Supongo que los profesionales del “no a la guerra” se han quedado mudos porque no hay forma humana de hacer creer que la posible defensa de un pueblo invadido es una guerra contra el agresor. Aunque hemos visto y oído cosas más incomprensibles.
Lo que no tiene sentido, ninguno, es la actitud absurda de un dictador empeñado en resucitar a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, llamándola la gran Rusia, aunque una cosa no tenga nada que ver con la otra ni en composición geográfica ni en estructura política,
Una URSS que se construyó atrayendo a unas naciones con futuros de grandeza o invadiendo a otras que no querían unirse, recordemos Hungría y tantas otras, exactamente igual que quiere hacer ahora con Ucrania. O quizás peor, porque Putin no habla de alianzas, sino de integración de la nación como una región más de la Rusia actual.
Repitiendo, casi paso por paso, lo que hizo en su día Hitler con sus locuras de la Gran Alemania y de la primacía de la raza aria sobre todas las demás. Putin no ha llegado todavía a ese punto, pero lleva camino de hacerlo.
Sacrificando a una nación que todavía está lejos de llegar a niveles de prosperidad deseables, no digamos de derechos y libertades de sus ciudadanos, dedicando muchos recursos, eso sí, para seguir siendo una potencia mundial en armamento y capacidad militar.
Pero hoy, en pleno siglo XXI y estando el mundo como está en avances y globalizaciones, no puedo por menos que preguntarme ¿quién es el enemigo actual de Rusia? ¿Quién puede tener la tentación de atacarles o invadirles? ¿Europa? ¿Estados Unidos?
He dicho en otras ocasiones que Rusia es de hecho una nación europea, aunque tenga parte de su territorio en Asia y que es en este continente en donde tiene que establecerse buscando un encaje apropiado y justo. Rusia no puede formar parte de la Unión Europea, claro que no, pero si que puede establecerse un estatus de relaciones comerciales y sociales similares a las de otras naciones del continente o del resto del mundo.
Porque lo que no son, de ninguna manera, es un enemigo militar. Pueden ser un competidor comercial, pero también un suministrador de materias primas y productos básicos que vendrían muy bien a nuestras naciones. Lo que nunca ocurrirá mientras existan personajes endiosados como Putin, que encarcela o elimina a sus adversarios políticos y que necesita inventarse enemigos externos para justificar sus desmanes armamentísticos, como hacen los otros tiranos disfrazados de demócratas en el continente americano y en otras regiones del planeta.
Yo he estado en Rusia en dos ocasiones y, aunque desconozco la forma de pensar de los rusos actuales por razones de idioma, he visto gente como la que hay en otros muchos rincones de nuestra Europa conocida. Gente acogedora que va y viene a sus tareas, con un aspecto más boyante en las grandes ciudades, mucho más atrasados socialmente en los pueblos del cauce del Volga. Gente acogedora a la que de ninguna manera deseo invadir y que no tienen pinta de querer invadirme. De venderme sus productos sí y de presumir de su pasado y de su cultura también. Exactamente como hacemos nosotros.
Gente que lleva en sus genes parte de los grandes escritores que me hicieron felices a lo largo de mi vida o de esos grandes músicos que me emocionan cada vez que los vuelvo a escuchar, incluso más, porque descubro nuevos matices en sus melodías. Un regusto especial.
Recuerdo que mi padre, que era Guardia Civil y con pocos recursos, tenía un modesto tocadiscos en el que ponía discos de compositores rusos, especialmente de Tchaikovsky y de Rimski-Kórsakov que, junto a las Czardas rusas o húngaras eran sus preferidos. Seguro que es de ahí de donde procede mi admiración por todos ellos, especialmente por mi mejor ruso, Tchaikovski, en todas sus formas musicales.
¿Guerras? ¿Invasiones? Contactos personales, comercio, literatura, música…
Me alegra que de nuevo «te desnudes» y nos hagas partícipes de tus meditadas opiniones.
En efecto, no a la guerra. Pero Putin no creo que esté loco. Es un ególatra (como dices en un comentario posterior) que trata de enardecer al pueblo con el señuelo de la «Gran Rusia», aprovechando el recuerdo de la fenecida URSS, tan dispar y enfrentada con Occidente.
Cuando se va a Rusia se observa a una sociedad pacífica, que trata de vivir la mejor posible (en la actualidad ya tienen un buen nivel), al estilo de vida occidental, con sus defectos y sus virtudes. Que confraterniza con sus vecinos ucranianos, con los que comparten características interraciales y una lengua muy similar.
Y los ucranianos, más modestos en su calidad de vida, conviven a gusto con los rusos que les visitan muy a menudo, por motivos turísticos o de placer. Sólo uno que se considere el nuevo «zar de todas las rusias» puede ser capaz de querer romper el actual sistema. Envidia de EEUU y de China es lo que parece que hay. Y excesiva conformidad por parte del pueblo, como en todas partes.
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Así es. Yo también he estado en Rusia y he dicho, como dices tú, que los rusos son exactamente como el resto de los europeos. Con sus características y peculiaridades, como ocurre con los alemanes, los suecos o nosotros, los españoles
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