La causa-raíz de que estemos sufriendo esta lamentable invasión de llamadas telefónicas con ofertas de todo tipo que no podemos evitar, es la muy deficiente Ley de protección de Datos, confusa en sus planteamientos e imposible de aplicar. Y me explico.
En España tenemos la obligación de contratar servicios con empresas suministradoras que en el texto de los contratos, donde figuran nuestros datos personales, incluye la posibilidad de ceder estos datos a terceros, según una serie de supuestos casi imposibles de descifrar.
Y como no es posible contratar sin dar nuestros datos de localización y aceptar las condiciones de los suministradores, la realidad es que tu entregas tu intimidad a empresas que no sabes que harán con ella. Y desde este momento la empresa madre, con la que has contratado, puede ceder la información a otras de su mismo grupo o encontrar por el camino a algún indeseable que vende bases de datos a quién quiera comprarlas.
Por lo que entre el marketing telefónico asumible, el de tu contratante, y el de las televendedoras de todo tipo y condición hay una diferencia fundamental. En el primer caso lo has aceptado, en el segundo es fruto de algún tipo de traición en la cadena de “autorizados”.
Y para esta pandemia evitable que nos martiriza continuamente y nos sobresalta por lo inoportuno de los horarios, solo hay una solución y no está en nuestras manos:
El gobierno debe mejorar la Ley de Protección de Datos de forma que el primer contratante tenga prohibido ceder tus datos a ninguna otra empresa, aunque sean de su mismo grupo.
Solo así se evitará este bombardeo casi inhumano de los muchos ofertantes de telefonía, televisión y otros productos similares, además de los muchos timadores profesionales que circulan por las redes.
Cosa muy diferente son las ofertas por internet porque en este caso somos nosotros mismos los que descubrimos nuestra dirección IP cuando “aceptamos” las condiciones para consultar ciertas páginas. También se utiliza el truco de “espiar” que estás consultando para mandarte ofertas, pero en este caso sí que puedes controlar si las abres o no y cuando las abres.
Se trata del precio que tienes que pagar por disponer de una herramienta tan potente como son los buscadores de internet.
Por lo que, insisto, hay una gran diferencia. Las llamadas por teléfono son consecuencia de un abuso de tus contratantes, mientras que el marketing por internet es un tributo exigido a cambio de un servicio.
En resumen. ¡Modificación de la Ley de Protección de Datos para evitar abusos, ya!