Un participante en un grupo de ex marinos en el que estoy incluido ha “colgado” en Facebook unas imágenes del Juan Sebastián Elcano en su mini travesía desde Getxo a Getaria, patria chica del gran navegante vasco que terminó la vuelta al mundo empezada por Magallanes, y que ha dado nombre al buque escuela.
Como fui marino de guerra en una de las etapas de mi vida, no puedo por menos que emocionarme con estas cosas. Creo que es de justicia que se rinda homenaje al marino, y también que Elcano esté en el País vasco y haya sido recibido con naturalidad y afecto por sus muchos visitantes.
Pero junto a esta noticia, y casi como un hecho anecdótico, he visto que los guardiamarinas ofrecían un pequeño recital a los visitantes, y una de las canciones era “En mi viejo San Juan”.
Y no he podido por menos que pensar en lo necios que somos.
Resulta que el Juan Sebastián Elcano es una de las mejores embajadas de España en el mundo y, por supuesto, la única itinerante. Y que, vaya donde vaya, se les recibe con todos los honores y con la mayor cordialidad, lo que significa que, en términos generales, España es respetada y querida por la inmensa mayoría de los países, incluidos y muy especialmente, aquellos que formaron parte del pasado imperio, y con los que, según la tan cacareada leyenda negra, tan mal nos portamos. Peor, mucho peor, según parece, que se portaron los otros países colonizadores con sus colonos.
Repito ¡que necios somos! ¡Que facilidad tenemos para cambiar la historia y convertirnos en los malos de todas las películas!
Y con estas actitudes hemos llegado a un punto en el que no es posible mantener discrepancias, porque que cada vez más las convertimos en enfrentamientos.
Y así parece que defender a las mujeres es titularidad de unos y no de otros. Que no es de todos. Y tampoco es de todos respetar las diferentes tendencias sexuales o desear, desearnos, el bienestar social.
En este momento solo unos, de uno u otro bando según el tema de que se trate, tienen razón, y sanseacabó. El equivalente al tradicional “habló Blas punto redondo” de tiempos pasado. O el “porque lo digo yo.
Toda una filosofía consecuencia de siglos de cultura y evolución de la raza humana.
Y muchos, especialmente los jóvenes, acabarán creyendo que el bienestar de que disfrutamos ha sido “gracias unos”, pese a la oposición de los otros, o que la transición, la de pasar página en una sociedad todavía atormentada por las consecuencias de la pre guerra civil, de la guerra, y de la post guerra, fue un error histórico.
Y que media España desciende de los buenos, y la otra de los malos. Y, todo ello, alimentado, si no promovido, por la cúpula política que nos ha tocado sufrir en los últimos tiempos.
Pues bien. Escuchando “En mi Viejo San Juan” he recordado con tristeza aquellos tiempos en los que las diferencias eran aceptadas como aporte enriquecedor a nuestra cultura común, incluidas las diferencias culturales de países separados por océanos.