Arturo Fernández

Ha fallecido Arturo Fernández y, como suele ocurrir, siempre hay alguien que saca “peros” a su carrera artística, especialmente los que afirman que era un actor encasillado en un tipo de personaje. Y me sorprende.

Porque en el arte hay muchos grandes protagonistas que están muy, pero que muy encasillados. Lo está Raphael, que por cierto actúa próximamente nada menos que en al Albert Hall de Londres, o Juan Manuel Serrat, o Miguel Ríos, o Joaquín Sabina, por poner algunos ejemplos que llenan auditorios, y que siempre cantan el mismo tipo de canción.

Y si uno conoce lo que ocurre en el mundo, hay actores en New York o en Londres que no solo hacen papeles similares, sino que han representado exactamente el mismo papel durante muchos años en las obras de mayor éxito.

¿Hablamos del “Fantasma de la Ópera”, de “Cats”, o de “Los Miserables”?

También en España tenemos actores “especializados” en personajes similares, ¡cómo no!, que son o han sido grandes en nuestras pantallas. Pepe Isbert, fue uno de los muchos ejemplos. O Tony Leblanc. O Pedro Osinaga, hablando de comedia, protagonista durante tantos años de “Sé infiel y no mires con quién”.

¿O es que José Sacristán, gran actor y muy diversificado, no ha protagonizado películas infumables? ¿O no fueron grandes Tip y Coll que siempre hacían los mismos papeles?

Un actor es un profesional, y si resulta que encuentra “la vena” y se identifica con un determinado público, es muy lógico que ofrezca exactamente lo que le piden. Y el único que puede juzgar si lo hace bien o mal son sus taquillajes.

Arturo Fernández no ha sido un actor de tragedia ´clásica”, evidentemente, pero no por ello dejó de ser un gran actor.

Fue el eterno galán que le pedían sus seguidores ¡hasta los 90 años! Que ya hay que hacerlo bien para seguir triunfando a esa edad sin resultar patético, como tantos otros que han mantenido una juventud de quirófano.


Y le agradezco muy especialmente su excelente  dicción y el exquisito trato dado a nuestra tan maltratada legua castellana por supuestos “consagrados de cine que han protagonizado cuatro series, como mucho destape si es posible, y tres “reality”

Y, a más a más, tiene una característica que es muy de agradecer: puede que fuera el primer actor que montó una compañía propia, una empresa en definitiva, y por lo que sé, nunca necesitó subvenciones ni ayudas estatales para representar sus obras.

Lo que le hizo, si no único, al menos “rara avis”. Cosa que le tenemos que agradecer porque diferencia de tantos otros que han sobrevivido gracias a ayudas oficiales. Ayudas que, a la postre, salen de nuestros bolsillos.

Y, en definitiva, fue un gran profesional y una gran persona. Alguien que  nunca se rebajaría anunciando casas de apuestas, por ejemplo, como están haciendo otros grandes actores que han dejado de ser ejemplo para sus seguidores.

Descanse en paz.

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