No tengo ni la más remota idea de la estrategia que tendrá preparada la factoría Redondo para el día que se produzca la ruptura con Podemos, pero seguro que tendrá alguna porque la cosa será sonada. Muy sonada.
Y lo será porque Pablo Iglesias se revolverá como un jabalí herido y empleará todas sus energías, su capacidad de influir en su electorado, que no será tanta y de movilizar a todos los desnortados, antisistema, anarquistas y alborotadores que pueda agrupar para llenar las calles con protestas y manifestaciones.
Por lo que el gobierno actual tendrá dos frentes importantes:
El parlamentario, en el que se escucharán palabras fuertes y secretos guardados hasta ahora y en el que Podemos se esforzará muchísimo en desgastar al gobierno de Sánchez, al que tildará de incumplidor de pactos y compromisos, traidor a la clase obrera, antifeminista, insensible a los sentimientos de las regiones “diferentes” y, en definitiva, de ser el causante del fracaso de un gobierno “democrático y progresista”
La calle, porque Podemos recuperará su vieja teoría de la democracia popular y tratará de conseguir alborotando lo que no pueda conseguir negociando o votando en el parlamento. No tardarán en darse cuenta, si no lo saben ya, de qué las presiones populares de minorías no acobardan ni chantajean a estados democráticos consolidados, pero eso no evitará que utilicen esta estrategia porque, como buenos comunistas, lo llevan en el ADN.
Es evidente que lo demorarán todo lo que puedan porque ni le conviene a Sánchez, que perdería los apoyos de los radicales y se vería obligado a pactar con el PP si quiere mantenerse en la Moncloa, ni al muy ocupado vicepresidente que volvería a sentir el frio de la calle, de la carencia de privilegios especiales y de su tiempo disponible para ver sus series de televisión preferidas que son, a lo que parece, su mayor ocupación actual.
Y porque la factoría Redondo será consciente, sin ningún género de dudas, que el momento de la ruptura será el ideal para que la derecha española, especialmente el PP, recupere posiciones relevantes si consigue transmitir el mensaje de que son el único que puede ofrecer experiencia, solvencia y garantías de buena gestión en una nación destrozada social y económicamente.
Espero que también ellos, los estrategas del Partido Popular, se estén preparando para el momento, sea dentro de un mes o de dos años y no les pille con el paso cambiado como ha ocurrido en otras ocasiones.
Momento en que, espero, todo el mundo volverá a su casilla inicial:
El PSOE necesitará una refundación porque tiene que resolver una fractura interior de mucho calado y porque necesita reforzarse para defenderse de los envites de los partidos de la oposición y también de sus enemigos naturales, los comunistas. Porque es un hecho conocido la falta de entendimiento tradicional, incluso los odios personales, que se han producido entre ambas formaciones en la historia reciente de España.
El PP tendrá que consolidar los cambios recientes y vender la ilusión de que pueden liderar un futuro mejor para España, retomando los valores que le hicieron merecer la confianza de los españoles y reforzando sus mecanismos de control interno para que no se repitan los escándalos de corrupción que tanto daño le han hecho.
Ciudadanos tienen una gran papeleta por delante porque es evidente que nunca podrán ser un partido de gobierno. Y ser un “influente”, un partido bisagra en el espacio del centro derecha, siempre ha acabado mal. Los españoles tienen que tener muy claro cuál es su ideología real y bajo qué condiciones pactaría con el PP o con el PSOE.
Lo de Vox es diferente. Tratarán de mantener su posición pero, en mi opinión, es un partido con techo electoral que se reducirá conforme mejore la imagen del PP.
Si los dos grandes partidos aprendieran la lección, la famosa “lesson learned” anglosajona, huirían de repetir aventuras como la de ponerse en manos de partidos anticonstitucionales o independentistas que tan malos resultados han dado en los últimos años y abrirían una nueva vía hasta ahora no conocida en España: Pactos de Estado, no necesariamente gobiernos de coalición, entre el PP y el PSOE, con presidencia de gobierno para el partido más votado.
Es decir: recuperar el bipartidismo que tan bien funcionó porque ofrecía una alternativa clara de gobierno, con acuerdos puntuales con otros partidos “de fiar”. Y se acabarían los chantajes de los antiespañoles y los pagos en dinero o en transferencias al PNV, que siempre saca partido de las crisis gobierne quien gobierne. La próxima, la transferencia de prisiones pese a la fatal experiencia en Cataluña.
Aunque para ello ya deberían estar negociando los hombres en la sombra de cada partido, o utilizando a intermediarios solventes que faciliten llegar a acuerdos satisfactorios para ambas formaciones, teniendo menos en cuenta los intereses de personas de cada formación, incluso con renuncias importantes de los dos partidos, en favor del interés general.
Que son tiempos muy difíciles y hay que tomar decisiones originales, porque lo que tenemos ahora no nos sacará del atolladero en el que nos han metido el gobierno actual y las circunstancias de la pandemia.
De hecho espero que ya existan esos contactos.
Valencia, 4 de marzo de 2021