El Marruecos de hoy, el Marruecos de siempre.

Ayer se produjo otro incidente de mucha gravedad entre Marruecos y España cuando la policía marroquí abrió las puertas de la frontera y provocó un efecto llamada, que había empezado días antes, para que miles de sus compatriotas cruzaran la frontera en lo que era casi una invasión al estilo de la marcha verde, o al menos una puesta en escena tan propia de reino de Marruecos, para amenazar con una invasión a Ceuta.

Invasión que no van a llevar a cabo porque tendrían a medio mundo en contra, el mundo que más interesa a Marruecos, pero sí que creo que están dispuestos a escenificar sucesivos actos de fuerza y a provocar esas tensiones puntuales que tan buenos resultados están dando al reinado de Mohamed VI, como ya les dio a sus antecesores.

El pretexto reconocido ha sido que España ha acogido a un miembro destacado del Polisario para tratarlo de una determinada dolencia. No entro en detalles del nombre del acogido ni de cuál es su enfermedad porque casi no viene a cuento ya que no es más que una excusa. El tema de fondo es la falta de apoyo de España a la anexión del antiguo Sahara Español, apoyo imposible entre otras cosas porque somos los administradores del territorio nombrados por la ONU hasta que se resuelva el conflicto mediante un referéndum del pueblo saharaui que dudo mucho que se llegue a realizar.

Se dice que Marruecos es el vecino incómodo para nosotros y que no tenemos más opción que entendernos con ellos y llegar a acuerdos en sus peticiones. Si, pero no.

Marruecos no es el vecino incómodo. Es el vecino egoísta que trata de sacar partido, y a fe que lo consigue, de todas sus ventajas estratégicas y con el que es muy complicado negociar porque son dos partes totalmente diferentes. Por un lado, la España moderna y democrática y por otro un estado corrupto gobernado por un monarca saudita, lo que le convierte en la cabeza política y religiosa de sus súbditos, poseedor de una inmensa fortuna, en parte recibida de su padre y aumentada por sus propios negocios y trapacerías.

Y que nos chantajea amenazando los negocios de españoles en Marruecos, negocios que generan riqueza en su país y que están compartidos con el reino marroquí porque así es la ley y que cobra y mucho por actuar como barrera de la inmigración subsahariana y de los propios marroquíes.

Pero esto es una situación crónica que ha empeorado en los últimos años por razones políticas relacionadas con el prestigio del gobierno español y de la creciente influencia de Marruecos en el sostenimiento del estado israelí, que permitió que Donald Trump le designara como aliado preferente en la zona, dejando a un lado a España y sus bases compartidas.

Durante la dictadura de Franco, Marruecos tuvo mucho cuidado en no tocarle mucho las narices al dictador porque sabían que Franco no se vería en la obligación de dar cuentas a nadie ni en España ni en foros internacionales y que respondería con contundencia a cualquier provocación. Yo mismo he sido testigo ocasional y en primera persona, cuando estuve embarcado en el Lepanto, del exquisito cuidado que tenían las patrulleras marroquís de no incordiar ni intentar secuestrar a pesqueros españoles si tenían a la vista patrulleras o barcos de guerra españoles porque sabían que se les podía responder incluso con acciones armadas.

Y solo cuando Franco estaba gravemente enfermo y se nombró al entonces príncipe Juan Carlos Jefe de Estado provisional, se atrevieron a lanzar la famosa marcha verde porque sabían que en España había un vacío de autoridad que impedía tomar decisiones drásticas.

Desde ese momento Marruecos aumentó la presión, especialmente buscando la anexión del Sahara y amagando con exigir la propiedad de las plazas de Ceuta y Melilla.

Para los que no conozcan los detalles, les recuerdo que el conflicto se recrudeció cuando las Naciones Unidas comenzaron el proceso de descolonización, exigiendo que se permitiera a las naciones colonizadas decidir su futuro mediante un referéndum en el que podían elegir entre mantenerse dentro de la nación colonizadora o declararse independientes. De las dos colonias españolas existentes en ese momento, El Aaiún decidió anexionarse a Marruecos y el Sahara Occidental decidió que no. La ONU resolvió que se celebrara un referéndum entre la población saharaui y que mientras fuera España la administradora oficial del territorio.

Marruecos nunca aceptó esta decisión y hará lo posible por consumar la anexión e impedir el referéndum.

