Lo decía en uno de los párrafos de un comentario anterior publicado en mi blog, titulado” El día después de la ruptura PSOE – Podemos”:
“Ciudadanos tienen una gran papeleta por delante porque es evidente que nunca podrán ser un partido de gobierno. Y ser un “influente”, un partido bisagra en el espacio del centro derecha, siempre ha acabado mal. Los españoles tienen que tener muy claro cuál es su ideología real y bajo qué condiciones pactaría con el PP o con el PSOE”
Pues bien, a la vista de los acontecimientos de hoy parece que las cosas se han precipitado y que Ciudadanos ha decidido su segundo intento de suicidio. El primero provocado por algunas decisiones equivocadas y, sobre todo, muy erráticas de Albert Ribera, suicidio que resultó frustrado y este segundo al presentar algunas mociones de censura en autonomías y ayuntamientos de España.
En el primer momento parecía que había sido iniciativa propia de algunos de sus representantes en Murcia buscando un mejor “acomodo” a la vista de las disidencias internas, que de eso saben mucho en el partido y muy especialmente en Valencia, donde todos los representantes de Ciudadanos se salían del grupo después de haber sido elegidos en lista cerrada, pero por las informaciones conocidas posteriormente parece evidente que es una decisión de la cúpula del partido que, francamente, no estoy seguro de quién la compone en este momento.
Iniciativa que causará algunos daños colaterales en el PP por la pérdida de Murcia y de algún otro punto de poder, pero que, a la larga y a poco se esfuercen en hacerlo bien, le va a beneficiar sin ninguna duda.
Y así será, me figuro, porque Ciudadanos se ha unido al PSOE formando ese grupo de dos que deciden alianzas muy en contra, o al menos inesperadas, de lo que suponían sus votantes. Porque una buena parte de ellos, los que procedían del PP o desde la abstención, apostaron por un partido que nació pujante y con un mensaje muy claro sobre sus objetivos y la razón de ser de su aparición en la arena política.
Aunque lo cierto es que siempre se ha supuesto que era un partido financiado por grupos de poder que temían derivas no deseadas del Partido Popular por los que lo financiaron. Una especie de alternativa para ocupar un espacio electoral que alguien se temió que podía quedar vació o que lo ocupara quien no debía.
Sin embargo y navegando contra corriente como es tan frecuente en mí, creo que esta maniobra va a resultar beneficiosa porque, como digo, aclarará mucho las ofertas de los grupos políticos actuales.
Y siendo muy cierto que en este momento no hay forma de desalojar con los votos, única forma legítima en democracia, a un “sanchismo” apoyado por Podemos y por todos los “anti España” habidos y por haber porque incluso resultará más reforzado con el apoyo abierto de Ciudadanos, estos hechos van a dinamitar una situación insostenible con un gobierno incapaz de gobernar, como se está demostrando cada día, dividido por la ideología de sus componentes y apoyado por quienes saben que un cambio de presidencia, sea del PP o del propio PSOE, pero con otro candidato, acabaría definitivamente con ese chantaje indigno de unos y un chupar de la teta de otros, exactamente igual de impresentable.
Y de la misma forma que he opinado que el 23F fue un mal que sirvió para bien, porque actuó como reválida de la democracia al permitir que toda España supiera quién era quién y con quien se podía contar en el proyecto de la nueva nación, este movimiento de peones de Ciudadanos aclarará mucho el tablero electoral.
Porque solo hay dos partidos que tienen muy delimitados sus campos de actuación: VOX, que tiene el hándicap de que no es partido de gobierno y el Partido Popular, que está recibiendo cada día las cornadas políticas de “los” partidos de gobierno y de algún otro de la oposición y el desgaste personal de sus dirigentes por defender sus límites ideológicos. Límites que les permitirían pactar, sí, con el PSOE o con otros partidos, pero únicamente en cuestiones de Estado.
Es más, después del mal resultado de la tolerancia y el buenismo de un hombre negociador y poco agresivo, como fue Mariano Rajoy y el acoso mediático de la corrupción, como si hubiera sido el único partido que la sufrió, o el que más, tengo la seguridad de que negociarán muchas cosas, pero cederán en muy pocas si suponen un fraude para la ciudadanía.
Por lo cual no sé si este castillo de naipes que tenemos montado en España, modelo de desastre en la gestión y asombro de la Comunidad Europea, resistirá unas elecciones generales, pero me temo que no.
El inevitable principio del fin de Ciudadanos se demostrará, ya se está demostrando, con el desmarque de algunos de sus representantes en las comunidades que han renunciado a presentar mociones de censura porque dicen que deben hacer honor a sus compromisos y, estoy convencido, porque entienden que es lo mejor para sus ámbitos de responsabilidad.
Y un caso paradigmático es el de Madrid, en donde Díaz Ayuso ha tomado la iniciativa convocando elecciones antes de que le presenten mociones de censura, dejando con el trasero al aire al eterno “sí pero no” Ignacio Aguado, que la ha tachado de irresponsable y donde Villacís ha dicho que con ella no cuenten porque se siente cómoda en un proyecto que está mejorando sensiblemente la gestión y el acercamiento a la ciudadanía del Ayuntamiento.
Muy, muy interesante. Y como no podemos ir a peor, sería muy difícil, solo queda un camino: el de la mejora en la claridad de la clase política.
Ahora sí ha llegado el momento de que los mochuelos dejen de revolotear y que cada uno de ellos se dirija a su olivo. O como dice la gente sana de nuestra geografía rural, de separar “las preñadas de las paridas”.
Lo que resultará muy interesante es conocer la actitud de los actuales pesos pesados de Ciudadanos en cada uno de sus campos de actuación. De algunos, como la de Villacís o la de los representantes en Castilla León ya la conocemos. De otros como el valenciano Tony Cantó, por ejemplo, la sabremos muy pronto.
Claro que todo esto puede ser una simple fabulación de alguien enamorado de la política, que nunca ha pertenecido a ningún partido político aunque tenga un perfil liberal al estilo anglosajón y que, eso sí, sigue con mucha atención lo que se escribe y se dice cada día, incluida la letra pequeña, en este país de nuestras desdichas.
Valencia, 10 de marzo de 2021