios de comunicación, ¡menudo filón! Horas de metraje a muy bajo coste y dimes, diretes, suposiciones, rumores, “filtraciones”, tertulias de “enterados”, y amores y desamores de los líderes de partido. No creo que les moleste demasiado lo que está ocurriendo.

El problema es que entre todos, especialmente los políticos, nos están haciendo ver que una buena parte de las entidades del gobierno y de las Cortes Españolas tienen poca utilidad.

Si realmente las autonomías fueran leales y tuvieran conciencia de ser parte de la nación, como ocurre en Alemania donde los Landers tienen menos competencias que las autonomías españolas pero las ejercen con seriedad, seguramente nos bastaría con tener una mínima Cámara de Representantes para actualizar algunas leyes, y un Senado de representación territorial con muchos menos escaños. Un gobierno de pocos ministerios que se reserve, como en los EEUU, las competencias propias de la nación, como son la defensa nacional, la seguridad ciudadana a nivel estatal, los tribunales superiores de justicia, la educación para imponer materias troncales cediendo espacio para las autonomías, la caja única de la Seguridad Social, Hacienda, y Asuntos Exteriores, sería suficiente.

¿A que nadie lo propone?

Porque todos ellos están en el cortoplacismo disfrazado de mentiras y envuelto en grandilocuencias y frases hechas para engañar a los bobos. Que, lo reconozcamos o no, somos todos nosotros, los votantes.

Esta mañana Raquel, “Raquel Rak”, me ha recordado un hecho supuestamente histórico que utilicé hace años a propósito de que un grupo de trabajo en el que participaba, estaba bastante estancado por diferencias personales entre algunos participantes.

Se refiere a Estanislao Figueras, que fue Presidente del Poder Ejecutivo durante la primera República, al que se le atribuye la frase de “señores voy a ser franco; estoy hasta los cojones de todos nosotros” dicha en el parlamento de la nación antes de abandonarlo para no volver.

Frase que no he podido encontrar en los diarios de sesiones, pero que dicen que es cierta y que, en todo caso, merece serlo.

Frase que dijo poco después de otra famosa que atribuyen a Amadeo de Saboya, nuestro Amadeo I, llamado el “Rey Caballero”. Rey importado de Italia y el primero elegido en el parlamento, que reinó durante dos años antes de abandonar España, durante los que tuvo que ver conformar y disolver seis diferentes gabinetes de gobierno.

Se dice que un día llegó al límite y exclamó en su italiano natal: “Per Bacco, io non capisco niente. Siamo una gabbia di pazzi», que se tradujo muy libremente por un “no entiendo nada, esto es una jaula de locos”.

Pero tranquilos. No pasa nada como nunca ha pasado. Este querido parlamento Español que tiene impactos de balas en la cúpula, que, según la versión popular seguramente incierta,  ha conocido los cascos del caballo del General  Pavía, que  ha conocido monarquías absolutas, monarquías parlamentarias, repúblicas, dictaduras y democracias representativas, siempre ha sobrevivido.

Y no nos confundamos creyendo que los de ahora son los peores. Hemos tenido parlamentarios que han mentido, que se han amenazado personalmente o que han amenazado a la nación, que han asistido a las sesiones armados con pistolas, o que han cometido tropelías de todo tipo.

Pero también los ha habido con otras formas y otras maneras. Antes y no tan “antes”. Como los que a mí me ilusionaron en tiempos de la transición y en los gobiernos de UCD, del PSOE, de AP ¡el de Fraga! Y el del PP

Por eso confío en que las aguas vuelvan a su cauce, que reformen la ley electoral, y que volvamos al cauce normal de combinar los intereses colectivos con los personales de una forma proporcional y ética.

Que así sea.

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