Pero entonces se les pudo contener, entre otras cosas, por la buena política exterior de los gobiernos de la democracia. De todos ellos hasta la época Zapatero y su famosa sentada al paso de la bandera de los Estados Unidos y de los nombramientos políticos para algunas embajadas o cargos internacionales de especial relevancia.

Me explico: durante el tardo franquismo, España disponía de un cuerpo diplomático de mucho nivel, personas de prestigio, todas de carrera y con el valor añadido de su experiencia de nadar contracorriente y con éxito en un mundo predispuesto contra nuestra nación por la mala fama de la propia dictadura.

Y los primeros gobiernos de la democracia, hasta Zapatero, repito, tuvieron el acierto de mantener y aprovechar de forma inteligente el cuerpo diplomático existente y potenciar estas circunstancias reforzando las relaciones con América de Sur, Europa y hasta los propios Estados Unidos.

Lo que tuvo como consecuencia que naciones enemigas o pocas amigas reaccionaran muy positivamente, hasta el punto de que la imagen de España cambió radicalmente de ser una amistad indeseable y peligrosa a convertirse en una nación de referencia por su transición y por el buen nivel de sus gobernantes. Y, naturalmente y en buena medida, por la excelente imagen y las habilidades diplomáticas y como representante de la nueva España que proyectaba el Rey Juan Carlos. Imagen deteriorada con toda razón por sus actitudes personales, que no deben empañar su excelente gestión en la Jefatura del Estado.

Luego, con Zapatero, empezaron los nombramientos de personas de menor nivel en puestos clave, muchas veces por pura ideología y en algunas otras porque se utilizaron algunos de estos cargos internacionales, especialmente en los Estados Unidos, como puerta giratoria para gente de su partido, incluida alguna que otra exministra con poca o nula preparación para el cargo.

Y hasta entonces y gracias a la buena política exterior de España, parte de los conflictos con Marruecos se resolvieron como se deben resolverse. No con fuerza, sino con diplomacia y aprovechando el poder y la influencia de terceros. Por ejemplo, en un caso como este y en otros tiempos, el ministro de exteriores habría hablado con su colega marroquí, pero también habría descolgado el teléfono para hablar con su homónimo de los Estados Unido y pedirle que hiciera “una escuchita” a los vecinos revoltoso. Petición que habría repetido a otros países prestigiosos y amigos de España

¿Quién respalda ahora al gobierno español? Los países bolivarianos y comunistas de dentro y Sud América y no siempre. Y también la Unión Europea como entidad, aunque con mucha menos vehemencia por parte de muchos de sus países miembros.

Y casi que deje Usted de contar. Consecuencia lógica de una trayectoria confusa, con inclinaciones evidentes a posiciones totalitarias y contrarias a lo que es la trayectoria de la Comunidad Europea y de sus naciones más influyentes y de mayor prestigio.

Y de una nefasta gestión de asuntos exteriores de nuestro gobierno, hasta el punto de que en los últimos tiempos tuvo que desprenderse de Borrell a petición de los partidos que han apoyado a Sánchez. Y que ha dejado en manos de Zapatero buena parte de su política americana en una especie de subcontrata pactada o consentida.

Y amordazando de forma insensata la figura del Rey, que podría haber seguido la trayectoria de su padre apoyando a España cuando fuera menester y revitalizando en su persona la “marca España” que quiere personalizar nuestro ambicioso presidente y que tan malos resultados le está dando.

¿Tiene alguna solución el tema marroquí? Naturalmente que sí. En cuanto el gobierno español priorice sus acciones y recupere el prestigio necesario para convencer al resto de naciones occidentales de que también lo hagan.

Porque la estabilidad de Marruecos depende de que el mundo occidental, España el primero y la Comunidad Europea después, les recuerde que somos nosotros los que compramos sus productos, aunque también ellos sean grandes compradores y que la mayoría de sus mercancías tienen que pasar necesariamente por suelo español.

Y que, si deja de ser frontera de África con Ceuta y Melilla, nosotros podemos reforzarlas.

Y lo que es mucho más importante: Que la fortuna del Rey y gran parta de sus posesiones están depositadas en países occidentales. Y que si sigue manteniendo comportamientos indeseables puede sufrir embargos y bloqueos de cuentas, como le ha sucedido a Maduro, con lo que se terminaría su fabulosa vida.

¿Qué es muy difícil? Ya lo sé, pero no es imposible.

18/5/2021